miércoles, 26 de octubre de 2016

TÉ DE MENTA

TÉ DE MENTA

Tomarse un té de menta
abonada con caca de perros
y orejas para escuchar historias de viajeros
en un paisaje donde bellas damas en pijama
le halan el collar a la paciencia
y le jalan al respeto del que pasa
pero las mira pidiéndoles una migaja de esa carne
sin lavar tampoco evitan reírse dentro
de donde él les hace cosquillas, ignorantes
de esos que en linderos hospedan cada noche
en paralaje distinto el mismo lucero
y extienden el amén de esa comunión
siempre diferente
pero no se van absueltos como este
con su té de menta fresca
endulzado con malicia de perros
que le aúllan en silencio a otra luna
cada vez que huelen en el aire el misterio
esta es esa libertad que no cuesta nada
pero tampoco vende un peso
porque no le vende al insomnio de la plusvalía
lo que esas pijamas esperan que llegue cada noche

con un suspiro de resentimiento.   

REFRIGERADOR ENFERMO

REFRIGERADOR ENFERMO

Si le preguntásemos a un técnico
diría que mi refrigerador se enloqueció de viejo
lo mismo que nuestra carne se enloquece
de desconcierto de tiempo
más, si le preguntásemos a mi niño loco-sabio
aterido de desconcierto inverso –por eso loco-
entonces él, como rata en bata blanca
de la transparencia de los laboratorios
que transmitió herencia maliciosa
sin necesidad de sexo
desde los obscuros orgasmos de la caverna
cuando aún luz porfiaba con la virginidad
del miedo, nos contaría
que el refrigerador también tuvo sus nupcias
con los gritos del loco sol hecho clima
y le tuvo un hijo a la rezandería histérica
éstos lares, donde el diamante del indio sintiendo
en el cuello el acariciante vaho de la fórmula
le abrió las piernas a la ciencia
y el tornado y el tifón y el estremecimiento
fue a volcarle encima su lava congelada
donde el cuáquero aporcó sus remordimientos
que venían de la ínsula, lo aparte de tiempos de cisma
del mismo modo que al principio, la lengua apenas balbuciente
en el oriente lejano de tiempos y cercano de silencios
repartió los trigos como un equilibrista en la cuerda floja
la conciencia y sus arpegios, Shakespeare la mano derecha
                                                                    [harina florecida arriba
Cervantes haciendo pulso en manco desierto
y el pájaro fulcro trinando: que-no-lo-sepan ya sabidos
es-pan-ol, es-pañ(h)uelo el mundo
lo que lo-s-ingl-e-ses ya sabían, sin saberlo, idioma condensado
que los recién nacidos usuraban
y en los computadores crecían dedos de niño muerto
que el hielo bautizando momias escondió
hasta que amaneció un voltaje nuevo
hecho esperanza continua de agarrar las fuerzas
de corriente alterna
single malt vete a los infiernos.