martes, 31 de julio de 2018
PROSAICO Y BANAL
Una sexy carita asomando
por entre un pequeño matorral
Un número
como invitando a hacer fiesta y compartir
No importaba el gran problema, no
para acercarle, el gran dilema
para entender su sino tan sutil
corriendo fui a extenderle la mano
y tarde
el cadáver descuartizado
su nombre NN. Cincuentamil.
lunes, 30 de julio de 2018
UNA COMO ELLA
Nada como tener una hembrita
más que tener una tierra
o una perla fina;
nada como tener una hembrita,
aunque estés muriéndote de hambre
pero poder coger el fiambre
de su caderita;
una como esa que vende tu tristeza
de cuando el mundo olvida
que puedes comprar un refresco,
tomado del aire,
nada como una hembrita;
una que te fume el pucho
sin convocar ninguna empresa financista.
Nada como ella, una hembrita,
la que invita a compartir noticias
publicadas en el último porro que avisa:
El mundo es una deliciosa porquería;
una como ella,
que te diga que está arrecha
pero pide que ahorremos
para cuando hay hambre
de compartir hastíos
en el mercado de la farsa lúcida;
una de esas, pero por favor,
que sea bien pobre, bien putica
y bien lesbiana.
jueves, 19 de julio de 2018
ESPÍRITU EN VANGUARDIA
ESPÍRITU EN VANGUARDIA
Ser malvado y frívolo
con el espíritu perdido
para la ternura
crees que escribes tu vida
en la vanguardia
con la punta del chuzo
de la tecnología;
crees que porque aprendes
a hincar el diente del número y la teoría
en el vientre inerme de la tierra
como lo hundiste en mi cándida frescura
vieja que recién va renaciendo
lánguida
crees que sacas el ser más intimo
de la roca cuando debías
y podías aprender a hincar la rodilla
en la orilla de tu espíritu
y sacar el agua obscura
que quiere tragarte
y hacer el mismo cieno
que enciende llama de la sepultura
votiva flama de Todo que cambiando permanece
y que acaso en un beso lloroso a otra nada
atascada en la diligencia de su propia ruta
conquistó su verdadero trono, la dulzura.
miércoles, 11 de julio de 2018
LO INGLÉS
PERORATA DE LO INGLÉS
(Un cuento raro)
Quizás
fuese un agua profunda. Pero lo que sentía era que se iba con cualquier
llovizna para amanecer siendo charca que un mínimo viento excita al punto casi
de sacarle de tan humilde charca.
– ¿Acaso es que te sientes con
mucho poder?
– No entiendo.
Ni siquiera
pensaba en ella. Vivir ya no estaba para pensárselo mucho. Había que ir a su aire. Claro, sólo una parte
-muy grande, eso sí, de este variopinto mundo pródigo en tribus como nubarrones
de mosquitos o caimanes hambrientos esperando a los caribúes pasar en manadas:
La gula de los pájaros no era suficiente, era mucho para un caribú lo lerdo de
los caimanes; la otra parte, la de la pequeñez, esa sí que era una
proliferación. El milagro de la sorpresa. Y, ¿en el medio? En el medio la fe,
ese espejismo con cara de persona. Ella era una flor agreste, bonita por demás.
Estaba tomándose un café cuando un rubor
inmotivado le recordó que tenía que llamarla. Su cólera lo llamaba.
– Ah, sí, claro, crees que lo
inglés es asistir puntual a las citas y hacerse sentir con un color rubicundo
en las mejillas por palabras; pero no, tener poder es poseer un carro o un
séquito de lacayos o una pistola que
sabe administrar la fuerza de una bala alojada en el centro finito de un
infinito. La cabeza. Lo que tenemos entre nosotros dos es un don, acaso podamos aprender a compartírnoslo
y hacer algo útil con él aunque el mundo tenga que conformarse con sentirse
como los cucarrones peloteros con las migajas que caen de nuestra mesa.
– Humm, y me acusas porque te
digo que monologas. Ese parece un discurso estudiado ¿qué tiene que ver lo
inglés con todo esto?
Era
astuta, tan astuta como un gato acechando a un pobre ratoncito. El ratoncito estaba necesitado. Ella era un
hermoso y mimado gato de familia.
– ¡Lo inglés! -farfulló- lo inglés puede irse contigo, ya, a la misma
mierda.
– No, no, déjame hablar; lo
inglés consiste simplemente en un adelanto de la aberración de la civilización,
tu aberración; o ¿debería ser más galante diciendo que es esa pobre mentira del
lenguaje cuyo desespero invita al ente famélico, aterido por el frío de la
ausencia de significado y presa del terror de la incertidumbre a intentar
adelantarse a lo que se viene encima intentando, sacando, sugiriendo,
sustantivos, adjetivos, adverbios, antes de encontrar el verbo que no le
denuncie que está perdido, que es una pobre isla a la que en cualquier momento
puede devorar el mar? -y. Acto seguido, como un relámpago, se le atravesó el
suceso de instantes antes de llamarla, ahora que estaban frente a frente.
– Te voy a regalar una fábula;
una fábula que ningún Esopo ni algún Samaniego hubiese podido nunca imaginar:
«Esta
era una linda parejita de canarios cautivos, de crianza, en su jaula, en una
terraza cualquiera del tercer mundo; ella con su pequeña figura y talla que
compensaba su diferencia con el macho en una mancha de encendido ocaso en su
testa y un plumaje de mañana de sol radiante; estaba mirando cómo otros pájaros
más grandes, de otro fillum, posados
sobre los cables de fibra óptica, cazaban a granel mariposas de estación y,
como el clima estaba loco, ellas, las mariposas, cuya especie pululaba cuando
las condiciones del calor y humedad se alternaban de modo que los huevecillos
depositados (estas no pasaban por la etapa de crisálida) entre el pasto
eclosionaban para dar lugar a una orgía de alas color pollito bañado en leche
que si no eran devoradas en unas horas, podían surfear a todo gas –igual que
los drogos y la mayoría de los ricos ricos de hoy, no los que están aparentando
y tapando huecos- en el aire de cualquier doscientos metros a lo largo y no más
de cuatro o cinco de alto (eran venenosas para los canarios) y morir en el
plazo máximo de un ocaso, mientras se copulaban en el aire unas cuantas y, a su
vez se dejaban copular de otras tantas, para luego descansar depositando sus
huevos que quizás fuesen a eclosionar la siguiente semana. Las mariposas eran mariconas y las otras, las que se
encerraban en un capullo para servirle al misterio de las transformaciones, de
gustos monotemáticos, quizás adoradoras de un solo tipo de energía creadora, no
les hacían bulling...
»Decía
que esta pareja observaba desesperada, yendo de un lado a otro de los barrotes,
mientras él gorjeaba sus trinos felices como un idiota. Ya eran la cuarta o
quinta generación, copulaban y empollaban felices en aquella familia que los
cuidaba con primor aunque escasamente se solazaban con los trinos mañaneros de
un domingo, de una navidad, o cuando las vanidades del mundo les recordaba lo
linda que era la vida sencilla (ni modos de hablar de que papá y mamá
escasamente se acordaban de mandarse la mano allí donde el sentido de la vida cobraba
toda su magnificencia por toda la febril actividad de los hijos y el
vecindario)y mucho menos intentaban descifrar el mensaje de lo que los pájaros
trinaban (de cualquier modo algún poeta se salía del guión natural para decir,
por ejemplo: qué idiotas son los ingleses
que llaman trino a los mensajes
compulsivos que ponían los usuarios de una red magnética llamada Twitter para
acompañar sus realidades confusas. Dizque tweet, como si dijesen: we-teth; nosotros al menos decimos n-o-irte, trino). Otra pareja de canarios
silvestres, de esos que andan por la vida como Salomones sin reino y sin
pedidos de sabiduría máxima que al final también iba a perderlos, se acercó e
invadió las losas de fina cerámica del patio.
-
Y,
bueno, ustedes qué? –gorjeó la canario cautiva al macho posado sobre la
balaustrada que hacía guardia a su hembrita degustando las migajas de delicioso
ponqué caídas; a las semillas de alpiste les hacía el feo: para semillas, hay que pensar lo que tenemos allá afuera –pensó-, baste con enunciar una espiga de simple
espartillo; ah, pero cambiar menú de vez en cuando. También había migajas
de pan y pedacitos de pollo asado: los canarios no se paraban a pensar en
éticas del tipo “perro no come perro”- ¡Qué
peligro!, sin saberse, ustedes, de qué mundo o dimensión vienen.
-
Hummm,
pobrecitos, ahí encerrados, engordando la estupidez –contestó el pájaro
consorte de plumaje oliváceo-
-
Ay,
no, mijo, ni crea. Al menos nosotros sabemos que somos una raza naturalmente
depurada y conservada. Nosotros al menos sabemos que aunque nuestros hijos se
han ido entregando por unos míseros pesos a otras manos, están conociendo otros
mundos, siendo felices sin mucho esfuerzo. Vaya uno a saber si ustedes son de
esos con chip implantado in-vitro que vienen a pasar revista de las divisas
subterráneas de nuestros tíos; de las pastillas sintéticas que comercializan
nuestros primos. Ay, no, qué miedo.
-
Mejor
vámonos –dijo la pájara de rucios rosa entre sus vistosos naranja- están locos.
De
modo que Mr. Google, ese señor tan inteligente, tan proactivo, tan demócrata,
tan sofisticado, tan inglés afincado en una tierra firme, tierra de promisión,
es un monstruo de mil cabezas y a nadie le importa preguntarse si es una
entidad venida de otra galaxia, u otra cosa más simple, una execración venida
desde la tozudez babélica y, en cambio, el español esa sencillez diáfana que
asume lo complejo desde sus raíces, se mueve como pez en el agua; ah, sólo que
el salvajismo político tiene a toda una galaxia parlante en el atraso más
vergonzoso. Al final, los caimanes aquellos que sólo piensan en inglés del
mismo modo que se camuflan en el pensamiento y en el discurrir hasta que dan la
dentellada, tan exclusivos, tan escogidos, tan yendo y viniendo como las
mareas, como las estaciones, a veces hundidos en el barro, a veces hastiados y
confundidos con tanta proliferación de su ciencia, son una extensión ignota de
sí misma, lo inglés esperando hundir el diente en el anca, el dispositivo del
paso a paso del español.
-
Ya entiendo, y ya mismo me largo con mis
monólogos a la mierda.
martes, 10 de julio de 2018
ACMÉ
ACMÉ DE TRANSMIGRACIÓN
Quién podría decir, a ciencia cierta
que esa grasa que llaman acmé,
no es otra orilla de las plegarias
adolescentes cuando ya viejas y olvidadas
las mentes y las caras
las almas reflejan, de pronto, en un rostro
común y anónimo,
veinte o cincuenta años después de muertas
las Janis Joplin, los James Joyce,
con un hijo montando en bicicleta
que dice que los aromas de esa grosura grosera
no los recibieron los dioses
y que alguna peseta, firmada sin intención en un
bigote
pudiera ser Pessoa en algún heterónimo
que le tomó por las solapas y le dijo:
Sos digno…de éste poeta.
***
LECTURA DE RANCIERE
Ranciere era-un-cierre,
tan sólo un cierre
como la sutura en la herida
para que cicatrice y se haga espejo,
mentira de la mentira.
las tenía todas consigo, las fórmulas
y armaba el rompecabezas
pero nunca salía la figura
verdad-era
ella y su era, cada una
la piedra y la literatura
y de la ella, ésta
el silencio y su urna
siempre huyendo
¡pero que reloj!
cada grano de arena soplado
recién salido del fuego
formando el vítreo, el vaso
en el que se va a escanciar la poesía
y sin embargo, el insano
no podía llamarse poeta,
sólo lecho del río mostrando
el agua, no llevándola
porque la llevaba el viento y la nube
la llevaba el ánfora y la basura
la llevaba el vicio y la llevaba el beso,
la llevaba el libro,
puro o corrompido;
pero ella siempre tan pura
y al poeta le ilusionaba que fuera una herencia
del anuncio mudo, Racine,
el-cine-de-Ra
y su ansia
¡pero qué maldita ilusión!
la imagen con vida
y el cuerpo como proyector
¡quiero del aullido una fotografía!
ACA-DEMOS
ACA-DEMOS
Esos magos de adineradas lenguas
Y mágicas imaginaciones
Capaces de hacerse aparecer en los periódicos
Como santos de aureola,
Mientras pervierten a una docena de doncellas
Sentadas en sus piernas.
***
Me despierto,
y encuentro pegada a la oreja una dirección
un lienzo deletéreo insertado en el silencio
del tiempo como muecas del eco
en la pantalla interior de un murciélago
o de un loco;
ciento
sesenta y cinco, y siento,
extiendo los brazos del corazón,
abrazo el paraninfo: esa fuente
junto a la que se sentaron un poeta y su hijo,
parejas de café instantáneo y delirio permanente,
cachorros apenas el niño y los adolescentes;
viendo boquear nuestras tristezas a las bailarinas
aspirando rescoldos de conocimiento que caían
desde las sombras ansiosas de antiguos teólogos
purgando en el espejo los tríviums y cuatriviums
y sus pecados todavía pegándose a las paredes
de los edificios de apartamentos donde muchachas
díscolas que han escalado el espectro técnico
cuando la voz y la mentira viajan en cedazos
de gasas que dormitan en cifras de magneto,
las
palmas, seguramente recogen tus gritos
‘Rodin no
usa color, por tanto no es él,
tampoco
Manet; soy yo, el colorista que habrá
de
ser admirado y venerado en el futuro’
Entonces vas a ese parque, desde tu cama
haces el viaje con las voces de los heresiarcas
‘quizás por
sentirse incomprendido’
a descargarte de tu temblor
lo mismo que lugar común,
donde mean y escupen todos los intelectos
cuando ya no hay donde, es-pe-cula-ción
con la que deslumbran a la mezquidad
a esa piquiña que no te obliga a rascarte
la humilde admiración:
‘sólo
después de la muerte se reconoce a los genios’
mientras, desde allá, desde ese sésamo
de interesantes bandidos,
de excelentes fijadores del miedo escénico,
se echan a fundir en el crisol
toneladas y toneladas de materia prima:
Papel moneda de apalancamiento
De las efigies de la sobremesa o de la cena
Del mañana es ahora, mientras yo, transmitiendo,
En vivo y en directo; sin cámaras y sin apuntador,
Sin ingeniero en los créditos –o agazapado-
Le echo una pizca de tu oreja al huevo
Que eclosionara en polilla de todos aquellos.
Explicaciones maricas para lectores desentendidos:
Una mañana me despertó una radio universitaria
haciendo elogios de algún evento plástico, ciento
sesenta y cinco años de una oreja condenada a que
nadie sienta su dolor, entonces empezó el hilo de mi
sensibilidad a desplastificar el resentimiento.
LA PROSA Y LA ROSA
LA PROSA Y LA ROSA
Yo soy Clavel,
Yo soy Azalea,
Yo soy Anturio,
Yo soy Agapanto,
Soy Girasol,
Y yo soy Dalia,
Yo Jazmin,
Y yo soy Magnolia…
Estaban bebidas
Todas las flores en una calle
De la vanidad
Y disentían
¡Tanta competencia!
Y tanta indiferencia
¡Tendremos qué destacarnos!
Somos tan finas
Pero, ¿cómo hacemos?
Ya nos imitan todos los olores
Y ya de loores
a los dioses no damos
Insignias. Y vieron de pronto, al lado
A la Rosa con sus espinas
Tan sola y tan prostituida
Y, tú, ¡por qué no dices nada!
Oh, lo siento, amigas
Es que desde que el amor verdadero
Bajó a la tumba,
Para rescatar su presa imagen
De las garras de la loca lira de la risa,
Envidia; su yo y mi yo;
Y que viera a mi héroe dejar su cabeza
En cualquier parte,
r-feo, Orfeo, pues los dioses son regicidas,
Entonces, que la pobre rosa ya no es por sí misma,
Es por-la-prosa,
su savia, su sangre
Lo que camina… del Todo, centro y caminos…rosa
Y, de entre una grieta de los muros de la realidad
Un ejército de flores minúsculas,
De esas que pisan la hormiga y el viento declina,
Dijeron, nosotras, ¡qué pena!
Vivimos para echar nuestro néctar
En las raíces de tan noble estigma.
jueves, 5 de julio de 2018
CRÓNICA
¿Ya leíste el periódico subterráneo
que te trae las noticias como un vaho
y te cuenta que anoche estuve en desvelo
y te escribí un poema o que me eché una mano?
Sí, en páginas interiores, párrafo apartado
para excelsas mentes, el anuncio, estudio
“Los
poetas mienten demasiado,
pero
es que, mienten tan bello,
incluso
cuando se topan con una verdad de a puño
la
trastocan en mágica realidad con arte de engaño
y
nos regalan tanta ilusión bañada de emoción
que
uno termina preguntándose si no será, también,
un
poema extraño, único y lejano de un poeta
que
hace camino, supremo, excelso, en la nada
hasta
que se dice: Hey, ojo, pues, que te vas a coser las
manos
y
la aguja del ahora se hace araña llamando.
¡Mira,
amigo lector, ahora, por ejemplo,
ese
poeta que ve una muchacha cualquiera
-a
decir verdad tiene porte de clase altivo y noble
pero
como todo el mundo va de prisa buscando su otro,
nadie
se da por enterado- con ojos vampiros, inyectados
en
sangre de porro que recién ha elevado, no motores, plegarias,
a
los dioses pispirispis del aire y no es más que una bruja
de
rasgos armónicos, robados de la cómoda de la antigua belleza
con
rostro de turista sonriente y plácido,
en
realidad lleva una pistola camuflada en la mente
y
se dirige a la cama de un maestro de las artes amatorias,
con
finas sábanas protectoras académicas,
que
van a compartir además de un buen polvo,
el
producto del último atraco:
van
a maquillar las cuartillas recién salidas del horno
de
un genio entre sombras declarado lunático
ligeramente
de modo que la paranoia no denuncie
a
dignos doctores en saco prestigiado ¿habrá de matarlo?”
Lo que no dice tal
pasquín de barro es que no pude
Pagar el destacado
aviso, en negrita e idioma de prepucio
Medianamente aseado
de modo que no bastardee aromas
Y que dice con un
grito: ¡Eu te amo!
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