EL MUNDIAL
DE FÚTBOL Y SUS ESTRATEGIAS SUBTERRÁNEAS
Conocedor como soy de la tendencia del pueblo
japonés –y de los orientales en general- al misticismo esotérico, creo que es
bueno alertar acerca de la probable injerencia extra-física –casi que digo astro-física lo que no habría quedado
tampoco mal, dadas las ideas, obsoletas pero que aún circulan, de cuerpos
astrales y otras especies- del equipo japonés de fútbol en contra de su más
poderoso rival: Colombia. ¿Alguien echaría de ver el tremendo parecido del
uniforme con que se presentaron en el partido que tuvieron con Costa Rica? Una
teoría dice que muchos aborígenes tenían como costumbre vestirse con el atuendo
del enemigo, o vestirse con piel del animal que pretendían cazar. ¿Acaso no
cazarían al tigre Falcao con anticipación? Lo peor de todo es que Colombia, a
pesar de ser un país tropical en el que las fórmulas de hechizos, pócimas,
rezos, corren por el imaginario y los negocios de bajo perfil, como equipo,
metido en pleno siglo XXI de competitividad tecnológica, no debe de estar pensando
para nada en estas posibilidades y su efectiva contra. Que nadie se llame a
engaño, el país anfitrión, poderoso país emergente es la cuna de la macumba y allí, al igual que muchos
otros subterfugios, deben estar hirviendo las fórmulas para dejar grogi a los rivales. Es cierto, Colombia
tiene un potencial enorme en tecnologías de punta como la programación neuro-lingüística y la psicología filosófica o
filosofía de la mente tiene un gran bastión de investigación y rendimientos de
algo que si salta a la vista: El poder arrollador de la palabra usada con su
justa fuerza, sus idóneos términos y en la oportunidad precisa; pero no es el
poder de la palabra del culebrero de parque que hechiza a fuerza de tips –o tics- que apelan a la ignorancia
parroquial, al humor, a los tabús populares, al miedo ancestral; no, el poder
del lenguaje es como el poder de los atletas es un entrenamiento que incluye
también una dieta y un pensum técnico,
así como un cierto canon de jugadas. Me han dicho mis correos secretos que
Pekerman tiene de eso y mucho más por un cierto don que Borges entregó a una
secreta sociedad argentina. Venga pues que no sólo la fe ciega del pueblo y la
fuerza que uno hace frente a la caja
tonta son los refuerzos para la unidad nacional; el asunto es que Colombia
está creyendo en sí misma y los suyos en sus congéneres. No hay mejor guiño que
aquel que lo hace con el corazón confiado, no en la realización del milagro,
sino en la trasparencia de sentimientos. Que no nos de pena reconocer que en
medio de la emoción del juego estamos esperando sentirnos desnudos de odios,
desconfianzas y resentimientos. ¡Qué viva Colombia, somos el pueblo del cambio:
Colombia!