RÍO
FINAL
Un
río con voluntad propia era la vida
tener
mente era dar causa a semejante río
unos
son los que temen y otros meten
en
cada ánfora su cierto vino, mente
y
lo ponen a embriagar paisajes
los
parajes con los que la mente no ha podido.
¡Tú,
te me quedas ahí!
dijo
el anciano deán de sí mismo
al
pagano corazón desgarrado que oía al río
su
bronca tormenta se quería despeñar
No
te me vas a ir a lloriquear heridas,
no
vas a enredar tus girones en la orilla de las sombras
ponlas
allí, contra la luz
donde
los cuernos del buey noble le harán de trillo
¿Qué
es tarde?
el
surco que no germina pone la mesa
a
otros gritos que luchan por no ahogarse.
De
las rebeldías del río
en
las hilachas de un muslo dolorido
obediente
el descosido corazón ha ido a sentarse
y
el saco aquel fue echado a rodar
no
hay Jacob ni hay ángel
por
el ciego precipicio
¿resistirá
hasta el último mi-tu-no, minuto;
desdeñará
la fiera mano
que
blande antes el agudo filo
el
valle final adónde escrito,
ese,
ese en-agudo-sé, segundo?
Temen
algunos la mente, ese cuchillo.