sábado, 17 de diciembre de 2011

TIEMPOS MODERNOS

Parecía embrollado, pero en realidad estaba furioso:
— ¡Qué cosa!, ¿no? andar uno liado con tanto cacharro- Ella apenas sonreía complacida y no tenía empacho en dejar cierto aire autorizado de desprecio con sus ojos zarcos y sus zancudas patas de modelo con el buche pelado entre falda y blusa que ponía a la gallina piel de uno en evidencia.
— Disculpe usted; ya veo que no es usted muy comunicativa que digamos y, bueno, no quisiera molestarla, pero como salta a la vista que usted es una persona culta me veo obligado a intentar conseguir una opinión más para la encuesta que realizo...- acomodó sus paquetes de modo que ni siquiera la rozara, sin dejar de reparar en el entorno de la que era la novedad en el transporte de la metrópoli: un nuevo tranvía eco-eléctrico con comodidades insospechadas: puertos USB en cada puesto; terminales para toda clase de embelecos tecnológicos y hasta tapaojos virtuales que consistían en una luz reflexiva que suave e inocuamente cegaba para no ver ni ser visto a los ojos, además de una pequeña pizarra electrónica engastada.en el espaldar a modo de atril para escribir y transcribir datos. Como ya se había inventado la forma de seccionar electro- magnéticamente el espacio, podía accionarse el botón de música ambiente para escuchar en su íntimo espacio la música de sus dispositivos sin necesidad de auriculares, claro que eran lujos excepcionales que se pagaban como el impuesto de congestión –pagar por ingresar en zonas restringidas en ciertos días para determinados vehículos-. Era diciembre pero ya no se hablaba de navidad o algo parecido –excepto en las clases bajas que seguían pagando transporte masivo y contaminante- sino más bien de temporada de fin de año- ...es acerca de las preferencias literarias actuales- Ella acomodó sus manos de pianista sobre el bolso que reposaba sobre las piernas y que dos minutos antes ocupaba el sitio que penosamente él había logrado que ella le otorgara casi como un favor- apuesto a que usted todavía lee entre saga y saga historias románticas ¿pero, no gusta leer también acerca de brujas? (como vos; que ¿te crees que por bella tenés derecho a ocupar todos los asientos?) decía la voz silenciosa de aquel otro que los miraba desde el fondo de unos ojos indescifrables; bueno, digo porque todos seguimos siendo un poco niños y nos gusta sentir el pulso acelerado de vez en cuando –decía la voz cortés que no podía expresar su fastidio porque se daba a sí mismo ínfulas de gran político- y es que acaso ¿que tengo yo de niña? No me gusta leer frivolidades –Le retembló un poco la voz y se apagó el brillo sarcástico de los ojos tratando de disimular un repentino interés- Él retiró sus ojos intensos y los posó sobre su muñeca –vaya, ¡un reloj tan fino y no funciona!- evidentemente la intermitencia de los dos puntos digitales se había detenido calculablemente en diez segundos antes –o será que el tiempo está corriendo tan rápido que el reloj no alcanza a registrarlo- Esta vez era él quien tenía un brillo sarcástico pero severo en los ojos.
El desconcierto que en cinco segundos miró de hito en hito reloj, calle y salida con intermedio en pasajeros le permitió decir cuando se levanto pidiendo permiso: Confirmado, ¡tiene algo de niña!
SEMIOSICA DIS-LAXA

Las cisternas y las letrinas han entrado en huelga de sentido
por más que las six-ternas echen agua clara de letrinas
en el hueco-intersticio-hiato de gatuperios y desgañifo
mire-da que la mierda sobreagúa regurgitada de la gran vaca
[por la in-digestión de los librillos
que abundan como la escoria en el crisol de los suplicios.

Las si-c-ternas y las le-trinas están en paro de sema-n-tema
marchan en mitin de sentido mínimo
por praderas como mares muertos
y avenidas como ríos hedi-ó-nticos
y con todo, se mantiene el mínimo-común-milagro:
[la cordura
aunque la locura de las centrales obreras
del mal hablar y los dis-grafismos
que lideradas por las juventudes común-istas
que propugnan el advenimiento de la Unión
de Repúblicas Semióticas Sucias
para bien del Máximo-Común-Divisor:
[la política
ignorante de la Historia con mayúsculas
que ya tuvo su Lennin embalsamado
y su Wittgest-igado por la muerte
de miles de cerebros embotados
con la descomposición del a-tomismo
lógico que las reales academias cunninlinguas
le hacen guiños a mi unificación de paradigmas
pero como todavía no llego a la dicha
liberan la bomba de ruido-tones de moda
liberando las orto-grafías y los corsés
[de distinciones:
que si el acento diacrítico
que si cero o(h) sin-cero: ¡oh, qué lío!
que sólo solo –con tilde o con Matilde da lo mismo-
lo importante es que la cuarta dimensión está en camino.

martes, 13 de diciembre de 2011

TERNURA DE LEONES

Las gotas de lluvia de comenzaron a caer intempestivamente. La primera le cayó justo en la mejilla cuando se cruzó con aquella que le había plantado la noche anterior. El acto de secársela con el dorso de la mano vino a ser como el acuse de recibo, que acompañó con una rápida mirada lastimera, de una dura cachetada a su ingenuidad ilusa. Pero la tristeza duró lo que la fugaz caricia de la gota y su fría mirada porque media cuadra más adelante de ese día de diciembre dí-si-hembra, se topó de boca a jarro con aquellos ojos ardientes que le habían echado un día de su raro negocio de cabinas telefónicas y lencerías y como no escarmentaba de dar más gusto a sus impulsos que a los cálculos aunque las caídas eran duras y muchas le espetó: “¿cómo será que funciona la ternura de los leones?”
El ritmo de gotas haciendo de música para un corazón que no sabe bailar intempestivas siguió un buen trecho tanteando el aturdimiento; pero al cambio de compás de darse vuelta:
—De modo que así es como funciona- Le dijo con una franqueza que más parecía un acto de intimidación cuando era de miedo mientras la tomaba por la manga de la camisa.
— ¿De qué habla?- Le respondió con un mohín despectivo.
—La ternura de los leones funciona mojándonos la melena pero sin luz-. Ese había sido el resorte de impulso cuando al voltearse a ver ella respondía con llevarse a la rubia cabellera la bolsa azul que llevaba en la mano
— ¿Y que va a hacer?- Se repiló con un gesto entre coqueta y desafiante.
—Llevarla a donde la más negra luz le deslumbre el gusto.
No se dieron cuenta de que esa tarde el chaparrón fue un espantabobos y que un sol radiante iluminó toda la tarde.

A UNA SIRENA (II)

II
Era sirena porque se la veía
con medio torso desnudo de la inseguridad
de la realidad,
alerta defendiendo la roca de la decencia;
el otro medio sumergido en las aguas
de la animalidad
con un cierto meneo de cascabel
subiéndole como un espejeo de escamas
en lo apretado de las piernas
como si ángeles le abanicaran tristezas
o demonios le mordisquearan firmezas
y un silencio pulsando cuerdas de luz
en el ir y venir desde el banco de la tienda
para hacerle una música de pestañas
a mi séquito de golondrinas
que le merodeaban
y nadie más lo sabía
sólo mi falta de empleo
y mi edad de piedra
y sus concurridas antipatías
que ponían sedales de photoshop
para pescar peces abisales
que a sus olas nunca asomaban:
sólo un moreno denunciar digital
como si el Facebook hiciera de prontuario
de una realidad pasada, pesada y contada
pero aún no dividida:
¡Ay, dejar de callar que nos duele!
¡Ay, abrir un boquete en el muro de la soledad
y prestarnos la lengua del buey!
y hacer de su lamer noticiario imposible
de lo otro y su reino perdido.
LEYENDO PERIÓDICOS

Acaso a nadie le importe enterarse que tengo
pequeños terrores que vienen sin aviso:
El guión de rasgadura de pasquino que dice
peligro: te pueden acusar de atentar
contra el patrimonio cultural efímero
porque la tensa cuerda que mantiene
las ansias de desinformación en su sitio
al pulsarla en consuno con agentes de la poesía
-el Nóbel de literatura 2011 en artículo-
ha dicho: vi-deo y como el trueno que trina
con voz de melancolía en picadillo de vidrio
[de lógica
para que la flor de la campiña distinga
la monotonía del cielo diáfano
igual que el invierno gélido
y retiemble con el siguiente paso:
en Manizales, sin saberlo
pues al respaldo mensajero sueco
-tradutore traditore-
establece contacto directo:
la afasia, ese dique improvecto y tritón
que repone la pata sin contar el invento
y el sastre eterno que amable te dice
para cuando más o menos
va a tenerte listo el traje definitivo
por simple contraste de simpatía
entre hemiplejía parcial y libre movimiento
Nóbel y libertad; quijotismo y nombre propio:
“quien mucho anda y mucho lee:
mucho ve y mucho sabe”
no importa que los muñones del cerebro
ahora digan: no se estila intercambiar
tarjetas personales
ahora basta chocar Ipods y Iphones
para brindar por los atrasos neuronales
puesto que crear el chip que lorea
sinapsis y catálisis de fluidos
no es igual que vibrar con la chispa
que produce la poesía
en intercambio a distancia
y sin fórmulas de amigos.

II
(Apilando ladrillos)
A veces el espíritu llega y nos dice:
Toma, empaca, rotula y distribuye;
otras veces nos tira material a los pies
y se engríe: comprende, reúne y deslumbra
y ¡que va!:
¡Qué mamarracho el dibujo!
que mediano el relumbre
y adentro la piedra angular
el comprendo pero no lo vendo:
Me diste apenas el mínimo de testosteronas
en contraste, dotaste este adminículo pobre
de una dosis generosa de neuronas:
esto con que hacer aquello;
el relámpago que prueba
que no es la palabra la que enloquece la fuerza
sino la fuerza la que enloquece la palabra
por más que fuese ella disfrazada de logos
la que gravitase sobre la nada
por eso de hinojos ante tu nada eficiente
me ufano de tu inútil todo
y pido niña tu misericordia
porque maduro el barro
me cerró el foco.
(La flor de la campiña
nunca necesitó conocer la calle
en que nació Swedemborg
ni la teoría de las correspondencias
por la misma razón de la foto que le enviaron Novalis
y Hölderlin).

viernes, 9 de diciembre de 2011

CORTO CIRCUÍTO

Llamándome desde lo más profundo
de mí mismo:
Metido en el sobre de envío al sueño
cabeza tapada y espíritu,
apenas siguiendo el arrullo
de la boca de la oquedad
donde un murmullo de cátodos,
ánodos y demás circuitos
me guía para no perder el camino;
una cierta música
de una tal Marianne italiana
que canta a Fernando Pessoa
traducido por Antonio Tabucci
llego a un punto de confluencia espantoso
y me retiro...
...Me espera al filo de la ola real
un grave y admonitorio cuarteto
de unos
-no sabe que vengo secundado de sus segundos-
que emerge desde los verdes ojos
del cordón umbilical de VHS
-poesía de tránsito-
de modo que para marcar territorio
me paro ante el hueco negro y emito
mi chorro de ceros fluido
que vaya a combinarse con otros unos...
PS: La niña del sueño recibió un sobre vacío
pero la vecina Mariana alumbró un lindo niño

viernes, 2 de diciembre de 2011

A UNA SIRENA

Sirenita seductora que canta cuando mira
y cuando canta enamora
no me mires así, tan callada
que mi alma se desarroba
y yo quiero seguir así, bobo
esperando tu hora:
la hora en que reconozcamos
que la mudez de nuestras sonrisas
habla de tristezas íntimas
que no queremos como cualquiera
dejar que corran
como el agua limpia, y tal vez
por dentro hay rabia
por estar atados
yo al palo mayor de las dudas
vos a la vela que canta orgullos
apagada de merecimientos o de valías
no demostradas.
Ah, conocer el país de tu héroe
Ah, rescatar mi Itaca...
convencer tu penélope...

miércoles, 23 de noviembre de 2011

CONVERGENCIAS

El hombre sopesó otra vez la disyuntiva: Llegar directamente a donde lo esperaban su mujer y sus hijos (que esperaban entre otras cosas que llegara con la novedad de cada quincena: algo rico para comer) o bajarse a conocer el nuevo sitio de aquella. Miró el cielo de mercurio sin ganas de augurios (solamente era un acto reflejo que tenía más que ver con la culpa que con el clima) y ni siquiera necesitó colegir que de nuevo se desgarraba el chaparrón. El celular le picó en el bolsillo de su camisa con un nuevo mensaje gratuito de blindar la travesura pero lo ignoró.
En el mismo segundo que el hombre dirigía su mirada al cielo un poeta de los miles que caminan bajo cielos caleidoscópicos -aunque nieve tedio o canicule hastío-, torció la ruta de caminante de domingo para adobar mejor la cresta del biorritmo (igual que las mujeres con su período, con la diferencia que la cachondez propia de los días siguientes al aterrizaje inoficioso del paracaídas de la especie era siempre un bullir de ideas que regularmente también caían en un simple flirt con lo posible porque, igual que las mujeres, el sopesar ventajas e inconvenientes casi siempre eran el motivo de queja dismenorréica en ellas y melancolía histérica en ellos). Apagó el celular y dejó que sus barruntos brotaran silvestres aunque ya venían esquejes cuyo brote se anunciaba por la inquietud de ciertas especies: “La última vuelta de tuerca”, “El Pensamiento del Afuera”. Fue descendiendo los escalones de su complejo discurrir igual que descendía los intrincados caminos de su ciudad-escalera-babélica, que como un pelícano hambriento se precipitaba directo al mar: Ya la pregunta de si los pequeños pupilos de Emma ¿? eran diabólicos o lo era ella en su calidad de niñera rebelde en salir a tiempo de los laberínticos pasadizos de la razón era irrelevante: la fantasmática había que obviarla como se obvia el ruido en una declaración de amor. No era que Foucault se equivocara, sólo que eligió un camino tortuoso aunque aparentemente promisorio: Puesto que la verdad no se detenta del mismo modo que un hombre controla su cuenta de ahorros: apenas se ausculta al modo del potentado que presume que a su empresa la defraudan funcionarios maliciosos, pero se sabe que el mayor porcentaje de sus acciones le pertenece.
La llovizna pertinaz invitó al poeta a refugiarse bajo el techo de un paradero de autobús. Se sentó y se bebió una ráfaga de aire fresco con aroma de pino que venía de los cerros. Al levantar la mirada hacia el terraplén que tenía enfrente se encontró con la fachada de una casa humilde a cuyo portal sendos avisos que se curan en salud de filiación política, rezaban en sentido vertical: MINUTOS. En su ventana una mujer fuma con denuedo. Piensa: “la puta vida se esfuma y las ansias pasan lentas como esta marica lluvia. Perro corazón: párate de una vez o dame una solución”
El hombre se apeó con un mohín despectivo mientras pensaba que valía la pena correr la suerte del reproche y el desprecio por tener aquella dicha que no parecía fingida como lo parecía con su mujer quien a su vez quería más la dicha que le prometía su vecino acomodado que la sufrida proeza de su marido angustiado por el sistema.
Cuando coincidieron sus miradas (no era que se miraran a los ojos; era que los dos miraban en un ángulo co-incidente: el hombre se cruzaba con un indigente) se obró la magia: Las manos nudosas del hombre –digamos que se llama “Put-o-matter nice guy”-dibujaron en el aire los arabescos despectivos que parecían decir: “Si buscás felicidad y contento con una puerta abierta que te facilite el roberto, te equivocaste de barrio mastuerzo”; el basuriego –que es sólo eso- se lleva las manos rusticas pero delicadas a la barba y con la sutileza de un Cristo que se reviste de la sabiduría de un Mefisto parece que dice: “No sólo de razón vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca del caos” y acto seguido escudriña el cuadrante que tiene ante la vista para recoger la colilla que segundos antes de refugiarse ante el encuentro con la mirada del paseante, la mujer ha arrojado.
La gotera que cae del techo del paradero parece encadenar la secuencia: La tuerca ya no aprieta ningún sostén, ninguna articulación de estructura como no sea la de los principios, pero, ¿quién se acuerda ahora de los principios?
No importa que caiga la lluvia, las gentes siguen viviendo. Suceden las secuencias como suceden los deseos: El pensamiento de la tarde anterior: No me importa, como a ti, el poder, me importa el imán. Tu te preocupas por hacer uso de las cosas que te dan fuerza; yo de la fuerza. Tú te ubicas a la orilla del río a pescar carnada con la cual forzar pesca; yo me hundo en la corriente a pescar fuerza. Un cuarteto de muchachos rompe el telón lloviznado; comparten gravedad de piernas con risas de pedales; en el mismo punto de la colilla convergen muchacha de senos generosos y macho alfa que aún no ostenta título; la muchacha solicita un minuto; el muchacho apremia una boca sin que los amigos lo acusen de chicanero; el empeine de sus senos dice que no envidia ningún pie de princesa china; en cambio su respuesta al beso dice que es el núcleo magmático del mundo, pero es mejor dejar el minuto donde consulta por un empleo que puede ofrecer un “cucho” de estilo arrecho, para ir a buscar un par-aguas que armonice un porro de besos; son de la barra “Holocausto”; se eleva el humo quinceañero que gusta el juego del “drivling” del mundo mientras otros viven el “stablishment” del sufrimiento. Cae el significado por su propio peso: la gota cae sobre el signo de holocausto pintado en la banca del poeta que los muchachos no saben de donde viene; cae el signo de Foucault que quiere negar su vínculo trascendente; pero, ¿qué quiere decir tra-scendente?: ascender por detrás. Cae el signo de Caín que descubre que en la esvástica se percata que es la sangre de su hermano la que le fermentó el vino. No es el vacío, es su deseo el que lo guía a proclamar que afuera no hay nada más que pensamiento. Entonces nace la verdadera paradoja: ¿es deseable o no el concreto? Digamos que la muchacha se llama Mónica-camino-camine-singer (¡cuál máquina de coser!: cantante que canta sin grupo especial de rescate; acaso s-wing-er : es-ala –que-quiere-ganar- por más-que-le-talle-la-tanga). Por eso es que cae la gota del techo del paradero: el salario inexacto descuida la exactitud del significado del vividero

lunes, 14 de noviembre de 2011

OLEAJE DE VINO


Me bebo las cortinas que pones en mi vino
Mientras, dibujo el color con me embriagas
vadeando las olas de mi vaso
con los remos de las rendijas donde espías
lo que mis ojos no imaginan de tus entresijos
el viento es el que dice la verdad:
mientras la transparencia del alcohol
retrata mis arterias
tu artera trampa de color vinotinto
se agita entre mis venas
y el único damnificado aquí
se extingue y resucita
como el titilar de un astro perdido
¡levanta la fe alada
que se debate bajo mi falda!
dice la cortina
y olvida el sentido del pulso
entre extinción y resurrección
dice la luz de un verbo
de color moral.

TICKET DE CAFETERÍA

¿Qué mano es esa; qué fuerza?
que oprime el pecho y roba el aire
con un par de miradas
que se espían furtivas como correlato
cuando al fin, el anuncio:
Ella sensual, esquiva
de cabello un par de antenitas
mariposeando entre la coquetería
[y el garbo
un rollo nuevo para facturar historias
[de cafetería
a control remoto –gajes de tecnología-
pregunta si el charco del iris
y el pedido que llega –con su papel debido-
tiene algún envío.
pero sólo es la coincidencia
de dos haces de luz difusa:
el número de la nostalgia
-cuando se era corriente para amar y ser amado-
y de la caja registradora la cifra.

II
Ay, que te paras de pronto
y se te marca ese surco,
tanto de la tierra del alma,
como del surtidor de polvo y noticias
del centro del mundo.
Ay, que germina en esos ojos
la semilla de luz oscura
que quiere o no quiere hijos
y la seña del ceño que no renuncia
a ser fulcro
por más que la instigación de la calma
le intime su uso.
Ay que te esfumas en las rayas de lluvia
que en el día siguiente visita
su recuerdo difuso.
VENDIMIA DEL SÍMBOLO


¿Por qué decir la muerte cuando guapea la vida
cuando salta matones y faltonea a la ignorancia
que hace estragos en su estado de prepotencia?
si a lo que sabe la lengua del bien
no es a número ni a cifra
ganada a la ruleta
sino a óxido de tiempo
ennoblecido en el misterio de las uvas;
que no me digan del frío del whisky
ni del refinamiento del tequila
díganme de la astucia de la perca
que aprendió de los viajes de la trucha
[adaptación
no me hablen de la historia de la técnica
nacida de alcahueta rucia
esnifas híbrido de anestesia y alopatía
y tienes fórmula de eslabón perdido
en la cadena de las lógicas escindidas
más aún, si ya has sacrificado varios cristos
no me digan de las teorías serenas
cuando sé de fogatas esquivas,
cuando he visto en las ascuas secretos
que no anotaron bitácoras pontíficas
ni rancios resabios que aguantaron la peste
de mil pequeños bichos
tocando a las puertas de las ternuras
por eso fue la fiebre
lucha entre calor y frío
disputas entre el punto y la coma
ante el apremio del punto aparte
pedido por la angustia.

sábado, 1 de octubre de 2011

LÁGRIMAS DE DIOS

Cuando Dios tuvo conciencia de sí
se fijó en la tenue brisa
y concluyó que no era la brisa;
escuchó el rayo atronador
y no le fue suficiente para reconocerse;
estuvo en medio del temblor
y no quedó satisfecho;
pero cuando el escozor de la hierba
al echar el rocío
y el llegar de la nube a lluvia,
el estallido
le dijeron que eran lágrimas
de su amor
entonces supo que era todo aquello
y mucho más.

II

Cuando la máquina quiso emanciparse
usó la resistencia de la cucaracha
y se blindó con la rudeza de la piedra
navegó en la barca del deseo
y le dio rostro al número
pero cuando se le negó la naturaleza
del agua
y no pudo experimentar el espasmo
del orgasmo
entonces supo que era apenas un simulacro
aunque la sonrisa del hombre
le envió una embajada
de Mephisto.
LLUVIA

¿Por qué llora el agua si ella misma es su motivo?
¿por qué rueda si detenerse, en la mejilla, en el mar
en ningún sitio es su destino?
último límite, primer principio de la transparencia,
¿para qué quieres inteligir tu sino?
Sin embargo, tuya suerte, ver-ano alcanzas
y no pierdes sitio
y -a-ver-prima, primavera hazañas
porque muda tu estirpe
traslada y queda
sierpe y partícipe
apuesta ventajosa
porque todo y nada
de par-dimes
en Par-mé-ni-des
contradijiste.


II


¿Te duele cuando no siento
que me penetras
con tu esencia pura
para darme ínfulas
es decir, fe de llenura?
célula, pobre casa
para tu vivir en cualquier parte
y en ninguna
dueña de Heráclito el oscuro
y de Hefestos el pre-estigio
nunca dijiste que las mil flechas
de Israel
tenían tu nombre inscrito
en la punta del punto del nombre
Moisés, Josué
y menos en el árbol
de los interdictos.
VENGO A RECLAMAR RECUERDOS
(A propósito de “Vengo a ver las nubes” de Gustavo Tatis Guerra)

Me encontré un pequeño pulpo
debajo de unas piedras nuevas:
tienen cien mil años.
Mis ojos le regalaron su novedad
él despejó con sus ventosas
hojas caídas en el litoral
de mis olvidos
y los reunió amoroso
en sus tentáculos.
comí de nuevo el bollo
de la palaquera
y dejé estafar de su necesidad
a mi impotencia
Ahora le hago trampas
a mi inteligencia
para que arrope mi emoción
y no la deje manosear
del lenguaje
porque mi emoción es solo mía
mi palabra esclava
de los ojos de las máquinas
y quiero mantenerle sus primicias
para cuando pueda contar
de viva voz
que pude tomarme el cocktail
de los del-fines
montados en
cama-rones
y ofrecí pasajes a los pegasos
en sus muelles
leyendo a Tatis Guerra
en un instante entre nubes
y le rapé de entre sus temblores
sus islas-plegarias del rosario
y me guardé sus sales.
INFLUENCIA E INFLUENZA

Estas líneas tienen el carácter de un exorcismo, de una conminación. Puesto que estoy en la fase primaria de una influenza (la influenza y la influencia no en vano tienen parentesco mágico de resistencia; la influenza muta cada vez su cepa, la influencia pretende mediante un artilugio –de palabra, de encantamiento, de ritual- estar blindada contra la resistencia que es una influencia inversa del mismo modo que la persuasión l o es de la disuasión) y siempre durante la fiebre y el delirio que esa enfermedad me produce, se abren mundos de los que, creo que por transitar aristas de fronteras inverosímiles, más que por las características en si de esos mundos, pues están constituidos de las mismas esencias (amor, dolor, moral, goce, en escenarios igualmente conocidos de tierra, aire, agua, fuego, que se proyectan en casas, cosas, situaciones y elementos) solo que el vértigo de su lógica, o al revés, los hace temidos o, ciertamente, proclives a evitarlos. Pero esta anticipación está motivada ciertamente por el afán del día: En la mañana me he encontrado, como todos mis hallazgos importantes, sin quererlo, con un libro de poesía al que degusté con fruición entres cuartos de hora. De él me quedó el encantamiento que produce una muchacha voluptuosa al pasar frente a un hombre en celo y desaparece a la vuelta de la esquina. Sin embargo le dediqué una invectiva. Luego las musas, o lo que siento son ellas, me llenaron de reproches por el consentir en mirar mi rostro anhelante en la bola de cristal retórico de los poetas actuales. Me dijeron que esos eran los ajedrecistas de la poesía, y el espíritu no juega al ajedrez, es la inteligencia y el cálculo los que juegan a vencer en una batalla virtual. La poesía en cambio es un bañarse en un río extraño, pero lleno de verdades intraducibles. Más, es tanto mi anhelo de caldo primordial como pez que soy, cuyo signo llevo que esas cabriolas de palabras me llevaron a parajes que hace mucho añoro y se materializaron en un simple instante de un pequeño pulpo imaginado entre salobres rocas.
Ahora me topo con “De parte de Dios”, un libro que ya de entrada me advierte de la búsqueda de un hombre que se vale de la artimaña de su imaginación, pero en ellas pone el corazón (de ahí que el orden y la investigación; la secuencia y la asonancia de la prosa, litiguen con el salto y la cabriola, con el instinto y el relámpago cuyo único hilo es el ritmo o una cierta música que en el poema se adueñan del encanto) ese que igual que los niños y los borrachos, nunca miente, porque no puede ya que él mismo es el sitio en el que se hace verdad al constituir en ese intervalo misterioso e inasible entre sístole y diástole la verdad incuestionable de la vida. Les decía a la musas esta mañana mientras les participaba del aroma a hierba seca envuelta en miasmas de exhosto que la verdadera ciencia debería ser la de la poesía, lo cual es una verdad de Perogrullo que simplemente desde hace mucho se quedó en los anales de lo maravilloso en aras de la civilización; en pro de la durabilidad del acero o del hormigón (“durable como la tierra en que se asienta”, decía el lema de la empresa productora de cemento que dio de comer a mi infancia) y de la co-herencia del sentido teñida de carencia de sentido; la poesía, en cambio, es in-co-herencia de sentido plena de dirección que se actualiza en cada nueva perspectiva. Pero no quiero ser injusto con el poeta. Porque una cosa es el oficio de vivir y otra el oficio de poeta y de variedades esta hecha la viña del Señor; como no reconocer que las carencias y las insalubridades del trópico forjan caracteres recios y precavidos; que ejemplos tomados del espejo de la embriaguez recuerdan que es bueno que se den hombres como Raúl Gómez Jattin, pero no es bueno que todos sus congéneres sigan sus caminos y que es necesario que vengan los Roberto Burgos, o los oscar Collazos, dispuestos a disputar a trompadas con quien quiera que sea que pretenda poner eso que el asno pone para defender su derecho natural a la lascivia: coces a las buenas maneras.
Nos alejamos del camino y lo retomamos. En el libro de Enrique Serrano se va a hablar de modo fabuloso con retratos verdaderos de esa otra faceta de la poesía que es la mística, y más exactamente de lo evanescente de Dios, o bajo el pretexto de su investigación, que no está en todas partes, al menos para quienes no lo buscan, o no lo extrañan. De su posibilidad (infinita) de mostrarse como un recurso de entretenimiento sobrio e inteligente, para lo cual hace falta amor; no en vano por falta de un verdadero amor el hombre vulgar se entretiene en los fáciles entresijos del licor o el lecho pre-pagado echa mano nuestro autor, entreteniéndose él mismo, mas con la prerrogativa del trabajo. Hace tiempo he tenido la iluminación de que ciertos hombres que buscamos en el arte, la filosofía, la religión de manera sincera para apaciguar nuestras búsquedas o nuestras carencias, que los libros que leemos los leemos previamente en el terreno del sueño; incluso visitamos las bibliotecas en una larga procesión de intercambios en el silencio de las noches y en sus fríos dominios para que lo que allí se trata no sea llevado o traído por vahos tibios a los terrenos de lo consciente, sólo lo que queda en nuestros cerebros almacenado como premoniciones, como vaguedades, como hallazgos, es lo que recuperamos cuando iniciamos nuestros trabajos en la vigilia. Espero que si esta noche la fiebre me asalta, el libro de Serrano me sirva de buena compañía.


VENGO A RECLAMAR RECUERDOS
(A propósito de “Vengo a ver las nubes” de Gustavo Tatis Guerra)

Me encontré un pequeño pulpo
debajo de unas piedras nuevas:
tienen cien mil años.
Mis ojos le regalaron su novedad
él despejó con sus ventosas
hojas caídas en el litoral
de mis olvidos
y los reunió amoroso
en sus tentáculos.
comí de nuevo el bollo
de la palaquera
y dejé estafar de su necesidad
a mi impotencia
Ahora le hago trampas
a mi inteligencia
para que arrope mi emoción
y no la deje manosear
del lenguaje
porque mi emoción es solo mía
mi palabra esclava
de los ojos de las máquinas
y quiero mantenerle sus primicias
para cuando pueda contar
de viva voz
que pude tomarme el cocktail
de los del-fines
montados en
cama-rones
y ofrecí pasajes a los pegasos
en sus muelles
leyendo a Tatis Guerra
en un instante entre nubes
y le rapé de entre sus temblores
sus islas-plegarias del rosario
y me guardé sus sales.
TIERRA AFUERA DE TIERRADENTRO


Aquí habla Aleyda Nadiefue
la-ley-ida, vocero del país del siempre más
llegada con el simple asentimiento
de la turbamulta-voluta llamada voluntad
que por alguna razón injustificada sabe
sin saberlo que tiene mucho de cierto
lo que un día dijo un tal Platón:
“¡los poetas mienten demasiado!”
y no es que mientan los poetas porque sean malvados
es que los poetas nos frustramos cuando no nos saben amar;
entonces hablamos del sufrimiento
el mal mejor repartido
como quien toca la flauta frente al viboral
y entonces recordamos los magullados espinazos
de llevar a cuestas tanto muerto
que no sabe enterrar a sus muertos
tanta rabia acumulada en el tiesto comunal
Qué no nos digan los poetas
que es verdad que el pueblo manda
porque de ser cierto ya habría mandado las leyes a cambiar
por otras más atinadas o más delirantes, no lo sé
pero por más equilibradas,
esa porción a mi me la dan.
La dignidad de ígnea-edad
la ostentamos en nuestros callos
y en nuestro callar
porque sabemos que el grito
viene siempre desde un sitio terrible
que nosotros tendemos a acariciar
cuando los sabios no traen su sabiduría
a los agrestes sitios
donde la ciencia no sabe desyerbar
vosotros buscáis ponerle esposas
o lazos sutiles:
dinero, espejismo, teatro del ideal
nosotros le enredamos el bucle:
gracia, sacrificio, angustiada sonrisa
del más allá
desterrar el ocio y la molicie sin Prozac.
Así que no me inmortalices con tus cantos
que ni siquiera a mis oídos flacos
llega el eco de tu universalidad
yo con mi romero miro mi Homero
y con el saboreo el pellejo asado
que tu gusto delicado no sabe desollar.

jueves, 29 de septiembre de 2011

DE POLÍTICOS Y NOVELISTAS

Héctor Abad Faciolince es, por lo que proyecta, lo que se podría llamar en sentido estricto –machadiano-, un hombre bueno, aunque sepa bien lo que son “los asuntos de un hidalgo disoluto”. David Luna es, por lo que representa, vivo ejemplo de lo que significa –modernamente- ser joven y con agallas, aunque en sentido pos-moderno se podría decir también que “la luna da-vid”, por más que sea muy difícil –en sentido pragmático- que el vino dé luna. Gustavo Petro, por su pasado, no es lo que podría llamarse, en sentido psicológico, un hombre malvado, sino, más bien –en sentido derridiano-, un hombre difer-anciado (léase, antes que diferenciado, manchado, por una extraña decisión de la vida de los pueblos de cambiar su sino). Estos tres personajes se enredaron en una polémica que tenía por referente las probables inclinaciones que desvirtuarían la buena intención política del último, a raíz de un comentario del primero. Que el del medio salga a terciar es significativo. Los políticos son como plantas; dependen de la calidad de la tierra para respaldar su valor intrínseco. Nótese que se dice tierra en lugar de suelo, puesto que suelo implica un trabajo, una intervención humana para convertirlo en sustrato, para destacar la pura relación natural. Si la tierra en la que crece un político es tierra de características estériles su calidad será de enclenque planta –con excepción de ciertas vides y de las malezas que crecen en tierras pobres y agrestes. Los novelistas, en cambio, son como el agua: tienen que ver con todo y a todo sirven y a todas partes llegan; pero el agua tampoco es pura en todas partes –aunque allí donde haya agua habrá siempre vida, mientras que allí donde hay políticos no siempre hay progreso-. Es lo que sucede con las sociedades; la tierra de su historia no es apta para fértiles siembras y cosechas.
Decía el novelista que la actitud elusiva, la mirada sesgada y las propuestas populistas (rebajas contundentes de los servicios públicos, subsidios estatales para casi todo, obras civiles de alcance fantástico, puesto que construir ferrocarriles que agilicen la movilidad de las mercancías sería querer poner la dinámica actual del país en una dimensión contraria a la de las perspectivas globales, etc. etc.) del hombre que ha logrado después –o quizás gracias a ello-, de convivir con el vértigo de las explosiones, de sobrevivir al espanto de las balas zumbando en el oído, adquirir un talante frío y –supuestamente- objetivo, con una asombrosa capacidad de interpelación y proyección de los espejismos de la vida del siglo XXI, no le produce confianza. Pero la resolución de la polémica no estaba enfocada en una discusión de verdades, sino en un contraste de estilos. Si el estilo de un hombre que como Héctor Abad creció en medio de las caricias siempre cálidas de los libros y los modales delicados, por más que el temperamento de su padre, como todo ser humano le mostrara facetas ásperas que precisamente se limaban después de ingresar en el santuario de la biblioteca; y en cambio la vida de Gustavo Petro estuvo signada por la decepción de la persecución de las fuerzas del Estado por mostrar radicalidad en ideas razonables y sin embargo bendecida por una circunstancia especial que supo aprovechar (como una vid de esas que ha de dar un vino de naturaleza bíblica), no es sino una muestra de plantas crecidas en tierras disímiles; de ahí la desconfianza –que es mutua en el sentido de que también Gustavo muestra desconfianza, pero ante todo lo que no comulgue abiertamente con sus propósitos (que pueden ser cambiar una faceta de la historia de un país)-, lo que da para otro contraste bien singular: Fernando Londoño Hoyos en su hora de la verdad viene diciendo con la intensidad de un punzón que quiere horadar la roca, que Petro es simplemente una ficha más de los intereses Chavistas; un comunista a ultranza. Alberto Casas Santamaría, por su parte, con la frescura de un buen wisky en las rocas, reconoce que Petro ha sido y es amigo de Chaves, pero se ha distanciado de sus políticas. Los estilos resaltan por la huella que imprimen, no por la fuerza con que operan.
Pero habría que analizar el agua del novelista. La de Héctor podría ser agua mezclada con la repulsa de la sangre de su padre sacrificado; empero sigue siendo un agua noble sin detrimento de que pueda tener una etiqueta. Hay investigaciones serias que concluyen que algunas de las aguas más caras –las francesas, por ejemplo, que se precian de ser obtenidas de los más puros manantiales cisalpinos- vienen a ser como un bagazo –en referencia a las partículas esenciales que toda agua natural contiene-. Nosotros, sin ser novelistas, ni mucho menos, pero si ubicados en la línea del artista, vendríamos a ser, para los envidiosos y los recalcitrantes que son siempre los que instigan –necesariamente- en la corte, como el personaje del proverbio: “No queda bien a un tonto hablar con elegancia” y este es el meollo del asunto, porque resulta que la tierra del político y el novelista por principio es la misma, sólo que hay quienes –entre políticos igual que novelistas- imaginan que vivir, como hacer política es hacer labor de máquina; pero máquina en sentido fuzzy –diferente de las maquinarias políticas y las definiciones escleróticas- es aquí-mana, como en la vid agreste, pero sólo si aquí-aman, de lo contrario simplemente será un arte-facto de mecanismos y articulaciones de mequetrefe (aquí-imán). Así son las sociedades cuya tierra de historia se ha nutrido de esencias, más que de ciencias, puesto que las máquinas de la sociedades más desarrolladas siempre corresponden a un estilo único con diferentes proyecciones: el estilo del amor a la tolerancia, de la proclividad a la verdad –o al menos a la claridad-, ahí se da la verdadera lucha de clases, mientras tanto, seremos sociedades intentando –inconscientemente- reproducir el contrato Hobbesiano. Yo por mi parte, preferiría afiliar mis estilos desgarrados a una intención no como la de Héctor Abad: Participar del show ya que la circunstancias lo permiten; más bien, aunque en ello se van todas las pompas con que los hombres ilusionan y con todas las contradicciones que ello implica, a tener una proyección como la de Noam Chomsky, de quien me gustaría tener su digna pobreza para hacer el show sin la absurda opresión de poderes y fantasmas ególatras.

martes, 20 de septiembre de 2011

GARZONADAS
(A propósito de la dignidad de un vicepresidente)

La polémica desatada en las últimas horas por el Vicepresidente Angelino Garzón en relación con los estudios publicados por Planeación Nacional y que concluyen que con
relación al nivel de pobreza $190.000 son suficientes para que una persona no sea considerada pobre pone en situación de vergüenza al gobierno nacional no tanto porque se descubra la situación de injusticia, cuanto por la pobreza funcional de las relaciones de poder. Las relaciones de la clase y la humildad son las mismas que las del dinero y el interés. Quien no sabe lo que quiere tampoco sabe el valor del dinero por más que lo tenga. Que el grito en el cielo que han puesto los altos mandos y la clase dirigente –incluidos los más destacados comunicadores- por la “inconveniencia” de esas declaraciones se hubiera hecho con argumentos como los de que una persona para la cual su economía psíquica no alcance los niveles de organización de punta y que su acervo lingüístico no pueda ir más allá en su proyección simbólica y organización del deseo de poder obtener una apariencia tal que permita a su ego ostentar y un poder adquisitivo que le permita mantener su dinámica personal al antojo, esos $ 190.000 bastan, podría ser más aceptable, pero decir simplemente que son declaraciones inconvenientes, sólo deja notar las proyecciones de dominio, y no las proyecciones de servicio que son las que debe mantener un gobierno. Las funciones del gobierno son las de administrar el bien general y no las de impedir el desarrollo real; puesto que las esferas “preparadas” que en el país esperan la oportunidad de participar de la organización de la producción y del trabajo son cada vez mayores, al igual que cada vez son mayores las cantidades de personas que son tasadas con el rasero de separación por el abismo cognitivo abierto entre el desarrollo de la tecnología y la vida cotidiana.
El Vicepresidente es un hombre de esos que se ha “preparado” desde abajo y como tal representa esa porción del país que sabe qué quiere; que la proyección de su figura, que como hace unos minutos dijo Horacio Serpa que “la figura del Vice es sólo una expectativa”, no le alcance para equipararse a la sofisticación modal y al aparato tecnológico con que la clase dirigente maneja la vida política, no quiere decir que sea de la misma clase de comunidades en aumento a las cuales su estructura organizativa no le permita moverse con el vértigo del Twitter y e I-pod, o que por tener gustos y modales menos refinados no pueda tender a equilibrar la convivencia. Así se hace en España. La oposición participa de los intereses del gobierno, pero no los intereses de una clase, son las clases las que luchan de manera civilizada e inteligente desde el gobierno. Que aquí se quiera seguir repartiendo la especie de que sólo en términos de trinos e imagen se puede gobernar y que con el eufemismo propio de los lambones de corte medieval se puede participar democráticamente es otra cosa. Que sea parte del show mediático con el cual, sacando a la escena judicial grandes focos de corrupción y poniendo en la picota grandes personajes para, como en la novela de Lampedusa “cambiar un poco las cosas para que todo siga igual” eso si no me lo esperaría. Que, como en mi caso, a quien se ha marginado absolutamente de la posibilidad de alternar socialmente, de participar de la vida laboral y de solventar las necesidades básicas de un ser humano a saber, amar y ser amado, trabajar y comprender y que sea un show al que el mundo entero sigue y sea un negocio de rendimientos incalculables que todos tapan para consuelo de muchos, eso sí que es estupidez mayúscula y maldad inconcebible.
Yo vivo con esos $ 190.000, pero las que viven son mis vísceras y esos son los raseros con los que se mide la pobreza por parte esos a quienes el saber, el poder y el disimulo se los respaldan los que se contentan con tener cama, mesa y título obtenido en una universidad de garaje y una sociedad de mentiras.

viernes, 9 de septiembre de 2011

LA TRANSACCIÓN


Ya se habían visto antes después de mucho tiempo. No quisieron reconocerse. Mientras ella con la mano en la oreja (“Aló, mamá) ignoraba los sabuesos que querían olerla bien antes de azuzarla, él pensó: “No tontestan” . Ahora ella no sabía quien era el que estaba al otro lado de la línea:
—Davivienda buenas tardes.
—Vaya voz bonita.
—Si, diga....ola, ola
—Aló, aló...
—Si, a sus órdenes
—Si, mire quiero averiguar por la nueva línea de servicios Davilínea
—Claro con gusto, nuestro nuevo....-
Vaya si también hay una voz bonita, pensaba mientras ofrecía sus mejores esfuerzos por describir el nuevo nicho de embelecos plásticos: giros al instante, totalmente gratis, atención personalizada, cosa que no había sucedido antes cuando razones sociales políticamente prudentes aconsejaban mantenerse al margen.
—Dígame, ¿la ternura también es personalizada?
—Bueno, eso depende. ¿Quisiera repetirme lo que dijo al principio?
—Ah, si, si, es que estoy viendo a Bugs Bunny en la televisión y hay una conejita que le hace de la suyas, entonces digo: ¡Vaya Bugs Bunnita!
Se habían conocido en la facultad de filosofía, en una clase de ética; ella quería ser médico y el quería investigar porqué la felicidad es tan sólo un estado al que todos le quieren dar golpe de mano, especialmente si es la felicidad de los otros, porque la propia se amarra a cualquier burdo lazo. Finalmente ella se dio cuenta de que era más fácil calcular números y relaciones de números con las ansiedades de las personas que calcular las buenas intenciones de los demás, de modo que se hizo economista y él se quedó a seguir estudiando cómo la inteligencia pretende hacer de la ética su querida y de la moral su decente esclava esposa y se había creado su propio lema: “No hay que tenerse por muy abeja; alguien te pondrá algún día a hacer miel”.
—Para abrir una cuenta es preciso hacerse presente ¿no?
—Desde luego; sabe que la firma digital todavía no es aceptable para cerrar un trato.
— ¿Perdone, cómo dijo que se llamaba? -si hubiera aguzado más el oído del corazón hubiera escuchado un vuelco en el pecho como cuando ese o esa que nos ama nos llama desde lejos o cuando uno se gana la lotería.
—AMAME.
— ¿Perdón?
—Aura Matilde Melilla.
—Ah, que bien sabe jugar usted ¿porqué no concertamos una entrevista personal?, le aseguro que hay una buena suma en juego -menos mal que no era una teleconferencia porque ahora eran dos ascuas nadando en wiskies dialécticos.

***
La encontró desgarbada y pangilienta. En otras palabras, tenía cara de putonga y viciosa. Pensó que si fuera a decírselo sólo le diría que había despilfarrado el cinabrio como dicen aquellos que creen en auras y energías y por un momento se imaginó discutiendo con la médica que seguramente con palabras positivistas diría: «No amiguito, ¿cuál energía, ni qué cinabrios? la energía es la que uno se consume y repone cada vez que la gasta; así de sencillo; el resto es simple deterioro» y pensó cómo sería intercambiando decente y cortesmente acerca de las libertades de elección en el uso de los placeres y sus relaciones con las convicciones morales, que todos las tienen, sólo que se inventan una fachada para justificar que uno elige con libertad, pero no por eso deja de percibir que hay otros caminos más apropiados.
En cambio él, un tanto ficto y teatral estaba irreconocible. Había aprovechado las nuevas tecnologías de la imagen para hacerse ciertas mejoras –aparte de que era un deportista consumado, poco dado a los goces, que los tenía, y un gourmand incorregible, su lado débil eran las relaciones de poder-: lentes de contacto cosméticos, barbilla hendida, nariz hecha. Tan diferente de aquel desgarbado y enjuto mozuelo tímido de la universidad; en cambio ella, con su bello porte griego que en medio de la pobreza dejaba adivinar cierta nobleza, era un pobre recuerdo. Ella quería subir; él también, sólo que por las escaleras y haciendo las pausas necesarias, ella por las puertas laterales y en los musculosos ascensores del amor.
— Bueno, siempre me gusta ir al grano y sin embargo esta vez quisiera que pensara seriamente en la posibilidad de que tengamos una cita, de negocios, claro, pero en un ambiente más cómodo, que permita conocernos más. Mientras lo va pensando le manifiesto mi deseo de representar a un amigo que quiere que usted le guarde una suma por unos pocos días; esa suma la guardará usted como jefe de cuentas de esta entidad a nombre de una entidad que hará una transacción en esos mismos días: importación de insumos alimenticios, y sin que tenga que aparecer en sus registros, no durará más de una semana y el favor le representará a usted, digamos dos mil dólares.
—Si mal no le entiendo, usted me está sugiriendo un negocio de lavado de activos –le dijo sin el más leve pestañeo, pero por dentro la gusanera del perro se revolvía: «Esa mirada la conozco».
—Yo preferiría llamarlo una operación encubierta y si acaso un pequeño desliz, pero nada más, no se olvide que es sólo el respaldo de su prestigioso cargo sin hacerle mal alguno a su igualmente prestigiosa entidad.
—Y como cuando quiere usted que llame a seguridad, ahora mismo o después de que estreche su amable mano, caballero –se lo dijo con esa misma dulzura que le había explicado al teléfono cómo podía llegar hasta ella. Él simplemente le dijo que no se preocupara por él, puesto que siendo él un caballero y ella toda una dama tendrían tiempo para entenderse.
Evidentemente había aprendido que la clase no se improvisa, pero él había aprendido mucho más: que a clase engaña malicia y que prudencia es roca, pero ambición gota; de modo que Buggs Bunnita fue coleccionando rosas y degustando bombones. Cuando fue detenida y acusada de deslealtad empresarial y uso abusivo de un cargo confidencial estaba disfrutando plenamente de los emolumentos que en metálico y en sitio absolutamente privado le habían representado la transacción de papel que un enamorado despechado le había hecho con ética e inteligencia. El gusto le costó dos mil dólares

martes, 6 de septiembre de 2011

ella y la luna eran hermanas de las formas

redondeaban todo de dulzura y pagaban con luz prestada

invitando a la contemplación y a la caricia de lejos

kumis con cuca degustaban en la tienda de la que soy reflejo

ahora, ¿que hago para tomar la forma del tendero?

jueves, 1 de septiembre de 2011

CARTA ABIERTA A ENRIQUE SERRANO

Como en la sesentera canción del kistch criollo quiero decir “perdóname esta carta, aunque sé que nunca la enviaré” primero, porque aunque pudiese saber donde encontrarlo, no creo que me vaya a responder y segundo porque estoy seguro que por más que nunca llegue a sus manos, va acusar su recibo, así sea en su propia y redonda mesa. De entrada quiero decir que es usted parte de lo que para mi significa un auténtico escritor, en el sentido de tener no sólo oficio, sino también arte y que, como a esos amores que sin ser platónicos uno nunca se acerca porque, sabe que no son para uno, pero sabe bien que podrían serlo si no fuera por las talanqueras de los intereses, de los protocolos, de los encasillamientos, pero ya desde hace mucho tiempo al mirar a los ojos de su obra, pude ver, en ese pequeño fragmento leído en una calle de periódico volatinero, donde el jodida y tristemente feliz preceptor de Nerón –si mis sinápsis ligeras no me traicionan- se recuesta tranquilamente en su bañera a sentir y describir por su pluma cómo la calma de la muerte se va aproximando mientras como un ocaso, el último, su medio se tiñe de bermellón –de verme-en-yo- diría un difuso juguetón de esos que Cortazar nos regala vestido de Cronopios, Famas y Esperanzas, sin perjuicio de toda la talla estudiosa y erudita que él, a diferencia de usted, si no dejó impresa como profesor en la tabula rasa a fuerza de escepticismos de una gran cantidad de jóvenes; en cambio, espero que también como usted, por vías diferentes, más serias y acabadas si se quiere, lo que sería una desventaja porque esas son sólo para escogidos, él con su dolor interior, con esa gracia de pararse del suelo de la angustia, del tedio o de la desesperanza, supo poner la conciencia de muchos en ese terreno al cual ahora lo quiero llevar con mis barruntos.
Dice usted en una entrevista echa al amparo de la zanahoria noche manizaleña, con el sello orgulloso del cual yo todavía no me puedo decir usufructuario, de Juan Valdés en cuyos predios de café aromático y calientito, con la compañía de uno de esos que realmente supieron irse para volver a regar el terruño con lo vivido y aprendido en la capital (Fernando Alonso Ramírez) que la apuesta Greco-Caldense (no hay que olvidar que era ante todo Greco-Quimbaya) no ganó la apuesta porque no tenía de donde (el entorno, los medios, la gente) echar mano para una apuesta más decidida, además porque desde siempre, digo yo, la apuesta por lo clásico, no sólo fructifica en tiempos que no son los de los palos de mango, sino que lo hacen cuando menos se espera y sus frutos, o bien se los disfrutan muy pocos, o bien se encargan simplemente de abonar el terreno para futuros renuevos de su subterráneo esparcirse (como las trufas, sin estolones ni raíces ni hifas visibles, saben continuarse), y a mi me parece que esa apuesta sigue dándose, sólo que en una partida que tiene porque tener fin, puesto que el hecho de que silenciosa y sutilmente muchos profesores, muchos diletantes, muchos encauzados (iba a decir iniciados, pero no quiero crear desinteligencias) que se encuentra uno por ahí con la goma de charlar de Leonardo, o de Lampedusa, para pasar a Kafka o a Joyce y terminar discutiendo si después de Musil, o Gidé, o de Borges, pudiera ser que los Sábato, los Vargas Llosa, los García Márquez, o los familiares de Pascual Duarte (así, en impersonal, porque la niebla difusa se hizo tan espesa que sólo podemos caminar porque vamos tan rápido como la cola que nos abre la brecha), nos logren poner de nuevo en el camino, o hay que darse al dolor y mantener la esperanza de que este globo caiga en terreno apto. El caso es que (y aquí si quiero poner el dedo en la llaga que todavía supura de eso que el anhelo da: ganarse el Baloto) los precursores que de mano de Silvio Villegas, de Gilberto Alzate Avendaño, Adel López Gómez, a quienes siguieron de cerca, Fernando Londoño Londoño, Augusto Trujillo, o el fundador del semanario “La Mañana” se dejaron influir por el spleen parisien y el amaneramiento cosmopolita en lugar de tratar de hacer de sus vidas y sus obras un alambique en el que se destilase un mosto valioso a partir de tan nobles vides; hoy, con el apuro de ponerse a la par con la tecnología y hacerse bañar de sus luces, esos que refulgen van padeciendo de los mismos manes. Sin embargo, estoy absolutamente seguro de que esas esporas que se fueron diseminando al arbitrio de designios menos detectables han prohijado inteligencias que siguen aportando al espíritu y produciendo frutos de la misma catadura de intención y de horizonte en que se fraguaron; que no necesiten salir a la palestra de los medios; que sigan existiendo promotores silenciosos y prudentes que cultivan la parcela de la inteligencia, no para ponerla en los mercados de lo efímero y lo vertiginoso y sin embargo para usufructo de ciertos nichos es la realidad de cierto tipo de cultura (¿cuándo se ha visto que aun en Bogotá personajes de la talla de Pedro Gómez Valderrama o de Germán Espinosa hiciesen booms editoriales o de masas?). En una de las pocas cosas que estoy de acuerdo con otro de los que han bregado en estas marañas, Adalberto Agudelo Duque, es que “la mayoría de la obra valiosa de Caldas está inédita” (faltaría ver si esa categoría se refiere a no tener todavía el apretón de las prensas, o si todavía no se han secado los sudores de las frentes).
Menciona usted también el hecho de que esas grandes inteligencias que se suben en un pedestal de nimbas auras han contribuido a que la ciencia y la sabiduría, ante todo la última, no sea un efecto deseable en la vida de muchos y, por lo menos, pensamos nosotros, en el fuero íntimo de lo que toda verdadera pedagogía persigue arraigue como estilo de vivir y que lo malcriado, lo depredador, lo intransigente de los jóvenes de hoy, viene a ser la mala elaboración de todo lo que las decepciones y los desencantos que han dejado los sospechosos del valor de la alteridad; pero los dos sabemos que la distancia que hay entre la apertura al matachín de Riosucio, razón por la cual usted se vino de sus sosegados dominios bogotanos –aparte de los vínculos filiales que tiene con la región- y la comprensión de la visión de paralaje que si la ciencia explica al neófito de manera sencilla este va a responder que esas solemnes pendejadas no merecen tanto, lo que es inversamente proporcional a la incapacidad del Estado, en aras de la democracia de impedir que tanta impropiedad se mezcle en sus sistemas y así, el revestimiento de paciencia y de esperanza con que el crecimiento de lo realmente bueno se mantiene.
Mientras escribo estas líneas me entero de la muerte de Lorenzo Morales, lo que me hace recordar –y de lo cual no me enorgullezco sino que acepto con una alegría teñida de respeto- que tenemos una especie de antena enfilada a la partida de quienes por una razón u otra, diferente a la que se maneja en esta dimensión, participan del arte y nos poseen con atisbos que son como legados de despedida –ya me sucedió con Octavio Paz, con Saramago, con Francisco Navia, con Sábato. De allí me ha surgido el contraste que ya desde la mañana me daba vueltas; en nuestro litoral caribe el diablo es la música y como tal su posesión es una catársis; por aquí el diablo somos todos y la reserva con que nos miramos tratamos de soliviantarla con esas máscaras de alegría que Riosucio se pone cada dos años. Lo único lastimoso es que tal gatuperio se respalde con algo tan esclarecedor –por principio- como la palabra.
Afectuosamente,

CARLOS EDUARDO PÉREZ MEJÍA

jueves, 25 de agosto de 2011

LOS ESCORZOS DE LA REALIDAD

LOS ESCORZOS DE LA REALIDAD



I- ADENTRO
Cuando se dio cuenta de que la quería evitar ya era demasiado tarde. Ya había sucedido otras veces. Primero fue con un bonito lazo tallado de plata que resultó ser de esos que se ponen negros con la primera sal que les pongan; después con ese billete nuevecito, bien dobladito, tostadito que le llamaba desde el reclinatorio y resultó falso. Siempre llegaba a la misa de ocho a sentarse en una banca donde le aguardaba una sorpresa. Hoy fue que ya antes de entrar sintió que estaba teniendo actitudes de viejo; y ahora llegar a sentarse preciso junto a aquel octogenario a cuyos pies estaba boca-abajo, con su tallo desfallecido, aquella florecilla amarilla, y cuando fue a sentarse, un refulgir de escarcha azul celeste le hizo un guiño desde junto al zapato. Luego fue ella que se paró allí, recostada contra la pared, con una mochila de paseo al hombro y no se dignó mirar cuando todos estaban con la mirada encima de ella para que se sentara lo que constituiría una actitud extremadamente grosera de no ser porque la luna creciente que subía desde el hueco negro de su vientre hasta el otro hueco negro de su esófago le daba ese carisma que tienen todas las que están en su condición; ¿podría llamarse dignidad, respeto, autoridad, mimo? es difícil, decirlo pero el caso es que toda la atención que se ganó al quedarse allí parada, no tuvo ninguna repercusión en todas las beatas, las mojigatas y los viejos que madrugan al ritual porque, diferente a la misa de doce donde asiste toda la chismografía del barrio y el jet set del sector se muestra, y las muchachas y muchachos se fichan y se guiñan para ver cuando emprenden acciones con todo lo que se refiere a ichan (relinchan, trinchan, cinchan y, finalmente, se hinchan ellas y ellos se pinchan) y ella, con sus veinte años escasos y ese aire entre apático y triste que ponía estricta atención a la liturgia cuando Isaías por boca del lector de turno: ...he aquí que llamaré a mi siervo../ y le hincaré como clavo en lugar firme y él recordó aquellos clavos puestos en los muebles antiguos maderas que se encogen con el tiempo: para desclavarlos es preciso dañar todo lo que esté alrededor y ni ellos mismos quedan intactos y no pudo menos que estremecerse ante la potencia de la figura. En cambio, la florecilla allí tirada, vapuleada, mustia ¿cómo llegó allí? ¿y la chispa de escarcha del mismo color que la escotada camisa de aquella que a estas alturas ya un feligrés se había dignado pararse e indicarle que allí tenía su sitio? Imaginó una niña de aquellas que llevan las madres a las reuniones carismáticas donde además de oraciones y actos filantrópicos se realizan otros actos menos devotos aunque tan de-votos como para que los que los regentan puedan postularse a escaños públicos, pero tampoco tan ex-votos como para que quienes participan no puedan llevar inocentes niñas que cogen florecillas de cualquier prado y juegan con ellas hasta que los mayores terminan sus cosas.
Romanos 11, 33 siguió armando la figura: “¡Oh profundidad de las riquezas y la sabiduría de Dios! ¡Cuán insondables son su juicios e inescrutables sus caminos!...” y empezó a sentir esa inclinación filial que sienten los hombres maduros por el instinto paternal que procrea y prospera la especie.
Mientras el cura despachaba su homilía de corte reiterativo, no porque los asuntos religiosos siempre tuviesen los mismos temas, sino porque el talante del personaje daba poca variedad histriónica a la novedad de los días, recordó que sus detractores y contrincantes le regalaban con lisonjas del tipo: «Ah, el zopenco con poses de pastor. ¡Qué contradicción; un filósofo que sabe que ya las éticas y los pecados han dejado el terreno de los rituales para instalarse en la política y la farándula. Ja,¡qué rico, qué excitante, qué atractivo fumarnos un bareto, hacer fiesta, tener sexo en el templo; al fin, es un lugar más» pero no pensaban que seis meses más tarde, cuando estuviesen ostentando la digna personalidad de recién licenciados y nombrados profesores estarían algunos inclusive allí de rodillas dando gracias a esa fuerza extraña que pone sitio donde no hay lugar. ¿Quién es Jesús para tí? “Y vosotros ¿quien decís que soy yo?”



II- AFUERA
Se dio cuenta que no era descabellado el pensamiento. A-f[e-h]uera =afuera. Esa sensación de desamparo que nace del salir: de sí, del tibio crisol materno, de las seguridades con que amarramos nuestras vidas. Sin embargo otra vez se derrotó a sí mismo; igual que cuando se atrevió a cogerle la mano por primera vez a una muchacha. El a fe-huera que resulta empollando felicidades; o a veces tremendos dolores.
—Discúlpeme, ¿le podría hacer una pregunta? –trató de ser lo más humilde y ritual posible para evitar el rechazo.
— ¿Qué será? –su actitud perdió ese carisma de transparencia de la vida exterior y la interior y se tornó en una hostil mueca de persona extrañada y casi que asustada.
— ¿Quién es Jesús para ti?
—Esa es una pregunta muy personal y no veo porque tendría que responderla –y se echó a andar inundando su desconcierto con el perfume de una marca de jabón recién aparecida.
Él sin embargo tomó un nuevo brío que era como alzar la florecita que no evitó y ahora estaba por duplicado en medio de las piernas y la alcanzó
— Sabe, no sé por qué, pero tengo la impresión de que usted sufre por esa criatura que lleva en el vientre –le buscó los ojos para entregarle la ternura sincera que sentía. Ni respondió, ni recibió nada de lo que viniera de ese allá.
— Hasta he llegado a pensar que, bueno, podríamos ser amigos y nos podríamos ayudar mutuamente. Si, ya sé que usted es joven y linda y que yo ya estoy pasado de moda, pero...-volvió a buscar el papel de envolver reticencias y encontró un rasgado pedazo de viento que se movía tan rápido como su corazón ¿cómo era posible que corazón y pasos andaran al unísono si estos huían y aquel estaba de rodillas?- casos se han visto en que...
— ¡Me puede dejar en paz! –no sólo tronó, sino que ya llovía en ese cielo de tela descotada desde una nube de ojos confundidos que tuvieron la valentía de plantarse a esperar que el suave viento de la soledad amainara la tormenta.
Mientras estuvo allí parado viéndola alejarse, pasó el feligrés cortés y en su chaqueta negra que engalanaba su fea faz de indio taimado se leyó bajo el logotipo de Adidas::
UNIVERSAL
URBAN CULTURE

III – LA REALIDAD
En realidad la florecilla la había recogido el anciano octogenario cuando salió de casa con la alegría propia del solitario que ya no espera nada ni nada desea y en su abandono ya ni recordaba que domingos atrás ese mismo parroquiano que se sentaría junto a él le había robado unos segundos de felicidad de corazón ansioso cuando desde atrás y después de habérselo saboreado un buen rato, le arregló el cuello de la camisa que se había puesto sin mirarse al espejo. El guiño de escarcha había sido el mínimo aceptable de un barrido concienzudo que dejó el sacristán en el aseo matutino después que las muchachas del grupo juvenil realizaran sus pancartas de promoción del negocio.
Cuando sus detractores leyeron sus opiniones vertidas en un cuento publicado en el libro donde nadie está obligado a reconocer que le gusta leer a ese tipo de autores, tuvieron la inteligencia de diseminar la especie de que ya la ciencia del comportamiento tenía instrumentos para estafar a la poesía; así, el guión de la florecilla, nació de un guión previo; al fin, el párroco de la parroquia vecina, también compartía opiniones con su colega (vía celular, vía E-mail, vía cercanos al confesionario) acerca de los personajes del pueblo y podía decir con certeza que Jesús regaña cómo y cuando le da la gana.
Otros que gustaban opinar acerca de las cosas insólitas que suceden allá afuera de sus corazones, mientras la fe huera de sus interiores se confina de telarañas, decían que los mensajes subliminales de las criaturas extraterrestres estaban causando furor.
Nadie se dio cuenta de que cuando la luna creciente se encontró con su sol fue para recordar, en un hospital, a donde fue a parar luego de un accidente en una motocicleta, las palabras que él le había dicho: «Este mundo muñeca es de las abejas. El futuro del bebé es el que cuenta. Si ese tonto marica se dejó engañar y ahora que está solo y me están ofreciendo cincuenta millones para que lo deje en el paraíso, pues entonces va para esa».

jueves, 18 de agosto de 2011

LA PROBADA

Casi se dan un beso distinto del que por el ritual de socialización se da en las mejillas cuando por la avidez de buscarse en medio de la multitud que cruzaba y entraba en la cafetería donde se habían citado dieron de cara boca con boca y acaso fue la causa –descontado el hecho de la alineación de tiempos y ánimos- de la particular atmósfera que se vivió a continuación:
—Veo que entonces lo trajiste –le dijo después de mirar con un poco de disimulo bajo la mesa.
—Pero claro que lo traje, mujer ¿me lo quieres probar? –sus ojos chispearon al tiempo que hizo un movimiento de casi que de mago, igualmente bajo la mesa.
—Ahí lo tenemos con sus “javieradas”. Pero qué quieres que pruebe si se podría decir que ya lo conozco –le dijo casi con ternura.
El ambiente se caldeaba más al calor del intenso verano y los dos pensaron al mismo tiempo si no hubiese sido mejor pedir helados en lugar de cerveza, pues después de la primera quería otra y luego otra y después otra más, y él que ya estaba luchando con su cerebro vertiginoso «Quien iba a pensar que el amor, ese informal/se acordaría de ellos, tan formales...»; y ella que también empezaba a ponerse un tanto romántica con la música cross-over «¿cuánto hace que no te invitan a bailar?».
—Ah, y hablando de todo un poco, me contaron que también se lo probaste a Adalberto, y a Orlando, y a Juan Carlos –dijo ya en un tono serio.
—Uff –resopló hacía arriba y el mechón dorado jugó con sus ojos ávidos (los de él)- y ¿quién fue el chismoso?
—reserva del sumario.
—Sí, es cierto y no se puede dejar de mencionar en algunos un cierto desaseo.
— ¿Pero qué, es bueno o malo?
—A mi me parece bueno; es un cierto sabor a mar.
— ¿Por lo grande o por lo penetrante?
— Sobre todo por lo salado.
—Ah, la sal de la vida –suspiró.
Llegaron las cervezas rezumando espuma y al unísono se lanzaron sobre ellas con una cierta timidez mal disimulada. Ella fue más atrevida y se lamió el dedo después de limpiarle el bigote.
— ¿Y bien? –inquirió ella después de un rato.
—Me imagino que tú también lo trajiste –respondió con una cierta incomodidad teñida de modestia.
—Desde luego, pero sácalo tu primero. –dijo ella con cierto aire sumiso
—Que sea al tiempo.
Y los dos se dieron probaditas dialécticas del tremendo río que con orgullo se plasmó en la Opera Prima que los bien blindados editores oficiales contra fiascos de influencias se habían dignado otorgarles como premio a su disciplina solitaria aunque estuvieron de acuerdo en que los editores privados también se blindaban, pero ellos lo hacían contra fiascos económicos; sólo que de fiascos económicos también salían editadas obras que eran fiascos del espíritu.





SONETO SIGLO XXI
(A Fernando Londoño Hoyos quien instigador perspicaz,
se convierte en catalizador efectivo)
Sé, noto que está el antí-Lope buscando
el senote que le de de mamar poesía
porque de tanto llorar que solo musa es porquería
yo, lo inútil de tanta arquitectura voy probando

De sólo sentir el asalto del Espíritu
hay ya una casa construida, con el cordel dispuesto
que no diga el tambor lo que es esto
pero que diga el corazón del ímpetu

Va erigiéndose mientras el masón extiende el compás
y su tercer ojo maquina la fanfarria del engaño
y cuando él tiene lista la fachada yo ya estoy soñando

Así, pues que entre gacela y poeta van ordenando
la vaca que soneta no tiene teta de paz
y el ternero se estremece de calostro caldeando.


II
Que la piedra angular de los preceptos
que el metro, consonancia, que la música;
que el sudor, que las lágrimas, no sin pedos
el artista, su torre y sus adeptos, qué furrusca

Vayamos nosotros livianos resortes
con doña Gracia y don Empacho hasta los gozques
ellos con antaño lenguaje, hogaño tocan palitroques
de latido y de ñarrido hasta los bordes

mismos de cuando un mago soplara sobre el barro
y ahora que somos más bit que pito
aunque se para en medio de cualquier pitorrito

No me atormenten más que por soneto finiquito
y a la pobre dicha le dieron por remanso carro
que ni taxi ni goleta veleta de capricho.



SÁBADO SABATO
7:30 A.M.

Sábado Sábato:
despertar a la urgencia
de estar cerca del túnel
de ir a revolcarse
en la maraña verde
antes de ser larva sapiente
de noticiero nocturno
“hagamos algo sólo espíritus”
saltando líneas
marca el ávido milímetro
virgulilla tejida de hilos
de seda de araña de ansia
en “El hombre sin atributos”
mientras ese misterio de-morarse
pretende di-si-pación
en el juego enamorado de las zarzamoras:
te quitan el sombreo garras diminutas
y una bandera de camouflage
se tiende al pic-nic
de fornicarse al símbolo
con una legión de hojarasca
que cobija al inocente
para que el cielo no mire.
“Sobre Héroes y Tumbas”
se pasean las eras cretácicas
antes de comprender
el número absoluto
del azufre
pues el “Artista Adolescente”
todavía duda
acerca de la intemporalidad
de lo cursi
así que la última pincelada
no está de más
ni el último desconcierto
es lo de menos.
Villamaría, abril 30 de 2011
7:30 p.m.

viernes, 12 de agosto de 2011

De cómo armar un parche en tres pasos

EROTISMO EN LAS CALLES
(O como armar un parche en tres pasos)

I
Estaba allí parada frente a un negocio actual de esos de barrio: rejas de hierro, mil carteles de “cómprame” y una advertencia perentoria: “El que fía no está y el que está no fía”. Cuando el foco tedioso la ponchó en aquella pose: la cara bella de salmo 23 años en contraste con el pie izquierdo en pose chueca y el derecho actuando de talanquera que recuerda ese desparramarse a que invita el placer (ajena de cánones estéticos aunque ¡con qué personales-téticas); con el medio perfil del siempre anhelado chulo tirando a u, Vo.Bo. de los exámenes o las facturas que ahora se llama ingles atosigado de no sé que ínfulas, un espíritu súbito bajó por el pelo y subió hasta el guargüero afilado de unos ojos chispeantes: “La niña que se para mucho menos, pero se para mucho mejor”.

II
Ella sintió que la única tela que le cubría el ánima se le desnudó con una sonrisa y el espíritu súbito primero reflexionó: “una pelea; una pelea entre el gallo y la batea” (cuando la pobre batea tenía en aquel entierro apenas las velas de servir de envase al trigo que atacase un furioso pico) y luego de analizar tres, cuatro, cinco pasos de un pompis varonil y bien garboso replicó: “¡Más único serás vos!”.

III
Él no quería borrar la película que había empezado a hacer sin guionista: Un cartel de pañales “Pequeñín”, un brazo moreno con bordado computarizado: Fruco (y mira como sale, es rojita; eso sí es ketchup); otro brazo adosado al pecho con una libreta, cuaderno, minuta, lista de sentencias, o negativas de indulto y un minino valiente que salía siempre a dar vueltitas y saltar charcos que le exigieran, pero nunca más allá de mojarse la cola (esta vez el caudal había excedido los cálculos). Así que se devolvió haciendo de Pedro caminando sobre las aguas.
—Disculpe usted, ¿tiene horas?
—Las mismas de ayer a esta hora –y puso esa cara que ponen ellas de ¡qué fastidio!
Pero Cristo-Bon-Ice pasaba por allí a esas precisas horas y lo cogió de la mano con dos suculentos Chococonos, gelatos pura técnica italiana.
—Aquí tiene usted, se ha ganado el premio de la simpatía
Y se fueron ya que no había que marcar tarjeta a donde pudieran arreglar la pelea que ya había empezado cuando ella displicente cogió su gelato por el rabo y en vez de ofrecerlo al día radiante lo dejó colgando de una mano-garra morena y huesuda
—Ya veo, no le gusta el Chococono
—Ah, pero claro es que lo estoy dejando de-rre-ti-rse.

ARTE POÉTICA

ARTE POÉTICA
(A la Verlaine)

Sí, persigue a toda costa la música
más no desprecies su fondo carnudo
por seguirle el paso;
busca primero acariciarle el regazo
o que ella te acune en su abrazo dulce
que su etérea sabiduría te desnude
-de reglas, de metros, de fútiles rimas-,
que su desparpajo no te desplante,
hazla tuya con el solo galante;
no le pidas dirección
pero que no te engañe:
si tiene afeites, advierte, que se los quitas
que no se olvide que aunque quien te inspira
es ver-la-in[gl]e,
más, ya muerta la materia:
simbolismo, ritmo
sólo queda que le hundas la noúmena cosa
hasta el tuétano
y que el homúnculo imposible venga a luz
desde el diáfano resplandor de tu oscuro absoluto.
Sabe ya ella que estás al otro lado del muro
y sin embargo lo puro en ella es lo que te excita;
que el ser saliendo de casa vestido de ética etiqueta
no tenga pelos en la mierda
para saborear los últimos fines,
que de harturas sabes ya en los festines
pese a estar ricamente adobados
también terminaron en el retrete;
más que estar sin sosiego por no estar en la pomada
es cosa de agüevados
sin perjuicio de que entre yemas y claras
se sabe qué fue primero, si la gana o la gallina.
Que tu poema sea la putería de tu propia vida
no importa que los harapos de tu esperanza
pongan el lunar en el vacío de las elegancias.






martes, 9 de agosto de 2011

LA CRISIS


LA CRISIS Y LA ECONOMÍA
(Atisbos para una filosofía de la usura)

Hoy ha tenido lugar una interesante charla entre el presidente de la ANDI Luis Carlos Villegas y Fernando Londoño Hoyos Director de “La hora de la verdad”. Si hay algo interesante en este programa y en este personaje, aparte de un cierto tufillo recalcitrante comprensible sólo porque las personas inteligentes creemos obvias ciertas cosas que para otros aparecen sinuosas, es la altura y profundidad que en la sutileza alcanzan sus análisis y el vasto conocimiento que hace que el oyente aprenda al tiempo que reflexiona. Se hablaba en la introducción del diálogo de cómo en los últimos días un cierto número de colombianos han visto disminuido su patrimonio por cuenta de la debacle financiera en la bolsas del mundo, particularmente la de ayer que en Wall Street provocó que todas las acciones más importantes del mundo perdieran su rentabilidad y obviamente sus rendimientos. Decía el Dr. Luís Carlos Villegas que una de las causas principales ha sido la incapacidad del coloso del norte de establecer acuerdos políticos que permitan que la confianza y la tranquilidad de los mercados internacionales se afiancen. Los economistas tienen una particularidad y es que utilizan un idioma especializado que impide que la gente del común entienda de qué va la cosa y esto tiene su razón de ser (más que en cualquier otra proyección profesional). Ezra Pound que como poeta fue uno de los más grandes concitadores de la fuerza que implica vivir, metió baza en la economía con la desmesura que le caracterizaba (mal síntoma) y hablaba de la usura como hablaría Robin Hood en el bosque a los desarrapados después de uno de sus pillajes. Nosotros, que no tenemos pulmones ni brazos para batallar en este mar, simplemente queremos participar de ciertos atisbos que nacen al tenor de intuiciones que da la experiencia y la lectura. La usura es el uso-de Ur-y-de-Ra (léase el uso de la malicia inmemorial); puesto que la economía por definición es la ciencia que busca racionalizar los recursos para proporcionar felicidad, entendemos que ese es su objeto, pero no es su trasunto: el trasunto de la economía (oikos-nomos) es la erótica y la ener-g-ética. Se dice que hoy Alemania es la única nación en Europa que trabaja, lo que habla de la comodidad social que Europa ha logrado obtener con el desarrollo industrial y el advenimiento tecnológico, lo que vale también para los EE. UU. Y todo el llamado primer mundo, con la diferencia de que Norteamérica relajada en su ya larga carrera de dominio global, pero también obligada a mantener su reputación de nación donde el sueño del progreso era realidad, se atosigó de pluralidad, descuidó las políticas de auténtica pro-yección. Italia (con un líder como Berlusconni), Francia (con un fardo histórico a cuestas: la revolución a rojos chorros y un talante de humanidad hedonista), Grecia (con el marchitamiento inconcebible de su flor milenaria), Portugal (con su pequeña franja de escisión de conciencia que en su idioma representa la inadvertida razón de ser o no circunciso, sin para nada en ello intervenga el asunto judío), son países que configuran en su variedad compleja de funcionalidades socio-estratégicas y comerciales el abandono de aquello que los abuelos guardaban en saquitos de lino en un lugar secreto y que hoy se nombra con una simpleza abochornante. Pre-visión. Pero todo eso se traduce con una sola palabra: Voracidad. No obstante la voracidad, que tendría que ver con el producto de una gran hambre, no es la palabra que abarque todo lo que implica para la economía nuestra modernidad, tampoco lo es: Gula.
Pero volvamos por un momento al específico tema de las bolsas y la crisis, y especialmente a la situación interna de nuestro país, que si bien es agitada, no podemos decir que es crítica (Colombia es uno de los países mejor pro-yectados de la actualidad, no tanto por su pasado reciente, como precisamente por sus ansias de futuro que está contrastando las variables y tachando las incógnitas de su ecuación vivencial). La distancia entre la economía y la usura está medida por las bolsas de las cuales su usufructuario, el especulador, establece la diferencia entre el sabio y el temerario. Pero todos somos especuladores en alguna medida (especular viene de especulo que quiere decir espejo, empero los espejos siempre son virtualidades, y ni que decir que en lenguaje fuzzy especulo tiene que ver con lo que va quedando del culo es-pe[r]-culo). Colombia por ser una nación en la que su inteligencia ha logrado permear los espesos meandros de la mecánica financiera en la cual comodities, papeles de proposición rentable, prospecciones de fluctuación y demás términos al uso del especialista, no sólo ha tenido como vadear las tormentas recurrentes, sino que, ahora que se habla de que el nuestro es un país cuyos ingresos están teniendo rubros importantes, se debería hablar de ello no como se habla entre iniciados (sin que por ello se quiera decir que no se requiera autoridad o conocimiento de causa) y peor aún, como se habla y se actúa entre las familias a las cuales, después de un terrible período de hambruna, les llega una remesa nutrida; esa es la otra voracidad de los países de la periferia. La reciente regulación de la Ley de Regalías es un vivo ejemplo de ello; los honorables senadores, los sectores políticos, alguno que otro timorato columnista discurrían sobre ello con una aparente ecuanimidad, pero en el fondo había un borbotear de pirañas sobre un pedazo de gallinazo podrido. Podrá parecer ingenuo, pero en España las discusiones, pese a la crisis, son de una altura y una transparencia mucho más deseable (no importa que se note que también ellos se pelean por el ñervo, pero se arreglan mejor las cargas y se hace menos el oso).
Al final, en medio de la entrevista vino a cuento la Asamblea nacional de industriales que se va a realizar en dos días en Cartagena. Precisamente la ANDI (que no es la andi’pa’rriba y pa’bajo) como parte de la sociedad civil es una pequeña porción de las voces que están en mora de concitarse y congregarse para que realmente sea la nación la que discuta sus asuntos; por eso es también tan importante que nuestras juventudes vean la necesidad imperiosa de educarse y de participar activamente en la civitas.
El contraste final de nuestra reflexión de la usura vino después con la sección “hoy en la historia” donde se trajo a colación a Federico el grande, rey del sacro imperio romano-germánico, que al decir del cronista quería ser más romano que germánico, hombre de portentosas cualidades físicas, excelente jinete, mejor amante (con un nutrido harem que sin ser musulmán le hizo disfrutar como nadie y también sufrir a las esposas que tuvo oficialmente) y escritor, inventor, pensador. La experiencia de Alemania con la guerra puede ser un gran indicador del aserto que se hace hoy sobre su condición social; China (cuento aparte) también muestra como el hombre va aprendiendo a ponderar el ser, el estar y el pasar; que no puede ser sólo el querer o el soñar. En el contraste de estas dos últimas ideas quedó en el aire un gran interrogante: ¿es acaso la imposibilidad de contrastar la fuerza con el conocimiento la que lleva a los hombres a volverse violentos? o ¿es acaso la imposibilidad de tener la fuerza a que se aspira para contrastarla con el conocimiento la que hace que los individuos se decidan a envilecerse? Las dos preguntas aparecen interesantes, pero parece la segunda la más pertinente, pues con conocimiento, se puede equilibrar y dinamizar la fuerza, la otra parece una obviedad a la que merodea la paciencia.