sábado, 26 de abril de 2014

¿QUÉ SABE NADIE DE NADA?

¿QUÉ SABE NADIE DE NADA?
“Nosotros éramos el manicomio entero”
El sobrino de Rameau (J. Diderot)
“El loco ve signos en todas partes; el poeta los busca”
Las palabras y las cosas (M. Foucault)


Qué va a saber la vanidad de una mujer del desespero del amor de un hombre que proyecta su objeto en alguna ternura cercana y, no obstante, no le permite ver que es cierto que ese amor lejano e imposible le ronda como la estrella propicia a los consultantes del horóscopo, pues, cuando en la misma curva descrita donde corazones ansiosos se cruzan y se buscan –sin jamás tocarse-  el hada maligna de la envidia le avisa, con gesto desdeñoso, en la alegoría de su musa imposible (aparte de las múltiples señas de un hado travieso): mujer que con aires de familia cruza, caricatura de su belleza perfecta-ojos soñadores y penetrantes como una noche de estío; nariz y gesto aguileños y el cielo danzando  al sol con la música de su pelo- que en su trasero excesivo y el gesto vulgar de su mano siniestra diciendo con una gran-(h)-adilla que sopesa la delicadeza inútil de los huevos: ¡Quédate con eso!? Y el padre Zeus de todos los desconciertos le haga crecer en su pecho la desconfianza; pero, peor aún, el celo del mundo entremetido todo contra él, contra todas sus esperanzas y, como si fuera poco: revolcarle en sus entrañas la inquietud de cuántas manías tendrá, cuántos mal genios; cuántos silencios inexplicables, cuántos desprecios; cuántas pistas falsas de sus gustos y sus  miedos; cuántas vanidades por adivinar y tolerar (¡vaya pendejo!). Ay, pero maldición y bendición de todo poeta: ver claras las luces de las encrucijadas que plantean las musas –diestra o siniestra debes elegir una y cualquiera el premio-¿qué van a saber las anteojeras de un hombre que ávido del bouquet del vino no adivina que la ciega pasión no va a dejar disfrutar de la embriaguez de aquello oscuro que en sueños de mujer va hacia mundos in-imaginados por las conveniencias, por las probabilidades, por las lógicas, por las naturalezas ávidas de trepar sobre el árbol de lo efímero o de lo insoslayable y en cambio deja que la experiencia de milenios , de eras, de a-evos  que en áridos tiempos y penurias dejaron que las raíces que resistieron y conservaron un destino de especie, el punto final del ideal del huevo, por fin se reactivaran con la gota providente de un beso? Que llega en la obscuridad, nunca en ante la lámpara precavida de un cálculo.

PS. : Y la maldita película del escritor neurótico y la mesonera solitaria y cositera, de los caracteres imposibles, de las ternuras impredecibles que se le anticipa en los créditos de un trabajo que le ha costado varios días de revolcarse con la camisa de fuerza auto-impuesta y con la lucha de ideas como niños muertos de tiempo que quieren salir y se pudren adentro, diciéndoles que esperen que el de la resurrección es un cuento verdadero... granada lanzada por un mariner enviado a dar instrucción a un pelotón de infantería.