martes, 30 de junio de 2015

STRIPTEASE DE PÁJAROS

STRIPTEASE DE PÁJAROS

Hay una barra de striptease de pájaros
En un local de aire libre de un sitio confinado
Es un plano inclinado, una cuerda de acero
Templado de polo a tierra
De una torre de transformador electrificado
¿Será la camisa de fuerza de los soñadores
De un mundo sin mundo, lleno de amor
O será un subversivo infiltrado
En la beatitud descreída de los prácticos?
Hacen su baile de trinos mostrándole el sol del ano
A los destellos color canario de la pluma del horizonte
Que aún no hace su show pero es un augurio
En la pirueta de saltarle por encima al otro
Pero al escaño más bajo
Y puñetean con sus alas livianas a la gravedad
Y paran de cabeza a la infelicidad y le abanican con la cola
La impotencia a los faraones sedados
Y envían besos y mensajes a los doctos
Que por supuesto nunca contestan
Aunque también estén asistiendo a terapia
Con su conciencia y el prurito de un escaño
Inevitable y cada vez más conminatorio…
A veces llega una rosa y les envía un pétalo
De ternura que se pudre en el agua de Lo Mismo
Y se ofrece como placebo de Lo Otro

Para jefes de arcanos.

domingo, 28 de junio de 2015

UNA MILENARIA DROGA REDESCUBIERTA

UNA MILENARIA DROGA REDESCUBIERTA
Hoy recordé una anécdota de cuando en los inicios de la fiebre de los cyber-café, una mujer –muy bonita por cierto- llegó a uno de aquellos lugares y al solicitar servicio de un ordenador dijo al dependiente: «Acaso, por favor, necesite su asesoría; me pongo frente a uno de estos y mire como me pongo»; la mujer temblaba y el asunto no era meramente psicológico, el trasunto energético que hay detrás del asunto informacional es tremendamente complejo y tiene que ver no sólo con asuntos de infraestructura, sino también con el trayecto espiritual de la humanidad que ha llegado a tal capacidad de síntesis y traslado de su voluntad creativa que la unión espiritual de fuerzas y conocimientos instaladas en el inconsciente colectivo siempre tienen la parte más importante, no importan los técnicos que, pioneros, llegan siempre al campo por desbrozar.
El asunto viene a mientes porque ésta, como cada mañana, me tomé mi droga que tomo todas las mañanas y casi que como el café, la estoy tomando todo el día, aunque substancialmente sólo son una o dos dosis diarias.
Tomar mi droga es un gran ritual; primero tengo que hacerle unos pases mágicos y evocar unas fórmulas predeterminadas; como el delantal masón o como la pintura indígena yo tengo que investirme para la ceremonia pero normalmente estoy desnudo. Pero es posible que la dosis de dosis del día tenga que adicionarla con un excipiente diferente: Un día lluvioso, una preocupación, un amor en ciernes, un deseo harto reprimido. Luego me voy a buscar el sitio donde voy a pasar mi viaje. A veces es simplemente la cama, entonces sé  que estoy deprimido y mi dosis me ayuda a pasar mejor. Otras veces me voy a buscar la excelencia de un paraje verde, silencioso, con paisaje donde otear el horizonte; regularmente llevo un libro que escomo decir me llevo uno o varios espíritus congelados  o presos en una cárcel de papel a los cuales me puedo confiar, ya para ignorar el paraje interior por el que atravieso, bien para pedirles indicaciones, tal vez para charlar con ellos acerca de mis sensaciones. Cuando es un día de esos, generalmente es un viaje exultante, día de sol radiante, flores, frutas silvestres, mariposas, criaturas que se muestran o se presentan; quizás una barbacoa, tal vez un buen vino. Pero hoy no fue un día de esos; hoy fue un día en el que el ritual se me presento con una serie de  inquietudes producto de la emoción que sentí frente al computador en la madrugada, cuando en un desvelo me encontré con una lectura reveladora que hablaba de los escritores y su relación con el tiempo presente, pasado y futuro y como los escritores son, muchas veces unos viajantes del futuro y/o del reino de la muerte que nos traen una flor como prueba fehaciente de que estuvieron en ese más allá. La inquietud radicaba en el hecho de que por la emoción de compartir las impresiones que esa lectura me causó, se me quedaron dos o tres cosas entre el tintero para redondear la idea, no obstante me tomé mi dosis y me fui a buscar el sitio. Pronto la droga estalló, entonces la inquietud que había dejado refundida en un rincón de mi mente volvió a aparecer: Los escritores muchas veces son simple compiladores cuyo don es el de absorber muchas informaciones y conocimientos que se van refundiendo en el afán de las cosas del mundo y su misión es dejarles a ciertos husmeadores y merodeadores pistas y órdenes para que difundan, recuperen, transmitan ciertas necesidades de ajuste de la realidad actual, bien de una sociedad, bien de una tribu, ora de un individuo. El compilador que me encontré en la madrugada, también en un lapsus quizás de emoción –o de no desandar el camino para ver que lo ha trazado bien- puso flar en lugar de flor. Entonces estalló la psicodelia de colores; las flores son multitudinarias de colores y matices, de tamaños y formas, de aromas y sinestesias; de pronto estoy en una marea inmensa, soy un pez pero soy yo, y veo allí, a unos metros lo que podría ser una medusa, sus cilios innumerables cuelgan apacible y quietamente en la marea, no sé si es lo traslucido de ella que deja ver el color aguamarina o está vestida de color turquesa, el caso es que su forma de hongo o de capucha no lo es del todo: su melena de cilios está moldeada de tal modo que si fuese un cigoto o una célula vista en un telescopio, esta estaría denunciando la aguja microscópica que insertan en la operación de clonación o en la de inseminación artificial, entonces veo que no es una simple aguja, es la horma perfecta de un pene; no es una medusa, es una cabeza y el pelo está tan bellamente planchado y redondeado al pie de la oreja, la resolución parabólica del día es la mujer que lleva doce años con una hemorragia y una fuerza emanada de un velo la sana, la medusa tiene la piel hoy lozana y sonrosada y, aunque es fea, está bellísima, señal de que está ovulando y sus criaturas instintivas salen a pasear en búsqueda de la perpetuidad de la alucinación que es la vida, casi al instante pasa, de no se sabe dónde, un aroma sutil de la misma naturaleza rancia que la de la pobre mujer que cuarenta y ocho horas antes me crucé en una esquina para gestionar una cita por siquiatría, con la diferencia de que este aroma, al igual que el propio aroma rancio, es agradable y no repugnante y entonces la música que sale de una voz cascada como de viejo sabio diciendo: Dios en una decisión autónoma y libérrima lo quiso universo, lo que en paisa quiere decir que se le dio la absoluta y real gana de que fuese universo, pasa de la velocidad al vértigo; entonces mis traviesas criaturas interiores vienen a decirme: ¡ves! F-lar; fe-del-lar porque la flor es fe-de-loor; Giordano Bruno no estaba equivocado, o si, si estaba equivocado como tú ésta mañana, nos son varios universos o múltiples universos, es uni-verso, es un solo verso –los romanos llamaban versos a las eras de las plantaciones- Dios plantó un solo verso, sólo que múltiples plantas y formas y flores de las cuales sus direcciones son las letras; pero si tu, como esta mañana te haces con la plaga, el cucarrón, el mosquito, la broca, que no recorre el verso sino que lo atraviesa en el aire de su voluntad –el odio del diablo y sus fuerza de oposición- para pasar de una dimensión a otra y ser objeto de confusión y piedra de tropiezo, te metes en un callejón sin salida de la hermenéutica, esa ciencia que dicta normas y métodos para que lo que aprietes dentro de tu ser, es decir inter-pretes (acabo de desandar el camino y el interprete del ordenador dijo dista en lugar de lo que yo dije, dicta) sea propio, sólido y común (tuyo, de razón suficiente y en armonía con el universo).
Desde los más antiguos tiempos, desde que la conciencia empezó a balbucear sus más tempranos atisbos, la fuerza que se va uniendo a otras fuerzas va haciendo co-m-un-idad, común unidad ; D-orga, droga; de la familia de organización, de organismo, de orgasmo. La fe es una droga potentísima y provoca las sensaciones más maravillosas que se pueda imaginar el ser humano; quizás alguien pueda decir que puede ser igual a la comunión de un concierto con Bruce Springteen ; o una orgía pagana al estilo antiguo, pero esa no es fe verdadera, esas son fuerzas desatadas regularmente con la mediación de sustancias. Yo me tomo mi dosis diarias de unas plegarias, asisto desnudo a la misa por televisión y al medio día casi que a diario voy a ese sitio a estallar esa sensación que me deja alucinar en paz, no me tomo la sustancia que dan allí porque la respeto casi del mismo modo que respeto las otras sustancias, las otras sustancias las respeto porque sé que si doy un mal paso con ellas puedo tener muy mal rato y hasta caer definitivamente, esta sustancia la respeto porque, aunque sé que es gratuita, no soy digno de ella, sin embargo se me permite participar ritual y espiritualmente de ella. Pero igual que en los templos de los rituales antiguos habían prostitutas que prestaban servicios sacerdotales y gratuitos a los fieles para pasar luego a consultar a las pitias o al oráculo de Delfos (el del conócete a ti mismo) estos sitios no dejan de tener su formas sustitutas pro-institutas: Ya bajando del viaje se nos invita a participar de otro rito de comunión en el que por un pequeño óbolo –aparte del que se debe estar preparando para el óbolo de San Pedro dentro de una semana- estaremos participando de la maravillosa flor musical que nos entrega “el ciego de oro”, una criatura que con defectos auditivos, visuales y cognitivos nos entrega su don de superación y armonía acompañado de sus partners que se encargan de canalizar a través de la “Fundación ciego de oro” para niños en situación similar a la de nuestro artista.  

P.S.: Cualquier alusión o firma al Sócrates de la leyenda o al propio clásico es puro plagio.        

viernes, 26 de junio de 2015

SINAPTICA

SINAPTICA


Las sinapsis son el hilo de Ariadna de la vida

Pero su resolución de tejido no es la historia

Es el espíritu, por-tì-es-la-ruta

Por eso lo dorado es el-hado-de-la hora:

¡Brilla de pronto entre el agua clara!

Para el buscador merecedor

La joya que podría vender cara

Si logra forjarla en filigrana

-¡ah!, de la chispa al dibujo, palabra-

Más, ¡ay!, una vez conquistado el reino

Ese orín de tiempo, el oro

No nos vale nada

Atila, el nuevo rey de los [H]unos

-eran tantos los embrujados en el espejismo-

Que el pasto de realidad bajo sus pasos

El camino borraba con-tal, coltán

No sabía el rey de estos hunos

Que era el rey del circo

Porque en Atila la-tía el perro corazón

Que en sístole diástole

Repartía el pan entre sus hijos

¿Qué aire respiraba el veneno?


Dorada cerveza sin poema ajeno

KLOSSOWSKIANA


Por-ti-en-la-mesa-de-la-mente se pone el pensamiento
Y entonces se hace pro-mesa
Y vienes y tomas espíritu y divagas y vas y vienes
Y no estás en el viento
Más, cuando el viento viene
Es la denuncia de que está
La puta, traficando con el pillo
Empero cuando el pillo se hace paje
La puta ya se ha redimido
Y el secreto movimiento
que en el pensamiento no descubre
lo que la puta fija en el negocio dual:
cuerpo, espíritu
es porque el paje pillo
como tercio excluso ya
en todo se ha unido
y el sueño de la muerte sobreviene
pero la muerte del sueño sobrevive
y el miedo
que estaba en medio
hecho luz viaja
en la tiniebla por camino
y no es rayo ni es estrella
ni es nudo ni es filo
ni es mundo ni es espada
ES
SER, res
Vuelto cosa su revés
Todo y nada
Adentro y afuera
En uno y ningún sitio
Pa’la’bras



jueves, 25 de junio de 2015

POR SI ACASO


¿Acaso pudiera alguien entender -y no escribo para que alguien diga que entendiò sino para gritar con todas las fuerzas no desatadas porque no se me da la gana de desatarlas- que estoy verdaderamente harto y hasta el moño? Pero no estoy hasta el moño de rabia por el poder usurpado sino por la tristeza que me provoca ver que la propia sangre no tiene ni ha tenido ni tendrá el orgullo y el coraje y el corazón que se supone entre los suyos; Ni mi padre,  que supuestamente era el inteligente, el cerebro, la simiente, ni mis hermanos que como él se conforman y se dejan pasar por la faja la desvergüenza de que los acomodados de la familia, con sus represiones rancias y sus torcidos cortesanos sigan teniendo el cinismo y la infamia de ver como el loco, el diferente, el inocente, pasa por las barbas de sus propiedades, de sus desdenes sin que les duela que una vida se estropeó por falta de un buen hombro sobre el cual llorar, descansar y despertar. Claro que todo se puede justificar, cada cual lleva su circo y su cruz al hombro y en él está el leer la consigna ilegible que lleva a sus espaldas, pero cuando uno ve que las situaciones más viscerales de los hermanos, de los hijos, de los padres es causa de infortunio que uno podría ayudar a aliviar..., además si se tiene tanta presunción y tantas gónadas para llevar su contradicción pues, bueno, a ver si aprendemos. Como para que uno se de cuenta con verdadera tristeza que esa persona a la que uno quería encontrar la forma de decirle que ¿cómo fue posible que nunca creyese que uno quería realmente ser su héroe del mismo modo que quiso serlo un día para una que juró ante un Dios por él y luego se volvió atrás, y que no sea posible porque no se encuentra la forma, el camino, con la misma lógica estúpida de sujección por el poder, sin darse cuenta que el poder de las gónadas no es el mismo que el poder de la razón y de la palabra compartida, para que venga con sutileza insuperable a decirle a uno que realmente ha sido un inca-pacito para asumirse conmigo, para alimentar el ego estúpido y el input que vende y pasa los remolinos del prestigio momentáneo? Es que acaso querría que uno se sustrajese más de lo que se ha sustraído a lo diferente de la evolución como para pretender que uno entregué el corazón en bandeja de piedra arrancado ni siquiera por la sagrada hoja de obsidiana sino por la fuerza primitiva de la mano metida hasta el fondo del pecho? no esos no son verdaderos ritos esos son juegos de guerra absurdos, que no aplican para tontos de solemnidad. ¿Que quién era o no merecedor porque era una zorra; acaso no fue tambièn mi madre una zorra, y eso que tiene que ver con que alguien quiera ayuntarse con alguien sin ponerle precio al peaje? esa es la verdadera grafía la de las almas que van escribiendo la realidad de las fuerzas que se hacen y se deshacen en lo profundo e inasible del tiempo. Lo otro era la verdadera POR-NO-GRAFÍA, la estupidez llevada hasta su más fiel reflejo: Civilización perdida.
¿Cuál maldito orgullo de la consideración y de la admiración y del lamerle los pies al otro porque ha montado un muro en torno de su incapacidad de ser para poder estar?

ACTUALIDAD PORNOGRÁFICA

"Sí, está bien, córtame la lengua
 con la guillotina que tienes en medio de las piernas
 pero antes, déjame intentar achicar toda el agua
 a ver si veo lo que hay en el fondo de la fuente"


Los anteriores versos son pornografía pura; no hay tal de que es erotismo o poesía bien pensada con la elegancia. Quienes podrán entender a primera vista lo que eso significa serán aquellos que tengan a mano de la mente toda la teoría levantada como expediente en torno al tema, al tenor de la obra y vida de personajes como Verlaine, Baudelaire, Rimbaud o Alejandra Pizarnik y George Tralk. Son versos de un tal Carlos Eduardo Pèrez Mejía, autor absolutamente desconocido pero al que si le ven la cara en alguna, cualquier parte del mundo habrá muchos a quienes les resulte conocido. Vienen a colación porque el fin de semana último se celebró un Encuentro con el pecado que contó, obviamente, con Performance, de modo que la resolución de Cultura en tono de SOCIEDAD DE CONSUMO queda a tono con la institucionalidad y el reparto burocrático. Pero no es eso lo que nos mueve a escribir estas líneas, es la curiosidad de imaginar qué resolución especular, un evento como este, en una provincia como la que somos, reputada de culta -pero también de pacata y ranciamente hipòcrita- podría haber presentado. se nos ocurren dos escenarios: El primero, el de la asistencia más o menos nutrida, por parte del gran público -que en este caso viene a ser el catalogado, indexado y controlado de la academia y sus pseudointelectualidad- que se asoma ávido de novedad,pero tambíén lleno de suspenso políticamnte correcto, y es que, bueno, si en la performance salen tetas y culos y falos desnudos y alguna palabra subida de tono, pues nada raro, son los ojos del arte, pero ya en el terreno del foro, me imagino al público, medianamente culto -entiéndase por esto de mente abierta y sin corsés mistico-religiosos, no de amplio manejo de la teoría de mass media, del consumismo, de la manipulaciòn de medios etc. etc. y que ni siquiera está en manos de los de tras bambalinas debatiendo con circunspeccón y el manido estilo de salones dieciochescos, definiendo la pornografía como la simple creación de obras en las que la desnudez y la vulgaridad estan involucradas con el único fin de entretener, además de excitar, y no imagino que alguien pueda realmente darse cuenta que la verdadera pornografía de hoy está es precisamente en el culto del cuerpo sano, del cuerpo bello, del cuerpo tonificado, del cuerpo que maneja el deseo como objeto de prestigio, como objeto que vende imagen, como objeto que se exhibe en su magnificencia de progreso, del cuerpo como cielo de la verdadera redención, lejos del cielo lejano cristiano y sigue tapando la realidad monda y lironda de que somos cuerpos carnales, valga la redundancia, que buscan su estabilidad y su homeóstasis, bien en otros cuerpos, bien en el cuerpo propio y cuyo rendimiento de emancipación se ve reflejado en su índice de neurosis, en tanto que la industria de la culpa y la punición ya no pertenece exclusivamente a la iglesia y a la institucionalidad, sino que cada cual sabrá si invierte en la bolsa de intercambio simbólico, que no de signos, ya que el signo se ha deteriorado de tal modo que su definición se ha perdido en la selva de los iconos, los slogans, los gadgets. Pero Baudrillard se quedó corto en su afán de congraciarse con el establecimiento y participar él mismo de la trampa del consumo, al deslizar hábil y subrepticiamente las claves confesionales de la sociedad de consumo y sus estructuras, también corrió un poco más el nudo de la sujeción, el bocado del caballo brioso que aún no puede auto-regularse en clave de racionalidad. La profecía de Rimbaud de la una era de increíble y deliciosa depravación estuvo siempre medrando bajo el tapete de lo social y vive de su necesidad, pero él, como los otros malditos que mostraban el camino del abismo que todos recorremos más o menos a menudo, solamente lo mostraba como anhelo, eran los obscenos, los que ponían en escena. El otro escenario es el de un recinto propicio para ofrecer de estudio de grabación de las canciones de las moscas -acaso hablando de puterìas con las abejas y gozando de ver pincharse y picharse el culo las hormigas-, no por exceso de silencio, aunque si, más bien, por suficiencia de quorum de conciliábulos vacíos que no alcanzan a balbucear que todo lo que ha quedado atrás y que de la profusión normal que la dicha ofrece en su fuero más íntimo, por más que vedado o vendido o exclusivizado, sólo sigue descollando la confusión de graves modos y sentencias, sin alcanzar todavía a vislumbrar que todo lo que se ha pergeñado en el escenario de arriba sucede y seguirá sucediendo porque aún no hemos elaborado -no me incluyo porque yo no pertenezco a la sociedad- la relación irracional entre, por ejemplo, la fisiología del amor físico, con los principios atávicos del amor psicológico y su más rosado denunciante. el pudor. Todo se queda en ciencia positiva y usos de sus hallazgos, mientras la gente se muere de infelicidad, de remordimiento o de miseria porque la droga que les salve de su promiscuidad de sentimiento aún es demasiado cara.

lunes, 15 de junio de 2015

ESPEJO

ESPEJO

Él al espejo hoy se miró
¡como así, pendejo, que no te gustás!
Y entonces tomó su acento circunflejo
Y empezó a hostigar
Como si él, el espejo, al-la
    ¿Te gusta el color camarón de tu pellejo?
    No se puede negar
    ¿Es sobria tu boca y amiga de esteta?
    Con la noción perdida de esa belleza,
 debo aceptar
    ¿Aún con miopía y estigma puedes besar la luz de los días?
    ¡si es ella la que me mira ¿de qué Edipo me debo amputar?!
    Y aguda todavía para hendir el aroma
¿tu espuela del águila quisieras cambiar?
    Ni falta me haría porque mi flor única signo de olor no necesita
En este barrial
    Ay, te pierdes, humano, aun que te doy la mano
    ¿Acaso es que mancha obscura a  tu faz quieres trastocar?
    No, no, por amor de cualquier dios. Es que el rostro y el gesto
Que dentro siento que llevo no se refleja en tu espejo
Porque su belleza interior en la fachada mía se supo conjugar;
Así que no te esfuerces benévolo espejo en podar mis pelos
Ni acicalar tu destello
Que aquí adentro todo es Luz
Que no puedes agarrar
A menos que la traigas
Y la dupliques en mi hombro
Y si nos ves darnos un beso

De mirada en ruina te vas a quedar   

EL REGRESO DE RAÚL





E-MAIL # 1
DE: poecarlos@gmail.com
PARA: delirios_rocosos@hotmail.com (Revista Caza Moscas)
Respetados señores: Ha sucedido algo curioso y desconcertante. Por búsqueda booleana encontré casualmente su convocatoria acerca del poeta Raúl Gómez Jattin. Lo curioso es que yo no tengo interés ni afición alguna literaria (soy investigador en bio-ética). Lo desconcertante es que yo no tengo Internet y el archivo que les adjunto apareció en mi computador un día de lluvia en que escribía una carta a un amigo; de pronto, sentí una somnolencia incontrolable que me dejó, no sé por cuanto tiempo sin sentido porque no recuerdo bien la hora que era cuando empecé a trabajar y  mi máquina se desconfiguró totalmente (excepto este y algunos archivos que por fortuna, eran los más importantes)  después del trueno que me despertó.
Si en algo les sirve la contribución que hago a su evento, les agradecería hacérmelo saber y si no, de cualquier modo me gustaría mucho saber que opinión les merece la circunstancia que realmente me parece inédita
De ustedes. Atentamente,
TELÉMACO KOMA-TELE







E-MAIL # 2
DE: georgescharlesperecs@infamail.com
PARA: simeden_tomen-roscosos@finishing.org (revista Casa Cosmos)
Estimados señores: Con el fin de contribuir a sus investigaciones acerca de las nociones de infra-racionalidad y supra-racionalidad en los sistemas de información, de los cuales actualmente se especula tanto de que la infra-racionalidad es una fuerza criminal bien articulada por enemigos del desarrollo y la civilización y la supra-racionalidad una fuerza autónoma e inmanejable que pretende dejar nuestros proyectos holísticos de destino de la sociedad al albedrío de sus conclusiones, me permito enviarles el documento que adjunto y que encontré casualmente en una página de ancianos desahuciados que hacen campañas para promover su institución.
Cordialmente,
Georges Ch. Perec’s
Esto-castó-logo


DECLARACIÓN DEL HERALDO
“Existe una segunda patria, donde todo lo que se hace es inocente”
El hombre sin atributos
¡Ah, estas maravillas contemporáneas! –no digo modernas, porque es sabido que lo moderno se refiere a lo nuevo, lo de moda que está siempre cambiando desde el mismo tópico: deshacer el hastío; por el contrario mi misión es mostrar que lo que se mueve con el tiempo es, desde tiempos inmemoriales, atemporal- que como el espacio cibernético, las autopistas informáticas, el mundo digital, me permiten, a mi, que aunque sé que soy, no sé mi nombre y que ahora, para efectos de dar cumplimiento a esa necesidad de los hombres de dar sustancia a lo que es, bien podrían llamarme Ann’red Mal-ro (por acrónimo de un señor que dijo que “el siglo venidero, si no es espiritual no será”) o también Who-lío Cortá-azar y que sin poner en tela de juicio las pedantes normas de la ousía me declaro una trucha  (o trucho, puesto que ateniéndonos a lo de lo intemporal, más bien podría ser un pejespada de aquellos que vieron los tiempos perdidos en que el gran Homero se encargó de dar a los hombres la idea de lo sublime de cantar al misterio y que por comodidad para moverme por las intrincadas cavernas del submundo en el que las aguas y las fuerzas se reciclan, se alivian y se bendicen y que hoy por fuerza de las acumulaciones de ano-malías de la ciencia han formado una serie de atascos y de verdaderos campos de muerte, y sería muy incomodo desplazarme ensartando mierda) con el encargo de presentarles al personaje y la historia que bien puede ser, haber sido o será por obra y arte de los mundos paralelos que la mal manejada y peor estudiada mecánica cuántica ha creado. Como teoría, la física cuántica ha logrado una buena resolución y prometedores atisbos; pero como praxis, la mecánica es apenas como el autodidacta de
relojero que está tratando de abrir el aparato para aprender de su mecanismo.
No es que la-mar-(llegue)-a-la villa, maravilla, pero algo de cierto tiene, cuanto que el bendecido de hoy, a quien he escogido para hacerles llegar esta historia, es un poeta amante del mar al igual que su protagonista. Este poeta, pese a su bendición, sufre una terrible tragedia (para quienes se la hacen sentir, pues para él la adaptación es la cornisa que se pisa en busca de la felicidad); ahora, por ejemplo, su desdicha la traen dos pesos pesados de la literatura universal. Va caminando por la Floresta que bien podría ser la misma que los dioses trasegaron para hacer orgías, aunque sea el simple terruño donde sufre las miserias que trae su sino, y se acuerda al ver el hermoso sendero plagado de flores encarnadas cuyo pistilo inmenso tachonado de polen y que devora con fruición mientras desciende al caño donde irá a bañarse, del “Retrato del Artista Adolescente”: “Canker is a disease of plant/cancer is a of animals” y entonces: << El chancro es una enfermedad para putos y putas/ enfermedad para enfermos de los días es el SIDA./ Estuco es el lempo del polen para mi ulcera lucera/ y sus soles diminutos semen sólido de poesía>>. Piensa en su soledad que va entrando en la tercera edad, pero sabiendo que es la trasantepenúltima de la centuria de vejeces vividas. El mundo es un corro de muchachos y muchachas inteligentes, bohemios, desencantados, pero con fantasía y quieren convocar al arte para acompañar sus sueños; pero, ¡ah!, estos muchachos de hoy, universitarios ellos, están acaso persiguiendo las medianías de Stephen Dedalus; él que en su primaria ya volaba con el griego, el latín y la retórica, estos son los sobrevivientes de una especie extinguida: el artista auténtico. Sí, porque el auténtico artista vive con su vista puesta en esa cierta aristocracia del espíritu que significa perseguir la excelencia; pero, cuál excelencia se puede encontrar en los valores derruidos aun concediendo a la mascarada de lo
posmoderno, si aquello con que Joyce se debatía en su época (el gusto, la virtud, las normas y el cliché) hoy da igual mientras represente la alegría del libre albedrío que significa abatirse porque no hay donde caer; además, devanarse los sesos con la ciencia y la filosofía es estulticia habiendo Internet y tan buenas recensiones.
Tales desdichas de nuestro poeta se acentúan si parangonando inteligencias se ve pensando en “El Hombre sin Atributos”, esa  magistral apuesta por poner la razón en la olla Express del sentimiento a ver que pasa primero: si explota la red de sinápsis o se cansa el agua de ir al molino de las posibilidades. Pero, ¿y entonces? Porque si de posibilidades hablamos, la historia del pequeño librito del Artista que como el cordero ingenuo pelea con la iglesia;  los sentimientos, las instituciones  y la justicia divina y el mamotreto de Musil con su bien agitada melena de león de argumentos debatiéndose con la presa de la lógica, bien podría ser la historia del diablo disfrazado: aquel para salvar los miedos, este para salvar las apariencias. Empero, ¿qué deducir de que el cordero decide ovillarse muelle en su intríngulis lanudo, mientras que el león se arriesga a ir tanteando su senda aherrojada de certezas aun a sabiendas de que en cualquier momento le asalta un monstruo antediluviano? Lo único que el poeta sabe discernir es que la combinación equivoca de lógica, política y arte que ostenta el hombre que, sin atributos, está llenando de tributos el filisteísmo, confirma el aforismo de Confucio: “cuando te conviertas en maestro de algo, busca algo diferente con que llenar tus vacíos”.
Así, pues, nuestro poeta empieza a decidirse por la poesía cuando al subir nuevamente la empinada cuesta y, al coronar la vaga desde donde se divisa el extenso valle, se encuentra con un piñal silvestre y entonces, cuando más tarde en su pobre habitación solitaria, los pequeños ratones que a media noche le despiertan con una cierta letanía que se traduce en inspiraciones
agradecidas, él al Dios que le mantiene su maltrecha vida, ellos al que les comparte sus raciones de comida, recuerda que, en la noche de los tiempos, cuando las partículas se unieron y subieron desde la nada absurda hasta el sol del pensamiento, esa entelequia llamada espíritu tenía sus razones que a veces sólo el corazón entiende, para llamar a la piña ana-(a)-ná y que es sólo por la rabia de la impotencia del hombre al tratar de atrapar el ser del lenguaje en sistemas que personajes como don Fernando Vallejo hace esfuerzos monumentales para indexar y catalogar la retórica y  la gramática en una obra como “LOGOI: Una Gramática del Lenguaje Literario” y que confabularse con todos los señores académicos para decir que Homero fue sólo un nombre dado a la evolución de muchas, sucesivas y progresivas aperturas de la conciencia para llegar a conformar un ideal, es lo mismo que aquella otra inspiración que tuvo nuestro poeta cuando al tratar de llegar a un árbol de naranjas al que había ahogado la maraña y encontró que, pese a que era tiempo de cosecha, este casi había cambiado su naturaleza por la de aquellas enredaderas que lo colonizaban  y  que sus frutos ni siquiera se anunciaban; entonces concluyó que realmente había una razón, también de esas misteriosas del espíritu por las cuales la industria era: en-lo-de-Austria, puesto que Freud con sus obsesiones neuróticas a las que el dinero le permitía  encubrir tendencias sospechosas de no importarle el cáncer de paladar con tal de degustar el tabaco o cualquier otra ousía perniciosa; que Beethoven con su soberbia sordera que se negaba a escuchar el aplauso de las esferas, por no tener una pasión que le respaldara su  anhelo de amor gentil; y, en fin, que un pueblo que, al igual que el inglés quien tuvo que conformarse a cambiar con su hipocresía victoriana, la posibilidad de ser el ejemplo de lo “auténticamente correcto” por el inri de la cruz cuya base está en el español de la historia moderna, se dejó avasallar por el espíritu del volátil
superhombre, para confirmar por vías difusas que si existe un Imperio de Kakania. Yo, por mi parte, sigo tratando de en-tender-me y, aunque a cada nueva conclusión cambia mi perspectiva –eso si que no vayan a llamarme OVM y mucho menos ese invento comercial de aquellos que pretenden sentirse en la vanguardia y que sólo son otro rebaño más engañado que aquellos que pacen en las praderas eclesiales; esos que intrigan a los desinformados con escarapelas que dicen yo soy OVS (Organismo vivo sin modificar); prefiero que me digan ovo marica y no bebedor de fuentes contaminadas de avivatos-, por ahora siento que he llegado a la conclusión de que soy simplemente el reflejo de la burbuja que es este mundo de apariencia, donde lo sólido contenido en su interior es gracias a su protegida evanescencia. ¿Se encontrará alguna vez por vía de error la punta de alfiler que toque la pompa?
Les dejo pues con la historia.
***
EL REGRESO DE RAÚL
“Hablando con respeto, los perros prefieren para sus fines comunes
 la esquina de una calle concurrida a una roca solitaria;
y los hombres que sienten la urgencia de grabar sus nombres públicamente para la posteridad,
¿cómo van a elegir una peña evidentemente ignorada en el despoblado?
El hombre sin atributos
— ¡Aja!, cachaco, coño’emadre, así te quería ver.
   — ¡Eh ave María!, pues, corroncho; marihuanero hablamierda, ¿cómo es que me ves? No ves que le estoy haciendo el favor a la damita de entretenerse para que no sea’burra. –el hombre guiñó el ojo al recién llegado al atestado mercado de Bazurto. Sobre un poyo repleto
de pescados y mariscos que parecían conversar un diálogo de destellos cuyas palabras salían del espejear de escamas de nítidos ojos de pargos, meros y mojarras replicando a barbas, bigotes y tentáculos de langostinos, langostas, gambas, pulpos y calamares que se dejaban manosear por los tibios rayos de un espléndido sol mañanero que se agolpaban por entrar sobre las claraboyas cobijadas por la sombra de ceibas y samanes sin importar la negra algarabía, se regodeaba con una suculenta cazuela de la que sacaba un tentáculo y lo bamboleaba maliciosamente sin querer sobre la carnosa boca de la mulata que hipnotizada miraba a los ojos verde azul del camionero para corroborar, sin saberlo, que Dios los cría y también los junta.
       —E’che, primo, si es puta la suerte; claro, como el rey del olimpo sólo tiene la reputación que le dejan los desengaños baratos, entonces es un marihuanero hablamierda, pero sumer’time, que fuma y echa de la misma, ese si es un decente yerbatero para espantar la moscarria. –se rascó con donosura y sin vergüenza las partes pudendas y con un gesto orgulloso pero con un destello de ternura en aquellos ojos límpidos aunque aún llameantes como un ascua a la que de pronto un viento fuerte le despoja de la escoria de ceniza, le espetó: —pero te voy a probar, primo— y esta vez se llevó la mano al trasero y sacó un hermoso pañuelo de seda color malva desvaído con el que acarició los labios.
— ¡Ay mi príncipe!, y eso ¿qué le pasó? –la mulata salió de detrás del mostrador y con lastimeros chasquidos de su lengua con sus blanquísimos dientes se dolía al tiempo que examinaba la incipiente caracha de los labios partidos-.
— No me digás príncipe negra que por diablas como vos es que el diablo mal paga a quien bien le sirve. –simuló hacer repulsa, pero con más disimulo se puso las manos en el
pecho para rozar los generosos senos, mientras enseñaba la herida. Un destello de encendido atardecer brotó del recién recortado bigote que había sido despojado de su compañera de faz, que cuando estaba, era signo de los tiempos de abandono y desvarío del poeta a quien todo Cartagena admiraba y quería con la prudencia que se opone a los niños traviesos-.
— ¡Uy, verdad!, ¿le llegó un bate al vate? –terció el hombre atenuando la ironía de su rostro regordete que insultaba por la idea de alcurnia de un marrano de ojos claros que proyectaba, poniendo una manaza enjoyada sobre el hombro enclenque del otro-.
—Más bien cállate, primo, no sea que tenga que tum’bate como me tumbó el corazón aquella negra con sus descoques de triquitraque –estaba realmente emocionado-; píllate, primo que voy yo, recién levanta’o de una pea que me abandonó; aja, así, sin avisar, en un pradito del cerro de la popa a donde había ido a conversar con Pan y las musas mientras Helios se iba de sirenas con Poseidón, cuando aquella ninfa endiablada está acomodando una bolsa de basura en la vereda, en pijama; ¡qué!, en baby doll, mostrando sin querer queriendo la punta del calzón en semejante rabadilla y, aja, uno con toda la decencia del caso; con toda la dulzura, con toda la delicadeza, coge con la punta de los dedos y, aja, para bajar hay que subir, ¿no? y yo por hacerle el favor de ponerla en una pose decente, para que llegue ese otro negro ignorante a atacar al ciudadano decente, ¡coño! Así que, primo, te espero allá en la nave que tenemos que hablar de negocios; y aja, -carraspeó- dejá de hacer trinar pajaritos, socio, que el amor es cosa seria –y le hizo un desplante con un amaneramiento que era sólo porque él se sentía el único capaz de conquistar la simpatía y el amor de las mujeres-.
Bajando por San Juan Nepomuceno ya tenían un buen porro en la cabeza y unos cuantos rones que, puesto que el poeta era el patrocinador, por instinto de conservación, el paisa no
tenía reparos en que llevara la delantera, porque este personaje que parecía tener por venas una carretera de hormigas picatiempo, necesitaba emborracharlas para poder declarar sus cuitas y sentimientos; así era  que había podido proponerle afuera del mercado, sentado en el estribo del camión, que había decidido presentarse ante los olímpicos y hados de las altas cumbres, caminar por entre las acolchadas nubes de sus palacios, confesarles sus más íntimas imposibilidades, hacer un solemne propósito de enmienda y dejarle al futuro su legado puesto que ya su familia le había puesto un ultimátum a sus bacanales y desvaríos de figura que financiaba él mismo, con la plata de sus progenitores, por supuesto, la publicación de sus bellos poemas pero que en el pellejo de un personaje tan impredecible, impulsivo, vanidoso y carnal, ninguna agencia promotora de imagen o editorial se comprometía, pese a que había con que; de modo que le habían dado el último empujón.
* * *
—Aquí tiene pues poeta: Manizales del alma, la ciudad de las puertas abiertas; cuidado, no de las piernas abiertas. Aunque aquí también existen los loquitos que contradicen la tradición, como aquel que dice que su nombre no es porque cuando la colonizaron había muchas matas de maní, sino que la hidalguía de sus gentes, que es arrechera bien educada, no deja de reconocer que es porque la tierra tiene sales de imán que bajan del volcán nevado.
— ¡Fiuuuu!  Ya lo creo, mi pana; si todavía no me bajo los calzones y ya el perrenque tiene piquiña; pero es que con semejantes niñas –se volvía, se encaramaba en el panel del parabrisas, les extendía la mano a medida que iban adentrándose en la galería, a donde iban a dejar un cargamento de soya y cacao-
— Así que no le vaticino muy buena estadía corroncho; porque usted con esos aceleres lo
van a declarar persona non grata muy rapidito.
Pero el paisa se equivocó; contra el sentimiento de sí mismo, el poeta se alojó en el hotel “El Escorial” y demostró poseer un excelente dominio de modales y clase.
El corrientazo fue mutuo e instantáneo, aunque alguna contra para las sales de imán se debía haber inventado Raúl, puesto que ya había sopesado el orgullo y la altanería de estas mujeres; cuando simultáneamente ladearon la cabeza para observar con detenimiento uno de los detalles de la exposición “El Martirio de San Sebastián” de David Manzur en uno de los hermosos caballos, chocaron rubios rayos contra cobrizas cerdas que quedaron en una simple sonrisa y un débil pero seductor ¡ay! Pero cuando repartieron el cocktail empezaron a distancia un diálogo de signos que entre dos solitarios camuflados entre aromas delicados y modales melindrosos nadie parecía reconocer al personaje, aunque no faltaban las miradas aviesas que iban a parar a aquella esbelta palmera de ojos equívocos entre el vicio y la melancolía cuyas ramas frondosas y efervescentes se mecían al viento de una voluntad coqueta o incomoda tal vez por la forma de bajar la cabeza sin perder de vista el frente. Realmente resaltaba entre los oscuros paños de alpaca y gruesas lanas el finísimo tweed inglés de color beige que complementado con la camisa color champaña y el pañuelo de finos motivos geométricos entre plata y vino tinto donosamente puesto en el cuello, le daba al poeta un aire monumental  y tan atractivo como el olor a nuevo de sus ropas y presencia.
—Entonces tenemos K-bello –le dijo quedamente con una sonrisa galante e los ojos ardientes. Se le había acercado despacio, como anunciándose con un tic cómico que le hacía saltar la barbilla cada vez que daba un paso. Ella le miró de hito en hito con cierto desdén que se corroboró con una sutil mueca y una voz plena y segura-


— ¡Ah, sí!, pero no tengo caballo
— Acaso quiera montar en pelo –hizo el ademán de mandar la mano allí, pero se contuvo y en cambio, se atusó el bigote y sus ojos brillaron luciferinos-.
— O acaso quiera recibir el palo
— Sepa que es un delicioso lapo; acaso luego trepo; por ahora tapo el juego
— Buen intento caballero
Se escurrió con donaire y sutileza y realmente dio más vueltas de las que debía para no dejar notarse a sí mismo que se sentía incómodo y varias veces dialogó absorto con dragones, colores, espadas y yelmos; de modo que San Sebastián debió haberle prestado atención o Zeus le quitó el yelmo a Hefestos, porque cuando ingresó al Bar “Kien” cayó literalmente sentado en la mesa de la diva.
Resultó que en el preciso instante en que el que antes había sido un apuesto galán  y ahora era un indeciso y casi tambaleante despistado cayó sobre la mesa de una muchacha enfurruscada entre el resentimiento, la frustración y la decisión de no dejarse abatir por la vida cruel, que por el sólo hecho de ser hija de un simple artesano zapatero que a fuerza de coraje y la inteligencia de saber crecer a la sombra de otros (había bautizado su industria “Fabrica de Carteras y Zapatos “FREE-UNTO”; toda la ciudad había tomado el lema “de dónde son tus zapatos, ¡ah!, son friunto”, por alusión a la rancia y repetida Zapatos y Carteras “TRIUNFO”)
había logrado una vida más o menos cómoda, le había segregado de las influencias y las lisonjas,  el “don’t stop” de Status Quo le sedujo de aceptar compartir el hecho de que fuese una pintora frustrada que paladeaba la “inmunda” con diversos amantes y sucedáneos del
bienestar: yerba, sexo y alegría y que el mundo se muerda de la envidia. Acaso quizás este loco genial y caballero fuera una puerta al futuro, la inspiración, la creación, el desquite.
   — Aja, mi Nausícaa, verás, el mar  y los dioses nos han de dar la razón –le decía mientras aspiraba con fuerza y deleite una nueva combinación: yerba y bazuco que inspiraban una nueva clarividencia que después de una revolcada telúrica le daba un diplomático poder demoníaco-, quemar las naves significa tu nombre y te voy a contar una historia: cuando la bella princesa Nausícaa inspirada por la diosa Atenea descubre el complot urdido por sus primos para despojar a su padre del trono, Procne, la golondrina que le revela el secreto plan tiene un hermoso ejemplo de sagacidad y ética cuando al preguntarle la princesa si quiere revelarle los nombres de los tres escorpiones que planean asaltar el reino, la doncella dice:<<para poder negar si algún día nos fallan los dioses providentes que he faltado al mandato de neutralidad y prudencia, me nombrarás tú, mi princesa, los personajes que tu crees que son los implicados y mi cabeza negará o asentirá>> -todo para no verse obligado a aceptar las insinuaciones de entrelazar sus vidas- Tu simplemente analiza, calla y espera. Por lo pronto, recuérdame con esa cachaca canción que suena. Qué vaina con estas lloriconas cumbres; en vez de poner: ...y patacón pisao, pisao. Ja, “bella idiota/dejas verte al medio día del hotel al restaurante/con tu culo en el ferrari del imbécil ignorante...”
Cuando tres días después el diario La Patria publicó el escándalo que un supuesto afamado poeta  costeño protagonizó al presentarse a la recepción de un reputado hotel completamente de la ciudad desnudo y desvariando con la exigencia de entregar a una tal princesa Nausícaa un paquete y cuando diez años después, atropellado por un auto en su bello paraíso de ní(e)s-
peros y ácidos ta-ma-rindos de bellas nalgas, medio país se puso a hablar del poeta Raúl
Gómez Jattín nadie habló más ni supo de aquellas tórridas horas en el hotel “El Escorial”.
II
“Así como el príncipe del espíritu pertenece al tiempo de los príncipes,
el gran escritor pertenece al  tiempo de los grandes espectáculos y los grandes almacenes”.
El hombre sin atributos
(El Gran escritor visto de espaldas)  
        No tenía garbo, pero tenía clase; lo que significa que el donaire que resulta de hacerle g al rabo  no se veía en ese apéndice, pero, en cambio, en aquellos ojos de un azul profundo como de un vino Pinot Noir antes de convertirse en pasas de un fraile ermitaño a los cuales intimidaba mirar de repente, había ese vuelco del corazón que se tiene ante un ídolo o una autoridad. Él en la cabecera de la mesa de la biblioteca del Palacio Versalles como la denominaba, ella disputándole esa jerarquía por tres o cuatro días consecutivos con el simple retumbar de la madera sobre las rodillas que chocaban contra las bases  pero sin el menor contacto visual y ni acaso intuitivo de aquella boca rígida pero tan sensual al mirarla a hurtadillas; esa inquietud que no se sabía si movía a risa o lástima de la nariz de reno de navidad y aquel incómodo esnifar que duraba sólo el tiempo que demoran las sábanas en ponerse tibias de un ser sano, luego era como un altar dispuesto para la liturgia. Hasta que el quinto día llegó con un frondoso manojo de ortigas y le dijo sin más: <<tome, cójalas como si fueran flores. Es bueno para la rinitis; porque usted sufre una alergia ¿o no?>> <<no sé, parece que es el aire de los libros>> dijo con un respingo nosográfico que a él le pareció un intentó de ser tan encantador como aquella actriz que encarnó a Virginia Woolf en una adaptación de marketing para televisión pagada cuando habla de sus dilemas existenciales con


su doncella que había visto ha poco. Ella se quedó mirando aquella verde marea que mostraba unos pelos erizados aún en las manos de su oferente, como paralizada, como intentando descubrir el mecanismo que explicara la fórmula activa de aquel remedio singular; y él, como si sintiera que había una multitud pidiendo explicaciones, dijo: <<si puederestregarla contra la parte afectada, mucho mejor; y luego toma infusiones con miel de abejas; verá que bueno>>.  Extendió las manos como preguntando “¿y eso no es muy doloroso?”. <<Ande, va a sentir una piquiña fuerte, pero no dura más de treinta segundos>>. Le recordó a su madre cuando, sin saber nadar, se tapaba la nariz, cerraba los ojos y se lanzaba al agua. Luego pidió disculpas y con un gracias se marchó.
La siguiente vez que intercambiaron sensaciones fue muy diferente. En el exclusivo sector de San Marcel donde ella vivía, se comentaba acerca de aquel personaje que aparecía de vez en cuando haciendo compras al menudeo en las tiendas del sector con aquel cacharro Fiat “Topolino” que tremolaba como un demonio para decir “mírenme” y en verdad todo el mundo se volvía para mirar aquella pintura ordinaria de psicodélicas flores que, si alguien había visto “Another brink on the wall”, de inmediato simpatizaría con él por aquella escena de la cópula de corolas. Nadie sabía donde vivía ni quien era. Había obtenido cierto reconocimiento entre la comunidad intelectual por su actitud contestataria. Había detenido su carrera de comunicador social porque a su parecer no había un buen entorno social que lo respaldara.  Se decía que era un infiltrado de grupos mafiosos; otros decían que era un payaso del Estado por su forma de atacar las instituciones, o, mejor, las corrupciones que encontraba en  el entorno y  tenía un cierto público. Aunque sin las prerrogativas de los dispositivos de negocios de Internet, puesto que era un absoluto ignorante en cibernética y aun en
informática; simplemente, con la misma tónica de los que están pendientes de los últimos embelecos de la tecnología, había creado un blog llamado http:/www./per-se-culo_sea-culo-o-ron.blogspot.ergo.utop  en el que insertaba perlas como: “uno no entiende cómo podría una madre de familia educar a sus hijos adolescentes contra el flagelo de las drogas cuando en horario triple A y por el canal de los citadinos, que gustan ver los videos cross over, tanto como <<Ramón de mi tierra>> o el programa del <<mono cabuyas>>, pasando por los adelantos de VOA Noticias, o <<Tribus>>, en donde aparece un espíritu que ni la misma contracultura europea se cansa de admirar, cuando el “doctor”Jonathan Ott, a quien se da el título dizque de “cognocitista”, palabra que por su misma construcción resulta tan extravagante como decir que es un tratadista del conocimiento, o de su ética, como si el conocimiento ya tuviera un tratado catalogado, indexado y finiquitado junto a otras disciplinas como la adivinación, la quiromancia o la lectura del cuncho del café, diciendo que no hay razón suficientemente válida para decir que las drogas provocan despersonalización, desorientación de la realidad o daños graves en la psiquis y el soma de los individuos, cuando la misma fisonomía de su rostro, un rostro de expresiones dislocadas, distorsionadas, evanescentes sólo dicen que por más que las sensaciones de desazón y pérdida que el consumo inveterado produce y las percepciones  profundas que se logran abstraer, sus conclusiones no pueden ser contrastadas por el sistema científico y ni siquiera ser consignadas en un acopio lingüístico que vaya más allá de atisbos poéticos o de intercambios energéticos como los de los primates y aun un grupo de amebas ante un compendio nutricional. ¿Cómo podría una madre argumentar frente a tales posiciones y ante un organismo ávido de sensaciones nuevas y un entendimiento poco dispuesto a transigir
mediante razones?”    
           
         —¿No quiere que la lleve?
       —No, gracias, no acostumbro subir al carro de extraños
      —Bueno, en ese caso le ruego que se detenga un momento porque quiero decirle algo. –ella se paró con aire imponente y él se bajó de la tartana- Bueno, no creo que sea justo que me llame extraño; quizás sea un desconocido, pero no creo que usted piense que pueda ser peligroso –se quedó mirándola con ese cuerpo esmirriado y el rostro pangiliento, esa palabra desueta, pero tan diciente que algo debía tener de pa’ Pan, gil y de ángel el aliento, porque ella se sintió de pronto sin ganas de oponer resistencia- Sabe, quizás podría empezar por decirle algo aparatoso como: algo de cura debe tener la flacura, pero ¿qué hay del tufo femenino que deja un ángel en el camino? Sin embargo voy a decirle algo más aparatoso aún: ¿que opinión tiene del sexo sin amor? Que no es bueno para hacer política –repuso ella sin el menor asomo de turbación- O acaso podría ser excelente para hacerla, depende desde el lado que se le mira, pero mi intención no es profundizar en ese tema; más bien, quisiera decirle que pienso que esa costumbre que tenemos de ritualizar la comunicación es sólo una barrera que ponemos para mantenernos imperturbables, porque claro, puede llegar un ardid de fuerza que se va a apoderar en un momento de nuestra autonomía; pero, ¿acaso no puede ser que cuando no nos prevenimos contra esa fuerza esta se convierta en estímulo para que nuestro ser sea, para dar alas a nuestro espíritu con la confianza de que podemos manejar las situaciones? A decir verdad me gustaría establecer con usted una serie de conversaciones tendientes a encontrar afinidades y discordancias.
Así que resultaron en una heladería derritiendo el hielo con la lengua y encendiendo el hogar


con el oído abierto que, en el preciso instante en que la cursi música que brotaba del ambiente en sentidas palabras de ronco macho:   “...hay una cosa que yo no te he dicho aún/que mis problemas saben que se llaman tú..” él se decidió a develarle un secreto que nadie sabía, excepto aquellos pocos con quienes mantenía una doble identidad: vagabundos, caminantes, recicladores, con la única exigencia de que fuesen abstemios de drogas y crímenes: En el llamado puente de la libertad, bajo cuyos cimientos quedaban espacios abiertos y confortables, había construido al amparo de la soledad que incomunica la grandes masas de los sectores exclusivos, un bello pent-house hecho todo de elementos reciclables; le había puesto los muros consabidos, construido redes de contrabando de energía, agua, televisión y simplemente parecía un cerramiento de mantenimiento. Llegaba entrada la noche luego de dejar en un aparcamiento prudentemente lejano su carcaza y salía bien temprano. Se había distanciado de su familia por razones de independencia y malquerimiento, no obstante que le habían brindado una dote con la que “organizó” aquel carrito y negociaba con publicidad.
III
“La dificultad más grande que encuentra un hombre
 en su vida de gran escritor procede de la circunstancia
de que en la vida espiritual se negocia, como es lógico,
al estilo de los comerciantes.”
El gran escritor visto de frente
    — ¿Entonces hoy te decidirás a revelarme el secreto? Exultante por el wisky y el gran ambiente que reinaba en medio del acto de lanzamiento de la obra de la nueva revelación de la literatura, Ronny Sal-de-azahar, a quien la madre regenerada en el degenere que implica
resignarse a la decencia pasiva, que ni siquiera a la santidad, había bautizado Iron Salazar al hijo natural, pero este había pagado derechos notariales y puyas para hacerse con el nombre –para echarle a los polvos perniciosos de ciertas damas, respondía, a la pregunta de para qué servía la sal de azahar- don Jorge Herradura Folios increpaba al prometido de su hija
   — Todavía no es tiempo don Jorge -le dijo con una afable sonrisa-
En una época de vacas flacas se había enamorado de un bello tweed  que había arrumado en el ropero de la Divina Misericordia, donde por precios irrisorios se encontraba ropa de gente bien que donaba los ajuares y despojos de sus familiares muertos, desaparecidos o descontinuados de las querencias,  para contribuir al mantenimiento de obras con los pobres. Solía abandonar billetes en los bolsillos de sus ropas para después encontrárselos como una sorpresa inesperada. Un día desesperado porque en ningún bolsillo encontraba algo con que precisamente invitar a helado a Sylvia, palpó bajo las costuras del tweed un bulto que podría ser uno o unos billetes bien doblados; descosió y encontró una carta y el recibo de una caja de seguridad. El pobre suicidado de las musas se quejaba de que le querían robar su más preciado tesoro: su obra; que lo habían marginado, excluido y vilipendiado por el simple hecho de ser sensible, afectuoso y sobre todo inteligente y allí depositaba aquello que había guardado celosamente de ojos, publicidades y maledicencias.  Aquel día nació el nieto de Homero.

  
FIN