Había
caído la cruz, el signo
pero
más cerca del más que del mito
y
más cerca del más bajo qué
dos
brazos del títere particular, un árbol
ostentando
credenciales de eucalipto
y
a su pié una oficina de poeta sin edificio
el
más alto viento, ahíto, dijo, mientras
intentaba
conciliar con el mossbruger de la
época
en
su reino escindido del sueño
un
lamento desde lo más profundo, tormenta
de
los bajos fondos del espíritu, duerme el ente
tomémonos
una selfie de los miedos
escondidos,
pongamos sobre la mesa nuestras cartas
un
pájaro maltrecho vino, sol tibio, legañas de conciencia
para
una reconstrucción de los hechos
rosarios
mecánicos de este lado
-no
olvidemos, el reino de los sueños-
gateos
in-cesto sanguíneo con dirección
pero
ningún domicilio de razón, del otro
para
allegar los respaldos, sólo reticular instinto
la
bola de nieve de la fuerza y allá
incólume,
erecto, el pico-pájaro
pidiendo
a gritos licor de pudor
de
modo que volvió el peaje antiguo
siguen
sellados los expedientes
el
cáliz del oficiante ha sido acepto
sólo
como derramado, el poeta
pero
no sobre sí mismo
la
homilía sólo pudo reclamar
mientras
los Tiresías y todos los ciegos
del
mundo sigan leyendo ese periódico
del
fatum y del destino
las
fauces de ese lobo llamado paz
no
podrán cerrarse
como
si los dientes se supieran molino
seguirán
tragando entero
de
modo que emborrachémonos
ya
hay un edicto:
Mientras
no alumbres la madriguera
de
cierta ciega ley
podré
derrumbarte cuando quiera
aunque
creas que sigues haciendo camino
…era
invierno pero el rey sol era rebelde
de
modo que envió sus rayos como tropas
hasta
el sitio
el
general Tibio dictaminó:
Son
tan profundamente mentirosas las metáforas
con
que destilas tus vinos
que
tengo que hacer un nuevo intento
para
sublimar y hacer acepto
este
vaho cervecífero.