¡Y pensar que habíamos llegado a ser
tan íntimos!
Dos en la palabra
Gordita,
querido
Que estupefacta se quedaba
La jefatura de protocolo
Cuando nos miraba en plena escena
Sacarle la lengua
la pajarita del ello
Como si ya nos conociéramos
Todos los entresijos y recodos
Y la nariz hubiese olido
–y degustado-
Nuestros pedos
Sin quitarle, en absoluto, la dignidad
A los conceptos
Que indudablemente certificaban
Que había respeto
O su sombra colgándose del orgullo
Como las bragas o los calzoncillos en un alambre
Sin todavía acusar resaca o vértigo
De los nervios que abren la ventana del esfínter
Para dejar pasar el almuercito
Humeante y tibio para el preso
De la escatología sin que alguien se dè cuenta
Con la misma mueca
Con que la risa y el dolor se estrechan la mano
Para la foto sin contexto
Sólo la portada, el palimpsesto
La coartada de pantalla
Viajando a la velocidad de la luz, mentida
Del sentimiento.