lunes, 29 de septiembre de 2014

UN CUENTO DE NIÑOS PARA NIÑOS


LA HISTORIA DEL GATO TERRY
CONTADA POR ROMMY Y EL ABUELO

Terry era un minino muy mono, es decir un gatito muy bello, que vivía en una bella casita dela ciudad de las hadas. Como todos los mininos cuando están  bebés, éste había cometido una travesura y ahora estaba escondido debajo de una cama, no porque estuviera arrepentido de haberle mordido el dedo gordo del pie a la mamá de Rommy, pues las travesuras de los gatitos son juegos que ellos se inventan para entender como es el mundo, sino porque estaba enfadado.
 Mamá te dio un tremendo chancletazo por confianzudo ¿no Terry?, le dijo Rommy con el pensamiento, pues como Rommy aún no hablaba y apenas estaba empezando a mover la lengua para expresar sus ideas, entonces apenas dejaba salir unos pequeños gruñidos,  pero entendía perfectamente el ronroneo de los gatos  y los pensamientos de las hadas. Entendía que las hadas decían; Rommy  no vayas a coger esa cosa afilada porque te vas a cortar y te va a doler mucho. Pero las hadas no dejaban leer sus pensamientos cuando estaban  moviendo sus varitas mágicas para hacer que pasaran cosas maravillosas. Así, Rommy se hacía entender perfectamente del gatito con un ronroneo que le salía del pensamiento, pero no se dejaba entender de mamá, pues a veces le parecía que mamá era un poco dura de mollera, pero no era por falta de inteligencia, sino que ella, como todos los adultos,  dejaba de entender las cosas lindas del mundo por ser tremendamente seria. Cuando uno deja de ser niño las hadas dejan de mover sus varitas mágicas en nuestra dirección. Pero mamá sabía decir cosas muy dulces  y ser muy lista, además a veces decía unas cosas súper ingeniosas que le salían así porque las decía con ese  corazón grande y noble que tiene.
No tienes que hacerle caso a mamá, pensó Rommy mientras jugaba con los bigotes del gatito y el gatito a la vez le lanzaba la zarpa con las uñas bien guardadas para no hacerle daño; en cambio, dejaba sentir la suavidad de su pelo y  la carne fría y blanda como algodones de los pulpejos que tenía en las patas para caminar sin hacer ruido y que los ratones y las cucarachas y todos los bichos no se den cuenta de que les va a caer encima. Es que mamá está cansada y adolorida por Jojó.
Jojó nació hace quince días  y es tremendo pillo. Él sabe contarme historias que a mi se me están empezando a olvidar de cuando estaba en el cielo y me hace sentir aún más celoso de lo que me siento porque ahora no me ponen tanta atención papá y mamá y las tías, sino que se la ponen a él; pero al verlo tan pequeñito y tan indefenso, todo adormilado y sonriente, prefiero coger el celular de mi primo y llamar a  papá que está viajando, o prefiero ponerme a jugar con tu cola.
Pero Terry tiene un secreto guardado que no quiere contarme y como yo le jalo las orejas para que se decida a soltar lo que tiene que decirme, él me da, cada vez que me dice que me salga de debajo de la cama porque mamá me está buscando y el corazón se le pone cada vez más acelerado porque ya ha revisado todos los cuartos y no me ve por ningún lado, me da un mordisco que es cada vez más fuerte. Me dice que mire cómo las hadas están frenéticas, desesperadas moviendo sus varitas en una y otra dirección. Es que hoy va a venir alguien muy importante a visitarnos, me dice,  Mamá está empezando a sollozar y a jadear,  doy un grito, Terry me ha mordido en el brazo por encima de la camiseta.
Esta tarde vino mi abuelo, el papá de mi mamá,  y me trajo un libro grande y colorido con historias y figuras. Me cayó muy bien. Sabe leerme el pensamiento que acompaño con gruñidos. Me dijo: Vámonos a buscar aventuras al parque.  Yo le dije con un gruñido: ¡Hágale! Contestó: Apuesto a que estás anhelando liberarte un rato. ¿Quién puede saber lo que es apostar, anhelos o liberarse? dije mirándolo fijamente. Él contestó: Lo digo porque te he encontrado con tu mamá y tu hermanito durmiendo una siesta con cara triste y aburrida. Lo digo porque apostar es uno coger las barbas de un gato que se llama corazón y entonces le da a uno un mordisco al que se le llama anhelo y entonces se libera algo llamado fantasía que es lo que tu vas a hacer cuando tu mamá te lea, cada noche,  el libro y entonces vas a empezar a conocer cosas muy bonitas y adquirir poderes muy interesantes. Cogí el celular de mi primo y me lo puse en la oreja. ¡Aló, papá! Dijo mi abuelo y en verdad quería llamar a mi papá para preguntarle cosas; entonces me di cuenta que mi abuelo era un mago.  ¡Cuál “Jero” , Jerónimo; ni cuál Juan José; desde ahora serán Rommy y Jojó!
El gato Terry me contó después que la furrusca de las hadas era tratando de influir en la duda del abuelo que trataba de decidirse si traer un libro o un par de pececitos dorados que trajesen buena suerte para Jojó y para mi. Lo que el abuelo no sabía, según Terry, es que los peces dorados hablan el lenguaje de las hadas que dibujaban con sus bocas en la superficie del agua; por eso los mininos gustan de meter las garras en la pecera, para aprender a dibujar en el aire las letras del lenguaje de las hadas.