martes, 29 de octubre de 2019

PICHA DICHA

Tanto desencanto inseguro
Rodando en dos patitas
Por la autopista de la modernidad,
Lo que significa que está al uso
Ir desconfiando de toda ternura
De toda bondad sin prueba alguna
Y va, mirando de soslayo,
con prisa de llegar a casita
A acaballarse en el auto
Del algo-ubicuo-re-in-vi-ndicante
Que al instante y sin visa
Sin sonrisa ni identidad
Les lleva a la conchinchina
Al fascinante felibre reino
De la anónima mediocridad
Y cuando bajan a buscar el plato
De lentejas frías sin preguntarse
-Solo deseando guías-
Cómo en cuatro piernas rechinantes
Van centenares de alegrías
Que te esquilman
La conciencia y la libertad
Con ideales trasnochados
y con el poco de dicha gratis
De los cheetos y la pizza
De la pieza al aire libre
De la pildora del otro día
Del porro a precio de chicha
Vamos sin columbrar
Que entre más rabiosa velocidad haya,
más tocino habrá para los cuchillos
Y más rápido la masa levará.

lunes, 9 de septiembre de 2019


Parecía decir esa testa
Sincrética
Entre zombie, fan de Ozzy Osburne
Y bruja con atributos millenials
En el bus
Ella golpeada con dos varillos,
El con igual cervezas
Sencillez tan sospechosa
Como el imán de las piernas,
Ya se sabe que nada que ver
Si eres de mejor o peor familia
A la hora de la fiesta
Y con ademán demanda
En la desnuda muñeca
De su reloj, el de él, barato
Dime la hora de tus ganas, guapo
Y me pego de ese pucho campeche
Que no echa humo pero echa leche
Y, tal vez,
Hagamos una hora nueva
De los comunes espasmos
Sin meta y sin horizonte.
Pos-datatum: Esta colección de datos no alcanzó la vategoría de viral del reality-show, por tanto como obra de arte sólo se autonomina como mensaje en una botella echada al mar de la nostalgia.

martes, 3 de septiembre de 2019

KIERKEGAARD DE 206 AÑITOS




Bien pensado, el asunto era espeluznante. Y, no era espeluznante por lo que de ordinario un asunto es espeluznante, a saber: Una presencia de ultratumba en una noche terrible, con truenos y relámpagos, presentándose a un hombre solo. No, el asunto era más bien un asunto de esos que ya son raros en las gentes, en medio del vértigo de la vida moderna y que habiéndose masificado y magnificado un vivir automático, pendiente sólo de los asuntos atinentes a los peligros vegetativos, a los riesgos sociales, a los progresos en terreno económico. Era un asunto de sensibilidad y análisis.

Resultaba ser que un hombre medianamente estudioso y apasionado se había dado en estudiar -leer- un poco a Kierkegaard, al modo que hoy casi todo el mundo actúa: abordar los asuntos desde lo general, cumpĺido, para llegar a lo particular, concreto; en otras palabras, partir de la síntesis, desde el producto final para llegar a la causa eficiente, empresa harto difícil y absurda en tratándose de un hombre que esforzado, virtuoso como ninguno, al menos en lo tocante a los manes retóricos y cuyo desespero nosotros, los hombres del siglo XXI, con el descreímiento casi inoculado como un condensado, como una marca de fábrica a la cual no hemos pedido ser llevados, ignoramos.
Y es que si bien nuestro pensador de hoy parece atribuir, atinadamente, tanto juicio, tanta corrección dialéctica, al espíritu de la época, al exceso de tiempo de finales del siglo XIX monótono, lento, casi asfixiante en lo tocante a eso que bien se dio en llamar angst , angustia existencial del peso del ser sobre el ente y el ente sin saber en que ocuparse, como disiparse, como distribuir toda esa fuerza concentrada que hoy es tan fácil dilapidar en viajes, dispositivos multimedia, conversaciones virtuales, lejanas y fantasmagóricas, negocios tan sutiles como baladíes, en oficios solitarios o grupales moralmente desprovistos de carga conciencial, como no sea la de la política, cuya prostitución ilustrada y melindrosa de modales para poner cortapisas a la contradicción entre lucha y placer, sigue tan lúcida y sagaz como en los peores tiempos de las decadencias de todos las épocas, también supo transmitir a las futuras generaciones que fijan su mirada en los anales de la historia del pensamiento, su preocupación casi patológica a nuestros ojos, por descubrir las bases ciertas de la fe del cristianismo, esa doctrina hoy tan ecumenizada, tan standarizada entre las muchas dosctrinas, corrientes de pensamiento especulativo, rituales de conexión con la “energía”, energía que hoy se define, sin definirse específica e incontestablemente, entre comillas, como esa fuerza vital por la cual todos los elementos de lo material e inmaterial se interrelaciónan . Esa preocupación ¡¿cómo saber hoy si era la real empresa de un alma empeñada en no tragarse todo cuanto su entorno le dictaba como cierto y deseable, como lo era la felicidad eterna del individuo, o si, por el contrario, era el original caballito de batalla de un ser, de un individuo, cuya supeditación del entorno, cuya sensibilidad particular, cuya psicología única como todas las psicologías de cada persona a la cual hay que darle el beneficio inexpugnable de un sagrario en el que se guarda, su hostia particualr, no redonda y universal, de mezcla ordinaria de flor de trigo y agua, sino hecha de una madeja enredada de mil hilos diferentes, con mil puntas trozadas por los cortes abruptos de la circunstancia, que ha logrado acaso registrar el sello de una personalidad que, no obstante su dibujo no resulta ser aquel que quiso garabatear en el medio social, sino la figura incompleta, caprichosa, con la belleza burlona y disimulada con que inconscientemente el trato del mundo dibuja en cada máscara de persona y que, más que preocupado por su ser más auténtico, por ese enigma mediana o malamente iluminado en que se tornan nuestras mentes, debió preocuparse por la conminación que los escollos del camino le impusieron, no como la mula terca y el hombre de talante decidido que, encontrándose una montaña de pedernal se obstina en horadarla y construir su ciudadela de libertad con los escombros acumulados y/o recogidos?!
Pues nuestro pensador de hoy, apenas leído el prefacio y la introducción de una obra de gran envergadura, cuya admiración es grande y sin embargo no alcanza a sentir todo aquel raudal sentimiento que debió acumularse allí , que apenas escozadas las ideas generales a desarrollar respecto de ese algo que tampoco para él es cosa nimia, y sin embargo, es tan liviana, tan deleznable por el hecho de que la experiencia, la decepción del edificio lógico del ideal dentro del cual la sociedad y la civilización guarda su nada significante que, como la energía, esa fuerza aún no desmenuzada ni atrapada en la red de conceptos que permitan fabricarla artificialmente, del mismo modo que todavía no se ha hecho una grano de arena de un soplo de aire, y que impulsa toda la búsqueda ya no con angustias situadas en terrenos sombríos, inhóspitos, fantasmales y llenos de miedo y culpa atávica, sino, más bien, en propuestas cada vez mejor encadenadas y encaminadas según los sutiles y perfectos resultados que, empero también plantean nuevas dificultades, preguntas e incertidumbres y que, ciertamente cada tanto dan golpes de gracia que avisan que la lucidez y fuerza del chorro de la razón horadando la montaña no es tan real ni tan verdadera ni tan exacta y que, puesto en escena el pensamiento dialéctico, tan bien concebido, tan sólido, respecto de que la fe no puede ser un supuesto razonable que contenga de por sí toda la certeza como algo dado -como un don diríamos nosotros- dentro de un sistema dialéctico, sólo por ser un hecho histórico que da punto de partida a un movimiento energético que ha involucrado la humanidad y la historia toda. Y ¡todo por un pugilato entre un orador imaginario y un escritor pseudónimo! Quizás porque la vergüenza, ese prurito de los intelectuales y los académicos de disimular su hambre de gloria y sed de reconocimiento. Kierkegaard nos dice que es un insulto para la fe basarla en este supuesto, dándonos a entender que la fe pura, la fe del carbonero, la fe que algún ser asume por asombro frente al misterio de lo insondable pero sólo para, espectacularmente y buscando sonoridad, se declara aturdido por un orador que se apodera de la palabra y no lo deja hablar al escritor que, seguramente, si le fuese dado el turno de defender lo que hacen ahora en los platós de televisión los políticos, armar un edificio de fuerza ilocucionaria, a lo mejor se envararía y se dejaría vencer por lo demoledor de la fuerza que lo haría “entregarse como una doncella”. El alegato, que de entrada nosotros, como todo ignorante atrevido, refutamos de entrada con el pensamiento de que la fe de hoy, la fe del hombre cosmopolita, contemporáneo, la fe que para nosotros especuladores del lenguaje se dibuja en la letra efe que configura un ser arrodillado, con la cabeza hundida en el pecho , las manos juntas y muy seguramente con los ojos cerrados f
esa fe, hoy, es la del hombre nihilista que pone su cabeza en el cadalso y se arrodilla frente a su ciego destino: “Capitán, los afanes son engaños/vano el arnés y vana la porfía /del hombre cuyo término es un día/todo ha concluido hace ya muchos años/el hierro que ha de herirte se ha herrumbrado/estás, como todos nosotros, condenado” (J. L. Borges)
Pero no es tan fácil. Nuestro pensador de hoy también quiere ser sincero: No más iniciada la lectura del alegato que se extiende por casi mil páginas del llamado “Postcriptum no científico y definitivo a migajas filosóficas un ser ágil y extraño emerge desde el abismo de la rodilla, tiene diminutos ojos de sapo y cuerpo de grano de arroz alado, es ca-fé obscuro su color e irónicamente, lo único blanco es el extremo del culo, su vientre es de un amarillo que recuerda las luciérnagas y, cuando el pensador se percata de su presencia, sus tres de patas empiezan un movimiento de de vaivén de péndulo que recuerda una de sus más conocidas obras “Lo uno o lo otro”. Siendo ágil, el bicho es de una docilidad que hace pensar en un ser tremendamente humilde y presentamos nuestro testigo para que cada cual piense o deje de pensar como guste.





lunes, 17 de junio de 2019

ACERCA DE LAS EDADES



ACERCA DE LAS EDADES

Sir Walter Raleigh analiza las edades de los hombres sólo desde el punto de vista del amor y el angst; nosotros, que en venganza por la pobre fatuidad de los modernos, cuando nos encontramos con alguien que nos impacta con su pensamiento, pretendemos a toda costa no quedarnos callados, conversar, saborear el escozor sensual de intentar ahondar en ese hueco obscuro que es pensar, decimos que la séptima edad no es necesariamente la de la decadencia de todas las pasiones y la aceptación del dolor inherente, por algo saturno, el planeta, tiene anillos y varias lunas (l-una vez cuando todo acabó y volvió a empezar) y es el número perfecto por excelencia; es, más bien, la edad de la cosecha, la de recoger los premios al saber usar las tríadas de Sidharta: saber esperar, saber usar y saber soñar. De hecho, los nonagenarios generalmente han sabido mantener actual el baremo de los usos de la vida -las instrucciones de uso de Perec más bien son un manual de despiste, por venganza también, al mundo constreñidor y usurero-: la prudencia, la moderación, la dulzura de carácter y la apertura  mental. Habrá pensado alguien que las edades contadas por décadas son como los números naturales? Entre el uno y el nueve hay un número silencioso, el cero que es siempre la piedra en el zapato, pero de hecho es el número que hace la magia de contener el todo y la nada en la dualidad, 1-0. Un anciano feliz y sano todavía mantiene robusto su "cayado" para hurgar, de vez en cuando, en las trampas que como el juego de minas mantiene sembrado el camino el amor; el asunto es desarmar el detonador. Las pocas personas que logran hacerse centenarias -porque el hacer camino es no cansarse de verlo siempre nuevo aunque el mismo-, finalmente aceptan el over game no porque la máquina del destino les fue más astuta, es porque el tedio de volver a empezar se hace insoportable para una naranja arrugada aún pegado su pecíolo del árbol, con todo el néctar que el abismo ávido espera degustar. Niñez, adolescencia y conquista ya sería sentarse a conversar con la muerte, que es con quienes generalmente ya converso, no sin tristeza porque aún venús me acosa con sus valvas en la marea.

viernes, 14 de junio de 2019

ESTAMPA

Estampa
Para el eterno monumento
De la dignidad y la ternura:
De entre el señuelo del esplendor
-que devora flores de lujuria-
Surgiendo la niebla de la arruga,
Par delante de la reja de la realidad
Y su administrativo tribunal
De la salud pública;
Ella sin la rienda de la luz
Para conducir los últimos bríos
De la tor-tu-ga, vi-v-ir
Él, con humildes ropas
Pero mirada altiva
Conduciendo con un beso en la testuz
El turno no esperado de la fila
Y la temblorosa astucia
Que no desdeña alguna zarpa intempestiva
La larga espada de la lengua
Conquistando un reino para él
Y la esmirriada vara leñosa erguida
Sirviéndole de edecán a la querida.

jueves, 2 de mayo de 2019

HORA DE CUCO DECADENTE



Tranquilo estaba en su nido
como el perro que sabe que tiene techo
y algún hueso tirado sin un guiño,
sin un arrechucho tierno;
casi alcanzó a erguirse, del susto
para alzar el vuelo,
cuando vio una manaza amenazando
desnudar suculenta nalga,
el canarito.
Pero era sólo una mano
sofocando una insurrección de tanga
y un tedio cotidiano en anhelo
de novedad para pintar
el heiddegueriano existir del sein
y ahora yo, aquí, cantando
como si fuese el culpable de su sino.

viernes, 26 de abril de 2019

ESPOSOS

Era un señor muy bien puesto
Seguro, diligente, previsivo;
Buen calculador, se guiaba
Por datos conocidos;
Cada rato se decía:
Con dolor, tengo que dejarte, perra
Nada fácil es recordar mi mano de tu mano,
Sentir como uno para el otro, fluíamos...
Como la llama y el aire nos besamos
Copulamos como la música y el ritmo...
La dama se quedaba triste, inmovil
En un rincón,
Incapaz como el mármol tallado
De decir la comunión entre el músculo y el disco,
Entre el venado y la flecha
Con la muerte en medio buscando
El ángulo preciso
De la foto donde, finalmente,
A Rumbo y Rumba, esposos,
Venía algún Alcohol a reconciliarles su sino


lunes, 8 de abril de 2019

CANADÁ SE CALIENTA

Y si Canadá fuese d-Canaá
Y sobre ella estuviese cayendo
La maldición del verbo
De todo serlo y todo saberlo
Más no conocerse a sí mismo
Hasta no en obra ponerlo
De ser para todas las formas
Y para todos los pensamientos
y él mismo ser materia obscura
Para mirarse en el espejo
Y sentir la embriaguez del agua
Convertida en vino
Sin conocer madre en bodas con los elementos
A quien decirle
Mujer, todavía no es mi hora
Pero siendo tú pura
Tienes todo el derecho
A embriagarte como
Cualquier mujerzuela

viernes, 15 de febrero de 2019

ESPEJISMO DE AMOR



¡ay, amor!
No soportaste el voltaje
Que mi ser puro y tierno hizo
Alrededor de lo universal
Y lo justo, que te llamaba
Desde un màs allà del orgullo.
Y el camino a casa no encontrabas
Amor, entretenida en el espejismo
De la rutina, del vivir fácil
De las sombras de la comedia
Que te decìa: ¡no es esto lo tuyo!

Pasaba el rìo y no te dabas cuenta
Que tambièn eras remolino
Y aparecìas como niña tonta en la orilla
Esperando que el sueño siguiera urdiendo
La camisa de fuerza de tu sino.

II
Entonces la corriente que sì sabìa
De tomar abismos desconocidos
Te tomó como a desierto àrido
Y mostrò arañas y escorpiones
Y serpientes dando saltos entre ascuas
Y plantò en la plaza inhospita màs populosa
De la mentira y el truco
Una foto tuya
Perdida, feliz, con el sudario
De novia vestido.  

domingo, 3 de febrero de 2019

MI LSD


MI LSD

Y ahí estaba todavía con su psicodelia
con su guerra sorda anti-tiránica
la joven razón contra el eterno caos
sólo que sin la vieja manta del horror
de los sentidos dislocados
el nombre de todos los nombres perdido     
el camino y sus rizomas en miríadas
gozando aún el cambio de foco y de color
con el embate de la cresta del nuevo acorde
en el pellizco del beso del agudo con el bajo
por-el-hacer, era el placer y te-era-abajo, trabajo
para volver a subir y el pensamiento vacacionando
con los pár-pa-dos cerrados para él y el sol
para el instante en su éxito y fracaso.


II
Una gran verdad me dijo ésta mañana
siempre has sido un consentido
sin saber lo que en el fondo dormitaba
que el con-sentido siempre fue aturdido
del asentir: a(h)-sentir con su aserto ¡qué pereza!
qué se joda
y sí, me jodo, como el dedo en la conserva      
y apenas les dejo la huella de la escatológica
ahora que el miedo del sílice y la silicona penetra
sin que te enteres, como una dulce nota
que te arrulla y que te duerme y lueg                                            o te pone la piola
y luego no sabes si es el auto que te dice no o si te auto-llamas
y, si acaso, en la galana galena me hundo en armonía
para recalentar el principio de placer
mientras el diodo espera la resurrección
la piedra piensa la piedra
dejad que los muertos mueran sus muertes.