«Sí, mi amor, y yo lo entiendo»
y la célula en la oreja se in-vacuola en la torre más
cercana
y nadie sabe en dónde o de qué el gesto del feto se estremece
por el guiño cómplice; dos amigas, un río tormentoso
se desdibuja en la tras-escena de un aviso de n-eón un
uniforme
"carne meada fresca empacada en canal, al vacío; ningún gérmen
acaso algún virus de disco duro: www.xxx.qué; podemos encargar otro
o podemos negociar en Google-clon, trade mark, una bicoca"
militar del ejército de nuestra señora del rosario, esgrimiendo un aire de
clase
más raro que un perro a cuadros; y las redes, adivina, adivina
dónde está la arañita, camuflada en la dicha del vulgo
nunca antes sentida, es una chimba
y así va pasando el río de una calle infinita
del siglo único donde se supo ¿qué va a ser un cambio de paradigma?
el dios del engaño todavía está negociando licencias
¡hagan, señores, sus apuestas!
cuál será el próximo verso