domingo, 27 de abril de 2014

MENTE

Toma tu mente
métela en tu mano
ponla de revés: Temen
no hay singular para este trabajo
retuércela de nuevo: Meten
y meten conceptos, ideas, ciencias, hechizos
 no hay forma de agarrarlo.
acaríciala: M-[i]-ente
es un estúpido, hay que movilizarlo
dale fuego a su pucho,
 aviva el ascua en su nicho profundo
baila con el humo
pero no lo penetres, podrías preñarlo
de tus creeres, de tu soberbias
¿y qué sería de tus huesos?
cenizas, volutas petrificadas
el clima de vi-la-ida: vi-da, vamos
tras ella, sombra, ládrale:
por aquí estamos
¿pero somos? dinos
y cuando nos encontramos:
¿eras tú, o era yo, quién iba pasando?
Pero, un momento: No quieras hacerla espejo
verás sólo múltiples manos unas
quieren mover los hilos de tu muñeco mágico
otras  disonancias de tus armónicos cantos
y no te engolosines con tu rostro, te perderás
de ver el paisaje desde el otro lado
cuando el espejo dice adiós al reflejo
y se marcha por los caminos de Dios
a permitir que lo asalten los bandidos del acaso.

Posdata: Es una sola. Sólo que hay dos caras de una misma moneda
                  cuando quieres meter la palma de la suerte en tu mano
                  y cambiar el eje de su canto girando

                  es sólo tu suerte la que aplastas

sábado, 26 de abril de 2014

¿QUÉ SABE NADIE DE NADA?

¿QUÉ SABE NADIE DE NADA?
“Nosotros éramos el manicomio entero”
El sobrino de Rameau (J. Diderot)
“El loco ve signos en todas partes; el poeta los busca”
Las palabras y las cosas (M. Foucault)


Qué va a saber la vanidad de una mujer del desespero del amor de un hombre que proyecta su objeto en alguna ternura cercana y, no obstante, no le permite ver que es cierto que ese amor lejano e imposible le ronda como la estrella propicia a los consultantes del horóscopo, pues, cuando en la misma curva descrita donde corazones ansiosos se cruzan y se buscan –sin jamás tocarse-  el hada maligna de la envidia le avisa, con gesto desdeñoso, en la alegoría de su musa imposible (aparte de las múltiples señas de un hado travieso): mujer que con aires de familia cruza, caricatura de su belleza perfecta-ojos soñadores y penetrantes como una noche de estío; nariz y gesto aguileños y el cielo danzando  al sol con la música de su pelo- que en su trasero excesivo y el gesto vulgar de su mano siniestra diciendo con una gran-(h)-adilla que sopesa la delicadeza inútil de los huevos: ¡Quédate con eso!? Y el padre Zeus de todos los desconciertos le haga crecer en su pecho la desconfianza; pero, peor aún, el celo del mundo entremetido todo contra él, contra todas sus esperanzas y, como si fuera poco: revolcarle en sus entrañas la inquietud de cuántas manías tendrá, cuántos mal genios; cuántos silencios inexplicables, cuántos desprecios; cuántas pistas falsas de sus gustos y sus  miedos; cuántas vanidades por adivinar y tolerar (¡vaya pendejo!). Ay, pero maldición y bendición de todo poeta: ver claras las luces de las encrucijadas que plantean las musas –diestra o siniestra debes elegir una y cualquiera el premio-¿qué van a saber las anteojeras de un hombre que ávido del bouquet del vino no adivina que la ciega pasión no va a dejar disfrutar de la embriaguez de aquello oscuro que en sueños de mujer va hacia mundos in-imaginados por las conveniencias, por las probabilidades, por las lógicas, por las naturalezas ávidas de trepar sobre el árbol de lo efímero o de lo insoslayable y en cambio deja que la experiencia de milenios , de eras, de a-evos  que en áridos tiempos y penurias dejaron que las raíces que resistieron y conservaron un destino de especie, el punto final del ideal del huevo, por fin se reactivaran con la gota providente de un beso? Que llega en la obscuridad, nunca en ante la lámpara precavida de un cálculo.

PS. : Y la maldita película del escritor neurótico y la mesonera solitaria y cositera, de los caracteres imposibles, de las ternuras impredecibles que se le anticipa en los créditos de un trabajo que le ha costado varios días de revolcarse con la camisa de fuerza auto-impuesta y con la lucha de ideas como niños muertos de tiempo que quieren salir y se pudren adentro, diciéndoles que esperen que el de la resurrección es un cuento verdadero... granada lanzada por un mariner enviado a dar instrucción a un pelotón de infantería.   

jueves, 17 de abril de 2014

PREGUNTAS Y RESPUESTAS INTELIGENTES



Como a las cinco treinta escuchaba a mi apreciado compatriota Jaime Andrés Monsalve en la Radio Nacional de Colombia y ante su comentario de que su Gabo personal tenía más referencia en los  '"amores difíciles" que plantean cierto tipo de cuentos frente a obras acabadas que levadas al cine -como Crónica de una muerte anunciada- plantean polémicas de amor-odio y que -por ejemplo- la langosta azul podría llevar una mejor perspectiva', uno de los primeros ensayos cinematográficos de Gabito, frente a la pregunta de su compañera de set cuyo nombre se me escapa (preferí esperar a embriagarme con el vino de la cena en lugar de irme a negociar mi final por treinta monedas), se me escapó un "vaya que respuesta inteligente". Pero ahora, poco después de las ocho vuelvo a escuchar a mi mismo anfitrión radial que, frente a la pregunta de su partner a Jorge Franco de si él tendría, aparte de su estilo, un sucesor de Gabo, mete baza recordando que alguna vez el nobel colombiano dijo que 'este es uno de los autores a los que me gustaría pasarle la antorcha'; entonces me ha tocado lamentarme: mi bueno e ilustrado comentarista quizás ha aprendido de la inteligencia glamurosa, pero no sabe nada de inteligencia táctica. Con todo respeto por el autor de Paraíso Travel -que confieso no he leído y que de su Rosario Tijeras pude decir a ojo de cubero -bueno o malo me importa un buen vino con hielo- que era una excelente forma de aprender el arte de los culebreros, pues a falta de Hollywoods buenos son guiones, pero que su respuesta también me ha parecido de excelente factura, pues, al decir que el fenómeno Gabo tiene mucho que ver con el momento por el cual las grandes editoriales ponen sus ojos en latinoamérica, puesto que el boom de dictaduras militares y el BOOM  de hombres inteligentes pero demócratas, además de plenos de gusto universal, que con sus invenciones estaban mostrando que no siempre el palo sirve para que entre la letra, antes bien sirve para borrarla y hacer borregas, y que el diluvium de obras, autores, editoriales y gustos haría muy difícil, pero nada raro que de entre los autores saliese alguno que sorprendiese sin necesidad de parecerse al lamentado personaje. Entonces me ha dado en pensar que Gabos sólo habrá uno; personalidades como la de él, quizás muchas, incluso más explosivas, más polémicas, más mediáticas, más sangrientas y más hipnopédicas; pero personalidades literarias como la de él, en la que el don -escaso y divino- de plantear las grandes preguntas de la existencia, los grandes misterios y fascinaciones del lenguaje, los grandes espejismos de la política, quizás esté en manos de alguno que vilipendiado y burlado por todos, solitario y resignado a que los grandes trampolines se resorten a sí mismos en la gran piscina de la aridez, quizás esté dada ya hace tiempo. Mi buen amigo -con el cual no me saludo por los mismos problemas del trampolín: aridez de medios, no de agua- acaso esté defendiendo cual de las muchas piscinas con las que es bueno hacer buenas migas, pero no es bueno salir con semejantes bikinis.

GABO, TÚ ERES CULPABLE


Gabo, eres tú el culpable
esta pequeña lagrima tú la haz arrancado;
pero no cantes victoria todavía
porque si bien la arrastraste de la mechas
hasta el vestíbulo de las vergüenzas,
allí donde la luz que busca mostrar la calavera
desde su segura guarida saca la garra
a ver si saca el número premiado de tristeza
aún te la lucho entre mis manos
mientras te miro en la caja loca,
como leche entre las moscas
amangualado con la princesa de Suecia
esgrimiendo tu garbo mientras la reina ostenta
majestuosa sus lapislázuli antiguos
y los principios apenas se dignan regalar
su pedazo de luz láctea en las camisas
de los demás invitados que se acogen a las sombras
de fracs tiesos y muy majos
el rey, misterioso y lejano desde luego
seguramente disfruta de tu connubio público
mientras el olimpo moderno embriagado de protocolos y fórmulas te...
Envidia, sueño, vanidad, capricho, asombro
mi lágrima no te la entrego aún, me la he tragado delante del policía
y se la ha llevado en préstamo la rabia
de no tener con quien hacer el acto morboso
de comentar en vivo y en directo, de tú a tú
que un estremecimiento de la verdad y del misterio se fue
a hacer temblar otros collados.

II
JEREMIADA POR GABO

Sabes?, hermano, sí, estoy borracho
y esta pea te la dedico de cabo a Gabo
y aunque sé que de rabo acabo
en la acera donde me patean
las indiferencias presurosas de terminar
burlonas llegando del otro lado, es preciso
contarte lo que el día de tu apoteosis 
ha alumbrado:
Sabes?, Gabo, viento profundo
ahora terrible anciano anunciando
desde la veneranda el día amaneció
diciendo: Está bien, viejo señor juez de la mañana
deja de estarme atormentando con tus destellos dorados
con tus autos de vinos madurados ín-trigos
con tus rayos restallando en los cristales del palacio
donde sé que ya ninguna reina me espera.
Basta, sonriente juez de los ilusos.
 Ay, sabe?, hermano mayor
de la mano, sin saberlo, contra mis planes me llevaste
a la cena de la tarde ante un juez mustio
con su copa detenida en el aire del tiempo
recién bruñida de las sabidurías del sótano
donde las telarañas del año le hablaron verdades
que aquí se repiten sin sentido
con nuestras cabezas de rodillas
y nuestras rodillas abiertas al parto de los olvidos
y ya no era de sangre el vino
era de oro dorado, y dorados los panes
y de oro los capotes de las doncellas
con que lidiaban el becerro de la música del amor
y de oro los pies vivos que pasaban el cepillo
a las pobrezas devotas
y dorado el perro solemne que fue hasta la mesa
y presentó respetos
y de oro el cielo que trajo el viento de oro
y te depositó en el sagrario
y de oro la caña que te cascó para el ron de oro
y de oro yo me fui a hablar con las ondas hertzianas
y me contestaron con oro de parcas
y aquí estoy, borracho, hermano
sorbiendo estas lágrimas
y en la tumba de amores muertos que es mi corazón
brillo las lápidas de sus rostros esculpidos en la carne
y les ofrezco las flores negras del instante
más reviven amarillas al segundo con cada bocanada
para darme sus adioses con mi nieto y con tus nietos
y con el silencio que se hizo ahora salada catarata.

miércoles, 16 de abril de 2014

EL PLAN PERFECTO

EL PLAN PERFECTO
El padre Pan Juablo hubiera querido llamarse Juan Pablo pero, aunque no era su culpa ¿o só lo era?, lo llevaba bien, pues fue su padre quien por esos caprichos del ego (que la mayoría de las veces son caprichos del destino), quien quería que el futuro de su estirpe –era apenas una pequeña ralea, pero en aquello qua Ra-lea no podrá faltar sostén y flujo; no en vano se decía de los constantemente cogidos en la mentira que estaban más caídos que teta de gitana, pero nadie entendía que se trataba de caídos en otra dimensión de conocimiento- tuviese los mismos, o mejores, destellos. Había sido criado con la idea de estar siempre en la jugada y la de que quien no figura siempre será una pobre cucaracha; claro que hay que ser justos y añadir que también se inculcó en aquella casa un gran interés por tener buena preparación y conocimiento, cualquiera que fuera la cosa que a cada quien le interesara. Al padre Pan siempre le pareció que los oficiantes, ya fuesen estos de alguna ceremonia mágica de parque o de circo, bien de vodevil, bien de intrincadas operaciones como las de química en el colegio y aun la impresionante pose de la profesora de filosofía quien se paraba medio lado con el pucho humeante y untado de rouge hasta el cogote en la boca, sin que el acoso del ojo le venciera en la tarea de analizar la siguiente frase a disparar o la intempestiva flecha directo al corazón de algún escogido para que el hada de la sabiduría le hiciese entrar en su reino, eran seres dignos de imitar. Pero se dejó embrujar por el oficio de predicar y, extrañamente, además de que su padre era un librepensador, entendía más el contraste de la ciencia y su misterio de saltos cuánticos y cuanto postulado enredado pareciera asunto de otro mundo, que la relación intrínseca de sujeto y predicado, y mucho menos con el verbo; para él predicado era sólo aquella forma maravillosa en que los curas iban hilando idea tras idea y creaban ese torbellino en la cabeza de ideas, de alas, de haladas, de llamas, de llamados. De modo que también quiso vestir esas túnicas tan resplandecientes e inspirar ese respeto y confirmar que tenía más valor ser sujeto que estar sujeto, que fue como siempre se sintió.
Aquel domingo Camilo veía con aplicación la televisión mientras tíazo iba a misa. El plan perfecto: Dar la gracias apropiadas al Altísimo por todos los favores recibidos, esperar que las lecturas fueran adecuadas para el sentimiento del día sin importar que el párroco quizás en su sapiente dulzura se fuese por las ramas de grandes promesas y misericordias y esperar que aquellita le atravesara las redondas y anchas nalgas a la salida en medio del tumulto para que el envés de la mano con pulgar en el bolsillo del vaquero mantuviera lo suyo y él en vez de dejarse arrastrar por el ímpetu de largarle un pellizco,  dejara que ese nudo se fuera haciendo más sólido desde hacía tres semanas. Pero no hay plan perfecto. El único plan perfecto lo tenía Camilo ante sus ojos: la peli se llamaba El plan perfecto.
El anciano se estremecía como una hoja al viento con sus manos apoyadas en el espaldar de la banca de adelante sin sufrir de Parkinson. Era el mismo rostro de Arthur Case el dueño del banco. Tíazo recordó en ese instante que el mundo  es lo que viene al caso, pero aquí es lo que viene a la cosa que no para todos es lo mismo. La cosa es que el padre Pan Juablo estrenaba vicaría y  lo que a su cosa venía era que llevando ya un año de ordenación, y después de vagar unos meses por los terrenos de la Pata-de-la-agonía y de sentir sin acusar el constante asedio del boludo y la reticente ausencia del compungido, no iba nunca a cejar en su convicción de que era un elegido para equilibrar su conciencia de que en el mundo de hoy su oficio era el del social engenieer pues ciencia y conciencia ya habían hecho buenas migas con psicología y mística, con la conciencia en constante despertar y susceptible de ser moldeada a lo rigtly politicdel buen rebaño. De modo que la meta de tener parroquia propia, de hacer méritos para una carrera de oficial del ejército de Cristo y de paso ser un buen pastor en el espejo de aquel viejo sacerdote que era acaudalado en aprecio, relaciones públicas y bancarias, sin nunca dejar de ser un hombre dulce en medio de su severidad; pero ¿quién sabe de planes perfectos? Así, pues, todos los hechos no iban a la misma cosa; el hecho de que el viejo Case temblase igual que los tímpanos del auditorio por aquella voz meliflua y engolada que no sabía bien mezclar la intensionalidad del barítono con la intencionalidad del discurso; al igual que la orquesta de muchachos con ritmos originales y festivos que habían sido trasladados del coro al gallinero de atrás donde los antiguos Bach hacían de su maestría cuadros de inmortalidad y estos hacían del Credo un bonito y sincero ejercicio para aficionados a afinar se tendría que mirar desde más arriba o, tanto peor, desde más lejos.
La diferencia de la corona calva del Arthur Case de la misa con la cana y finamente tupida del de la película se parecía a la paradoja que se planteaba en los argumentos de las dos vidas: El de la banca podía temblar por otra razón que la de que el discurso del padre Pan en el que el anuncio de que ustedes son la sal del mundo. Si la sal se vuelve sosa sólo sirve para tirarla y que la pisen. Si usted hermano que viene a la misa mirando el reloj con impaciencia –que jartera una misa tan larga-y así mismo vienen siendo luz de la calle y obscuridad de la casa. Usted de quien dicen en la calle que persona tan dulce y amable y en la casa llama imbéciles a sus hijitos y a su marido. Usted que engaña a su esposo o a su esposa. Usted que roba en su empresa, hacen sosa la sal de la vida buena y pierden la salesita del vivir como hermanos. El del banco temblaba por la ira de que el tesoro y el secreto que estaban guardados en una caja de seguridad encriptada en robos y saqueos de nazis de la segunda guerra, iban a ser robados y, peor, una reputación intachable labrada en largos años de filantropía y anonimato iba a ser mancillada. Pero la paradoja se unía en un juego perverso. Los feligreses estaban dejando que la vibración de los tímpanos se riñera con las intenciones nobles de sus corazones pecadores; lo que no sucedía con el Credo cantado que iban aprendiendo. Pablo, uno de los asaltantes camuflados bajo el idéntico vestido y tapabocas de los rehenes, recrimina al comisario que lo interroga tras haber sido “liberado”: Yo no soy Pablo, man, soy Paul de Man. Camilo lo sabe todo.
El padre Pan Juablo también lo sabía todo. Sabía que desde el principio la organización debía mantener la jerarquía inserta en el sistema; cuando José de Arimatea presta su prestigio y su dinero para reclamar el cuerpo de Jesús no lo hace como un favor gratuito lo hace como una gauchada de cabeza. La secta gnóstica es poderosa, pero lo que Jesús dejó en la mente colectiva es un caudal sin reservas; ahora doctrinariamente son pobres -¡se volvieron pobres los pretenciosos filosofemas!- pero sus relaciones públicas no son nada deleznables por lo tanto hay que mantener discretas pero cordiales relaciones. Lo que no sabía era que su nombre tenía un destino especial y la verdad es que nadie sabía a ciencia cierta cual era ese destino, ni aun las inescrutables pugnacidades que no más arriba, ni más lejos, sino más adentro del misterio de la inteligencia artificial  sí sabían que la muerte del dios Pan se fue acallando en el recuerdo de las mentes desde cuando el inmenso rumor que se escuchó en los mares de Europa anunciando un cambio de dimensión, hasta que definitivamente la aparición del Cristo hundió en el olvido eso que el dios del todo enseñó a los hombres y que mucho, muchísimo tiempo después iba a ser sepultado por aquel que unió todos los paradigmas en uno sólo: el evangelio del amor; evangelio que era el mismo del dios Pan sólo que el idioma, la percepción que éste otorgaba y los usos a que facultaba tenía otras propiedades con sus cascos hendidos, sus cuernos y su embriaguez inveterada. Por eso las susodichas pugnacidades sabían que Pan Juablo también era all-know-who-hablo. Camilo lo sabía; sabía que los Arthur Case estaban luchando denodadamente por recuperar el tesoro y esa reputación imposible de limpiar mantenerla a resguardo. Los kilates de los diamantes podían ser reproducidos y aun mejorados. Es por eso que Had-rol Bloom y Paul de Man, actores extras e invisibles al fotograma exponían su argumento, es decir, su negociación. Mr. Bloom, por ejemplo, hablaba del desplazamiento del tropo –la pose-, es decir, el desplazamiento de la verdad monda y lironda en la detestable poesía y bueno, Paul de Man precursor de la difer-ansiahacía deconstrucción pero deconstrucción solapada, de modo que la rica siempre debía ganar el reto, el reto-a-la-rica de la retórica. Ja, y ni que hablar de las Herma-ná-goras: ¿Lo hizo mi cliente? ¿pero fue realmente un crimen? ¿fue un acto de honor o sólo un acto chicanero? ¿no fue culpable la víctima?
Con el tiempo el padre Pan Juablo habría de acusar finalmente susse-ríe-de-ti-el oro deterioros. Desde aquella época en que sus feligreses salían de sus misas con esa sensación en el pecho, mezcla de confusión y angustia y que providentemente se acallaba un poco con los ritmos y cantos de los muchachos, empezó a tener pesadillas constantes en las que encerrado en un bello palacio repleto de ángeles que le abanicaban con sus alas, recibía el eco de voces lejanas diciéndole ¿te gusta la sal? toma sal; tú también tienes que ser la sal del mundo y caían sobre su pecho paladas, camionadas, toneladas de sal; empezó a sentir una opresión que los médicos no podían diagnosticar y su voz perdió brillo y potencia.
Cuando tíazo llegó a casa Camilo lo recibió con esa sonrisa maliciosa.Mira lo que te tengo. Creo que tenemos mucho que hablar. Y esgrimía un viejo casette de VHS.        

jueves, 10 de abril de 2014

VERGÜENZA

VERGÜENZA

“¿Avivaste alguna vez el paso  a través de las costumbres y las popularidades fugaces?
¿Sabes guardar tu mano de todas las seducciones, locuras, vértigos y enconadas pendencias?
[¿perteneces realmente al pueblo entero?”
WALT WHITMAN
( A orillas del Ontario azul)

¡Qué vergüenza!, poetas, ¡qué vergüenza!
yo que no participo de tus deliquios digo
¡qué vergüenza!
qué vergüenza que no hayáis sabido encajar
la dulce sonrisa en el puño amenazante,
la sonriente ironía en la amarga mueca
la grave gentileza en la enervada lisura
¡qué vergüenza!
vosotros qué sabéis lo que sentir de poeta significa
-una vez que elegisteis llevar tal fardo a cuestas-
de rubor, de sudor corriendo la por espina seca,
de la injuria de la calma, de la risa de las almas
de las miradas socarronas, de la galantería sospechosa
¡qué vergüenza!
qué vergüenza de las calles
por donde pasan –con pose o transparencia-
las gentes civilizadas ¡qué vergüenza!
qué vergüenza de las parejas anónimas y mimosas
que van al cine sin aspavientos ¡qué vergüenza!
qué vergüenza de los besos que se dan sin pena
de lo mismo puros ¡qué vergüenza!
qué vergüenza de la luna que se abraza y se tapa
en la armonía de nuestras trabas y borracheras
que jadea con vuestras orgías, que se conmisera
con nuestras soledades ¡qué vergüenza!
qué vergüenza con el cuello blanco
que se ensució con vuestra roña, no por falta de aseo
sino por falta de tacto, ¡qué vergüenza!
qué vergüenza con Juan Sebastián Bar y con el otro
que sembró un árbol y puso la primera piedra
de las genialidades con lisonja ¡qué vergüenza!
qué vergüenza con la cámara que ponchó
el primer plano de las nuevas estéticas ¡qué vergüenza!
qué vergüenza de la publicidad que fue más inteligente
con vosotros ¡qué vergüenza!
al negarse a invertir en un proyecto de baja fisonomía
y alta alcurnia ¡qué vergüenza!
qué vergüenza de la diplomacia, poetas
que guarda un prudente silencio ¡qué vergüenza!
pero ante todo qué vergüenza con vuestros hijos
los versos que famélicos luchan por alzar la voz
contra viento y marea ¡qué vergüenza!
de 19 de agosto y 19 de marzo ¡qué vergüenza!   



TRÁFICO

TRÁFICO
Iban dos personajes por una autopista, tan larga y veloz que parecía que permanecían en el mismo punto. El uno, en una tartana de bus urbano, con su estampa de gallo viejo después de un aguacero. Como no había paisaje, sólo destellos fugaces y deslumbrantes, lejanos puntos, el paisaje se dibujaba en la cabeza de cada uno: un científico y un brujo. En la cabeza de aquel, al fin científico, como su reluciente nave de acero, sólo había fórmulas: protocolos, listas, mapas,  números; y en la cabeza de este, había fórmulas de filtros mezcladas con sueños, mantras heredados por vía sexual-oral que invocaban poderes  improbables pero seductores; certezas que le ayudaban a mantener los ojos abiertos mientras sus párpados permanecían enclaustrados en connivencia con una fuerza que se sentía exclusiva del vulgo. Pero como en toda realidad, no faltaba el telón de fondo; como las estrellas permanecían simultáneamente fugaces y lejanas, igual debían aparecer como setas de estío, los extras en el escenario...
Se apretujaban los pasajeros al filo de la tarde en su tartaleta de sardinas  mientras los anonimatos elegidos actuaban sus roles de ciento cuarenta caracteres o sus dramas de elección inmediata; entre ellos gravitaba la extraña circunstancia de un poeta sin editor ni recursos y una flaca con aires y smart-phone.  Habían confluido en el paradero de buses, ella con sus zapatos de marca wall-street, es decir, costuras finas  en cuero y corte inglés de puntas achatadas según la moda al uso. Él por su parte, con sus barbas melancólicas en remojo de tinte canoso y un monitor antediluviano en los ojos y las manos, se arredró ante la cercanía de semejanza estampa carroñera y le cedió el único puesto. Claro que tenían sus diferencias abismales: Él podría ser un águila calva venida a menos, pero ella no pasaba de ser un pobre milano –tal vez por su corte de muchacho- o acaso un halcón peregrino. No moduló la idea de que el ángulo agudo en medio de sus piernas pudiese causarle alguna conmoción intempestiva por el hecho de que una extensión de espuela de gallo de pelea en medio de los apretujones  se presentase; al fin, que sus piernas abiertas al desdén de urbanidades de Carreño o delgadas fronteras que se movían sin compasión entre el espacio inmenso de sus dedos y las teclas que por momentos trataban de actualizar máquina y sentimiento al dirigir una mirada desconcertada en rededor que  arremete de nuevo con la lengua colgada de la torre Eiffel que se columpia sobre la cadena que entre el puño y el pecho y duda con la húmeda punta parada; pero para él, águila ciega, sorda y tartamuda, sólo reto-ahí-fiel es la desdeñosa consigna.
Hay un trancón en la vía. Si es un accidente, si es un desfondamiento de la carretera, si es una caída del sistema, da igual. El asunto es creer que el escollo se salva por vía espiritual. Bien que el brujo –que aunque no sabe que cuando quiere hacerse ciencia, la poesía se vuelve brujería-; ya que el científico-aunque sienta sin reconocerlo, que su ciencia es pura poesía aplicada a la disciplina-; ya que el poeta­ –a quien le importa un comino, mientras sienta, que se peleen ciencia y poesía-; y aunque la tipa –que se baja a tomar el auto del científico que un minuto antes la contactó por una agudeza de GPS dos dígitos: tu y yo; o a tomar un taxi antes que un imán sin tipo le haga alguna trapacería-, los tres se van a lograr su cometido a la sombra de cualquier porquería. El poeta espera a que se descongestione la vía.                           


martes, 1 de abril de 2014

 LOS AMORES VERDADEROS (30 YEARS AGO)


LOS AMIGOS TRAICIONEROS (IBIDEM),  MENOS UNA

FABULA


FABULA DEL ANIMAL Y EL PENSAMIENTO
“Pero las palabras que una persona pronunciaba
Cuando estaba embriagada
Eran como si  estuvieran preñadas”
Clarice Lispector
Sobre las ruinas de lo bueno construyo mi imperio
-dijo el cucarrón mierdero-
Sobre la flor de lo malo yo me libo el néctar del cielo
-dijo la abeja- y no tengo agüeros
Hilo lo vivo con el olor de lo muerto
-dijo la mosca; y al cucarrón hizo un gesto-
Un experto en teoría de los sistemas que escuchaba dijo:
“y yo con mi ciencia y mis antenas deshago todos vuestros misterios”
Pero pasaba por allí  un loco devenido poeta
-nadie se ponía de acuerdo si era al revés-
Y dijo:
“Y yo, con lo que sé de la lengua
Os ato todos vuestros engreimientos”    

AJEDREZ ERÓTICO

AJEDREZ ERÓTICO
Por los callejones del blanco y negro vas, belleza
Reina de todas las partidas
Y con el codo en el perfil de la cintura afilas
Tus pezones-peones y los enfilas
Hacia la nariz que en belfos de caballo convertida
Atiende al reto de tu olor y  no atina a saber
Si corta las rosas ambarinas del corazón
O aprieta las espinas; pues sabe que sabes
Que por más enroque que el rey defienda o decida
Arde el pabilo en el azufre de tu volcán
 Aunque aún la caverna no ilumina.
II
(Para-poetas)
“No voy en tren, voy en avión”
Taconea la verdad podrida en el negro nubarrón
Pero asfalto hace con la vida en cada anticipación
No ve el bastón
Es la ceguera la que hace la canción
En la inglesa poesía yo le juego una partida
Al arte interesante de negociar con la emoción
Entonces la cobija en cagarrutas bendecida
Del pulgoso cielo se me dobla sin chitón
Pues no sabe la repulsa pero tampoco pagó
Por el salto de la pulga que de este-a-oeste
Y de abajo-arriba y de turno-a-fila
De razón insuficiente se bastó


(Para-aprendices)
Dice el más denostado de los críticos poetas: T. S. Eliot acerca del menos autorizado maestro de la corrección –don Ezra Pound-, pero el más correcto maestro y perfecto conocedor de las técnicas de versificación  que el llamado vers libre no lo es tanto y que “no existe una división entre verso conservador y vers libre, porque sólo hay versos buenos, versos malos y el caos”*[1] y nosotros añadimos: No es del desencanto del embrujo de la rima lo que estimula el vers libre,  es el espasmo del deseo represado por agradar y convencer a la musa sin convencerse a sí mismo lo que hace del poetastro un galán de medio pelo. Para muestra un botón de nuestra forma de traducir con deseo de poeta lo que otro poeta en lengua que no es la nuestra nos regala su emoción:
once in finesse, of fiddles found I ectasy,
In the flash of gold hells on the hard pavement.
Now see i
That warmith’s the very stuff poesy.
Oh, God, make small
The old star-eaten blanket of the sky,
Tha I may fold it round me and in comfort lie”

Una vez me extasié en la fina fidelidad de los violines
Y en el fulgor infernal de dorado taconeo sobre el pavimento
Ahora veo
Que lo amable de la estafa de la estufa poesía es su ardor
Oh, Dios, haz más pequeña
La vieja manta come-estrellas de los cielos
Para que pueda arroparme con ella
Y confortarme en su mentira.


AJEDREZ PSICOTRÓNICO
No  desde el miedo del brillo de nuestras pupilas nos saludamos
desde la obscura certeza de nuestros caóticos aposentos
con la sonrisa peleamos
por eso usamos espejuelos
que al sol no atienden dictados
pues el hombre-hembra© y el onco-ratón™
son nuestros juzga-juzgados
mientras, refinamos olores naturales
de lo que va quedando atrás, cerca de nuestros rabos
así, al menos, el recuerdo del olvido actualizamos
y damos cuenta de la rueda ilusoria
detenidos sus ejes en el cinematógrafo
mientras hierve el sentido
y el frío de nuestro sexo-sentido entona su himno-re-signado
si se quedan peleando las siliconas  con los senos sanos,
o si los nuevos penes son indiferentes a los orgasmos
no es problema de moral o de ley  
ni de justicia ni de caridad con el hermano
es problema de copyright y marca registrada
que en un nuevo cielo sin Dios está reinando
y su diablo se muere de ruido dando su bendición:
el afán de cada día dádnoslo hoy
ahora que la tentación se ha petrificado
pues el mal del evento es no actualizarlo
en valor de cambio o en valor de uso
o en valor de des-información  da igual
cada cual a su bolsa se va accionando
entre más corto el escroto más puro el im-put-izado
y si el portal Edgar Lee Masters
de las cortes a-e-ternales es absuelto
será porque el miedo de jueces sin seso
va  aplazando su lloro.
                                           En el ahora de la salmodia de los veinticinco años de la invención de Internet, cuando su genitor pide dar reglas a su hijo, de modo que los abogados del perfume infame puedan seguir su litigio con el delirio.


[1]  Eliot, T.S. Criticar al crítico y otros escritos. Alianza Ed. 1967 p. 246

PREGUNTA



Vengo a preguntar, amiga, conocida
¿dónde vive, puedo hacerle la visita?
Pues si anoche en el momento en que  pedía
 al ángel del último pensamiento
 que tomara de la mano a mi sueño
y lo llevara a buen puerto
vino usted a rascar con su deseo la cabecera de mi cama;
todo porque en la mañana mientras iba de pasada
me agarré de la rienda de su trenza
hecha con crines de yegua alebrestada,
es porque el aire de su deseo le corcovea;
 y eso que fue sólo un instante,
¡qué de festín se hubiera dado su uña
con mi desolada carne.

PS.: Cuando este poema fue a ser entregado, su autor debió escribir en el aire de los corcoveos: ¡Amiga, no me gustan los números, me gustan las letras!