viernes, 27 de octubre de 2017

UNA SEMBLAN ZA DE DYLAN THOMAS

DYLAN THOMAS (Una semblanza problemática)
Cuando el  feto de la criatura Años Sesenta estaba en plena efervecencia en el vientre de su madre Rebelión Psicodélica, quien había sido preñada por ese enigmático, juquetón y lascivo ser llamado Destino de la historia, un 9 de noviembre, en las gélidas calles de New York, el cuenco palpitante llamado Dylan Thomas se derrumbó. Todo había sido resistencia, sensibilidad exquisita, suerte de elegido y picardía por montón en este barco ebrio en cuyas entrañas resonó uno de los ecos más desconcertantes de la poesía inglesa. No había sido fácil el camino, lo que significa que debió recorrerlo durante mucho tiempo con el sufrimiento propio del verdadero bardo para llegar al más griego y anhelado de los destinos: La fama. Más esta especie de gorgona no era la gloria, ese arribar a las islas bienaventuradas luego de atravesar el río tenebroso que sólo pueden cruzar los muertos, el Estigia.
Sin embargo, habría que pensar que se trataba de  un caso de predestinación, toda vez que no era el hecho de que el encanto de aquel vozarrón electrizante que solía traer los duendes cautivadores menos en el desconcierto de sus poemas y alocuciones para la BBC de Galés –y después del mundo- que en las tabernas donde con infantil candor traía chispas monstruosas de dicción y creatividad de espíritu y que hacía que los bolsillos se vaciaran para el pobre hombre fanfarrón y al tiempo desdichado que siempre estaba sin “blanca” y escatimaba a su pobre musa y esposa burguesa, sensible inteligente y sacrificada de su propia voluntad de triunfo, Caitlin McNamara, hasta el mínimo para los gastos domésticos, sino que los constantes líos con el alcohol, con gente prestigiosa de quienes denostaba con cinismo pero gran alarde de esa cualidad inglesa tan estimada: La flema, la elegancia en el decir. Debía estar protegido por una fuerza sobrenatural.
Quizás este ruiseñor de Swansea, el pueblito donde nació un 27 de octubre (hace 103 años que hoy se conmemoran) y en el que supo hacerse distinguir entre las apacibles gentes que solían ver como en aquel pueblo donde  no pasaba nada, como no fuese recoger ostiones en las rías agrestes de veranos calcinantes e inviernos tediosos, e irse a emborrachar al pub donde sólo había para comentar cómo el elegante señorito iba a Londres y se hacía enviar gordos cheques de Edith Sitwell del mismo modo que se hacía notar de Sir Kingsley Amis, ese otro fanfarrón buscapleitos con estilo y dinero y relaciones fatuas que, no obstante mantuvo y mantiene la estética inglesa en un sitial de predilección en el que los snobs y los trepadores se pierden, debía pensar que se encontraba en esas islas bienaventuradas, pues muchos otros espíritus “selectos”, Elliot entre ellos, lo favorecían con sus comentarios y lo relacionaban. Hasta que llegó el “gran mundo”; el violento pero dulce fuego del alcohol se dejaba consumir a bocanadas cada vez más desesperadas y frecuentes, sin que anunciase su furia devastadora. Y así, también, iba entregando material plástico –podría decirse piroplástico- para trabajar esas deslumbrantes, atronadoras y melodiosas gemas de la dicción y el entendimiento. Esas gemas aún fulguran en el vértigo del mundo de hoy, cada vez más novedoso pero más insensible para aceptar que son los excesos los que matan como los que aquel día fatal, cuando, si creemos a George Tremlett, su biógrafo más controvertido pero el más completo hasta hoy, “acabo de echarme encima dieciocho vasos de whisky uno tras otro, creo que es todo un récord”,  testimonio de una actriz protegida de Truman Capote, y que induce a parir la siguiente reflexión: Las obras que trascienden en el mundo no son tanto aquellas que descollan por su gran profundidad, vigor estético, su extrañeza; son las obras en las que, después de que ven la luz, las gentes se reconocen camufladas, disimuladas y desfiguradas y ya no se comenta lo hermosa o deslumbrante que es sino aquella y esa otra escena corresponden a tal y tal circunstancia; así nace la leyenda de los hombres célebres y sus creaciones, no en vano leyenda evoca leyendo, lo que en inglés, legend, el fin de la pierna, leg-end, o a donde el leyendo lleva, enrevesamientos de la lengua de los cuales aquí no es pertinente hablar pero en los que Thomas era tan diestro como cuando dice, o mejor, escribe, “I who was shapeless as the water” y al que el español solo puede responder con un “informe” para el  “shapeless” (“Yo era tan informe como el agua”). Así se diluía entre los auditorios atestados como anuncio del nacimiento de los fenómenos del espectáculo como los Beatles y las estrellas de rock y, más que intelectuales con agentes literarios, hoy son creadores de  ídolos con managers.  
Acaso la verdadera  bendición de Dylan Thomas fuese, del mismo modo que para alguien los diez mandamientos pueden resumirse en dos: No regar el vaso de la sangre y Amar a Dios sobre todas las cosas, en ellos se contienen los demás: Ser fiel a sí mismo y lealtad y fidelidad para el ser que nos entrega su corazón; pues si bien la leyenda habla de que este hombre aniñado y hasta amanerado pero viríl hasta la saciedad en su forma de enfrentar su vida y su vocación de poeta, afirma que seducía y se fornicaba a cuanta mujer podía encontrarse, la evidencia más bien dice que cometía adulterio con el alcohol en compañía de su mujer y con las fantasías de la moral en las que todavía la época no permitía vulgarizarse hasta que llegó alguien tan potente como Diana Spencer, más conocida como Lady Di; desde entonces la realeza de la poesía y poesía de la realeza son otra cosa que aún conserva su magia y su misterio por encima de todos los mercaderes de la cultura. Véase no más la forma en que su majestad Felipe VI y la reina doña Leticia siendo posmodernos y aun anodinos, todavía mantienen en el pueblo español esa sensación de ser “todo un mundo” para el que la poesía no tiene reino mas ella reina aunque le pese al mundo. 
La noción de la poesía hoy, tal y como los grandes medios la muestran, como una avalancha de propuestas tan variopinta y baladí, tal que una pradera romántica donde la enorme máquina tecnológica sólo muestra sus florecillas como excrecencias raras nutridas con la deleznable savia del dinero, tienen en Dylan Thomas un buen filón de contraste y reflexión de vanguardias y bribonadas.





                             

OTRO POEMA PARA DYLAN THOMAS



* * *
POSESIÓN MODO DYLAN  THOMAS
“She married in this pouring  place
That i struck one day by luck,”

Se balancea la cuna del día en el silencio
Se balancea la vida en la lluvia
tras el sí y el no de lo muerto
se balancea el espejo del tiempo
entre el ayer y el hoy
y rompe en mil pedazos el ahora
la figura del fantasma esgrime su nombre
un trueno
entonces la locura se acuerda en fe-mirada,
efeméride
un borracho y su espíritu dormido
despertando en el otro lado de otro mundo
whiskie exquisito para el nacimiento de un niño muerto
corriendo el velo de mil vírgenes
y recolectando las clásicas voces, Homero, Horacio, Virgilio
y el gusano del quantum mostrando sus fauces
un número dividido en cifra
entre dualidad y número perfecto
Os-toco-octopus, tú, ubre de Octubre,
Tentáculo tentando el todo Uno en nada Todo
¿Dónde estás, sonajero, para el niño triste,
Rico y sin dinero, pidiendo “blanca” ?, no, no de esa
De perdón para su Caitlin y sus hijitos
¿Dónde, en cuál cielo; qué trust sin avaricia
Repartiendo dividendos a que advenimientos mezquinos?
En The Boat House te mecerás esta noche, te aseguro
Cuando despunta el alba de sonámbulos que en aire
De distinguidos turistas del Misterio husmearán el aroma
Correspondiente: Un delicado perfume fatuo con tufillo a mierda
Como toda determinación indeterminada huele.







jueves, 26 de octubre de 2017

27 de octubre (efeméride de Dylan Thomas)

* * *
DOMINGO CON DYLAN THOMAS
Me llamaste al paraje
en los parpados el pasaje de tren color vino
que se apiñaba en las sienes
y se des-leía como leche reseca
en las comisuras del sueño...
Los libros esperando por nosotros
Di, cómo hilan las sombras en medio de la luz
y qué tomas, Dylan Thomas
en la sola inmensidad eternizada;
recibe, mas no contestes
nuestras notas
de cómo no se equivoca el viento
al dibujar las formas
pero se queda en la estacada
si no se abren las guaridas, bocas
y no puede descifrar lo que se dicen las almas
desde las sinuosas profundidades, ventanas
donde circula un vocerío como de amantes
de la turba en lenguaje de agua clara
que atropella y deslíe las mentiras
en  fuego ámbar single malta
mientras crepitan en las pupilas
los leños que exudan sus savias saladas
ante el desfile de las novias oscuras
que se recostaron en tus desoladas campiñas;
entonces ecos de palmas batidas en boletines
de fantásticas bitácoras que radian
saludando una nueva edición de tus músicas
y yo sólo sirvo de agente enajenado

del chismerío borracho.

SALUDO DE CRÍTICA ANTIGUA A POETAS ACTUALES


SALUDO DE CRÍTICA ANTIGUA
A POETAS ACTUALES
Vosotros hacendoso hacedores  de versos cocidos
aprendices de brujo
a vuestros duros huevos tibio
por ver si empolláis algo válido y nuevo;
es cierto que el fraude del padrecito Freud
aún es materia de negociaciones
entre el soberano rabo Estado
y el muy regular estado de conservación
de las podridas pulsiones;
si de mercaderes habéis de asumir funciones,
sea, como de gusto y sudor
ya no de metros, aunque dioses como rebaños
y no como vulgar diseño difuso
de misterios por ceros en la chequera,
que la alquimia perdida del anhelo y la idea
no sea túmulo de sobaquina sobre la metáfora;
más bien, que sea empatía entre feromona de invisible falena
sobre nariz deshecha y desentendida;
que la nave que piloteas no fanfarronee
de amigable con el medio ambiente
sino más bien corte alas-muletas
y las sofría como muñones en alegría de salamandra
que ya los árboles no enseñaron cómo retoñan entrañas ni piernas,
que tampoco los dioses de la magia en botones
convierta el poema en carpa de circo de los tiempos
tú, que andas escondido, al acecho de los pensamientos nuevos
¿qué opinas?
¿no te parece que la liebre está sacando tinta de tus palideces?
¿no te parece que es hora de que dejes de quererte dueño de la rifa?
más bien, enseña rendijas que muestren dónde se agazapa
la monstruosa realidad vestida de novia o de bandida
¡Ah, qué tristeza que vuelvan los pajes de la cortes!
preferible que bufones en las pajas de nuevos  Niños-Dioses
o nuevos anuncios de cometas
que se hicieron niños enredando la piola
de manos provectas
se planten en el horizonte de las nuevas borracheras.
Aprended esto: Ya acabó nuestro tiempo de leer libros
aunque sigue siendo noble empresa
ahora los libros empiezan a leernos a nosotros
por ver si un día se pueden desfacer entuertos
y en ciegos, y en cojos, y en locos
y Penélope sepa por fin cuando está el pene en el pelo
y cuando a un pelo del pene se debe blandir la saeta
que ya no vienen en paquetes discretos
y si vienen no son de reputación buena,
los versos y las musas,
los negocios y las lucas
caen como mierda de golondrina
-la mierda de albatros lejos germina-

por otras albas y otros misterios.

SALUDO DE CRÍTICA ANTIGUA A POETAS ACTUALES


SALUDO DE CRÍTICA ANTIGUA
A POETAS ACTUALES
Vosotros hacendoso hacedores  de versos cocidos
aprendices de brujo
a vuestros duros huevos tibio
por ver si empolláis algo válido y nuevo;
es cierto que el fraude del padrecito Freud
aún es materia de negociaciones
entre el soberano rabo Estado
y el muy regular estado de conservación
de las podridas pulsiones;
si de mercaderes habéis de asumir funciones,
sea, como de gusto y sudor
ya no de metros, aunque dioses como rebaños
y no como vulgar diseño difuso
de misterios por ceros en la chequera,
que la alquimia perdida del anhelo y la idea
no sea túmulo de sobaquina sobre la metáfora;
más bien, que sea empatía entre feromona de invisible falena
sobre nariz deshecha y desentendida;
que la nave que piloteas no fanfarronee
de amigable con el medio ambiente
sino más bien corte alas-muletas
y las sofría como muñones en alegría de salamandra
que ya los árboles no enseñaron cómo retoñan entrañas ni piernas,
que tampoco los dioses de la magia en botones
convierta el poema en carpa de circo de los tiempos
tú, que andas escondido, al acecho de los pensamientos nuevos
¿qué opinas?
¿no te parece que la liebre está sacando tinta de tus palideces?
¿no te parece que es hora de que dejes de quererte dueño de la rifa?
más bien, enseña rendijas que muestren dónde se agazapa
la monstruosa realidad vestida de novia o de bandida
¡Ah, qué tristeza que vuelvan los pajes de la cortes!
preferible que bufones en las pajas de nuevos  Niños-Dioses
o nuevos anuncios de cometas
que se hicieron niños enredando la piola
de manos provectas
se planten en el horizonte de las nuevas borracheras.
Aprended esto: Ya acabó nuestro tiempo de leer libros
aunque sigue siendo noble empresa
ahora los libros empiezan a leernos a nosotros
por ver si un día se pueden desfacer entuertos
y en ciegos, y en cojos, y en locos
y Penélope sepa por fin cuando está el pene en el pelo
y cuando a un pelo del pene se debe blandir la saeta
que ya no vienen en paquetes discretos
y si vienen no son de reputación buena,
los versos y las musas,
los negocios y las lucas
caen como mierda de golondrina
-la mierda de albatros lejos germina-

por otras albas y otros misterios.

PREGUNTAS Y RESPUESTA

 PREGUNTAS Y RESPUESTA

“¿Me haces un favor?
¿Qué clase de favor?
¿Me puedes tener mis avioncitos durante todo el recreo?
¿Durante todo el recreo?
si, porque tu eres todo mi cielo”

Autor: Los hijos del aire de don Rafael Pombo
(Un muro pintado en fundación con ese nombre)

Y, ¿qué se supone que yo haga mientras tanto?
Bueno, podrías presentarme todos tus ángeles
o llevarme a vivir a tus estrellas
o podrías tanquearme con tu aire
y aterrizaríamos en una luna de miel
y pandequeso
¡ah, no!, yo no quiero que vayas a vivir de mi suelo
hasta que no te ganes tu sueldo.

Autor: El hijo del estrelladero de todos y de Mama-rriel Sonso

(Un poeta que pasa y ve el mural de niños anónimos)

CENIZAS

CENIZAS

“Mas un otoño tras otro
despoja del follaje a los árboles soberbios”
Adam Zagajewski
Mi pelo ayer amaneció más cenizo
seña del fuego en que se hoya mi ego
y no era reflejo del cielo que aunque plomizo
era negación del miedo
del día en que los trucos del calentamiento
echen a andar los bizarros duendes de la sequía
la sed de sentimiento;
era, más bien, alegría que no latía en mi pecho;
era la podredumbre de saberme bajo la égida de los malditos           
era saber que hoy día cuando las manos llenas [y los mezquinos
de la luna, con escaso éxito barren de nubes su piso
y ciertos juglares del silencio anuncian
que está batiendo la nata que dará punto de vidrio
para agasajar a ciertos invitados esta noche,
el vecindario me roba hasta la dulce alegría
de tomar el tibio sol sentado en la acera
mientras afuera ellos cantan sus tonadas
y bañan de afecto a sus buenos perros
y los poemas chinos leídos por poetas polacos
después de mil años venden su pregón
de cómo trabaja la muerte
dando pequeñas probadas de incertidumbre
endulzada en hastío
y robando la sabiduría del diario contento
del asombro de que después de tanta experiencia
con el desengaño aún haya alguien viviendo
y siga cañando con los poetas la apuesta
de cuándo son verdaderos y no apuestan al premio
y nadie les sopla que a los poetas no se les premia
por las tristezas, por la emoción o por la inteligencia
sino por el poderío de enredar la pita, esa otra política
más irrisoria que la de los políticos
pero más divina que la de pastores y curas
que también en círculo vicioso giran
el cheque chimbo para comprar el amor
que si fuese sincero no tendría interés
pero si fuese pobre perdería imán y prestigio...
Ayer más cenizo amaneció mi pelo
y no hay tinte ni tinto ni tinta
que le ilusione bailar de nuevo
aunque fuera para aparecerse ante sí
con los falsos bríos del exceso: de ejercicio, de vino, de seso
es que se va extinguiendo el volcán
y me estoy cansando de farrear
con mis únicos amigos: Los muertos
que me loan y me felicitan y me dan licores finísimos
y escancian jóvenes ausencias y actualizan
viejos “Miércoles de ceniza”
con Seamus Heaney a la cabeza como prueba
de que esta noche no querremos asistir a la fiesta
que darán el cielo y su dama
a los locos, a los enamorados, a los amortajados en subasta de feria
pues al “Buen entendedor” no le hace falta
“Mística para principiantes” de Oktoberfest o invierno.


                                                                               Plenilunio, octubre 2013

CENIZAS

CENIZAS

“Mas un otoño tras otro
despoja del follaje a los árboles soberbios”
Adam Zagajewski
Mi pelo ayer amaneció más cenizo
seña del fuego en que se hoya mi ego
y no era reflejo del cielo que aunque plomizo
era negación del miedo
del día en que los trucos del calentamiento
echen a andar los bizarros duendes de la sequía
la sed de sentimiento;
era, más bien, alegría que no latía en mi pecho;
era la podredumbre de saberme bajo la égida de los malditos           
era saber que hoy día cuando las manos llenas [y los mezquinos
de la luna, con escaso éxito barren de nubes su piso
y ciertos juglares del silencio anuncian
que está batiendo la nata que dará punto de vidrio
para agasajar a ciertos invitados esta noche,
el vecindario me roba hasta la dulce alegría
de tomar el tibio sol sentado en la acera
mientras afuera ellos cantan sus tonadas
y bañan de afecto a sus buenos perros
y los poemas chinos leídos por poetas polacos
después de mil años venden su pregón
de cómo trabaja la muerte
dando pequeñas probadas de incertidumbre
endulzada en hastío
y robando la sabiduría del diario contento
del asombro de que después de tanta experiencia
con el desengaño aún haya alguien viviendo
y siga cañando con los poetas la apuesta
de cuándo son verdaderos y no apuestan al premio
y nadie les sopla que a los poetas no se les premia
por las tristezas, por la emoción o por la inteligencia
sino por el poderío de enredar la pita, esa otra política
más irrisoria que la de los políticos
pero más divina que la de pastores y curas
que también en círculo vicioso giran
el cheque chimbo para comprar el amor
que si fuese sincero no tendría interés
pero si fuese pobre perdería imán y prestigio...
Ayer más cenizo amaneció mi pelo
y no hay tinte ni tinto ni tinta
que le ilusione bailar de nuevo
aunque fuera para aparecerse ante sí
con los falsos bríos del exceso: de ejercicio, de vino, de seso
es que se va extinguiendo el volcán
y me estoy cansando de farrear
con mis únicos amigos: Los muertos
que me loan y me felicitan y me dan licores finísimos
y escancian jóvenes ausencias y actualizan
viejos “Miércoles de ceniza”
con Seamus Heaney a la cabeza como prueba
de que esta noche no querremos asistir a la fiesta
que darán el cielo y su dama
a los locos, a los enamorados, a los amortajados en subasta de feria
pues al “Buen entendedor” no le hace falta
“Mística para principiantes” de Oktoberfest o invierno.


                                                                               Plenilunio, octubre 2013

NACIMIENTO Y BENDICION DE GAIA



Cuando mujer se llamaba Gaia
y era apenas una muchacha
gimiente en los brazos de su madre: Nada
supo que la luz, esa hada
que le dijo: eres
cuando la penetró por su rendija
y la bendijo
dejó en la puerta de entrada
un pelo y una llave
y también la asperjó
con su egoísmo la meo
si entra alguien (hay santo y seña, el pelo)
que no se llame amor
se regará el río de la sangre
y el paisaje denigrará de tí
y no habrá regocijo
Acto seguido dejó su perfume:
Miedo en solución de olvido
Más el príncipe tiempo
deshacedor de nubes, vino
y la dibujó en su lienzo
tejido para el efecto
de reflejar el espejismo
de modo que Gaia liberada dijo:
me diste el hilo más no la punta
del cabo pero es mío el tejido
por más que exijas
que rogamos y orgasmo es lo mismo
una cosa es errar en el ro del amor
y otra anidar en el punto del abismo

lunes, 23 de octubre de 2017

CUERDA LOCURA (2a. PARTE)




I
EL LOCO

El tipo no estaba loco, antes bien, si tenemos en cuenta que la cordura de la época en que vivía era toda una embriaguez de lo moderno -porque la moda no era lo que todo el mundo pensaba, un modo: se me dio el modo, la gana, de ponerme el traje de juez, de payaso, para contrastarme con el de brujo o el chamán de indios o el de sacerdote de la multiplicidad y la multitud y que esta me siga, más no al modo antiguo- no, la moda va-en-guardia, vanguardia, de todo lo que me llega y lo asumo: ¿se me enredo la cuerda por un exceso de alcohol mezclado con ansiedad reprimida; se me enredó en un retén de ideología; se me enredó en el modo como digo que siento? Pues a la mierda la crítica, era demasiado lúcido. Cuando el dedo elucubrante deshace el nudo el viaje continúa. Eso era la cordura; y todos los productos de la razón, eran simplemente hallazgos; el huevo que la gallina pone para alimentar la ilusión, y hoy, si no, pues pone la moneda con que comprarla, el asunto es que el nido donde anida la vida permanezca, no importa si el polluelo que ha de nacer es hijo de la verdad o la mentira, eso ya lo resolverá el juez del vínculo: si veo un culo que va siguiendo mi huella y manda saludos con sus raicillas a la raíz principal, es porque el que-hijote, Quijote, del hombre sabe por donde va aunque no sepa hacia donde; si no,  es porque el maldito estornino del azar cambió el huevo y empollamos un híbrido (si es hijo de la hybris a quién le importa?, todos somos mestizos)...

En ese orden de ideas, el tipo no estaba loco, el loco era otro: "Dios no ha muerto, estaba loco y como loco se inventó la forma de superar la muerte y vender la razón como moneda de tránsito; asegurar que esa moneda es la misma que, por piedad, se ponía bajo la lengua de los muertos para atravesar el te-leo, Leteo, quizás sea cuestión de pre-stigio, que no es lo mismo que decir que todos estábamos muertos en la misma dicha, que muertos estamos, pero aún viven los griegos antiguos a fuer de su brujería". El pobre Nietszche  sólo había formulado su idea más lúcida y, ahí estaba el asunto: La luz... ( https://www.youtube.com/watch?v=FtlVmE-VIGM&list=RDGMEMJQXQAmqrnmK1SEjY_rKBGAVMiLe0cqT9GC0&index=12 )

II
LA LUZ

La luz. La luz era el pobre prisma al través del cual se miraba la vida. El ver, esa aberración del ser; esa inseguridad; ese camino inducido por la luz, por la necesidad de saber a dónde y por dónde se va, no cómo se es. Entonces estaba ahora allí, mirando esos juegos de luz, en ese vórtice de energía, como cuando pasa una muchacha y con la lengua te hace un guiño de geometría en la bicectríz de la boca. El secreto está en descubrir si es siniestro o diestro el guiño. Para él es un guiño diestro del cielo, valga decir, bendito, de las noticias que traen las aves migratorias como si fueran almas. Son gavilanes americanos, piensa. El número empieza a hablarle; primero son tres los pares de alas que observa como planean en una turbulencia de aire caliente. Hay un par independiente que parece dar indicaciones a los otros tres. Es la puerta de una tienda el marco, con una vaga que se abre a sus pies; se toma una cerveza. De pronto escucha a sus espaldas un lamento que habla a través del teléfono celular: Amor, de pronto he sentido una corazonada, como si me clavaran un puñal en el corazón. Ahora son dos pares de alas que se lanzan sobre el aire cercano; no son gavilanes, son gallinazos, buitres que parecen querer hundir sus picos en algún aroma que asciende como una plegaria cansada. La muerte extendiendo sus fauces por doquier. Pero el hombre que se toma la cerveza, como el hombre que protegido por una extraña seguridad o por un ventajoso e incógnito ángulo de mirada observa  impasible como se incendia un teatro, cómo actores y espectadores cambian las muecas de sus máscaras por la expresión pánica, aterrorizada y se convierten en un caos; discierne que él todo sabe de su soledad y se cierne amenazante sobre su figura, pero él sabe que el todo lo necesita; no importa si el todo le increpa: O eres mi parte o eres nada, pero no eres único y me debes dirección y brújula; pero él se burla; ha descubierto a la tendera mirándole de soslayo. Me quieres despojar de mi tesoro. Pues págalo caro. Otro viento confluye: La W Radio habla por intermedio de su interlocutor más perspicaz, pero el menos serio, el más irónico: El teatro municipal de Cúcuta, el teatro fronterizo, necesita ser re-financiado, no importa que los actores venezolanos no nos den el acento que queremos, pero lo importante es la reintegración. Vamos a  hablar con ___ , dice el director "Julito" por qué razón están acusándolo a usted como coordinador de la agencia para la integración de colombo-venezolana de malversación? Entonces aparece en trasescena William Shakespeare, desesperado, arreglando los últimos parlamentos de la función siguiente, de acuerdo a lo que sucede en el condado; necesita que sus queridas no se desdigan, que no vayan a caer en la horca y, acaso también sus queridos. Todavía no hay Internet; el Big brother no ha nacido . Llama a gritos a sus segundos, qué actualización tienen, es que no quieren ser los futuros Best sellers factory's workers; es que la puta excelencia que tienen en la puta mollera no les quita las telarañas de las pensaderas, no les abre el camino, no pone puentes en los abismos? Y eso que tampoco había nacido el cine, esa orgía de ideas y puesta en escena. Todavía no se ha descubierto la ruta de Indias: EL ESPAÑOL.   



III 

QUÉ TAN MAL VAMOS
Si hablasemos en modo griego, diríamos que me fuí ésta mañana al periplo cotidiano, por-lo-peri ; pero como tenemos que atenernos a los modos modernos, hemos de decir que fuí a dar la vuelta, tu-vela. Pero la vela nunca tiene dirección; si el viento no es favorable no te puedes aventurar, a menos que estés de aventura. Entonces la vuelta era ir por esa orilla conocida: Un camino, unas estaciones, alguna cafetería, un banco de parque, las raudas naves seguras sin vela, con motor motu propio. El café estaba sabroso, como siempre, en aquella estación obligada; sólo que hoy el telos, el telón de fondo de enfrente, estaba vestido de un peculiar modo, un modo festivo. Era un centro cultural de barriada, uno de esos centros que las administraciones ponen al servicio de los ciudadanos para promover la cultura; si la cultura al uso, como siempre, es un galimatías que cada cual prefiere ignorar, allá cada uno, más grande será la tajada para los que se atrevan a por ella –para hablar en términos europeos-. El caso es que los banderines de feria, los carteles invitando a sumarse a la fiesta donando un regalo para un niño que todavía espera el niño Dios, la estridente música de rapeo, no anunciaba nada elegante, nada edificante; los colores de aquellos banderines ya no contenían ni el blanco inmaculado, ni el negro sofisticado, ni el gris interesante, ni el color vino tinto, el color de lo purpurado. “quiero caminar por tu pelo y llegar al ombligo de tu oído/y un bienvenido darme con la lengua que tal vez sea correspondido/con esa sonrisa sin rumbo que sabe que quiero cambiar este puto mundo/así no le guste al alcalde ni a tu madre ni a tu abuelo y menos/a tu vientre fecundo/por que quiero hacertelo con el don que no da el condón en tu ser profundo...” Sólo estaba el verde de luciérnaga informática, el naranja de bebidas con mil ingredientes de aniones y cationes, todas las gamas de añil para las que los esquimales y los lapones y los siberianos tienen un nombre para cada uno: el azul petróleo, el morado crespón, el violeta de cielo de verano; los rojos que no se parecen a la sangre, todos colores ácidos a tono con el malestar estomacal, con el desorden de alcalinidad en equilibrio de la sociedad. Ja, y pensar que había un desplegarse de plomo al que el cielo, si, el cielo, esa idea todavía demandante de los sentimientos, oponía heridas de un azul límpido. Ja, y mirar cómo, mientras el café se deja acariciar entre el cuenco de las manos, se asoman por entre la malla que da a la calle, tres funcionarias que primero se quedan mirando fijamente al personaje, luego dan un pequeño rodeo como si algún ritual de respeto al aire el cómodo les estuviese exigiendo. El techo bajo el que el café se resaguarda es un tejado en triángulo que ha sido robado al aire libre que circula por una avenida hecha de meandros. Una de las funcionarias está al punto de parir; se sienta con la compañera mientras la tercera va a comprar cigarrillos, con las greñas de cuatro colores entre los oro viejo y el azul metálico, pasando por el fique de arpillera o costal y el color mierda o caoba oscuro, como si estuviese anunciando las estadísticas, las mentiras redomadas del sistema: la región del eje cafetero es una de las regiones con más incidencia en cáncer estomacal, de colon, que se denota en deposiciones obscuras, tirando a negras, producto de sangrados internos. Y sí, sangra algo en el ambiente. Sangra la nostalgia de los viejos tiempos cuando todo era más delicado, más sutil. No hace mucho, por aquella mente, la huella de una mente febril pero lúcida, la de Dylan Thomas, había pasado en unos escritos de prensa que denotaban la elegancia del decir, esa sutileza y ese respeto que exigen a las mientes y la vez las hacen sentirse impulsadas hacia un algo extraño que sin embargo es muy bueno. Pero es el tiempo, es todo ese camino que ha recorrido el espíritu, en cuerpos fatigados, esforzados pero sobrepuestos, para llegar a ser lo que es el alma europea, la flema inglesa. Nosotros apenas podemos lidiar con la ansiedad en la que las palabras se apretujan y salen a borbotones coherentes pero sin esa armonía que da la seguridad de un entorno organizado, establecido, con historia trascendente. La otra funcionaria tiene unos bonitos ojos de “sapo en tomatera” , lo que significa que la luz, la fuerza, el fuego que brota de esos ojos es superior a cualquier hechura del sol sobre frutos sin recoger. El rojo vivo que hay que meter en el agua. Obscuramente se alcanza a entender que habla de las pretensiones del jefe, siempre el tira y afloja de los sexos, la obscura pulsión dando el punto de trama. Pasan los vecinos, se intercambian miradas o saludos; hay un sórdido alegato de seguridades y reproches: la chica adolescente que muestra marcas de una liberación emocional, estilistica, sexual, en su gesto desenfadado que se levanta la bermuda para exhibir un  tatuaje barato, en el corte de cabello que deja el largo de la femineidad alegando con la rudeza de la cuchilla que se rapa las sienes como diciendo: pienso a lo macho, y qué, soy lesbiana, no tiene nada que envidiarle a la que sentada, casi con su cría saliéndole por entre las piernas, exhibe también un corte excéntrico en unos modales esforzadamente mesurados y que la mira de reojo con un gesto sutil que nadie advierte, sólo el poeta que también se siente tentado por las piernas de su compañera que ahora se descruzan para recibir el cigarrillo de la que llega y cuyo compás cobijado por una falda atrevida deja anunciarse un claroscuro fugaz. La elegancia del pasado, esa nostalgia.
Pero el periplo debe continuar; la manecila del reloj debe continuar su vuelta. ¿Es la paz de los relojes su retorno al punto de partida? ¿qué saben ya las manecillas de engranajes y el pelo, el volante que va y viene, que oscila para dar impulso, si ahora es un obscuro pulso de sí y no mezclados? Y ¿qué sabe el número inserto en un código binario del cerrar y abrir del ojo digital para que el ojo humano sepa, se oriente, en qué tiempo vive? La rutina sólo sabe mirar el resplandor conocido. Ese poeta, ese pobre diablo.
La siguiente estación es una pequeña tienda que se abre a otro meandro; mejor, una vena de la sangre circulante que se precipita a una arteria; allá circula sangre oxigenada bombeada por el corazón civilizado. Pero ¡qué tenemos ahora ante la vista! El poeta ha pedido una cerveza a la tendera perifolla que tras una severa reja previsiva atiende solícita. Un hombre con los cueros pegados a los huesos, un maletín andante en una espalda que intenta mantenerse erguida, sube de vuelta ¡cómo es eso! Sangre venosa volviendose por el mismo camino. Todavía el intercambio celular de oxigeno y nutrientes, de vida contra muerte, de saturación contra flujo, es un mecanismo muy obscuro. Amigo, acabo de bajarme de un camión de carga que una alma caritativa tuvo a bien compartir conmigo para traerme desde la tierra de la “pola”; sabe quien fue la pola, Policarpa Salavarrieta, esa dama sin trabas pero de triquitraques. Ocho años por rebelión, desaparición forzada, pillaje y cuatro cargos más. Fuí indultado anoche, no he dormido nada, escasamente he comido. Aquí tengo el documento donde consta que se ha iniciado el proceso de reinserción y clasificación como combatiente –saca de un ajado admíniculo que se pretende billetera una copia de dos páginas que tiene el renglón donde debería aparecer una firma vacío- el poeta se lo hace saber. Bueno, no, es que es una fotocopia de la reclamación que yo entablo, la verdad es que yo vengo por estas tierras con la cabeza así de grande, tratando de evitar un mal entendido... –la expresión es cansada, de ojos hundidos pero aún hay ese brillo impactante de los pillos, del hombre acostumbrado a lidiar con situaciones al límite- ...aquí tengo el otro documento –se envara sacando sucias tarjetas de presentación y papeles ajados; se advierte el logo de “Programa de la presidencia para la prosperidad social”, uno de tantos entes que lidia con los menesterosos del Estado, este ya tiene firma pero no hay que profundizar- que dice de mi situación. A estas alturas ya el interlocutor está incurso en una red dialéctica cuya fuerza de intensión es el desespero de lo desconocido transitando por todas las vías y el sentimiento de humanidad que aún palpita dentro. El asunto es discernir si es un vicioso, un pedigüeño, un trastocado. En un instante transitan por la mente todas las ideas hechas que el sistema nos ha inoculado. La seguridad de la civitas , la seguridad de las fórmulas, los rituales de socialización que ya sólo son intercambios de qué tienes tú y que tengo yo y cómo lo uso. Oiga, se atreve el poeta, pero cómo es que usted sale de una cárcel con una mano adelante y otra atrás; entonces los camaradas qué pasó, qué sociedad tan injusta esta que ya ni la “familia” sirve para darle la mano a uno...
Hace ya unos instantes que una motocicleta con dos policías se ha estacionado a pocos metros, los policías se han apeado y no están en ángulo visible, el personaje no se da por enterado. Mire usted, que ellos desde la cúpula han dicho que nos apoyan pero a mi me detuvieron con otros de la cuadrilla y a cada cual lo llevaron para diferentes lugares; yo en estos ocho años ya he estado en tres centros diferentes y, ¿a  quién recurre uno?  Bueno, porfía el interlocutor, pero usted podría haber llegado a una de las zonas veredales y reinsertarse desde ahí. No, señor, los que están en las zonas veredales son personas que estaban activas y con ellos el proceso es diferente; a nosotros simplemente nos han amnistiado y ahora es un proceso el que hay que emprender para capacitación, reparación y reinserción. Los policías aparecen de nuevo, por un instante se cruzan miradas con el poeta el personaje está de espaldas y, no se sabe si es porque el alcohol ya empieza a hacer sus efectos o realmente, como a todo poeta, ese toque extraoficial le dice que en ese cruce de miradas hay un traspaso de pensamientos en los que sobreviene un “no sabemos cómo deshacernos de este tipo” y su gesto ufano, el de los hombres que estan amparados por un símbolo institucional, por un chaleco antibalas, por una serie de palabras que memorabilia de niños que recitan sirven para esgrimir armas de desprecio, de superioridad moral, palabras que en medio de tantas vueltas que dan dentro de una sóla lógica de la cual los sencillos no tienen noción ni ánimo, sólo pretenden hacerte pensar en el silencio o en el miedo o en la confusión, se les estrella en el esfuerzo que hacen para encimar sus orquetas en la silla del motociclo y que hace pensar en que sus pobres gónadas si no están ya fritas por estrechez sí lo deben estar por aleccionamiento a ideas y directrices; entonces ellos y el personaje están en un sentido iguales, presos de la maldición de seguir líderes.   
Hermanito, pues yo le regalo un pesito –es una pesada y ostentosa moneda que se pretende la mayor pero vale nada en comparación con los billetes que le adelantan cién veces o el dinero plástico que les pierde cuantas veces quiera- El personaje agradece. La tendera ha estado revoloteando tras de su segura reja informándose. Cuando el personaje la va a increpar llegan clientes; debe quedarse expectante a una oportunidad de expresar su necesidad, cuando por fin puede hacerlo es recibido con un frío a-la-orden; ah, no, yo no. Y el hombre que mientras los policías encienden su moto ha exhibido una herida que no sana en su pierna derecha y ha sacado de su morral la última dosis de insulina, se despide, con un que Dios los bendiga.
Ahora la pregunta es ¿desde donde la paz que grandilocuentes titulares predican, que pedagogías que gastan millonarias sumas para desarrollarse y  transmitirse, que elegantes oradores en instituciones públicas usan para inducir a otros a donar parte de sus sueldos para “la causa”, se hace? Las gentes corrientes, los ciudadanos como las funcionarias, como la tendera, como los conductores de los autos que circulan por la sangre social, raudos, con las ventanillas arriba, que se dirigen a sus búnker de paredes plagadas de cámaras que vigilan, que leen el libro del vivir desde una teoría perversa que supone que la sociedad, no sólo la nuestra, o la latinoamericana, es una sociedadd mafiosa y que en realidad es el trasunto de una mentalidad de mafia, en-lo-que-ma-fía , del mundo, lo que la obscura y maliciosa noche del vientre de la tierra, de la naturaleza que lucha por la vida, usa la fuerza bruta de esa pobre herramienta de los hombres, el lenguaje, para someterla en modo silencio cuando ya la razonabildad no es posible y la fuerza del hambre, de la indignación reacciona como un animal herido                          

MIEDO


¡Qué miedo más lindo!
gritó una vez un niño en una esquina
y uno de los seres ignorantes seguía vendiendo golosinas
en la misma dirección de ellos, inocencia, porque sabía
que los buenos son aquellos a quienes no les importa
la poesía se las va diciendo [saber muchas ciertas cosas
como una que venía de muy lejos, en modo vivencia
ese chorro que brota, ese grito abierto paso del silencio
de la cosa vacía, y un grito estético
la voz diciendo otra cosa pero mostrando la fotografía
el ser humano, en el cuenco seco de la mano del aire
cuando ve la luz ya es otra cosa, que no la que adentro
¡Estoy en modo llama, estoy en modo infierno!
¿qué es lo que por ahí se dice, de que tu sabes lo que es el fuego?
Y ellos como todos, gustaban mirar la otra orilla
lo mismo que los pobres vendedores iban, sin saberlo, a ella
y de pronto, los compradores se arracimaban como vides
mientras, enseguida, más color, más imán, más cebo, silenciosa soledad
de publicidad, los malos tienen su ciencia pero nunca es 100% suya
como la magia de un beso soñado en pares, el sabor del paraíso
como el sudor de la piedra del sufrimiento, el adentro sin el estigma
y, claro, es cierto, que la ciencia logra que brote el agua de la piedra
pero ya no se acostumbra llamarla Meribá [a veces en el desierto
sólo Masah-age, massage, extensión de la mano, del experimento
más, ay, cuando en esa otra orilla, esa niña: Épica, por escudo de letras
en algodón negro teñido por el epos de otra cosa, otro sentimiento
que no era sólo el jeroglífico de un pecho ingenuo y tierno
como en mi época, como en mi épica, del mismo talante anti-tormento
de la apariencia, antipatía de lo modélico, esa piedra ya la conozco
y talla en mi hombro como el mundo, me atormenta eso otro
a lo que tu le esquivas el gozne y sin embargo quieres ser puerta
que no tiene corta-lengua, cerrándose justo donde pongo movimiento
del nuevo foco de esplendor, difuso como el actual desparrarmar
y dices no entiendo ese corte a filo de espada en el lado siniestro del pelo
veo y no creo ¿todavía existe el milagro? el absurdo todavía y sus tentáculos
su señuelo que cae igual del lado diestro, y en cambio ¿ves la trenza
emergiendo del centro de la dualidad hemisférica del pobre cerebro?
hacia el culo, ese olvido, y juega su juego, desviándose a sostener el mundo
en modo corazón, como cuando la mosca del mal es azotada por el látigo remoto
hasta que el tremor puesto en equilibrio pregunta ¿te gusto?
porque siento que te entiendo y no sé cómo
y entonces, desde muy lejos, en los confines del miedo, el mi-Edo
tiene un medio para gritar mi nombre
y un hombre que transcurre cansino se siente acogido y pleno.

BLANCO Y GRO-NE



No, no estaba mirando la diferencia entre lo blanco y lo gro-ne. Y nadie lo podría estar haciendo, porque el trasunto objetivo del texto era, simplemente, una vidriera, un exhibidor. Por otra parte, que la diferencia entre lo exhibido y lo visto fuese o no proporcionalmente equivalente entre la diferencia del derecho a no sentir y la imposibilidad de no hacerlo, no tendría por qué presentarse como acto de metiche en la circunstancia; si era simplemente un transeúnte más, pegado en la miel del río que pasa o si se trataba de un pescador anhelante camuflado entre la maleza del afán de una calle de pueblo, eso no tenía importancia. Ahora bien, si había otros habituales frente a aquella vidriera tan exhuberante, y no por los productos que exhibía, como otras que se atiborraban de cachivaches -ésta podría ser la suma de los cachivaches exhibidos en una vidriera-, tampoco comportaba la importancia de que su exhibición era simbólica; por eso la mayoría pasaban frente a ella indiferentes; por eso también, el personaje de rostro rubicundo y ceniciento, típico del alcohólico irremediable que ahora pasaba frente a ella con gesto huidizo, igual que el adolescente que pasa junto a su enamorada lleno de amor y deseo pero no quiere delatarse, pasaba de ida y vuelta. En cambio, los transeúntes miraban curiosos, vidriera contra vidriera aquella no-venta; claro, era una buena adquisición gratuita el chisme de ver si este o aquel estaban libando penas y ridículos en aquel local de mala muerte.

Había pedido un simple café cargado para liberarse un poco de la cerveza y la lluvia de octubre pero cuando recordó que, meses atrás había pasado por allí una Beatríz fugaz, decidió pedir algo más fuerte; un güisqui podría haberle hecho buen honor al trasunto vivencial (estaba leyendo una carnuda biografía acerca de Dylan Thomas en la que la ternura del amor y la picardía de un poeta que se muere de hambre pero está harto de prestigio, un prestigio que los voraces editores y la inacabable envidia del respetable no acaba de consolidar) pero era altamente probable que el atrevimiento snob en semejante lugar le propinaría un mal chasco metanalcohólico, de modo que el orgulloso producto de la casa: ron.

De hecho se daba cuenta de que la Beatríz tenía todo que ver con aquella vidriera. Era una rubiecita que bien habría podido pasar por alemana con sus ojos equívoca e indefinidamente claros, sus formas deliciosa y cuidadamente regordetas como si denunciacen el chucrut y el cerdo de su ya degenerada cepa, se defendían bien en el trato y en el modo de denotar la genética ridículamente lasciva enmascarada en una actitud mistica profundamente espiritual, el idealismo alemán, Hegel escribiendo la fenomenología del espíritu (o acaso su “lógica”, ¡qué ironía!, en su noche de bodas para después morir víctima del cólera. No tenía más de cuarenta y cinco años y ya tenía cuatro hijas y era abuela y no había encontrado el amor y era digna por más que negociara con su cuerpo; aquella era una mala racha pero allí encontró su “príncipe”, ¿no lo habían sido los otros? Él dio una talla super triple xxx; cómo sabía reñir y demostrar sus sentimientos sin herir la dignidad; cómo sabía anunciar que lo que simplemente sería, en el momento de la verdad, un acto protocolario más, podría convertirse en un insospechado escarceo de aquello conocido una vez o, tal vez, nunca conocido. A veces me das risa, le decía, y luego pedía permiso para ir al tocador y regresaba con ojos de vampiro; pero no era marihuanera ni viciosa.
Cuán lejos estaban aquellos tiempos, tanto los de más arriba como aquellos otros cuando el sitio apenas era una cafetería bohemia y lo recibía para dar clases amacromáticas nocturnas a un extraño profesor del colegio donde hacía su práctica para licenciarse como docente de literatura y filosofía; él aprendíz dando lecciones al maestro; la excusa era que en el país los profesores normalistas no tenían el mismo nivel de los licenciados, de modo que este quería nivelarse. Pero el asunto era muy otro; no sólo era el asunto de clase (ser universitario en los tiempos recientemente antiguos era para potentados), era el hecho de ser un genio que parecía no darse cuenta de su circunstancia como para exigir lo suyo, tanto que cada conversación suya, cada exposición relacionada con la disputa anciens y moderns, para la cual la revolución actual, mal llamada paradigma, pero que en realidad era la finalización de una aceleración y saturación de la idea de espacio y tiempo que finalizó en una explosión aterradora de fronteras y concepciones que ahora era confusión pura, él era una conmovedora promesa de resolución; pero apenas eso. Pedía una cerveza después que aquel hombre hubiese puesto cuantas zancadillas cognitivas encontraba a su alcance y pagara un precio razonable, alto para lo informal de la circunstancia, para salir desconcertado; la red informática naciente a la que se conectaban otros profesores para analizar aquel fenómeno y que pagaban una cuota, también lo estaba y él no lo sabía. Luego pedía otra u otras dos y se iba ufano y seguro de su triunfo futuro sin necesidad de exigirlo. Para cuando la Beatríz hizo su hermosa aparición ya era un pobre despojo de rabia contenida que se atenuaba en alcohol.

Ahora las tetas y los orgullos desfilaban igual de exuberantes y cínicos según la resolución ética de clase; pero aquello era sólo el topless de tela sintética o de apostura virtual. Ahora estaba mirando en resolución realidad destinada sólo a los elegidos; ¿si, a los elegidos; a los elegidos cuáles, a los que miraban el lar que les otorgaba la muerte con su símbolo que medra en lo desconocido; o los elegidos  que la miran con ojos ningunos, como no sean aquellos que su ser nato y sensitivo nato, que no era sensato, según los cánones del miedo, sino sólo según los dictados de un deseo sin cortapisas y sin maldad entendida como oposición? Porque ahora se configuraba una especie de pudor escénico que si hubiese sido de pornografía, hubiese sido retratado con risas; pero no, el pudor era el pasar de las gentes mirando sólo de soslayo, y eso que a dos o tres escasos metros se vendían unos pasteles llamados em-pa-nadas hacia los cuales, sin importar que la imágen de la muerte con su imágen de cañones recortados, de chalecos antibalas y miradas aviesas realizara su acto. Si, él no estaba viendo que esos ojos que lo miraban desde dentro, insistentemente, desde hacía rato y acompañadas de un pobre niño, frente a la taquilla de un ejecutivo de cuenta, un pobre niño general, eran lo negro, lo ideal dirigido por unos líderes atrasados; una red puesta en el acaso bajo un río de conceptos convincentes pero nunca emocionalmente elaborados; quién, casi nadie, podría concluir que, igual que los derechos de cuarta, o de quinta, mejor dicho de infinita generación, estuviese debatiendose en su narices y que junto a ellos estaba lo blanco, es decir, l(o)-banco , con su actitud apacible de rasgos toscos, a decir verdad feos pero carismáticos, llenos de ese humo extraño que comporta la humildad, esperando que la puerta del destiempo se abriera. Todo el mundo estaba pendiente de la fascinante parafernalia de una empresa de valores recogiendo sus intereses.
Y el buscarle la comba al palo era una simple canción para que caiga.
                


        

lunes, 16 de octubre de 2017

CON-CIENCIA



Y entonces fue un día, todos los días
y vi el mar de todas las mentes
y el mar de todos los egos
atrapado en un espejo
y el cielo, cincelado en cristal de roca
de todos los creyentes
pero nadie de verdad quiere creerlo
y se quedan estupefactos
-en-serio,es-por-tú,éste-facto?-
Y las almas en agonía quiebran todas las vitrinas
que hicieron daño a si pobre sortilegio
de los vestigios de los principios
de la sangre amada a través de los vínculos
de familia, esas raíces perdidas
entonces el crímen se hace fantasma
y soborna a todas las justicias
pobre criatura sin documento de identidad
mamando de la leche de los firmamentos

PADRE


Padre tiempo, tu que eres el verdadero Dios
el que sabe del grano de arena y de cuando fue el primer momento
cuando se hizo la primera rendija y el anillo, la voluta de humo,
de la primera boda, el Señor y el prepucio de Abram, sello de alianza,
protéjeme de querer seguir yendo a esa nada, a ese centro: la luz
pobre egoísmo de mil estallidos, déjame volver al principio
con el botín en los bolsillos, todas las estrellas de todos los tiempos
que quisieron fijarse, dibujarse en tu espejo, esa promesa tonta,
que pasen por encima, y por debajo y por todos los puntos
imaginados e inimaginables.
Deja que el cortejo fúnebre te lo haga yo, en cada instante,
allí donde el mundo pone la llaga, el nudo, el silencio,
porque no com-prende, no agarra la raíz vital;
Deja que me mantenga en la cuerda floja, que sea la frontera,
el pulso, el intervalo ciego, tu casa, tu cielo,
Padre Tiempo.


FICCIÓN MODO BUDA


Cuenta una de las tantas leyendas que un día, Sidharta Gautama, Buda, buscando la iluminación,  se sentó a la sombra del árbol de la vida y se quedó dormido. En el sueño tuvo una visión: soñó que se comía el mundo y no pudo volver a despertar. Desde entonces, la leyenda proclama que nosotros somos su proceso digestivo. Pero tal leyenda y su contenido está supeditada al proceso de elevación que tienen las almas. De modo que uno sabe que está  dentro del proceso digestivo de Buda cuando, a fuerza de piedad, adquiere un estado de conciencia. Sin embargo, Buda, al no escoger comerse al mundo, lo que significa no tener la voluntad de poder para semejante proeza, sufre de indigestión; de modo que emerge como reflujo exofágico y agrieras que, en la conciencia –dormida- es el pobre jugo de la razón que, al contacto con el aire, que no es más que el sí mismo salido de sí, cambia su rumbo y se va a intercambiarse, a contrastarse, con los pulmones, que, salidos ellos mismos de sí, se vuelven plumones, para saber lo que es volar, se tornan en caos de la naturaleza del fuego: Un día nieve que vuela cayendo sobre la levedad del ser; otro, lluvia que llora el tiempo en que era fuego sólido; uno más, eructo de las entrañas en forma de llama, que no es fuego verdadero; otrora a modo de fuego fluido que es el viento solo, sin conversar sus alter ego.
Pero sus discipulos nunca supieron interpretar su doctrina: Creyeron que el dormir, la ataraxia, era la iluminación suprema. Por eso pretenden anular las pasiones, el pensamiento y el juego de contrarios.

Imagino, yo que no soy uno de sus adeptos, que antes de cada evacuación, nace un poeta, y que, bueno, la evacuación no vale la pena, es una resolución más de lo que llaman Historia, el papel higiénico de cada deposición tiene marca: Ciencia. Sólo que a nadie se le ocurre decir que los científicos son los ángeles caídos, sus diablos, los seres rebeldes que pretenden negarlo. Pero lo niegan y lo confiesan. Así se hacen dueños del sueño de Buda y del mundo, ese nudo, mi-un-nudo

miércoles, 11 de octubre de 2017

PÁJAROS




Los poetas modernos, esos pobres pájaros tejedores

Se arraciman en el árbol y dejan uno

Cuidando de los depredadores;

Los poetas clásicos, esos ubicuos habitantes

Van entregando sombras a las ramas de todo el árbol

Y yo, en mi rama, me río

¡Os miraís en un espejo!


Mientras, le cobro a la muerte su peaje.