miércoles, 28 de octubre de 2015

NIDOS Y NUDOS


Es diferente el nudo de víboras que hay en el toro
-el toro y el roto son cosa igual
sólo que el tiempo de la lucha da los matices al tono-
Cuando el nudo de víboras tiene domo
no se enreda en torno a lo mismo
avanzar, hacer del cuerno el otro extremo del repertorio.

Es probable y previsible que en la promiscuidad
de filosofías e ideas y en el enredo de ganas
de sacarse del sistema
de escapar de la soga del reflejo del azogue
tu puedas
ni siquiera pre-tenderlo,
sólo ungírtelo
como el deseo de saltar sobre la sombra,
meterte en el alma del grillo
pero ¡he aquí que te pillo en tu sueño!
y te atrapo
porque te has dejado ver, lombriz
pez fuera del agua
saltando en el pavimento,
no buscando reflejarte,
sabes quién eres,
el pulso del dios de lo incierto
el esfuerzo de ser en la intriga del fuego
y vencer
con un simple cimbrar los cimientos...

Entonces, grillo, me entregas la gota
de tu ubre K-fe, veneno
del no tengo instrumentos
y me la aplico
no hay feromonas
solo mi invento
de descifrarte entre el verde
que agoniza en mi puño transparente
para sentarte, después
en un trono de margaritas.

ÜLTIMA CENA


Estaría listo tu sancochito con morrillo
cuando lo pidieras -no te lo pierdas-
sazonado previamente en la lidia
con el hoyo de las agujas
el estoque penetrante, nuestras miradas
que ya un día inventaron la química
sólo que un miedo que no era escénico
ni el comprensible escozor de las orejas
¡ay! pero el albur de las faenas
siempre quiere matar primero al corazón
antes de dejarlo descansar en el regazo
[de la Macarena
o acaso, en la karm-a-rena
que es un lance más fantoche
por el que a manteles te podría invitar mi pena.

Quizás, algún mondongo de domingo a la manizaleña
si es que la libertad de tu agenda no la ha llenado
ya la luna atractiva de un buen amigo o amiga
y la ha copado alguna mentira no piadosa.

Podría ser algún dígaselo en la sala
o póngale las alas a un ron
con o sin las rocas
después de l hígado en salsa,
le aseguro, en-brujo-de-hora dama
que sabría disimular que me viene bien
contemplar su oleaje asentado en mi magma
mientras viene y va el maitre invisible
empeñado en avisarnos que la tetera está al punto
no tanto porque combine bien el aroma cercano
de marisco ofuscado con el incienso beato
como porque no importa la noticia de que el mundo se acaba
cuando los modos desanclamos.