domingo, 26 de septiembre de 2021

 

POR QUÉ SON COMO SON LOS QUE PICHAN

Entonces se vio preguntándose por la categoría a la que pertenecía esa sensación, después de que la vio, como había visto a muchas, pero sólo ahora, recordándola en su camastro pobre -aunque no menesteroso, pues, qué más se puede mendigar a la miseria, luego de que la doña Natura ha regalado, no a tí solo, sino a tantos seres minúsculos, que son la mayoría, autosuficiencia nacida de la obra de la mano y la resignación propias por lo que, no teniendo opción, aunque las mientes pudieran ofrecer muchas otras formas, de mantenerse con el agua al cuello de la angustia que significaba la falta de otras gargantas expresando su sentimiento, cualquiera cosa que ello fuera, rabia, asombro, resignación, risa estúpida a fuerza de costumbre, como para que el ejercicio de sensaciones y  efectos de las tales, lograrán acaso nudos de razón como telarañas que redundaran en acciones de seres para los que las decisiones ni siquiera estaban contempladas-. Puede que pareciese absurdo pero en seres como aquel, la relación entre emoción y reacción, tenía un punto de quiebre en el cual la elucubración, que no la reflexión, pues entre estos dos términos, tan especiosos como enrevesados, que pretendían comerse a conceptos sencillos como pensamiento y meditación, para los cuales el primero sólo podía endilgársele algo tan elemental como atención, una flor abierta a las patas de la abeja indagación -flor de barro por demás- , y al segundo la hierba de espejo mirándose en agua turbia, cosa que sólo podía explicarse porque la elucubración era cobrar al barro su encubrimiento de la otra cosa, de la otra palabra, del siguiente paso en el tremedal de lo incierto, y, si se quiere, elucubrar era el obrar-del-culo-cuando-se-sabe-el-valor-de-la-mierda y, que nadie se llame a engaño: el intestino sano no deja que nada se vaya al ano. En tanto que la reflexión era doblar el espejo al punto tal en que la fidelidad del ser actual se quedase muda ante la realidad del deseo. Así que, era a la personalidad, al carácter, o al talante, que la actitud lasciva podía afiliarse? Al talante, desde luego, se dijo: a-lo-que-ta'lante, y que el mundo se venga encima.