Como
un nudo de serpientes en su hueco de invierno se revuelve mi pecho
escuchando
cómo el zorro husmea y el armiño hace su fiesta en la nieve
adentro
acechan puntas de hielo y sus filos no darían miedo
al
trineo en que pudiera llevar a mi nudo por la estepa, pero recuerdo
que
los cantos rodados reales de acero salen sin miedo y montan
sobre
mullidos cueros muchachas livianas que se beben sus vodkas
o
se tragan sus éxtasis y, una vez relajado el misterio trasero
se
ponen a hurgarlo mutuamente y aspiran la nieve
y
se burlan del ñero y sacan chispas de su conexión interestelar
derrochan
datos intrascendentes, desafían presidentes
y
todo el mundo ríe de su originalidad y mi nudo se revuelca en su
fuego
se
muerden unas a otras mis sierpes con su veneno de recuerdo,
pero
ni se mueren ni se aman ni se van de la casa[de nostalgia, de rabia,
solamente
una cerveza por fin las disipa y el pecho se vuelve floresta
y
los ojos de afuera se regodean de su espionaje magistral
y
sus corresponsales locales sacan a relucir [made-in Zuckerberg
sus
disculpas y otra vez el mundo gira y no va a parar
en
tu angustia.