lunes, 5 de septiembre de 2016

WATHSAPP DE CORAZÓN



Pasas en medio de dos antenas:
un neo-dato pegado a su mama
y tu oficina;
entonces el smartphone de tu corazón
se conecta
?no carga, tiene un corto la batería?
vibra  un punzón auricular,
 la mama tibia su leche,
 y por el whatsapp de su espalda llega
de un ángel negro la fotografía
chupándose la sangre del tiempo
aterriza la luz de esa estrella, eras ha
difundida y sin correspondencia
en esta basura espacial vagabunda
y se queda pegada y dormida como el vampiro con la luz...

...hora sin registro después, la mano del aire
y como prueba
de que no es sólo el plástico
el conductor invitado
tumba de la humana palanca
la piña desesperada para buscar el melon o el mango sin la sartén
y sin el pálpito
?estará a esta hora el neo-dato
mordiendo su pezon y el ángel negro arriscandole el ala al aire electrizado?
mas, solo el juego del jugo del agua
manando de su ubre in-fructosa sabe cantar el himno
independencia grita entre amor y mentira
el único soberano
ojo de paloma que sólo vio
un hálito incausado.




ROMPECABEZAS




Cuando la causalidad habla
por la casualidad dice:
Somos bebés de seis meses
en la orilla cósmica
apenas metiendo en la salmuera
una rodilla que se pliega
obligada a una plegaria del milagro
la hipótesis
¿Para qué quieres todas las piezas
del rompecabezas reunidas?
tiradas las viste por ahí,
todos sabemos
que es una figura fea;
el amor y la muerte
no tienen la misma estructura

que la tuya idea.

ELISEO DIEGO



En la isla del banquillo te anunciaste
cuando aun las sombras la luz arropaban
no quise ir a estrechar la mano de tu pagina
y cuando la luz volvió a retirarse me llamaste
sabias que aun aquí estaba
en el mar de las cosas que no son
porque son de la catadura de las almas.
Te-di-otro-ego-Eliseo
desde que Eliseo Diego te llamabas
y cuando te di otro nombre: Eduardo
por ejemplo, gustoso él se embarcaba
hacia la Habana, donde otra vez estaba todo
Buscándose en la PAZ de un pueblo
y el nada, tenía miedo
de que al abrir tu palabra: Obra completa
dijeras de las farsas de la realidad
enfundada en los calzones de la PATRIA
sabias que tenias muchos niños
y muchas ánforas
empapadas de ron y muchos puros
de exportación nos bailaban en las barbas
del borrón y cuenta nueva
para que nada cambiara
sabía que habían allí, también muchas lagrimas
de alegrías ilusorias, tantas caderas
estrujándose con las sombras
una tarde, un escaparate, un arte
de hacerse querer
cuando ya querer era mercancía desvencijada.   
 Y salías desde los parlantes
entre Julio Flores y Neruda y Alfonsina
"pregúntale a ese hombre..."
porque en esta alma ya solo suenan
voces de candilejas entre bambalinas
y tristes negociaciones con niños y golosinas
pero la canción de aquello

nada.

CONSULTA




II

Ya nunca antes como ahora
estará el trono tan vacío
del Espíritu de la época
que se ha ido errante, vagabundo
perro tras su hueso primero
y la Trinidad a sus pies, enferma
no sólo de mal de atleta
de marismas, viejos sedimentos
que se autocubrieron de olvido
para esconderse de la Voz
que pone siempre de nuevo
en camino.
Creedlo no juegan
la cola y el hocico a solipsismo
ni a cambio de piel y plumas
el reptil primerísimo
el vértigo quiere, por fin
quitarle al remolino el punto
el eje primitivo que le dejó
vacío y solo rellenarlo
del espejismo que pescó
la noche única en que la luna
se copuló al eterno signo
concha, cuenco, oreja
¿donde, onde...nde...?
¡Vivo!



SAPO

Era un sapo
pero para la mayoría
era un sapo bello
sólo que para aquellos
que llevaban las riendas del potro
había que tascarle el freno.

Era bello que sapeara sobre eso
de lo que ni el consciente colectivo
ni el privado con todo su embeleco
había develado el velo secreto
de un jinete mejor puesto
por ejemplo de mis-lobos, símbolos
cuando una mujer extiende la garra
de sus dedos y la encaja sobre el pelo
no significa sólo que le gustas
sino que está extendiendo los hilos
de su tela hacia tus ojos ilusos de listos
es por eso que está vedado a la viuda negra
tejer seda,
cuando quieres, quieres
así tu corcel brioso se vaya al abismo
y por lo consiguiente
sabes por qué el gusano saca su hilo
de la morera?
tu sólo sabes vestirte la seda
y los sionistas no exhiben pruebas
de por qué exigen millones y venias
a sus estudios
en cambio este pobre pasionista
de las telas modernas sólo te exigía
un poco de la lluvia que mea
la atmósfera viciada del amor
para iridisar el tembloroso edificio

de sus nuevas.

DEDOS DE LLUVIA

DEDOS DE LLUVIA

“Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas,
Una hoja cae; algo pasa volando
Cuanto miren los ojos creado sea,
y el alma del oyente quede temblando”
                 Vicente Huidobro

Una cosa es sentirse tocado
y otra saberse un tocado
La Poesía
“cuando voy a escribir tengo una manía
sobar la llave de mi casa
puede ser una llave que abra muchas puertas”

Todos nos sentimos tocados alguna vez
una risa furtiva, el toque de una mano
el primer beso, el primer fuego
el aceite de cierta religión
que te toca la cabeza
y luego el agua que refresca su calor
hay otras religiones, en cambio
que esotéricas
te sacan el fuego primigenio
del centro de las piernas con la lengua
y luego te ponen el agua fresca en tu cabeza.

Ah, pero los poetas
se saben tocados con el fuego
de todas las lenguas
El Lenguaje
y entonces unos aprenden el oficio
de las letras y llegan a llamarse Juan Villoro
los otros se dejan enredar en su tejido
y luego lo cotejan con los antiguos
ya que muestran con la sonrisa del asombro
y la pericia de los niños
que no todas las músicas se hicieron para juergas
unas solo para mantener el ascua de la ternura
otras para soplar adentro del espanto
estas otras para tejer sueños.

Puede que a Juan lo secunde el dedo de la lluvia
y altere la inspiración de Perico de los palotes
en su tableta que obedece más fácil a una gota de brizna
que a la huella de la cédula
inscrita en el látigo implacable

que fustiga lo que vale y lo que tiene un precio. 

INVENCIÓN DE LA VIOLACION



INVENCIÓN DE LA VIOLACIÓN

Sucedió que una vez Atenea, la diosa, supo lo que era el aburrimiento. Todo el tiempo indagando en el espejo de la sabiduría -por aquel tiempo sabiduría era un buscar destellos entre una telaraña para dar con una idea del camino a seguir en el escabroso camino del conocimiento-, pedirle al búho que le prestase sus ojos agudos para atrapar alguna centella con la cual humillar a los otros dioses en los postres, después de las cenas en las que se esnifaba especulación, vahos que tomaban de la reverberación de la luna -que aquí entre nos, por esos tiempos la luna era un tema de moda en el Olimpo ¿seria cierto que Zeus estaba tramando alguna jugada artera poniendo allí aquel disco en el que se miraban las sombras que pasaban fugaces buscando refugio luego de su escape del averno y todos los dioses, con cierta reserva gustaban de darse un pequeño aire? ¿O había razón en que era un huevo expulsado prematuramente  por una diosa todavía no identificada y con una mácula de culpa; y que también a Zeus se le había dado la real gana de  publicar en su blog estelar que ese era un huevo promisorio? muchas preguntas, muchos chismes-.

La habían invitado a la diosa a una fiesta -no se sabe si de estrellas o seres del inframundo o  es que ¿acaso se había inventado ya un departamento de hijos de mortales y dioses que se encargaban de mediar, hacer lobby e intrigar entrambos?-, de modo que se decidió a visitar los aposentos de su no muy querida colega Afrodita.  No, no quería platicar con ella acerca de los secretos de la seducción, tampoco pedirle algunos tips que hiciesen el papel de burundanga para convertirse en vulgar espía de los asuntos de los mortales; solo quería llevar a la fiesta un poco de gracia. ¿ El cinturón? Ni de fundas.

  - ¿Que te sorprende? no, no querida, no te sorprendas. Una también tiene que reconocer que tiene sus límites y... ¿Últimamente se te ha visto lucir esas faldas esplendorosas cuyos vuelos terminados en picos como de la más pura nieve van derritiéndose sin caer del todo al suelo y sin saberse si son hielo o esperma hirviente y que finalmente se adhiere a tus hermosas y torneadas corvas como un rocío magnifico; es que acaso tu ojeriza para con mis hallazgos que han hecho retroceder a más de un héroe que no era tu favorecido te va a impedir que me prestes alguna de las maravillosas piezas de tu ropero?

Afrodita se quedó mirándose la mano siniestra como si estuviese contemplandose  la manicura, con una sonrisa entre burlona y conmovida que se delataba por mirarla de reojo y como de hito en hito. Tomó una de sus manzanas, la partió a la mitad con un destello de su índice diestro y  ofreció una mitad a su visita. Es relajante, le dijo. Adivinando los pensamientos de su anfitriona, de que también ella creía que la inteligencia no sabía cogerle el tranquilo a la vida, añadió, es una simple cortesía, ayuda a limpiar los dientes.¿Por qué la belleza es irónica? Se dijo la linda de nariz ganchuda -se hila mejor el pienso entre el aroma y la vista, se decía el populacho- y enseguida recordó la leyenda de que las manzanas de Afrodita producían un fuerte deseo de hacer cosas inapropiadas (acaso sea pertinente recordar que por esos no tiempos lo apropiado y lo inapropiado no tenía que ver con lo lascivo o lo romántico, sino más bien con lo irreflexivo, pero, ante todo con lo soberbio), entonces, definitivamente, declinó.
Entonces, como en un acto de elegancia y también de supremacía que adornó con un mohín de sus labios gruesos y bastos -en ese tiempo no existía el término sensual-, arrancó una tira de la  cáscara de la manzana que de verde pasó a un rojo intenso y le dijo: Cierra los ojos y abre las piernas.

La representante de la frontera entre lo terrible y lo admirable obedeció, no sin antes fruncir con un gesto de humillación que se dibujó en sus labios fruncidos, y seguidamente añadió -aunque puso en su sentencia un aire coqueto y medianamente juguetón- Haz de saber que soy inmune a cualquier tipo de cosquillas. No te preocupes, no eres de mi tipo, explico Afrodita.

La fiesta realmente  era un éxito  ¿A quién se le ocurrió montar esa hermosa carpa entre la tierra y la luna; y el diseño... qué, no hay problema en uno de esos huecos de nube, pisar inadvertidamente. ¡Tú sabes! -Y es que resulta que muchas Eras más tarde la moda de los tacos puntilla de diez centímetros volvió, y andar en esos adminículos era simplemente la evolución de la sensación de concentrar la fuerza de los talones en la coordinación de los sentimientos y el centro de las piernas sin que se note el esfuerzo; las mujeres aprendieron de allí el concepto de la coquetería y los hombres en venganza porque les sobrepasaba el reto de las tres sensaciones y de sobremesa tener listos los músculos del pecho, olvidarse y arremeter con una cosa o la otra: las razones -o las negociaciones- o las dominaciones y  alzarla en brazos antes de que otro vuele mejor.

 Por ese tiempo Sátiro no sabía de quien era hijo y se emborrachaba menos tratando de indagar todo sobre el asunto -también mucho tiempo después alguna refundida prueba genética daría noventa y nueve punto nueve de probabilidad a que el ADN de esas muestra podría corresponder a Nietzsche y Mesalina-, de modo que se acercó a la solitaria atenea, centro de las miradas y la atención

Se acercó a la diosa que se hallaba muy incómoda porque las miradas no podían disimular muy bien que todas confluían sobre ella. Sentía unas ganas inmensas de confrontarlas: Eah, que, ¿no han visto nunca a una diosa con clase mezclarse con bazofia? pero eso sería arruinarse la noche; por lo demás, ella, la que siempre encontraba el camino apropiado para las circunstancias, no iba a descubrir el cobre así no más.

  - Bueno, hay que reconocer que se ha anotado un hit, madame -dijo el viejo Sileno escarbando con su pezuña delantera en acolchado suelo mientras trataba de imponer el ritmo de la música con sus cuartos traseros y meneaba la cola de un modo bastante gracioso- Vea que swing, todo el mundo disfruta de lo lindo y celebra con el rockallenato, hartos ya de ditirambos y yambos. Venga, muestre todas sus dotes para el ritmo y la cadencia -la miraba de arriba abajo, se acercaba con disimulo y auscultaba por detrás; le observaba el cabello, pero no podía sacar nada en claro, solo que la túnica vaporosa con que se había ataviado, prenda que entre otras cosas la gran mayoría estaba calificando de mal gusto, toda vez que si bien la tela se pegaba bien a sus carnes, dando la posibilidad de que sus caderas esplendorosas exhibieran esa marea de carnes firmes y la curvatura del seno, que si bien no era grande, ofrecía todo lo que necesita una mirada para hacerlo apetitoso, pero cada vez que el pliegue de la tela iba a poner a la imaginación en un fácil trabajo, la imagen se difuminaba en arabescos y figuras caprichosas que desviaban la atención; era como esos futuros salvapantallas que adornarían los dispositivos digitales.
  - Ay mi querido y admirado Sati-Dioni-Silenos, mucho me temo que yo no sería capaz de disfrutar aguantando la risa de  verlo con sus cuatro pezuñas hacer el ridículo por querer amacizarme; quizás si me dejara montar a  horcajadas sobre sus lomos y pusiera riendas a esos bellos cuernos, lográsemos una coreografía aceptable. A propósito, digame, ¿que es lo que ve en mí que me observa con tanta profundidad?
  - Ay mi antena Atenea, excelso pozo sin fondo, jofaina para recoger lagrimas que ya no produzco, flautín que me escalda la lengua. Se quedó mirándola con ojos que echaban chispas: Un enigma el doblehijueputa! -y  encabrito sus pezuñas sentándose sobre el trasero, solo para que su inmenso vástago se exhibiera desde su peluda vaina. Pero no se retiró, se quedó en su posición intentando recoger los escombros; de modo que la olímpica, que a estas alturas ya se había bebido no se sabe cuántas copas de ambrosía -¡Ambrosía, mis gónadas! Era pura Guaraná que, poco después un dios celoso exiliaría a las selvas del amazonas y sólo se descubriría veinte siglos después- con agua, de Ninfa; ambrosía con gotas amargas de psylopcibe y soda de extracto de hachís; de vino del Ponto con cascaras de ambrosía, pidió permiso para ir al servicio.
 -Vaya, será que esta maldita bruja de la Afrodita no me hizo nada, y, en cambio, realzó mis defectos? Trató de hacer memoria y recordó que no había sentido nada cuando le abrió las piernas a su colega; nada de escarbar en sus partes, nada de operaciones, solamente una especie de tibia efervescencia chispeante que le fue subiendo desde su entrepierna hasta el estómago, lo que la puso a salivar más de la cuenta. En este momento recordó el piropo que el viejo Dionisos había largado al principio: Querida, solo sería cosa de que te acercaras al mirador, apoyaras tus codos sobre la baranda y te pusieras como si estuvieras observando las delicias de la eternidad, nadie tendría nada que fisgonear, nada que comentar, yo solo estaría detrás lisonjeándote y mostrándote las constelaciones. Había sentido el mismo chispear efervescente y el salivar, pero había disimulado. Así que tomó una decisión; en un dos por tres fue hasta el mar, desolló una foca y se hizo un leggis. Con capuchas de medusa se confecciono un topless y volvió al salón; para evitar que los mirones se extasiaran con la transparencia de sus pezones turgentes se hizo apliques con cromatóforos de pulpo y jibia en el leggis, de modo que se vio emocionada escuchando como Aquiles le decía a Ulises en un rincón: ¿No es absolutamente delicioso ese triángulo lanzando destellos de faro? Yo le haría un anillo hermoso con el cabello de mi Penélope, repuso el átrida. Aquiles le hizo una mirada de reproche malicioso. ¡Que no te escuche! Amigo, que ingenuo eres, o ¿acaso poco ilustrado? ¿No sabes lo que es un palíndromo? repuso el héroe . Ah, viejo zorro, no eres exacto, eso es amalgama, meneo la cabeza, peló-ne pe. No sabían los dos rumberos, bien merecido se lo tenían, que estaban inventando el DIU.
Muchas cosas se dijeron después de aquella fiesta, y más innumerables fueron las consecuencias. El caso es que muy entrada la madrugada se había visto a una lechuza inmensa sobre el techo de la exclusiva casa de Palas. Era una casa estilo inglés, la única en el olimpo; la había divisado en una visión en un rapto de futuro y se la mando construir. El pajarraco estuvo largo rato regurgitando pedazos como de un reptil que los iba depositando sobre un hueco, la misma gotera por donde habían estado espiando Ares y Hera unas horas antes; los pisoteaba hasta formar la teja; eran ocho letras, los pedazos de un idioma extraño y conformaban la palabra: S-I-L-E-N-C-I-O.
El asunto fue más bien sencillo aunque lleno de enredos porque cuando en un momento dado -no se sabe si antes o después de lo que sucedió- Atenea se topó con Ares en el salón mientras masticaba con cierto aire de suficiencia una goma roja que luego llamarían los mortales chicle, esta se llenó de ira (recordó la cascara de manzana que Afrodita había desgarrado con sus unas y que cuando abrió los ojos no vio por ninguna parte). ¿A que te atreviste, maldito. A mí que me esculquen. Si bien es cierto que el coro de las Erinias repartieron por el cielo un estribillo auspiciado por Afrodita: La sabiduría tiene desde hoy algo que ninguna diosa tiene, yo soy absolutamente inocente. Bien podría yo haberte ofrecido un trago de mi secreta pócima con orines de araña y seis ingredientes más, pero no me atraes ni cinco, no paras en este hogar: Paranoica, para,n-oikos. ese era el motivo de la curiosidad.
Cuando la diosa fue hasta el mar, el viaje no le sirvió para atenuar la fuma -no olvidemos que fue en un dos por tres-, de modo que se paró en el jardín a darse los últimos toques. Ella se cuenta para si misma que sólo recuerda que estaba caminando por entre unas inmensas matas de abalazo cuando una bestia se le echó encima; tenía el mismo olor de almizcle de circo del viejo sátiro y se despertó toda despeinada y mojada en la entrepierna. Pero una mirla chismosa que andaba sin sueño cuenta que un feo galán, eso sí muy bien ataviado se le había acercado, le había dicho unas cuantas cosas al oído, le había hecho unos cuantos arrumacos y hubo un pequeño forcejeo; en el momento que rodaron por el suelo y él había quedado encima de ella, había arqueado la espalda y había gritado algo como: P-sciiiiiiiiiii.

La versión de Hera y Ares cambia mucho con el tiempo pero la más aceptada reza que como se turnaban para mirar por el hueco, no podían contrastar lo que veían. Hera dice que simplemente vio que afrodita hacia un juego de manos y como un soplo desde el cuenco de la mano, envió una serie de destellos chispeantes como estrellitas doradas que se abrieron paso por la entrepierna y se esparcieron por todo el cuerpo. Hera dice ese era el destello chispeante de la divinidad. Ares, por su parte cuenta que Afrodita puso un poco de saliva en la cáscara de manzana, la estrujó, la ensurulló, luego la abrió y la lanzo como quien lanza una atarraya sobre los sábalos, sobre la entrepierna, seguida del mismo séquito chispeante y dorado. Este mismo dios asegura que Afrodita, celosa de las dotes de inteligencia de su corregente en el Olimpo, puso esta malla en el órgano femenino para hacer avergonzar a Atenea de sus deslices, pero que luego se arrepintió y retiró la membrana sabiendo las intenciones del dios Dionisos; por eso no hubo sangrado y Dionisos no pudo hacer ostentación de su fechoría. Es más, como se nos había olvidado decir más arriba que por esos tiempos el asunto de la cama en los cielos no era un asunto trascendente; travesuras y juegos de dioses insomnes, aburridos o curiosos, la fila de todas las diosas de la corte celestial solicitando de la diosa del amor ese nuevo aditamento para la política, los negocios, la guerra, etc. etc., muchas veces tenia de parte de la diosa ciertos sesgos de favorecimiento tramposo: Se dice que cuando Afrodita se agachó a mirar los atributos de Atenea, Exclamó: Vaya obscuridad y desolación la que tienes ahí dentro, amiga. Entonces puso una música secreta que solo pudo reproducir alguna vez Orfeo. Cuando una diosa le caía en gracia a la diosa de las gracias y sus relaciones no parecían convenientes a la luz pública, esta tenía la cuerda de la lira llamada himen para que el instrumento entrara y tocara su música sin que el secreto se revelase. Desde entonces se dice que no es que haya hímenes complacientes sino penes caballerosos. Por su parte la diosa del hogar, que se conformó con esa dignidad luego de que no se le permitiera andar al tiempo con Artemisa y con las vestales un día sí y otro no, aunque también sucede que se hacen sus trampas, dice que el hombre o el dios con sus cambios de humor y de parecer como el mar, a veces apacible y dulce y tierno, otras tormentoso y violento, otras mohíno y silencioso, no es digno de disfrutar de ese  santuario donde se sueña, se descansa, se bebe, se ríe, se canta, se baila, se rememoran las gloriosas gestas, hasta que sosiegue definitivamente sus impulsos. Eso es lo que se llama un marido, mar-ido.  
      

     


ENSAYO

DE LA CIENCIA DE LOS BRUJOS

“El noventa por ciento de la gente del común está persuadida de que su vecino le hace maleficios”
Paul Feyerabend
(y el noventa y nueve por ciento del diez por ciento restante anhelan encontrar un método de vencer su miedo)


Las brujas no existen pero que las hay las hay, reza el adagio popular. Por contraste, los adivinos existen pero ascender a tal habilidad –dignidad sería la palabra, pero para picar a ciertas bajezas lo dejamos tal cual- no es cosa de estudios caros o baratos, reputados o comerciales, cuando no se puede ostentar la bendición de algo llamado don. Es por eso que los poetas verdaderos –no los rimadores ni los cantores de arrabal- se ríen cuando, aun sin saberlo rondan alguno de los múltiples escorzos de los baluartes de los perdidos y los malditos, una banda de pederastas, por ejemplo, cuando sus brujos se empeñan en sembrar huellas de sus poderes irrisorios, llámese el tabaco, el muñeco de vudú clavado de alfileres, o el simple bebedizo –aun veneno- deslizado de modo subrepticio. Y es que la brujería y ciertas prácticas ocultistas sólo pueden corresponder a ambiciones de poder bien camufladas en pseudo capacidades y en manipulaciones auspiciadas por ciertos escalones del poder que a su vez son manejados por el verdadero poder, el que sabe de ciencia, el que sabe de tecnología y que, no todo aspirante a científico llega a seducir al método, es regalado con el Don –no en vano uno de los dones del Espíritu Santo es el de ciencia-.
Pero el brujo no se tiene que remorder interiormente porque sus mandobles no resulten, del mismo modo que el pederasta no es digno de castigo por sus actos, sino porque el step by step de sus justificaciones, además de sus capacidades para mantener a raya sus impulsos e instintos inapropiados –todo me es lícito pero no todo me es conveniente predica san Pablo-, falta al principio de razón suficiente, razón que es vedada generalmente al ahora más común de los sentidos, el sentido común, para ello habría que dilucidar primero lo que significa el principio común. De igual modo procede la ciencia -¿no es significativo que la ciencia se ocupe primero de los asuntos más altruistas del hombre, antes que de los más deleznables?- La ciencia no tiene fe, la ciencia tiene empeño que no ostenta, detenta. El brujo tiene una fe inversa, cree que porque una piedra con la que tropieza y saca una chispa que le da un instante de fulguración, es un efecto de su dialéctica; eso es lo que ostenta y su detentación siempre es un batir palos de ciego en un laberinto de telarañas ¿por qué no malició el minotauro de las intenciones del vellocino de oro? Las correcciones de la ciencia no obedecen al principio de domeñar la fuerza con que el brujo pretende investir sus músculos espirituales, las cadenas de oración de las religiones institucionalizadas, rinden fruto porque sus practicantes lo hacen sin apostar a un número que se ajusta con cada yerro según la intuición del algoritmo con que las loterías juegan sus premios.

Si llegásemos a decir que –cada poeta debe debatirse en el medio que la vida le propone- los brujos modernos que persisten en recuperar hegemonías ya con tinte de recuerdo y de nostalgia vienen siendo malos herederos de pobres exiliados espirituales del horror de las guerras y, aun más, de ineptos diletantes del idealismo alemán, sería como decir que Donald Trump con sus farsas es tan potente con el don por su condición de raza adaptada desde el sufrimiento al nuevo mundo, del mismo modo que Ángela Merkel sería una exitosa degenerada porque ha sabido camuflarse bien en las nuevas disposiciones geopolíticas. Más bien es que la persistencia de las plagas siempre es posible porque un principio de equilibrio entre lo conveniente y lo desmerecedor bambolea los  platillos de la balanza  con tal capricho que es imposible asegurar la exactitud del baremo. Así, las luchas domésticas se ven obligadas a dejar que ciertas incomodidades con tinte de plagas se mantengan, no porque sus detractores no sean capaces de ponerles claros sus límites y posibilidades, es porque sus líderes no han sabido dilucidar las diferencias entre lo que quieren para sí y lo que quieren para la comunidad.