lunes, 29 de septiembre de 2014

UN CUENTO DE NIÑOS PARA NIÑOS


LA HISTORIA DEL GATO TERRY
CONTADA POR ROMMY Y EL ABUELO

Terry era un minino muy mono, es decir un gatito muy bello, que vivía en una bella casita dela ciudad de las hadas. Como todos los mininos cuando están  bebés, éste había cometido una travesura y ahora estaba escondido debajo de una cama, no porque estuviera arrepentido de haberle mordido el dedo gordo del pie a la mamá de Rommy, pues las travesuras de los gatitos son juegos que ellos se inventan para entender como es el mundo, sino porque estaba enfadado.
 Mamá te dio un tremendo chancletazo por confianzudo ¿no Terry?, le dijo Rommy con el pensamiento, pues como Rommy aún no hablaba y apenas estaba empezando a mover la lengua para expresar sus ideas, entonces apenas dejaba salir unos pequeños gruñidos,  pero entendía perfectamente el ronroneo de los gatos  y los pensamientos de las hadas. Entendía que las hadas decían; Rommy  no vayas a coger esa cosa afilada porque te vas a cortar y te va a doler mucho. Pero las hadas no dejaban leer sus pensamientos cuando estaban  moviendo sus varitas mágicas para hacer que pasaran cosas maravillosas. Así, Rommy se hacía entender perfectamente del gatito con un ronroneo que le salía del pensamiento, pero no se dejaba entender de mamá, pues a veces le parecía que mamá era un poco dura de mollera, pero no era por falta de inteligencia, sino que ella, como todos los adultos,  dejaba de entender las cosas lindas del mundo por ser tremendamente seria. Cuando uno deja de ser niño las hadas dejan de mover sus varitas mágicas en nuestra dirección. Pero mamá sabía decir cosas muy dulces  y ser muy lista, además a veces decía unas cosas súper ingeniosas que le salían así porque las decía con ese  corazón grande y noble que tiene.
No tienes que hacerle caso a mamá, pensó Rommy mientras jugaba con los bigotes del gatito y el gatito a la vez le lanzaba la zarpa con las uñas bien guardadas para no hacerle daño; en cambio, dejaba sentir la suavidad de su pelo y  la carne fría y blanda como algodones de los pulpejos que tenía en las patas para caminar sin hacer ruido y que los ratones y las cucarachas y todos los bichos no se den cuenta de que les va a caer encima. Es que mamá está cansada y adolorida por Jojó.
Jojó nació hace quince días  y es tremendo pillo. Él sabe contarme historias que a mi se me están empezando a olvidar de cuando estaba en el cielo y me hace sentir aún más celoso de lo que me siento porque ahora no me ponen tanta atención papá y mamá y las tías, sino que se la ponen a él; pero al verlo tan pequeñito y tan indefenso, todo adormilado y sonriente, prefiero coger el celular de mi primo y llamar a  papá que está viajando, o prefiero ponerme a jugar con tu cola.
Pero Terry tiene un secreto guardado que no quiere contarme y como yo le jalo las orejas para que se decida a soltar lo que tiene que decirme, él me da, cada vez que me dice que me salga de debajo de la cama porque mamá me está buscando y el corazón se le pone cada vez más acelerado porque ya ha revisado todos los cuartos y no me ve por ningún lado, me da un mordisco que es cada vez más fuerte. Me dice que mire cómo las hadas están frenéticas, desesperadas moviendo sus varitas en una y otra dirección. Es que hoy va a venir alguien muy importante a visitarnos, me dice,  Mamá está empezando a sollozar y a jadear,  doy un grito, Terry me ha mordido en el brazo por encima de la camiseta.
Esta tarde vino mi abuelo, el papá de mi mamá,  y me trajo un libro grande y colorido con historias y figuras. Me cayó muy bien. Sabe leerme el pensamiento que acompaño con gruñidos. Me dijo: Vámonos a buscar aventuras al parque.  Yo le dije con un gruñido: ¡Hágale! Contestó: Apuesto a que estás anhelando liberarte un rato. ¿Quién puede saber lo que es apostar, anhelos o liberarse? dije mirándolo fijamente. Él contestó: Lo digo porque te he encontrado con tu mamá y tu hermanito durmiendo una siesta con cara triste y aburrida. Lo digo porque apostar es uno coger las barbas de un gato que se llama corazón y entonces le da a uno un mordisco al que se le llama anhelo y entonces se libera algo llamado fantasía que es lo que tu vas a hacer cuando tu mamá te lea, cada noche,  el libro y entonces vas a empezar a conocer cosas muy bonitas y adquirir poderes muy interesantes. Cogí el celular de mi primo y me lo puse en la oreja. ¡Aló, papá! Dijo mi abuelo y en verdad quería llamar a mi papá para preguntarle cosas; entonces me di cuenta que mi abuelo era un mago.  ¡Cuál “Jero” , Jerónimo; ni cuál Juan José; desde ahora serán Rommy y Jojó!
El gato Terry me contó después que la furrusca de las hadas era tratando de influir en la duda del abuelo que trataba de decidirse si traer un libro o un par de pececitos dorados que trajesen buena suerte para Jojó y para mi. Lo que el abuelo no sabía, según Terry, es que los peces dorados hablan el lenguaje de las hadas que dibujaban con sus bocas en la superficie del agua; por eso los mininos gustan de meter las garras en la pecera, para aprender a dibujar en el aire las letras del lenguaje de las hadas.

sábado, 20 de septiembre de 2014

CARTA POSTUMA

CARTA POSTUMA DE CERATTI A UN POETA
Por fin te sueltas. Te escribo desde la frontera; desde el punto de no retorno al que no puedes seguirme. He podido obtener esta prórroga de la partida. La mano que te escribe, tu mano, no sabe, yo tampoco, si el sentimiento que la mueve es de furia, de odio, de amor o, simplemente de...manía.
Sabes bien que lo que escribes te lo tenías bien guardado. Yo, hasta ahora sé que estabas un piso más arriba; los mensajes te los enviaba al piso más bajo ¿es ahora al contrario, lo más arriba es lo más abajo? El caso es que tienes ese don de haber entrado y salido del mundo de la muerte, si bien que no a capricho y, más bien, como milagro del que has vuelto con las manos llenas pero desparramando en saco hueco. Acaso cuando comparezca, cuando arribe, se me dilucide el interrogante de si eras un epígono de Orfeo o él mismo redivivo que por su gran infortunio del amor fue, cual Sísifo, entrando al infierno en busca de su Eurídice multiplicada a infinito en todas las enamoradas fieles.
Cuando sucedió lo que sucedió; esa triste y tosca humillación; tú recogiste la botella que lancé al mar con mi mensaje: «Aún estoy aquí y veo más; si me toca irme no me importa, pero quiero comunicar». Te estás preguntando a esta hora si deliras con la metáfora del padre Abraham y el rico Epulón y yo te digo que no importa; sí, deliras; pero tu delirio es de-lira, es decir, ese primer rudimento de cuerdas bien armonizadas en el temple (puestas en el templo), que se tienden a través de la realidad para que los entendimientos se deslicen en ella con goce y tino, deja oír sus acordes: La música de los principios. Pero no tengo tiempo que perder en explicaciones, pues cuanto más tiempo gasto en mantenerme en la cosa, en las cosas amadas a las que  los muertos se aferran como partículas mínimas –tu madre duró más de cuatro años alojada en la acidez de tu estómago, en las hojas mustias de la mata de balazo que tanto cuidaba, en la maleza que daba flores moradas cuando los atardeceres rojos se reflejaban en el ventanal donde su ingrato marido solía disfrutar-, tanto más se dispersa mi lucidez. De allí viene esa trampa: El asco, la co-sa en revés...pero no puedo, no puedo, no debo derrapar. ¡No!, quisiera, cuánto quisiera, derrapar y devolverme, pero lo único que puedo es desbarrar.
Decía que cuando sucedió mi triste castigo -¿autoinflingido?-...pienso en ello porque durante estos cuatro largos y horribles años he llegado a tener claras unas cuantas muchas cosas -quiero decir, hacer silogismos de conclusiones más o menos sólidas-: Uno de mis epígonos: Calamaro (sé que coétaneo cabe aquí como cabe Sandro Romero Rey con Daniel Riera respecto de los Rolling Stones; que cabe como concepto retorcido que enreda en sus meandros el asunto del camino que andamos al tiempo muchos extraviados, o lúcidos, da lo mismo, pero que en realidad es aquella fuerza epigonal que gira en torno de ciertas a-gonías ; de ciertos inciertos principios) tuvo mejor manejo de las riendas; manejó su corcel no de acuerdo a sus impulsos, sino según el cálculo de sus fuerzas. Podría decirse que no se dejó llevar por la hybris; pero en realidad era eso lo que trasuntaba de sus idas y venidas, de sus caídas y levantadas; de su decepciones que se ilusionan de nuevo para deshacerlas como se deshace un anillo de humo de marihuana de primera lanzado al vacío pues se sabe que hay para hacer muchos otros, muchas fuerzas para aspirarlos de nuevo desvanecidos en el aire. Mientras que yo, dos hijos, una mujer maravillosa; si me hubiese ido en pos del arte no hubiese ido tras el baile de la mueca de Thanatos: el deseo de más sensación, más sensación, más sen-sa-ción, más s-en-sa-ción, se-n-s-a-ci...no.
Retomo. Estabas prendado de una linda morena; pero no era una linda mu­- chacha; era un estético dibujo de lo que en otros tiempos proyectaba una bella alma; hoy, era sólo la mixtura sin tino de forma sin alma (es que la inteligencia actual pretendía viviseccionar el momento de cuando el re- nacuajo pasó a rana; se perdió en el salto). El día en que se anuncia mi noticia habías fracasado en ligarla y te encontraste, entre una línea divisoria de las placas del pavimento, un pequeñísimo dado de color azul cobalto metálico, el mismo elemento con que construyen radiactivos artefactos. Sus caras legibles sólo eran 4, 3, 2 y, entonces te repetiste la premisa: Dios no juega a los dados; pero no se te ocurrió pensar que sí juega y con ellos cargados. El 1 era la punta rota y deshilachada de la cuerda que armaba un collar de abalorios: mi cerebro; y el 6 estaba desdibujado. Sólo ahora barruntas: igual que las parcas, las moiras, el Uno corta donde quiere la urdimbre y el seis conspira y se camufla des-dibujado.
Pero, qué mierda, el asunto no es de sectas. Por andar defendiendo ideolo-gías el mundo ha perdido su natural instinto de amar-nos. Somos diferentes, nos contrastamos, y en su refriega nos amamos más o nos amamos menos, pero cuando defendemos evangelios nos olvidamos de que somos humanos e imperfectos y nos restregamos todos los cánones y en su nombre nos matamos. Llámense gnosis, cristianismos, masonerías, cientologías pierden almas que serían naturalmente inclinadas a la clemencia mutua; pues, ah barro hediondo que somos en general ; sólo que aquí no importa si hay o no hay espasmo.
Te diste cuenta y te prometiste escribir un cuento que te inspiré pero sólo cuando me recobrara. Se te fue el cuento con mi recuerdo –no eras mi fan-. ¿Fue ella la mala; la chica quien no permitió en su ignorancia que su amor me diera una nueva jugada? Yo, en cambio, gestioné muchas veces por ti ante los emisarios, enfermeros enigmáticos que preguntaban si teníamos originalidades no resueltas que absolver como coartada para volver, aparte de la manida primera caída y de la lucha incruenta del no-Ser, Se-n(  ̃ )or y Luz-bella: Díganle, díganle; pónganle el dedo, la gota, en la lengua, ustedes que aún ven fluir la transparencia sólida del agua; déjenlo ir...hasta su rienda. Te reías tu, se reían ellas, las fuerzas y jugaban, jugaban, loterías sin cuenta: Lot(h)erías? No, sal-va-Abba-s tu pellejo para nada.
Pero me dejó ir, finalmente, tu poética con mis compatriotas. Cortázar venía a ofrecerme el hombro: ¡tente ahí, es la juega! pero Martín Caparrós soltó la tapa después que otros que mejor no mencionar pusieron el acento: Nada personal, pero ¡enviados de Dios!: que te compren un bicha.
No sé si es odio por denunciarnos; o es el amor que me inspiras al dejarme por fin soltar la mano de la prostituta esperanza, saber que el cochino mundo no dejará de ser lo que ha sido durante todos los siglos de los siglos. Tanto me la comí y seguía dándome chanza; ah chancha.
                                                                                                     Tuyo, Gustavo        

domingo, 14 de septiembre de 2014

NOSOTROS LOS MUERTOS DE HAMBRE

NOSOTROS LOS MUERTOS DE HAMBRE
“ En los países industrializados relativamente ricos, la mayor parte de la investigación, la enseñanza y las actividades en materia de nutrición se relacionan con ciertas enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación. Estas incluyen obesidad, arteriosclerosis y enfermedad coronaria, hipertensión o presión arterial elevada (que puede llevar a un accidente cerebrovascular)...
Sorprende que en el Reino Unido entre 1942 y 1947, cuando se impuso un racionamiento muy estricto como resultado de la segunda guerra mundial, los ingleses estuvieron en esa época mejor nutridos que antes o después.”
FAO.ORG (El libro de la nutrición)

Nosotros los muertos de hambre con el estómago lleno
que apretamos el rabo  y paramos el dedo
y convocamos el vaho del vino sutil mientras charlamos
contigo embajador autoproclamado
enviado a los barriales de la civilización
del intenta otra vez, falla otra vez, falla mejor
y que nos muestras el amplio salón- preámbulo
de la sala de gobelinos difusos, adalides: -Ghandis, Teresas,
Cristos y Fürers-  a que aspiras entrar primero enseñándonos
los focos que nos enviamos unos a otros con espejitos del ego
en la oscuridad reinante que ya no es la lucecita del mechero
en el concierto de os-capa-r, Caparrós, que vivir es movimiento,
contra o con los pobres, con o sin Angelina Jolie
con o sin estadísticas de cáncer de seno y morideros de hambrientos
que no entendieron que amor es contraste de contrarios
y el resto es transacciones de pendejos
y es que, creenos, ya ni siquiera es la llenura de carteras
es que la lucha feral de la clase del perro pitbull
que aún caído en desgracia no acepta tratos familiares con gozques
pero sabe atraer a los sin-fronteras-médicos, define:
acaso no es mejor la ira-de-la mente, mentira?
que la vio-l-a-nsia de las manos que cuando no matan comparten
 y entonces son besos
verdaderos que no saben a dónde van, como tú, y Monsanto y nosotros
que sí sabemos
que tu le haces el amor a la realidad y la novelas
-si dijéramos que te la fornicas faltaríamos al buen gusto-
por contra de veces y voces que intentan hacer realidad con el ideal
-muy a pesar que pichan- decínos:
¿Qué hacemos con ese cucarrón mierdero que trajiste
detrás de tus pedos en tono de panfleto?

viernes, 12 de septiembre de 2014

PARA

PARA
Para, amor, para
me basta con llegar a pensar
que es mío tu corazón hermoso.
Para, amor, para
me basta con esperar
que en otro reino estaremos solos
Para, amor, para
¿No sabes que Isabel es Abel
reoetido en infinitos exordios?
Ellos no los conocen del mismo modo
como no saben que es la risa una flor de loto
que sobreabunda como el pecado
en el estanque de la gracia
¿qué es más profundo
el espejo o el agua que todo lo mueve a su antojo
y el cieno, que deja que el cielo le penetre
hasta la más profunda lágrima?
Para, amor, para
que es más santo nuestro vicio
porque es puro
-el tuyo de humo y acero
el mío de silencio y de ansia-
como bajo la máscara la,monia
como bajo el corrientazo la anguila
como bajo la muerte la nada
Para, amor, para
me basta con sentir que tu bondad
se blasonó de sincera alma.
Para, amor, para
nosotros vamos más allá
del de por- para-hasta
porque nuestra pre-posición traspasó
lo que el mago ignoto con su magia.
Para, amor, para
que si tiembla el Pekinés –ya inerte-
en un amarillo de farándula
es porque oriente está vencido –y no nuestro agon-
aunque el sol todavía por allí salga
deja que sea el Juez Primero
quien haga la última jugada.

jueves, 11 de septiembre de 2014

GENEALOGICA

GENEALÓGICA

Era Dios un loco y aventurado
¡anudar mundo en  andas de la nada!
y, como serpiente movimiento le salió
inventó de la ciencia del bien y del mal el árbol
por si al mismo sitio de donde vino
antes que Él llegara el Yo
entonces se hizo aedo y rapsoda
y se riñó con los filósofos mientras vino se hizo
para embriagar hacerse Noé de sus hijas
y se hizo Salomón y se fumó el secreto egipcio
e hizo e-narguile con David hervir el agua
de las raleas descansó entonces en la cruz
y re-suscitó después de unos siglos
en  el juglar, el trovador y el goliardo
dejándose bailar por Drácula sus bodas de sangre
para aguantar el vértigo del ciclotrón
hong-[h]izo el delirio de la psicodelia por los 50’s
y conoció a mi madre y por su virgo subió a la torre
de control de ondas hertz de la montaña
y  de-uni-versal-ardo, Eduardo, la premió
porque liado en porro de ron y m’ijo
y en humo humilde de papel de arroz
llegó el momento en que pidió Socorro
la traba del mundo entiende pero no  dice
porque no puede
 aunque se inspira y aspira en É-L-e[h]onor
puesto con y de María llega el momento de Gloria
y como la comelona no para el gusto
de principio veo y gusto, Gus-t-a-vo
aunque en ángel inglés de huevo cambiado
siempre su retrato vivo imprimió

martes, 2 de septiembre de 2014

CABREARSE

Una de las formas de la vida buena es no cabrearse por nada. Pero tener que cabrearse uno porque un cuarteto de bacanas que, como las cabras, pueden andar por las alturas, y que, como si quisieran decirle a uno Eah, chaval, si no fuera por tu circunstancia, estarías aquí, como los nuestros, le dicen como al descuido al pasar mientras uno busca resguardarse del aguacero de impostaciones: Claro, como él no yiene que cuidar a Ma-Leo de la acción de las editoras, es estar uno muy arrastrado de la infamia. más si la infamia se le arrastra a uno entre la familia. ¡Ay señor conductor no me diga más! ¿Quién va por el hospital que no he podido almorzar? que nadie va y por aquí ya hay video

lunes, 1 de septiembre de 2014

¿CUÁL ES EL PUNTO?

¿CUÁL ES EL PUNTO?
Primero se te deshacen los nudos de los lazos de la fe del alma, luego se te desata la intestina pasta; después viene la fiebre, la encargada de ponerte en el umbral, devuelta o muerte, tú eliges ¿pasta o pasto? Tal era la poética conseja. Pero venga, ¿no viene a ser lo mismo? Mierda al fin y al cabo; sólo que con y sin digestión. A menos que el sendero semántico quiera ser un torcido. Ese no era el punto. El punto era que la fe ahora se dejaba definir como una niña dulce y obediente que se deja llevar a donde quieras sin perder por ello su swing ¿entiendes? No puedes disfrutar del hermoso cañaduzal si no te convences de que al fin saldrás a un claro, o si tienes miedo de que te va a salir una serpiente. Pero yo no busqué meterme en este mierdero. Ese tampoco era el punto. ¿O eran los dos puntos, uno encima del otro? Aparte.
¿Cómo no iba a importar más la fascinación de que sin haberlo presentido, pensado, intuido, hubiese elegido, después de escoger muy sesudamente –por una pequeña ojeada a la portada- en la biblioteca municipal esos dos libros, meterse en el cementerio a leer?
Primero te diste cuenta de que la tumba de  mamá estaba en un recoveco a unos cuantos metros del ficus frondoso que le daba sombra de la canícula asombrosa y “Amistad de juventud” abría su magnifica odisea de la condición humana  precisamente en un cementerio contando como a mamá la habían enterrado en aquel cementerio de guerra a donde había ido como por no dejar. Luego viene esta vedette prostituta de la más fina especie, pero no por ello menos deleznable, antes más, a despotricar del idioma y del pueblo y de la patria y canonizando a don Rufino José Cuervo sin querer ser ella misma una santa con pantalones de filólogo, que bien se las daba, con obertura de cementerio francés. Pero ese tampoco era el punto.  O si lo era en el sentido de que uno llega a la conclusión, después de muchas vueltas de hoja y después muchos antes y después, que a la final ese señor Vallejo era un mariquita sin asco, pero un mariquita con disciplina, con lo que entonces hay fe por más que hable pestes de los curas, con toda razón, pero el hombrecito estudiaba, investigaba, se trasnochaba y su obra no era cualquier lagaña de mico, al menos en folios y laureles, que no siempre son garantizados, pero el tipo era un tocado del logos, sólo que su descreimiento era un descreimiento en sí mismo, por eso se perdía en nimiedades como el loísmo  y leísmo; qué putas importa si le mamaba o lo mamaba un ganapán o un señorito si al final se podía entender el mensaje de que le mamaba que le estuvieran jodiendo con indirectas o lo mamaba como Dios manda; pero definitivamente ese no era el punto.
¿La cosa había empezado como un simple desarreglo de la rutina? Esa era una suerte de fe. Pero la fe no es de suerte, ni la suerte es de especies. ¿Importaba que en pleno siglo XXI cuando al polvo de los huesos del señor Cuervo se le había añadido el polvo de quién sabe cuántos otros de los que ya no queda ni la tumba ni la cruz, que la misa del día dijese ora en lo escondido, que el Señor que está en lo escondido te lo compensará? A él le importaba como le mortificaba. O la pasta o el pasto. Y ¿qué es lo escondido? es lo-que-hondo-ido...
Yo sé cual es el punto ¿estás esquizofrénico o no estás esquizofrénico? ¡Qué le pasa, marica; respete!. Todos los artistas somos esquizofrénicos, pero no como esos otros de allá afuera con sus mundos bien arreglados en la moda,  los modos y los medios; el celu, el face, con sus paranoias sutilmente camufladas en personalidades firmes y en chequeras o títulos y en el fondo ¿qué saben de sí mismos?, nada, que tienen que ser exitosos, que tienen que ganar a toda costa. ¿Qué saben de la realidad? Mucho menos de lo que sabemos los que nos damos de cabeza con ella y nos rompemos la crisma, pero al final tenemos algo, no entre las manos, allá en el fondo de nuestras certezas inexpresables. Pero te lo voy a probar: A ver, ¿Cuánto tienes en la cartera? Necesito un millón. ¡Vaya, si eres un chiste! ¿Para qué necesitas un millón? Para comprarme un adminí...¡esa cosa! ¡Ah, sí, y qué, te vas a montar tu propio imperio de redes! Bueno, y cuando lo tengas, redondito, rosadito carnudito, entonces te sientas muerto de la risa a disfrutar del adentro, allá afuera.   No, es para regalarle al mundo la nueva Coca-Cola del siglo: Tal como están las cosas, en donde según los sabios evolutivos todo hijo es mejor que su padre pero ahora con la instauración definitiva de la dicha con plata, sin plata, solos o en multitud, el hijo sí  es mejor que su padre, pero en decadencia, sólo que adquiere unas habilidades que los padres no pudieron desarrollar por que la técnica no había evolucionado, entonces, al final es la realización inconsciente de la nueva teoría literaria, la que yo voy a traer a consciencia. ¡Ah, qué interesante! y, a grandes rasgos esa teoría que seguramente en medio de su genialidad deja de lado las nuevas narrativas del cine, la performance, las selfies, las dronlfies, el filminuto, etc. etc., que sencillamente serán las formas modernas de masificación y esclavitud, cómo reza? Pues muy sencillo, primero hay un pre-texto (los otros, la necesidad que te crean y su entramado para mantenerte en ella), luego viene el con-texto (las formas que inventas para desarrollar tu interpretación de las necesidades y la energía que inviertes en satisfacerlas), después entonces se da el co-texto que es la escritura en el papel de la vida con los otros, las formas divertidas y geniales con que alternas hasta que al final les arrebatas una autorización general a tenerte compasión gentil, es decir, a que se ya no se te rían en la cara; a continuación se da un paso más, el texto propiamente dicho, la patraña que le sueltas a la telaraña para que te suelte y, ahí sí, el paso final, la autorización editorial: se imprime la reputación de este personaje como útil y recomendable para el buen desarrollo del acto, que llegue o no llegue al orgasmo ya no nos corresponde, eso forma parte de sus fueros privados. Pero lo más interesante son los hiper-textos,  si realmente eres algo genial, entonces los hostings que te parasitan, aunque para ellos el parásito eres tú que te das bombo a su costa, entonces ellos toman lo mejor de lo mejor, lo maquillan ligeramente y lo re-ciclan en historias famosas, fas-cin-antes y con-vicentes –bueno, y también con Vicentes-. Un ejemplo: ahí nada más tenemos ahorita a don Gulito Chances Cristo, claro que no es exclusivamente él, él es el representante de una casta, mejor dicho, de la casta; él no sólo tiene soluciones W –llegan cuando ya se ha perdido el partido del decoro- También se encarga de educar la sensibilidad de la opinión; qué, si no, es esa forma de sacar escándalos de las  Rojas Birryas, de los Días-de-Luz-Marina; pues la forma de prevalecer de la casta en oposición de la coyuntura; Ah, no, un momento, un momento, pues ya que me metió en esa colada amiguito, aclaremos que ese señor es un señor, independientemente de que sea indio o no, que se corrompió y se encochinó de la forma menos decente y nosotros simplemente divulgamos que sin embargo, su esposa tiene un alto cargo en la administración y que la señora es una señora magistrada que se fue de paseo en yate con los dineros de los contribuyentes. Sí señor, coincido, pero, y, qué han hecho y hacen aún las grandes esferas dirigentes, pues lo mismo, lo que pasa es que los tejidos han ido cambiando de telares y la lana se les está yendo de ámbitos para formar el dibujo, entonces necesitan desvirtuar las tendencias; ¿quién no es corrompido no sólo en este mundo ultramoderno sino en toda la historia humana?  Únicamente que las gentes sin abolengo y sin blasones que han logrado educarse y permear las altas esferas no pueden convertirse en paradigma y mucho menos en adalides. Ah, pero tendrá que reconocer que esas personas podrán tener conocimientos y podrán tener inteligencia y hasta podrán tener modales refinados, pero nosotros aún encarnamos, así sea de nombre, cada cual con su vicio, con su perversión, con cada torcido, los altos ideales humanos que ellos no suscriben. ¡Humm!
Y eso ¿qué tiene que ver con la fe?  Ciencia pura y dura, mijo. la ciencia es también fe; es creencia en una ficción útil que da resultado y que ha convencido a los otros –o si los ha comprado poco menos da-  Los hijos de puta no entienden. Ojo que te podrías estar insultando a tí mismo. Ah, yo podré ser un hijo de puta, pero entiendo. No lo entiendo todo, pero entiendo de lo noble, de lo humano, de lo bueno. Agradecé que te traigo por este gua-dual, por este cañaduzal por donde se filtran rayos de un espléndido día y en el suelo solo hay hojarasca sin memoria y serpientes, pero al final saldremos a algún Claro®. ¡Oíste vieja bruja! Margarita Valencia; que dizque lanzando editoriales de que las nuevas tendencias del mercado editorial en las que Amazon y cuál otra puta  de la que no me interesa saber el nombre siguen ganando la pauta en medio de una generación que finalmente morirá o de sobredosis o de vieja para darle a los buenos aires los nuevos mundos que merecen, como si la esperanza contra la racionalidad fría contra el cálculo inhumano, contra el despiadado canibalismo no estuviera en los desvirolados bohemios, marihuanos, cantores a la luna con aullidos remozados. ¡Veremos, maestro, veremos!, disciplina ante todo. Bueno, al menos entender de tolerar; al menos de entender como entiendo ahora a esa artista plástica con cara de chancho refinado –bueno en realidad es un rostro que evoca una imagen porcina con la belleza que brota de un interior muy reflexivo y adaptado-, mientras escucho mascullar a mi paso por la plaza de mercado, por un poema que he publicado (somos muchos James/somos muchos Cuadrados/somos muchos Pablo Armero/pero aún no somos un pueblo) «Somos un pueblo/ oprimido y sojuzgado/pero somos un pueblo/los James, los Armero y los Cuadrado/son los que intentan vendernos una imagen de los medios/pero nosotros somos los medios/nosotros somos el pueblo/invisibilizado», que su parafernalia con trípodes, micrófonos, manoseos a prostitutas de esquina que increíblemente se las come el óxido pero también se las comen seres humanos y que una hora después la hermana de la madre de mi ex se me muestre pavoneándose junto al ala psiquiátrica del hospital, son sutiles formas de decirme lo que yo ya me he planteado hace mucho tiempo con balance negativo pues si me gustan las formas redondas y las caras feas –además de las bellas y estilizadas- no es porque un trauma de niñez me impida buscar la excelencia de la belleza, sino, más bien, que siempre he estado abierto y dispuesto para el otro, diferente, feo, intocable y lo Otro innombrable pero no intratable. Y yo dizque plantándome, creyendo que era mi suegra, para preguntarle por mis hijos que me abominaron y por ella que me abandonó y por mi nieto, y resignado a que me dijese: eah, chorizo rancio y seco ¡aún no ha podido conseguirse un peso para recortarse esas mechas! Hombre pero si ese es su entorno vital, pudo ser casualidad. Ja, la casualidad no existe, existe la causalidad; que esa causalidad no pueda ser definida, no resuelve el dilema de si es una causalidad humana o a-humana. Humm, sólo le faltó decir ahumada
Pero ese tampoco era el punto. Ahora el punto se estaba focalizando en que lo que los sabihondos académicos llaman serindipia se estaba realizando en el cementerio, a veinte metros de la madre y a treinta del centro abovedado coronado con techo de paja y cruz de pararrayos, mientras pensaba –ya que se iniciaba una anunciada pero no recordada misa por los fieles difuntos-, primero en la inmensa sabiduría de Dios –o ¿sería malicia indígena?- al permitir que su iglesia, de la cual las puertas del infierno no prevalecerán contra ella, sea a la vez santa y pecadora, casta y puta, pues mientras más jóvenes son los curas, más se dejan ver que la civilización no puede negarles su humanidad cachonda, vanidosa y calculadora, pero también desencantada. Cualquier cura de menos de treinta años deja entrever un no sé qué, un rictus; o sí lo sé: un curita de un canal de televisión religioso de cobertura universal, cada vez que da su homilía, mientras recita su recién bien aprendida lección de fe, dogma y costumbres, tuerce la comisura derecha  de su boca en un tic casi imperceptible pero que para un frenólogo es un signo fehaciente de que algo ocurre en esa psiquis, y el curita que ahora dicta su homilía empeñado en demostrar su dominio escénico haciendo repetir a la feligresía palabras de arrepentimiento y adoración que no han pasado por su corazón y recordando todavía que nadie que crea quiere el infierno de llamas ardientes, pero es el primero en demostrar que la humildad no tiene nada que ver con la personalidad y que esos tiquismiquis sólo los borra el trato y que seguramente los filósofos también entenderán que hay que contribuir al buen funcionamiento de la sociedad manteniendo vivo el fervor al tiempo con las relaciones públicas, pero como en todo, no por imperial una institución tiene que tenerlas todas consigo, pues los hermanos protestantes dan un ejemplo mucho más humano y adaptativo –aunque con el mismo interés deleznable de conseguir adeptos- ya que en sus publicaciones de promoción tratan temas de actualidad e interés con mucha más objetividad y deseo de hacer mejores los entendimientos de las personas, tales como las situaciones de la internet, de la relaciones interpersonales, del perdón, de la etiqueta con el celular en los restaurantes, del noviazgo, que la publicación de páginas web con letanías, oraciones y vidas de santos. Y segundo en quién y qué fue culpable de cómo empezó todo y si la maldita señal era válida.

Te llevo a charcos y te llevo a guaduales
te llevo a iglesias y te llevo a lupanares
te llevo a bares y te llevo calles
como te llevo a lugares íntimos
donde otros sentimientos te riñen
mis preferencias y te llevo a los lugares
donde pretendo dejarte abandonada
con embriagueces que no conoces
aunque te lleve a pastizales secos
para mostrarte el oro imposible de tu pelo
y convencerte de que no fue buena idea
cortarle la alegría y el blow de las navidades
porque te quiero ahora que no estás
como no estuviste nunca
ahora que la novia definitiva me está pidiendo chances
con aventones fallidos del corazón
y otros males de nieve y saudades.
A lo mejor todo comenzó cuando esa nueva adaptación inconfesada de la especie, la lectura del pensamiento transmitió su mensaje: «Toda la universidad en particular y el universo en general saben que yo no quiero nada con ese vivo». Pero venga, sentémonos un ratito aquí en este tocón por el que entra ese espléndido rayo de luz; así descansamos y nos orientamos.
El rayo de sol era en realidad un gran hueco que hacía contraste con la semi-penumbra del paraje –así dicen que es el espacio sideral; extraño si se piensa que el astro rey está en el centro del sistema; debería ser siempre allí de día, pero según los sabios, las ondas de luz, el éter... ¡qué complicación!-. El asunto era un gua-dual, como en El jardín de los senderos que se bifurcan. A ver, mírame ¿qué edad tienes? A juzgar por mis pelos largos y enmarañados y por mi rostro desenfadado de ojos ingenuos con sonrisa de tonto, diría que veinte o veinticinco pero mal pensados, y a mi, qué edad me pones? Pues con ese rictus de amargura y esa bola de canas recogidas y esos ojos sin expresión, por lo menos setenta. Y pensar que me veo ahora enfrente del doctor Uribe –el tiranuelo, no, uno joven con aire de snob amable- en papel de Dr. House, con su actitud desdeñosa, con su ingenio dialéctico y su ironía humillante: «Verá doctor, todo comenzó el día de la inauguración del mundial de fútbol; me tomé una botella de vino y al día siguiente, como era costumbre para metabolizar el alcohol, me abstuve de andar los nueve kilómetros, ida y nueve vuelta, diarios durante veinte años, yendo y viniendo a hacer nada; al día siguiente me levante con diarrea, fatiga y tampoco fui a ninguna parte; después empezó el dolor en la parte del bajo vientre; micción de regadera...» pero no, los médicos siempre han sido unos parásitos de las desarmonías y flojeras y descuidos de los demás, pero uno que siempre ha sido moderado (mentiroso) y con buena profilaxis; además, esa es una enfermería con nombre de hospital de primer nivel donde los profesionales están más interesados en tener un millón de amigos de primera categoría en Facebook y en preparar la rumba y el fondo “Premium” para asaltar un presupuesto de quinta, es decir, repartirse las migajas que se pueden robar después de administrar mal, que en finuras tipo House, aunque sea para decir: Vea amigo, usted lo que necesita es un loquero de confianza; o consígase un confidente; o confiésese. Y, aquí entre nos, si yo fuera usted, me lanzaría de cabeza a hacer lo que se me antoje sin poner mucha atención. Vea mi pata lisiada, me duele como un demonio y no es el único sufrimiento.
  Entonces recordó la historia aquella que tenía guardada en la cabeza junto a otras tantas refundidas para cuando encontrara un editor que le permitiera encontrar un ambiente tranquilo, sin la terrible presión de sentir el vecindario acechando cada carácter, cada página, cada desbarre y ponerse a trabajar y con una calidad de vida que le permitiese nutrirse mejor, amar mejor y odiar peor.

LA HISTORIA DE LAS ELECCIONES
El tipo se las traía. Cuando se encontró con su viejo amigo de siempre en la capital, éste casi lo desconoció. Había llegado gracias a un golpe de suerte; una pequeña suma ganada en el chance, y en lugar de invertir en arreglar su madriguera en ruinas, renovar su guardarropa raído y pasado de moda o en terminar de pulir la amistad recién nacida con una vecina igual de pobre pero veinte años más joven que ya le había dicho sin reatos que le gustaría irse a vivir allí con él, prefirió irse a recoger las energías abandonadas de prisa y sin tino veinticinco años atrás. Allí  había quedado la facultad de letras, las fábricas donde se ganó el pan pero no la pensión, los conocidos que porfiaban pero de algo servían, las oportunidades ofrecidas a costa de trompadas, gastritis, atracos, desprecios y allí, en cambio, apenas una modorra auspiciada por el hambre.
Había llegado con su cantaleta embrujadora; una voz bien modulada y con un timbre acariciador; una fluidez y una expresión de ojos, de manos, de cuerpo, que te enganchaba aunque la mayoría de las veces quedaba uno pensando qué fue lo en realidad dijo. El hecho que describiera su madriguera como un palacio en el que además de las costras y hongos de las paredes; la obscuridad casi de sótano, el aroma de pis de rata, las cucarachas que pese a que no las perseguía solo salían en su real población cuando las luces se apagaban y dejaban percibir su lenguaje de antenas y nupcias voladoras, hacía que uno se trasladase mágicamente. Decía que no hacía profilaxis porque también eran criaturas que ayudaban en la armonía de la naturaleza. Para él donde habían ratas era signo de mucha religión y donde habían cucarachas era el culmen de la filosofía; la razón, muy sencilla: El atavismo religioso o su instinto nacía de la reflexión de los tiempos primeros cuando la oscuridad era y el verbo flotaba en algún lugar desconocido; la  única manera de imaginar la luz era por algún ser primitivo que salió de los adentros absolutos hasta alguna rendija que desarrolló los ojillos diminutos e inquisidores de este animal, pues l’ánima se inicia con el animal que entonces salió de la caverna o del túnel donde cuerpo y forma se fundían y obtuvo conciencia de que había un afuera; tenía que haber un hacedor; el verbo primero era inaudible, por eso el rango de las palabras que intercambian los ratones es infrasónico; los chillidos son simplemente el aviso fullero de que están con nosotros, o de que están cometiendo un gran error cuando el palo de la escoba hace su trabajo. Con las cucarachas, en cambio, el asunto era muchísimo más profundo: Las cucarachas son el signo de cuando el tiempo no era pero la conciencia sí, por eso tienen antenas; entre antena y aire no hay nada, pero entre aire y antena tampoco, de modo que todo sigue igual, por eso las cucarachas resisten la radiactividad y pueden pasar larguísimo tiempo sin comer; son el símbolo del asombro; el pensamiento siempre adentrándose en el imposible; el estéril comer de la reflexión hasta que al fin se encuentra una idea es de una cucaracha y por extensión del hombre moderno. Pero aún había más, el rastro de las babosas en las paredes o en los tapetes ¿qué podía ser sino el signo de la mística? Mi-está acá pero quién es o qué, pues una babosa, pero todo lo baboso es principio y fin de algo, cuando la carne se pudre se pone babosa, un chorro de esperma necesita obscuridad y una baba más redondeada para hacer un muchachito.
Su amigo estaba bien instalado; los negocios de maquinaria y automotores. Curiosamente vivía en un apartamento lujoso y caro pero estrecho con sus tres hijas y su mujer. No faltaba nada pero la atmósfera era como si no quisiera estar muy apartado de las cosas, de los otros, en el vacío; no ser el fermento de la masa, aunque fuese levadura de la nada que implica la economía; cada cual maneja el oikos de su nomos, es decir, el hogar de sus nombres o sus nominaciones como puede. Así se lo había dicho entre tragos la primera noche que  le recibió y su familia, después de las presentaciones de rigor, acechaba tras las paredes su parla extraña y fascinante.
   —Jim, cómo es posible que teniendo la rama vivas en esta caja de sardinas.
   —Acaso lo dices por July Anne, Lissa May y Danny? ¿hay algo mejor que el calor de hogar? –el hombre sirve nuevos tragos de vodka en el jugo de tomate que ha escanciado previamente en los vasos whiskeros tallados- Vamos, Charly, qué quieres que pongamos para amenizar la fiesta. Tengo DVD’s de todos los clásicos en concierto. Zeppelin, Black Sabbath, Grand Funk  ¿cuando soñamos nosotros esta felicidad al alcance de la mano? –cruza las manos sobre el vientre prominente y se atusa un bigote espeso; es increíble su estampa de ejecutivo  de los años treinta; ni siquiera parece un yuppie-
   — Bah, yo prefiero los viejos tiempos; los vinilos –examina la alta pila de discos-. Qué tal este, Las seis esposas de Enrique VIII, Rick Wakeman?
   — Nos dormimos, hermano. Un Jumping Jack Flash.
Charly regateó con Journey to the center of de earth. Al fin acordaron empezar con Obscured by clouds para que quizás nevara más tarde, pero Charly se negó. Recordó la última vez que se embriagó con él con vodka ayudado por la nieve; al día siguiente tuvo una hemorragia nasal profusa acompañada de unos hilos de color gris-café; dijo y creyó firmemente que se le estaban derritiendo los sesos. Jimmy volvió con la misma teoría de ese día: Era tal la pureza de la nieve que simplemente estaba limpiando desechos de la polución. Bogotá era un estercolero de smog y esa fue la última vez que hizo esas gracias; en adelante sólo bebería vino aunque le dijesen otros amigos que eso era para nenas y pervertidos.
Hablaron de todo un poco aquella noche. Pero el tema central era un tácito pugilato de inteligencia. Aquel con una sutil gambeta diplomática que nunca se comprometía y trataba de que fuese el otro el que asumiese las posiciones comprometedoras; este con una agilísima dialéctica que siempre estaba sopesando pros y contras, pero dejando plantada una posición que nunca era fácil de identificar. Así cuando recordó a Arturito, a propósito de que él siempre había sido más bien flojo con los vicios; era una pena que aquel próspero sastre de pueblo hubiese terminado diabético y haciendo disparates por culpa de la afición a la cerveza  y estropear la espléndida relación que tenía con los alemanes–Arturito fue un gran hombre; se limitó a comentar sin siquiera mencionar la palabra papá- . Fabricaban unos excelentes muebles de cedro con secretas –añadió Charly-; Jimmy se escabulló. Ah, y que tal cuando le dimos marihuana al abuelo del Gury-gury Arcila; el viejo hacía unas muecas de lo más cómicas y movía los brazos como si estuviera quitando telarañas; cuando le preguntamos que hacía dijo que estaban muy buenos los pispirispis, pero no quiso volver a hacernos compañía.
Jimmy estaba saliendo a las seis de la mañana para la oficina –para evitar los trancones- pero a las cuatro estaba de regreso y siempre venía con miles de mimos y carantoñas para Milvia su mujer; se había quedado en el forro con su eterno pucho en la boca y la piel amarilla como los dedos índice y corazón derechos, de tanto moler azafrán, decía. July Anne era la última que llegaba a eso de las nueve o más; era auditora fiscal en un banco. Estaba empezando la tercera década pero aunque era elegante y garbosa y de rasgos finos, tenía un carácter agrio y nunca quiso cultivar amistades, por eso se había quedado en casa; la inteligencia excepcional que tenía parecía usarla maquinando que había detrás de todo o queriendo poner ella el último toque. Una noche, cerca de la primera semana de la estadía agradable de Charly en aquella familia –Jim le daba dinero para que saliese a pasear y todo su apoyo-, al dirigirse al baño después de la media noche, salió con mucho cuidado de no hacer ruido con la puerta del cuarto de huéspedes que quedaba justo al fondo de aquella torre de dos apartamentos por piso, uno enfrente del otro y el hueco del ascensor en medio, puerta A para uno, puerta B para otro, así, el comando del apartamento de Jimmy en el ascensor era 13A de 20; la sala estaba al frente, después de los tres cuartos  a la derecha y la cocina, el cuarto de ropas y baño y la alcoba a la izquierda. Escuchó unos susurros y quiso devolverse para no interrumpir la privacidad, pero como todo el apartamento era alfombrado y el ruido del ambiente de la ciudad hace muy dificil aguzar el oído, dio unos pasos más: Entonces te vas a seguir dejando comer el coco ese viejo pajudo. Annie, tu sabes que es mi amigo y es buena persona. No que va, aquí nadie ha venido nunca a irrumpir en nuestras vidas y menos a vivir a tu costa; recuerda incluso que no te gusta traer a ninguno de tus socios ni conocidos y que no tienes amigos. Fue cuando recordó aquel episodio; July tenía cuatro años. Charly y Jim se reunían cada quince días a tomarse sus tragos. Cuando llegó, July estaba sentada en las piernas de papá, sirviendo chorritos de Coca-Cola en su vaso. Charly le dijo a ver, preciosa me vas a compartir tu refresco?  July lo miró con esos ojos acerados que solía poner Voy a tomar un poco más y te dejo, vale? Cuando iba por el medio vaso miró, pensó un poco, lo llenó de nuevo y se fue por el respaldo del mueble y lo vació en la cabeza de Charly. Para que te sepa bien rico le dijo. Eso no fue nada. Cuando el no me vayas a decir que no quieres a tu papito con chasquidos de bomba y superficie húmeda  sí que se llevó una sorpresa.
   — Es la cosa más estúpida que he escuchado en mi vida –dijo Jim mirando con asombro a los ojos de su amigo-
   — Qué le vamos a hacer, hermano; así soy yo.
    — Pero, ¿cómo así que así soy yo? Yo creía que tu eras un tipo moderno, de ideas avanzadas y progresistas. Mira nada más cómo me hablabas en estos días, que la narrativa moderna ya no se hace preguntas; ya no cuestiona; ya no pone dilemas de moralidad o de lógica; simplemente se limita a describir lo que se vive y a tratar de desnudar la poca belleza que aún queda, o a embellecer la mucha aridez del ahora y aquí. Ahora el asunto es vida práctica, progresar, ser feliz, servir a los que se puede servir; intercambiar la poca de ganas que nos quedan ¿Cómo era, Alice No-muro, o Alice On-muro, Alice Munro como me describías a tu novelista de cabecera?  
En efecto, la vida moderna había permitido que de cabeza, patas arriba, con estilo o sin estilo, los seres humanos se acercaran unos a otros menos por ideologías que por simpatías o efectos de imán. Lissa May era una excelente conversadora y asistía a la academia de pintura, todavía no había encontrado su veta pero sus quejas se reducían más a tropezones que tenía con su nutrida bandada de amigos por pequeñeces que por minucias del objeto del arte o el sinsentido de ser anónimo. Tenía una excelente relación con sus veintiocho años y los cien mil caminos que se habrían entre los crípticos piropos de su papá y sus ojos felinos; de modo que con Charly la pincelada final después de los afanados pero bien nutridos dimes y diretes que se solazaban en enredarse juntos la pita sin perder la punta entre bocadillo y bocadillo se reducían a un eres tremendo descolocado. Pero con Danny, que era apenas un bebé rollizo de hermosos ojos zarcos cuando Charly abandonó el nido donde muchos Alejandro frustrarían su deseo de poder lanzar su veni vidi vinci y que era ahora una tremenda belleza coqueta aunque algo tímida y por tanto odiosa pues los tímidos intimidan hasta que ponen el color de la cortina que les vela en miedo, el punto se había situado en el párrafo más suspensivo de la plana. Era auxiliar de contabilidad y terminaba su carrera de economía, por lo que sus gustos y modales aparecían más bien frívolos; Le gustaba llevar las uñas largas y pintadas de colores estridentes; el vallenato y el reaguetton,  iba dos veces por semana al salón de belleza, adicta a la televisión y amante de los chocolates y la ropa ajustada, pero también iba al gimnasio y era un bocado de lo más apetitoso del que le gustaba provocar. Curiosamente con Charly intercambiaban de un modo casi procaz –también tenía repertorio para esta esfera-; con ella fue que se dio cuenta que a toda la familia le gustaba que nevara y que el alcohol con mayor o menor medida encendiera sus mechas más profundas.  
Una tarde mientras Charly leía una novela desconocida de Nabokov que encontró en un mercado de las pulgas y que le había impactado pues no conocía que no sólo el nicho lolita era la línea creativa de este ruso americanizado hasta el fascismo –así era el mercado de este mundo loco-, Danny  se introdujo en su cama con un estilo bien singular. ¿Qué hace, Charly? –le dijo con aire compungido; no había nadie en casa; Milvia dormía su larga siesta- Ya ves preciosa, leo esta trama de espías y pasiones. Ah, o sea que el asunto está aburrido también por aquí; y yo que pensaba que me podrías alegrar el rato con alguno de esos chistes tuyos ¿Cosiaca es que se llama? –se había reído indeciblemente con el cuento aquel de Cosiaca travesti que se había obsesionado con la idea de saber lo que era ser madre y que amigo de los frijoles trasnochados se había taponado el ano con una tusa para que no llegara el diablo por la noche a hacerlo su enamorado; el daño estomacal hizo que explotara como una botella de champaña y un pollito que había por ahí salió piando por el estruendo; Cosiaca dice muerta de emoción: pio no, mamá-; entonces  Charly le pregunta que si conoce el cuento del señor que se las daba de adivino, pues anticipa sucesos como el que una maceta va a caer sobre la cabeza de una muchacha; un muchachito lo observa y le dice que le enseñe; el hombre lo lleva a su habitación y le dice que se quite la camisa, luego los zapatos, después los pantalones y ante la pregunta de que si lo va a violar el hombre dice: ahí va aprendiendo. Quiero hacerte una confidencia –le dice Danny mordiéndose los labios- Charly responde: Ya sé lo que quieres confiarme. Ah, si?, entonces que tal si le ponemos un poco de sal a la babosa?
Danny se enamoró de Charly y Jimmy le ofreció todo. Podría incluso contactarlo con unos editores que tenía en Venezuela para que publicaran sus escritos. Cómo era posible que quisiera seguir viviendo la arrastrada vida que llevaba.  Acaso no era su hija un excelente partido; que el conocerse y adaptarse se darían por el camino. Bueno, pues resulta que en estos asuntos la lógica se va al tacho de la basura porque hay una especie de lazo que lo enreda a uno sin saber como, le dijo; incluso era fea y poco atractiva, el imán del amor mi amigo. Paparruchas de pasión sin reflexión. Definitivamente eres lo más estúpido que he conocido. 
Se fue sin decir nada más. Incluso sin decir que sí, que Alice Munro, pero que no; el gran arte de coser los retazos de las posibilidades de la condición humana. Hay que buscar la literatura del futuro; pero entre técnica y arte había una rendija que escasamente dejaba que las motas que soltaban los hilos de la técnica y que danzaban en el rayo de luz nos invitaran a tomar su talle y bailar su vals, pero eso no permitía colegir todo lo que había en realidad en el oscuro cuarto de la mente y su tanteo denodado.    

Bueno, y qué hacemos aquí como dos estúpidos mirando el aire con la boca abierta?
Nada más el amor encuentra sus querencias
y ya está la adversidad montando sus talanqueras
cómo envía a patrullar mi aire sus mosquitos guardianes
la indiferencia allí en la ventana, ni cerrada ni abierta
explota la trinchera; renglones y renglones
el curso del cursor con el corazón no discute la oferta

El punto era una maldita dualidad ¿lo captas? Por un lado la doctora Grisálida con su enigma por resolver, sin decidirse a configurarse como oruga come-hojas, como negra mariposa o como simple ovillo hibernando vanidad para atacarle el molino, de viento o de acero, de sal o de dulce, de trampa o de espejo. Si es oruga come-hojas, pues que venga y te las coma todas; si negra falena pues que te lea su augurio; si ovillo pues que se desenvuelva y recorra el laberinto pues el vellocino ya se sabe que es de mierda. Pija, pose y médica. Y por el otro lado el espejismo del oasis en el desierto; flor distante con la espina ante el dedo. Niña y mujer, virgen y diosa. Solvente, candente y colegiala de high school.
No, no capto. ¿al fin qué tiene qué ver la fe con que los estúpidos se enamoren? No no es que los estúpidos se enamoren; también se enamoran los listos, el amor en sí es una estupidez. No ves cómo hace la ciencia: al grano milano y si resulta pues bueno, y si no pues vuelve y juega, a experimento y error. Si pero las conjeturas ¿no me vas a decir que no juegan de 10? Ahora el fútbol. En realidad doctor ya me había confesado, pero allá arriba parece que tampoco aceptan el cambio de paradigma si no se presentan documentos autenticados con la ley es decir, hechos ciertos y tangibles. Cuando el partido Holanda – México ya la fatiga y el malestar estaban en su punto: fiebre altísima; esa noche hubiera podido morir de no ser por unos antibióticos que me habían sobrado de la última infección. Era el suscrito quien había suspendido el pacto firmado  desde arriba con un pajarito como intermediario para acogerse a la ley de garantías: Si se cumple la norma el cielo es válido. Si en canal de desagüe anida pajarito, entonces válida paja-de-rito pues por canal de televisión nadie contrata desagüe. El cielo construido es apócrifo. Condenado. Desorden del sistema. Desbaratado el carrusel del bienestar. Ve que fácil doctor? In-fe-acción, ciencia difusa para ley de termodinámica escindida. El quantum puede ser controlado si no te empeñas en tener presente valores y variables. La partícula puede estar y no estar; en este punto o en aquel. Lo que pasa es que el mundo se olvidó de pensar porque ahora todos funcionan en automático; por eso se enferma la gente, la palabra es bagazo mascado, remascado y vuelto a mascar; y si el bocado es muy duro, afuera, no significa, que me lo den digerido así sepa a vómito, por-ti-va-mi-voto, aunque no sepa qué fue lo que jartaste.
Ah, no, pero que no me vengan las fuerzas oscuras del espectro electromagético, o el equipo Billy Gateseíco de orden y función a ponerme coacción de libros, mamás y cementerios,  a ponerme filólogos trasnochados con ventrilocuo de marca vedette en México (pero Claro, ¡mano!), defensores de animales de ultraderecha, humoristas a costa de pueblo. Pero claro que estamos de acuerdo: la crápula en jauría no tiene ni cinco de conciencia del otro, ya ni la mama es de respeto y quieren asumir finuras de fintas de futbolista sin preocuparse por tener una ética, una disciplina, una conciencia de pueblo; ¡qué se joda Mandrake!, para eso es mago, yo trabajo, o robo, o mendigo. Que al que le toca le toca, ya sea aquí o en otros lugares para la sistematización de una teoría gramática que pudiera un día salvar el mundo o abrirle una nueva veta de conocimiento sea traída a conciencia por este o por otro cerebro, pero no con la muerte soplándole la oreja           
Pero no, te equivocas, ese no era el punto. De acuerdo, ese no era el punto. El punto es que deberíamos volver al camino, al hogar, al calor citadino. ¿es que acaso no te gusta ir así, por la manigua; con el aliciente de ir siempre al borde del abismo? No, tal vez el punto es si alguien podría entender que la figura de la verdadera fe puede ser una f  así, de rodillas, con las manos juntas en plegaria y el cogote dispuesto para la yugada, sin dejar de trabajar y de ir y de venir y de conspirar pensando que la jugada saldrá según nuestros deseos pero es otra la mano que mueve las fichas; claro, con eso se facilitan ciertas cosas; como poder volverse heteróntico –le dicen heterónimos, pero para que ser tan ortodoxos- y entonces llamarse uno Jerónimo Bizarro, poniéndole trabas a la ortografía para que la P pueda hacerse B y los líos de suplantación queden a buen resguardo. Y también poder llamarse uno Pablo, o Pedro ¿como Pedro Rojas? No, como Pedro Lavado, es decir, Peter Walsh; al fin, que Pedro Rojas sabe bien que ella se fue feliz y ufana meneando el rabo con g de go, con la g de Gottinga, con la  g de garbo, a estudiar filología gótica del lenguaje digital y lo deja a uno con los poemas estúpidos que uno piensa le enrostraría a Guillermo, futuro soy yo, will-i-am, espada tiburón Shakespeare. Pero eso es ser irresponsable, tanto con el idioma, como con los taxis encinta de la sintàxis. Los verdaderos santos deberían ser los que aceptaron a tiempo y de buen grado que fueron echados del paraíso y se dedicaron a hincar en la tierra la simiente de Caín y no los cómodos que descargan en un nombre Abel (después de A sigue B, eso dice Èl; en orden, mi’jito) toda la gloria de lo humilde que se hace humo en los vericuetos de los pícaros. Entonces ya puede uno hacer anti-literatura sin afanes de vender, pues la chequera de los anales ¿serán depósitos de anos, o de Anas?) estará asegurada como futuro.
¡Ay! Será que sabe algo de lo mío julio, con Julia
que se me aparece con cara de enero de feria
en este mayo de madres, de hermanos, de amigos
de esperanzas muertas.
Será que son amigas de los laureles
que fastidian tanto a mi cabeza
como un aperitivo de dubrián
en la tercera prueba
vecina de lejanos Rock-and-rolles
en ronca ingeniería extranjera
ay, que la virgen de las abducciones
nos proteja
y Thomas Mann en su natal Lubin intervenga.


ANTI-LITERATURA
(Un cuento de un cuento)
«Ya está –se dijo restregándose las manos mientras un brillo de ojos  de rata que se asoma a la luz desde la cloaca fulguró en su rostro. Le echó otra ojeada a los párrafos impresos en papel color gris de sesos, escritos con tinta de asfalto con las manos de los pies cuyos dedos le dolían de aferrar la pecueca pluma- ¡Qué bien quedó plasmada la fiebre del niño, qué engaste de pasado y presente, qué modernidad de símbolos, cuánto preciosismo de forma, las pinzas de los dedos, qué pulcra operación de prepucio!» y se fue a seguir viendo la televisión.

Otra vez se nos desfondó el piso. Rápido, a recoger los fragmentos de párrafos que quedaron; a ver qué se puede recuperar. Un mes de balones rodando entre telones de símbolos, que la tierra de la libertad y los derechos, de los perfumes y el buen sexo, del arte y la música, contra la tierra del hombre rebelde, la lucha árida de la pobreza cargando su maldición de Sísifo, Calígula filosofando sus bodas con la maldad, Francia contra Argelia, Alemania contra Camerún, el espíritu contra los oscuros principios, acaso puedan haber aliviado todos los tremores, todos los balbuceos, todos los Alzheimer, todos los Parkinson del tiempo.

VIRUS
La memoria del Dominus die siempre había sido engalanada con soles esplendorosos, los mejores vestidos, el almuerzo especial, espaguettis con pollo en salsa de tomate, lengua alcaparrada para celebrar la vuelta de ese señor idolatrado que apareció de pronto en el marco de la puerta con sus lentes color botella de champaña y levantando en vilo de alegría desbordante ese pequeño de tres años que tenía apenas seis meses cuando lo encerraron.
Volvió al cuarto obscuro. El sol de afuera seguía reverberando adentro y el agua de las cubetas nasales se fundía con el fluido que mecía los retratos que iban dibujando sus siluetas poco a poco al vaivén del bombillo rojo. Los tiempos eran los tiempos y pasaban apercibidos o desapercibidos pero eran los tiempos mejores, no como los tiempos de ahora cuando ya las niñas no lucían sus trabajados bucles trenzados con cerveza y orines o con agua de panela por mamás afanadas en arreglarlas para la misa del domingo; tampoco vestían los muchachos el traje de paño y la corbata, pero los Beatles seguían danzando su Sargent Pepers and lonely’s hearts band en las muchachas de caras lívidas, con pelos desarreglados, ropas raídas y desgualetadas que se acababan de bajar de la cama para subir en el milagro del cable aéreo que les regalaría seis minutos de sueño más disfrutando de las peripecias de las cuales los hombres de ojos inyectados en sangre no querían volver a saber hasta la semana próxima o hasta nunca más con ella; pero igual habían niñas que se preocupaban por ir temprano a la misa con sus bien coloreados leggis y cachetes y listas a ser palmeadas en el estropicio de la salida, acto al cual miraban con el mismo desdén con que se cuidaban de no rozar los monumentos erigidos al estallido aquí, allá y acullá y cuya imagen reverenciadora de lo posmoderno configuraba brillantes picos de cristal con las últimas trazas de sus significancias aferradas a la telaraña de goma y vidrio: Ron Viejo, Po ker, Hein-e-ken.
Pero Lisboa ahora es un puerto triste y la niebla que cubre sus acantilados y sus escolleras no quiere dejar ver ese niño bizarro que se quiere llamar Jerónimo y las casitas apiñadas en las laderas se asquean de las marismas que suben del muelle. Pizarro ha sido un apellido ilustre; Francisco, gran descubridor y conquistador. Los vahos de vinagre y azúcar y sal y más sal en que se quieren conservar las anchoas están haciendo estornudar al mundo. ¿Cierto mamá? esas pilas de periódicos anuncian grandes prodigios de las artes y las letras; no es cierto lo que callan esos titulares: Interesantes ensayos científicos en los atolones del Pacífico Sur; no es cierto que están sembrando las semillas de las nuevas taras que serán la gran re-evolución. Qué hongo más bonito. ¿Qué es nanotecnología, mami? No tengo idea, hijo; ¿por qué lo dices? Mira, ahí: Mr. Tales Fuzzystanding dicta conferencia asombrosa: Nanotecnología, el nuevo despertar. ¿Mami, qué día nací yo? Un hermoso día, hijo, del que no vas a saber cuán triste y adolescente fue. ¿Quién, el día o tú? Cualquiera de los dos, o las decisiones que toma la gente. Ah, ¿y, qué es un circuito? Un círculo por el que corre un perrito loquito y si sigues así mamá te va a cachetear y te podrías morir de un corto-circuito. ¿Pero volveré a nacer, mami? Quizás, algún día, si es que llegas a abuelito.
Pero qué endiablado calor hace, y el fluido de las imágenes es cada vez más turbio; y esa luz roja, qué fastidio. Las pinzas de los dedos sacan el papel con la imagen bien nítida. No se puede ver todavía afuera. Vamos nené, tómate la leche con boñiga de vaca. Si se agita un poco se siente un picor rico. Si, ahí está, la diminuta cabecita roja. Por hoy sólo será ese pequeño pringón con las pinzas, pero si sigues jugando te tendremos que operar esa telita que se te atascó, ¿está bien? Si, doctor. Yo sigo pensando, doña -Honor de Elea que es más higiénico y estético la operación. No, no, no, qué operación ni que operación. A mí con judíos, ¡no jovencito!
Y la velocidad es de vértigo; hay acero regado por todas partes y el puente aún no aparece. Es el puente, dicen, que cambiará la dimensión del trasladarse de la gente, pero los autos desesperados por ir a depositar su mierda de ansiedad a ninguna parte ni siquiera en ese paso disminuyen la velocidad; y don Fernando Pessoa sigue yéndose a congresos y sigue resucitando en Jerónimos y masones, sólo que los gnósticos prefieren menos elegancias y se resignan con fórmulas simples recetadas por el ángel Samael: orines de unicornio enrazado en sapo y telaraña de abeja; y el señor Pizarro aún no descubre, aunque tiene sus sospechas, el continente diente de león que le estalla en la cara a la jovencita América desde Portugal y Lisboa que es el prepucio del lenguaje universal.  Qué vengan todas las naciones a lamer del cebo. Por-tu-guess. La frontera que puso el alcornoque en la Hispania es el corcho del vino nuevo que el judío no supo degustar en una cruz por seguir resbalando en la vara de premio. Haaa-chiiss.

Y pensar que iba sólo por sentir esa explosión que me nacía en el corazón al verla y se convertía en mil poemas y en mil ideas inteligentes y en mil argumentos enrevesados y en mil colores de ganas y en esa rara ternura que se reía de las consejas al oído: Tiene la nostalgia del saco fruncido que no supo quererlo;  Ja, ja, ja la razón de semejante atracción es bien irónica, era...
Mejor es que busquemos el punto en el cuento que por fin le salió completo y que se ganó un premio.



EL ÚLTIMO PREMIO
 Cuando fue a verla con una sonrisa de oreja a oreja no supo qué hacer. La había perdido y ahora no quería perderla de nuevo, pero la reacción, de mujer al fin y al cabo, pero no de mujer frívola, de mujer enamorada –no quiero nada con ese vivo, quiero algo con ese bobo, porque lo quiero y no sabe por qué, pero que nadie lo sepa-. Se había ganado el primer premio en el concurso LOS ANACRÓNICOS CUENTAN y quería mostrárselo y confesarle que ella lo había inspirado pero, contrario a aquella primera y única vez en que habían charlado en aquel kiosko tomándose un café que ella promocionaba y que ofrecía con una sonrisa esplendorosa y una amabilidad simple e inocente, sin coqueteos pero con una química que apareció de pronto no por el flechazo encubierto de Cupido, sino por un mandoble bipolar con que un hombre fracasado obliga a sus hormonas para que se muestre en el pico más alto de la euforia cuando en realidad está en lo más razonable de la sima.
LOS ANACRÓNICOS CUENTAN era el premio convocado por un gremio que si no fuese porque todavía mantenía una estructura en equilibrio entre la economía de avanzada y el capitalismo salvaje que devora cultura, bien podría llamarse una tribu más de errabundicias; los errabundos de la basura, los errabundos de la industria, los errabundos del diseño, los errabundos de la ilustración, los errabundos del Play-station, los errabundos del porno, los errabundos de la yerba, los errabundos del paseo millonario –del bueno y el malo-; pero sólo había dos gremios LOS ANACRÓNICOS y los IMAGINÁUTAS. Aunque no necesariamente se tenía que pertenecer a alguno de los gremios, siempre por defecto se pertenecía a alguna de las tribus. Los anacrónicos eran un simple estilo de vida que trabajaba más o menos juiciosamente por mantener lo que ellos llamaban la punta de la madeja de la vida. Los imagináutas por su parte, aunque tenían convencidas a la tres cuartas partes del mundo de que ellos eran la vanguardia del conocimiento de la realidad, medraban en el remolino de la imagen fílmica con la alegre salvedad de que levantaban una polvareda de billetes en la que todos se dejaban arrastrar al hueco negro con tal de conseguir un pedazo de dicha. Los unos hacían libros, los otros hacían películas pero el hecho de que algunos de los que se afiliaban al primer gremio por el paso obligado de libreto o guión no significaba que tuviesen algún pedazo de piola enredado en el trompo del verdadero arte; seguían siendo tristes imagináutas manejados por un huracán enloquecido.
En realidad ser ANACRÓNICO era una suerte de honor exclusivo pues lo que a la mayoría de los ojos y juicios se veía como el pobre soporte del vejestorio del tiempo sobre el que solapaban los polvos y polvos levantados por el hombre en el tiempo y las capas y capas tendidas para ascender las faldas de las ansias de novedad siempre caducadas, la Ana de Cronos siempre se estaba sobreponiendo como principio y fin de la prostitución con que la Historia tenía que, en últimas abajarse. Nada menos que la base pasta de lasaña que al fin tiene que estar arriba para proteger el relleno; el resto es el grattin del queso.    
El acta de otorgamiento del premio, que firmado por unos prestigiosos desconocidos en el mundo de los mass media ahora llamados medios de común-confusión, añoraba en silencio firmas como Cortázar, García Márquez y aún siquiera algún Coetzee reformado y desbretañizado en un whisky en las rocas faulkneronas para encender esa Roma con saturnismo no por el plomo de las cloacas o del vino sino por el olvido presuntuoso de las raíces hebra-i-co-no-helenas que se habían alguna vez fundido y elevado a un cielo escondido allende el fin del mundo, rezaba algo así como: Por la brillante y entretenida contribución encaminada a desnudar las trampas de los lenguajes y la decidida defensa del habla vital del espíritu humano: El amor.
  El cuento es este:
LAS ELECCIONES VERDADERAS
« Aquel era un día elecciones; tanto de las que la gente negocia como letras de cambio impresas en papel higiénico usado, como de aquellas que se encargan de torcer destinos de hombres y mujeres  que se esmeran por apostar al mejor número que han calculado en sus máquinas de sentir. La gente se arremolinaba en la plaza principal de aquel pueblo olvidado del mundo ligth pero no del mundo de la luz.  Unos hacían discreto menudeo de candidatos, otros husmeaban el ambiente tratando de simular sus intenciones. El mundo era un hervidero de fisgones y de espionajes Y no era que necesariamente todos y cada uno se jugaran cartas decisivas en el amor, el poder, el entender; era que cada momento parecía querer comérselo a uno y, en consecuencia, cada elección de la acción de cada segundo implicaba un riesgo; flotaba en el ambiente esa puya indefinible. Por eso algunos mantenían su aire bien conservado en alcohol, o lo recambiaban a cada instante con nicotina, como peces desastrados boqueando niebla; los más lo conservaban afilando los ojos contra la lima de las demás miradas. Los policías también trataban de tomar las mejores decisiones en pro del orden, no vaya a ser que algún ascua perdida en el espacio del rencor lo busque a uno más tarde por hacer valer la ley seca o comentarle al capitán que allí se están ofreciendo bloques y tejas por votos. Bueno,  pero a los sinvergüenzas no los perdonen. ¿Era ese el sentido del evangelio de la misa que acababa de terminar? Le debía treinta talentos al rey que le fueron condonados, pero salió y cogió por el cuello al que le debía diez denarios ¿Quién podría decirlo? Aunque era la misa del pueblo solo salieron cinco gatos. Además los reyes ya no existían ni en los cuentos de hadas.
 »Tamerlán Restrepo no se acordó al instante de aquello. ¿Por qué le habrían puesto Tamerlán en lugar de ponerlo Talhernán, más bien, en este ámbito de Carlos, Hernanes y Guillermos? Fue después cuando empezó a hacer cábalas, luego que le pidió un café cargado sin azúcar y ella había dado una media vuelta de antología para volver a darla con un ¿algo más? y él exigió que le trajese, pero inmediatamente, otra sonrisa.
Una cosa era un camino y otra muy distinta que Camino estuviese enamorada de Jesús ¿por qué no? Santo Dios, qué cosas con los nombres y las cosas y las imágenes de los nombres enredadas en las cosas.
El vecino de butaca de barra del kiosko dominguero de plaza de pueblo olvidado, pero no de la luz de la envidia, terció para hacer un reclamo cortés de por qué diablos tenía que venir este a dañarle el trabajo de días y días poniendo temas pendejos y haciéndose el pendejo para ver  que al menos no menguaba aquello tan redondo que en la esperanza se hacía cada vez más puntiagudo; ella cobra IVA. Ah, si pero el buen gobierno devuelve en prestigio el valor agregado.
  »Ella pensó que el papel higiénico usado que él había sacado en forma de libretita de papel ecológico era limpio pero era por impresionar y la verdad era que él estaba tratando de no dejarse impresionar de sí mismo. Él si estaba absolutamente usado, o mejor, untado. Cuando llegó se había agachado en un acto reflejo para apretarse los cordones de los tenis. Los tenis de Camino también eran North Star, pero no negros; eran rojos. Y el pueblo entero estaba acongojado y a la vez maravillado. Camino estaba recibiendo revelaciones del cielo ahora que estaba en una fase terminal de cáncer, con sus doce añitos dulces y enamorados. Ella sabía que Jesús iba a venir. El obispo en persona estaba convencido de que sus palabras y sus actos eran inspirados en santidad. Papá murió en un absurdo accidente de tráfico por culpa de la tensión creada entre que iba a llevaba a todo gas la prueba de que Jesús iba a estar pronto con ella. En el preciso instante, mamá y las hermanas de la caridad lloraban enternecidas cuando nombraba que chucho venía en camino pero que le estaba poniendo una dura prueba. Estaba viendo un cóctel vertiginoso de imágenes: Jesús, dos  corazones atravesados por una flecha en un papel de cuaderno, sus tenis rojos en una fiesta infantil. Mierda, y este maldito ex-esposo mío haciendo el importante al no comunicar la prueba que era simplemente una carta de Jesús, su compañerito de la escuela, respondiéndole a una declaración de amor de Camino al cumplir los once años y que sólo podía pretender paliar su sufrimiento.
»Bueno, más bien aficionado a escritor. Y, usted, ¿no practica algún hobby? Bueno, por ahí hago cositas. Tengo una composición que se llama mi lindo universo.
»Vaya, vaya; y nada más ayer Los guardianes del destino me hacían delirar. Los ángeles pueden ser extraterrestres. Ella tiene una belleza tan extraña; parece que resplandece de lo dulce. Paparruchas, películas, pero las trabas de allá arriba con el amor. Y la libretita de los agentes con puntos electrónicos que iban marcando la ubicación de los amantes que querían separar. Y las puertas cuánticas, cuyo secreto sólo está abierto para los protagonistas.  Y ¿qué tal que me quiera implantar el cerebro? Y los tenis negros que me ofreció un extraño en el camino y me aprietan. Dice que no es de aquí  y que vive sola, que es de Palmira. Oíste,ve, yo a vos no te conocí en P’al-Mira?  ¿y si fuera un holograma? Con que tu lindo universo, pues el mío es mío solo. Por las dudas te voy a vigilar un poco.
» Desapareció una semana después. Había otros problemas más inmediatos y más tangibles que resolver ¿para qué preguntar? La jefe que él supuso era la mamá, y la amiga, a quién reemplazaba para que fuera a la universidad a recibir sus clases de economía eran agrias. La nueva no tenía aire celestial. Holywood sí que lo tiene con algunos créditos al final de las cintas: Agradecemos a Horn3 Couldcold... y los siguientes seres humanos... »
Como a los tres meses volvió a aparecer. Entraba y salía del restaurante El rey y se metía en un agujero estrecho y obscuro;  ya no sonreía con esa simpatía tan desenvuelta con que lo había atraído semanas antes de las elecciones a comprarle tinto.
  — Hola, ¿a cómo está el aire hoy?
  — Aquí no vendemos aire, aquí vendemos papas, cebollas, coliflores y relacionados.
   — Ah, claro; aire venden en todas partes. Lo que pasa es a veces se lo venden a uno a suspiro por desprecio, a desengaño por desconfianza, a tristeza por lástima, a afán por esperanza y otras veces lo regalan a sorpresa por dulzura, a corazón abierto por nada.
    — Lo siento, aquí sólo vendemos lo que la plata paga.   
    — Bueno, pues entonces véndame cinco centavitos de sus opiniones acerca de esto. Mañana paso por ellas. 
Al siguiente día no se apareció por allí y el tercer día se la encontró de sopetón; no dejó siquiera que la saludara. Corazones rotos una y otra vez no se quieren robar todos los días -fue lo que dijo-; Más probable sería que me lo quisiera comer a pedacitos en sándwich mientras escucho música de planchar, sólo que sacaría un simple pellizquito cada día para que me durara; ah y le sembraría pellizquitos de mis partes más carnudas a ver si prende, sin necesidad de cobrar derechos de cosecha.
Pero él dijo que lo había pensado mejor. Dado que cuando la hoguera empezara a declinar no encontraría con quién conversar acerca de esos temas complicados que le excitaban: las energías cuánticas, las estupideces de los políticos, los deseos de encontrar sentido al sinsentido y esa clase de cosas de las que sólo se podía soportar su falta cuando existían vínculos sólidos como un amor cultivado en actividades e intereses mutuos y afines; de modo que podrían darse un buena velada, o una temporada compartiendo los afanes por el pan de cada día y la sed de unos aires menos misteriosos que respirar mientras se sorprende uno de tanta maldad por ahí engreída. Ella se ofendió diciendo que si es que acaso creía que ella era un palo de escoba plantado por ahí sin nada que decir, o hacer sentir, o provocar, o contradecir. ¿Qué tal que realmente tuviera un misterio que revelar o esconder? El caso es que no parecería que un hambre de hombre anduviera rondando por ahí; y ella que había estado pensando en todo este tiempo reciente que era cierto el adagio de que hay que trabajar por la comida que para el amor Dios da. Si está uno contento con la ración diaria qué más da si la proporciona un zombi o un marciano?
Cuando amainó la tempestad que se desató cuando Tamerlán Restrepo Jaramillo le dijo que eso era precisamente lo que él decía, aunque no era eso lo que esperaba oír y que le arrancó una sonrisa, y entonces qué esperabas sonso?, fue cuando empezó a caer un torrente de ideas acerca de lo que a raíz de un cuento que ella había leído y que le había sorprendido enormemente pese a que las  Historias de mujeres solas  -y aquella en especial- y sus fallidos avatares como ese de la muchacha campesina del oeste americano a quien un muchacho vendedor de biblias la conquista de la manera más estúpida del mundo, con una ternura que solo puede provenir de un espíritu bondadoso, con sus chistes flojos y su pata de palo, sólo para quitarle su virginidad y unos ahorros que tenía. Es lo que yo digo –dijo él-: el impacto de la letra escrita no siempre es el que trae las ideas o las palabras que la expresan, es el espíritu que las atraviesa por medio de la mano que las escribe. Es la hebra de la madeja de la vida que el espíritu en su búsqueda va devanando. El escritor-artista lleva la punta y la cuida y muchos nudos que se encuentra no los puede desatar, pero es tal la luz que emerge de su búsqueda que la maraña se deja atravesar; el escritor mercader coge flecos de aquí y allí y troza y mutila y aunque pueda tejer un tapiz hermoso, es un tapiz hecho con bagazo de vida.  Un ejemplo claro: Mario Vargas Llosa mientras su ansia de gloria le hizo sudar la gorda creó obras memorables, pero después que alcanzó el esplendor y la fama su espejo reflejó lo que en realidad ansiaba su espíritu: Poder; y se metió a la política. Esta mezcla de poder y de gloria le dio el Nobel, pero hay que ver la pobre historia que constituye El sueño del celta. Y no te hablo del poder de la lectura en el cuerpo y la mente de quien se acuesta a su lado, y de donde proviene la idea de que la letra es vida en movimiento suspendida; es por eso que cuando uno quiere leer realmente con provecho y poder, debe situarse de modo que la incidencia de la luz –del día o de la noche, pero natural-  sea la apropiada para que de cada letra emerja el destello que ella conlleva y trae de las estrellas. La hebra. La luz del cinematógrafo es difracción de la representación de la representación. Por eso las obras de los grandes literatos son imposibles de traducir a película, y es por eso que la fantasía más asombrosa se hace cursi y estrafalaria en manos de los guionistas; pero son los guías del alma moderna y está bien que así sea, no todos pueden ser héroes, alguien se tiene que quedar en la vereda para aplaudirlos.   

Y aunque punto pasó por aquí, ¡ande que no lo cogí!
Por eso quizás es mejor que leamos la historia de
LOS VERDADEROS GUARDIANES DEL DESTINO
Aunque era un verdadero simple aristópata que se mantenía como muchos otros aparentemente del milagro del aire, lo cual era tan cierto como la gallina que era tan honrada que cuando no ponía el huevo dejaba los $ 250, pues así como muchos hermanos e hijos de familia que tiraban percha y vida buena por cuenta de los mayores que trabajaban para ellos, estaba convencido de que encontraría a su Jantipa con la pensión que le dejó el destino en una renta de ruina. Y el asunto no era cualquier cosa, pues lo que él veía como algo así como el veinte por ciento que los tenderos ganan para sustentar su casa y a sí mismos mientras el capital está intacto, él era el que trabajaba, traía, llevaba, cuidaba mientras el capital era de humo y las verdaderas ganancias las administraba un fantasma, eso mismo los otros lo podían ver –y de hecho en ello se escudaban sin mucha convicción- como una vida de parásito, lo que guardadas las formas llaman vida de poeta.
Todo comenzó con una ventana. Fue estremecimiento del amor -¿o del deseo? en el primer golpe de mirada. Ventanas hay todas las que la imaginación se permita pero sólo una cada vez que uno se asoma a ellas. Lo que ofreció la una y ofreció la otra fue el centro del problema.
Cuando se asomó Solomán Boaventura a la ventana de la oficina de la gerente, sintió que no iba a resultar, aunque presintió que algo interesante pasaría. Fue por eso que desistió de decir alguna barbaridad que le impidiese salir avante en la entrevista. En realidad la gerente de la fábrica de golosinas Tra-la-la nada que ver, y aunque le confesó que le había llamado por la simpatía que le despertó el nombre Solomán y la actitud de bruja engreída se suavizó en una bonita sonrisa, él ni siquiera la quiso aderezar con la simpatía de la propaganda en televisión: ¿Qué cantan las gomitas Luli en el trabajo? Tra-la-la; ¿Como late el corazón del chocolate Pompy en la compu? Tra-la-la; ¿Qué baila el turrón de melón en la fiesta? Tra-la-la.
¿Iba a aguantarse aunque fuese el primer mes sólo para ver cómo podía de nuevo asomarse a la ventana?
Había ido a hacer su primer encargo de mensajero en Justimatic. Era justo en la ventana de gerencia donde debía entregar la carta. ¿Por qué no era una oficina común y silvestre como las demás en vez de una ventanilla como de banco? Debería ser que aquella empresa fabricante y distribuidora de balanzas, grameras, básculas ganaderas, termómetros y otros equipos relacionados con la exactitud y la verdad estaba teniendo problemas de fe en el prestigio, igual que aquel reclamo que constaba en la copia a radicar y debía atender por filas de clientes insatisfechos. Pero el hecho de que en el momento no hubiese filas le permitió contrastar aquella ostentosa escultura ubicada estratégicamente en una esquina. Ella se parecía, pero era más bella. Parecía estar flotando en el aire con los brazos ligeramente abiertos y las manos navegando. Salió en ese preciso instante por la puerta que segundos atrás ostentaba el aviso GERENTE. La túnica de la estatua de la diosa vendada portando una balanza era sugestiva pero el azul celeste de aquella seda que marcaba con tanta suavidad y gracia esas caderas danzando se puso a pelear furiosamente en el corazón con la imagen que la mente intercambiaba en relámpagos con aquella cara imponente y de ojos  vivamente esquivos.
II
Qué mujer deliciosa. Ese rostro tan expresivo de bondad; esos modales sobrios combinados en la elegancia de una expresión sin afeites tan escasa hoy...”  Así comenzaba el escrito que el diario LA TRIPA publicaba en su sección Tendencias de hoy: Blogueros. Los manejadores de la vitrina pública se excusaban del ninguneo de sus desfavorecidos pero cuando algo les gustaba decían que lo habían encontrado navegando en la red. En verdad el color era mostaza en tono pastel, pero había puesto azul tal vez en un lapsus de impresión. La ventana era otra y había mostrado una escena mucho menos digna de describirse por la sencilla pero contradictoria razón que si la de la túnica era celestialmente incitante, esta era aristocráticamente intimidante. De ello se dio cuenta luego de que por pura decencia y respeto al sitio donde estaba no solo desvió la mirada sino que se resguardó en la esquina de la pared que tenía a menos de cincuenta centímetros; sin embargo fue tal el impacto que aquel tronco casi sumergido de cabeza en el interior del cubículo donde se despachaban los libros de intercambio de la biblioteca le causó, que cuando quiso hacer un coquito para espiar se topó de lleno con ese rostro sin siquiera un asomo de polvos ni un brillo labial ni rimmel, sólo un ligero blower en un cabello caoba brillante cortado a la altura del cuello y con un arco prominente en la nuca que hacía juego con esos ojos almendrados y esa expresión de persona absolutamente culta pero abierta, sin melindres ni expresión. Eso le causó gracia y ella le regaló una sonrisa afable en aquel sábado luminoso que le había permitido ir a cambiar sus lecturas. Si hubiese tenido una bola de cristal se esas que usan las cuentos de hadas y brujas, hubiese sido capaz de escribir una carta que dijese en el membrete:
Sra. Dra.
ÁNGELA MARÍA BOAVENTURA D’O SANTOS
Gerente cultural
Banco Central del Estado 

y le habría explicado que casualidades tan gratas como tener una hermana que se llamaba Gloria María con exactamente sus mismos apellidos no solo era un milagro de la homonimia, sino que regalos como ese tenían que venir de alguna bendición superior  aunque fuera de las inteligencias algoritmicas; y, por qué no, quizás se hubiera atrevido a arriesgar un rechazo más rogándole el favor de visitarlo en su blogspot donde tenía consignados sus poemas y escritos. Pero como no tenía bola de cristal y a cambio tenía una sensibilidad amiga del buen gusto, se consoló diciéndose que acaso las hadas de la fortuna (al menos para los ojos) existían.

III
Solomán compraba sus antojos en Almacenes 7/11, mejor conocido como se-ven y le-ven y aquel día se robó la última media hora antes del almuerzo para dar cabida a un impulso. El corazón acostumbraba darle avisos como las alarmas de los teléfonos inteligentes, pero él escasamente tenía lo que el vulgo a que él pertenecía llamaba una coscorria. Cuando estaba a punto de pasarle algo de lamentar sentía una punzada fugaz y como era apenas como un te va a doler que no daba tiempo de prever o meditar, entonces apenas hacía un mohín de resignación (fue después de los dieciocho años cuando por una sonrisa de una mesera que bien hubiese podido ayudarle a quitarse de encima la virginidad, escribió una poética, magistral pero ingenua carta que le entregó personalmente y entonces los clientes y  meseras y casi que todo el barrio empezó a burlarse de él). Cuando iba a ser algo agradable le corría una suerte de corrientazo tibio de aurícula a ventrículo –llegó la diagonal se decía, que luego pasó a ser la dialogal- y muchas veces pasaba el día entero tratando de discernir el punto a favor hasta que encontraba el momento propicio, otras veces era falsa alarma.
Esta vez la dialogal se alargó como si un escorpión estuviese visitando la parte trasera del corazón y fue exactamente después de que haciendo la fila y absolutamente desentendido se puso a hacer contrastes del ritual de socialización de los egos en los supermercados: algunos, como él, solamente van a suplir una necesidad de consumo; los demás, los más, sólo van cuando pueden llenar los carros y, haciendo primero un paseo de observación –las modas, los tipos, los temperamentos, las medidas, las impostaciones, los y las busconas-, intentan hacer una selección ponderada entre ostentación y necesidad y entonces, en un ejercicio de pavoneo mental silente y común, se sitúan entre lo más afín y cortésmente los más avisados empiezan a intercambiar puyas y lisonjas, los otros toman cuidadosa nota. En las cajas rápidas se sitúan histéricas, ganosos de un polvo de afán, políticos en trance de nervios, alcohólicos retardados de la dosis y curas husmeando niños de ocasión, perdón de Primera Comunión.
No supo bien si se dio media vuelta cuando se percató de que estaba siguiendo con las rodillas el ritmo de los altavoces que sonaban una pegajosa canción tropical en ritmo de salsa: Si supieras, mi amor por ti mujer me desespera, o si fue cuando el cliente de atrás dijo: Esto es mío. El par de aguacates fue a hacer compañía a unas hierbas y unos kleenex.
   — Disculpe usted, ¿para qué utiliza la cola de caballo?
La mujer hizo un grácil giro del lado izquierdo de la cabeza y le azotó el rostro con un vaho tibio y perfumado.
    — En un tiempo tenía mi pelo ajado, sin brillo y se me caía, ahora puede ver los resultados.
    — Ah, qué interesante. Gracias.
    — Claro.

IV
Ella solo compraba en Exciting Glam y exclusivamente en la sede de la zona rosa. En ocasiones se iba a bascular su soledad entre indiferencias y grititos de adictas al shopping que se hacían la mar de mimos y poses ridículas con las chucherías más insospechadas. En ocasiones se encontraba con conocidos que la invitaban a tomarse un café o acaso una cerveza, pero las ocasiones de ir a bailar nunca las tomaba por un cumplido o una galante forma de ligar. Si, ya sabía que era rara pero se jactaba para sí de que quienes la trataban y conocían no podían hablar de otra cosa más que su encanto, su decencia, su diplomacia. Sabían del teniente coronel que andaba loco por ella y se rumoraba que era el único que había podido medianamente penetrarla –sentimentalmente hablando-. Si, era excepcionalmente bella y si alguien pensara que tenía un dejo de reina venida en un tiempo sin tiempo para las cortes ni para embelecos semánticos en banana’s republics podría aducir que se avenía bien con los desfases empresariales, electrónicos, climáticos, éticos; de modo que si los repartidores de impulsos y eventualidades que flotaban en el aire añorados en secreto por todo el mundo etiquetaran como romántica la voltereta de corazón que le dio aquel día cuando husmeando tendencias en el departamento de varones, de zapatos que tanto le gustaba mirar para hacerse una idea, vio aquella espalda sobre la que colgaba una ensortijada cola de pelo de varón encaneciendo que había mirado atentamente sin poder mirar los zapatos aquella tarde en la ventanilla de Justimatic, tal vez habrían convocado una conferencia urgente para ver que se puede hacer por esos seres desconcertados que no merecen perderse de algo que todavía abunda. Ella había pensado que no le importaría irse a bailar con algún don nadie que se le supiese acercar intempestivamente; pero cuando el varón volteó y dejó fulgurar por un instante sus ojos para bajarlos con respeto luego que vaciló en volver a acariciar el lunar junto a la boca, algo así como un vaho de menthol apagó el pequeño fuego que se estaba encendiendo en su centro de gravedad: el vértice de las piernas.

V
Como se cumplió el primer mes y no le volvieron a mandar a la ventana de la gerente, empezó a dejar que la malparidez le tomara por su cuenta. Al cabo que siempre iba tomándole la cuenta a otros asuntos que poco tenían que ver con la realidad inmediata. Así que un día se cruzó con la bruja en el pasillo y se le escapó un algo así como te-te-tié. La bruja preguntó qué decía; él dijo que nada, que era que estaba tratando de aprender francés e inglés al tiempo: Te-té y tie. Ella dijo con una risa maliciosa usted es como morbosito, no? Él dijo ah, si, mor, mira tengo bocito; pero entre mor y amor  de subalterno, hay una secretaria que me tiene intrigadito.
La ventana de la biblioteca tampoco había vuelto a tener un juego tan abrupto y absurdo como aquel, como no fuera el envío que recibió el sábado último: un redoblar de tambores de fanfarria que se alternaba en un desfile que corría por las avenidas de su corazón; niñas burlonas atacaban una marcha marcial de deseo de hacer preguntas; al otro lado arlequines desafiantes redoblaban a suspenso de circo; en el sillón de medio lado donde intentaba leer periódicos mientras aquella muchacha que entraba, dejaba su mochila en el casillero, se despojaba de sus gafas de sol inmensas y estrafalarias porque no hacían juego con su cara blanquísima, ni con su vestimenta sobria pero desaliñada y con ese porte contradictorio de garbo y nobleza. Y ¿por qué tenía que haber enviado ese regalo de frutas con una nota alusiva al día de la mujer sin estar seguro de que ella tenía el lunar junto a la boca y por qué no firmó? Cuando la muchacha de las gafas estrafalarias salió y él quiso salir a ver hacia donde se dirigía, se encontró con un cupón de préstamo a nombre de Natalia. Un muchacho salió apresurado preguntando si vio salir a Nata. Entonces fue cuando el hada de la fortuna dijo: Ven-nata, ventana.

Mas quizás el punto era simplemente la cejuela. Juez-cela aunque ya no encarcela; así ya para qué buen juicio. Resulta doctor que se gastó el cigüeñal, al igual que la bomba. Se imagina? No, qué se va a imaginar usted un poema rengueando por la ciudad diciéndose que veinte años de pesos encima y decepciones a granel y que el sol pula un verso con un destello, ella que tenía un desfase en el vértice de las piernas, pero era bella/ Piedralumbre alumbra, too-bien, viento/el cigüeñal aguanta, la justicia cojea, pero llega...Por el sector del jardín infantil, ilusiones... en el extremo-cimiento.
¡Pero claro, bruto!, no iba a protestar yo vuestra real ignorancia. Al fin qué, aire, viento y asfalto; lucha de todos: adentro y afuera, intercambio de nadas o alcohol, ilusión y puro adentro empujando el afuera? No sabes que el alcohol es vértigo puro de sublimación química de elementos; átomos deshaciéndose en el más inaudito adentro, yéndose afuera de la más inconcebible nada? Ah, iré; es la ilusión del aire, pero aire y alcohol es oxidación completa en el fuego que aún no inventas por que es la leña.  Y tu mechudo malparido; qué dijiste, que el caballito iba a seguir cargando y produciendo sin comer a fuerza de fuete... No, no es justo que el viejo Mile pueda decir con noventa años “Que el ron me va a matar...A mi siempre el cuerpo me ha pedido que le de ron, música y mujer. Y a un cuerpo que ha sido tan servicial y voluntarioso yo no puedo negarle lo que me pide” Y yo que sólo me tomaba un vinito y no digo más.
Cuando le abrieron la boca para hacerle la autopsia del probable infarto fulminante que le sorprendió en la cama, después que secretamente había ido a un médico conocido quien le había encontrado la tensión en perfectas condiciones y luego se había ido a tomarse sólo dos cervecitas, le encontraron un rollo de cartón farmacéutico; dentro  tenía una hoja de papel ecológico con las siguientes anotaciones:
“...”Toma y cómetelo, en tu boca será dulce como la miel...” Ap.10. 9

PROBABLES FORMAS DE ACERCAMIENTO
1-     Sabe, me dicen que yo soy un seductor profesional y yo estoy apunto de creérmelo; lo irónico es que después que se rumora a mis espaldas que tengo una de las plumas más admiradas de la tierra. No conozco la primera persona que haya querido compartir mi ternura.
2-     Va hasta el rincón donde ella hace uso del servicio Wi-Fi; se para a su lado mirándola con insistencia de modo que se vea obligada a despojarse de los auriculares con que se aísla del mundo:
3-         — ¿Qué se le ofrece?
    — Usted disculpe que quiera dirigirle una pregunta así, tal vez un poco toscamente, pero es que, verá yo soy un tipo demasiado ritual y si lo hago tratando de ser cortés voy a resultar haciendo mi pregunta de una manera demasiado ridícula.
     — Bueno, dígame
     — ¿Qué clase de información es la que usted maneja en este sitio? –ella tiene que pensar, por obligación, no porque esto sea literatura, sino por que es perspicaz y se dice «Pero vaya tonto, ya hubiese hecho por lo menos tres preguntas que no necesitan ritual»
      — Pues creo que sólo responderé la pregunta si la hace en el modo ridículo.
Se arrodilla de un solo pié: Por favor dígame ¿qué es lo que pasa por esa cabecita suya, porque si tiene que ver con que yo la veo y mi corazón se dispara a hacer preguntas como si estuviese poseído por un espíritu de lenguas, entonces es porque deben pasar cosas muy interesantes.

4-     El tiempo ha pasado y ella se ha desinteresado de ese que la mira con tanta insistencia. Buscará la forma en que coincidan en algún punto. los casilleros, por ejemplo.
— Hola ¿le podría hacer una pregunta?
—Si
—¿Usted podría pensar que yo soy capaz de dejarme morir si no puedo hablarle?
— Pero si ya me está hablando
—Ah, si, pero es que para explicarle con detalle cierto fastidio que me está haciendo sentir el entorno y que tiene que ver con el hecho de que siendo usted y yo en muy poco parecidos, usted me llamó enormemente la atención porque cuando estaba en la universidad había una parejita de novios que eran tan parecidos que parecían hermanitos y se querían enormemente y parecían ser el uno para el otro y ella yo podría jurar que es su mismo retrato; incluso, llegué a pensar que usted podría ser su mamá, pero las cuentas no me cuadran. Y para tratar de entender a dúo mi falta de narcisismo de alteridad creo que haría falta al menos un café.
(y que llegue a decir: Ese es su problema)


EPÍLOGO
Tendría que ser que le mostraron que era un tremendo hipocondríaco que por ser tan egoísta de no confesar sus penas las somatiza puesto que ahora camina plácidamente y sin la sensación de ahogo, antes bien con el vigor de los veinte años y se encuentra por los caminos de siempre con su ex-mujer.
  — Vaya ¿y usted qué hace por aquí?
  — Lo estaba esperando. ¡Terco como una mula y tonto como él sólo! Y se suponía que la terca y tonta era yo. No fue capaz de dejarse guiar por su inteligencia y se dejó llevar de los sentimientos autocompasivos. Hubiera hecho cualquiera de las estupideces que se le ocurrieron con esa muchachita. Era virgen y lo quería. Era algo era algo con lo que creía estarle en deuda.
Y se fue cantando un madrigal sin tristeza, una elegía sin nostalgia, una melodía sin ansia. Riera Daniel; Daniel Riera, pero que amara, con la misma devoción con que ama los acordes repetidos de sus majestades satánicas que luces nuevas da cada vez, como Palabra inspirada. Adiós prosa gaga, logolalia marihuana, éxtasis en corto circuito, dos dosis de exactitud en la hora por media bot-ella de sociedad de piernas abiertas naranja. Siempre ha sido así cuando de Cronos se trata oligoespéculo distorso y las Proust-tituciones así también trabajan, dibujando una mueca del terror visitando la casa de la risa de la fábula.  Pero que lo diga Esteban Constaín a quien la santa madre iglesia ama, que grandes novelas aún se escriben, él que en chucha y chequera pudo lo que Gilbert Kyle en fortuna le presentara.