LO
COLOMBIANO EN PERSPECTIVA DE LO ARGENTINO
“Una
historia pobre y vulgar, como es la de todos nosotros,
pero
del fondo de la cual surgen las direcciones de la vida en sociedad”
Germán
Arciniegas (Defensa de la historia vulgar)*
Tenía
un extraño don de anticipación. No quería perderse nada de la
conversación. Ya había pensado, por alguna razón sin dilucidar
-tal vez por la inquietud con la que peleaba acerca de no seguir el
ritual de los domingos e irse a caminar-, ya antes se había
imaginado dando vueltas por la cocina, conectando la grabadora en el
toma del poyo y saliéndose de la línea mariposeando de una idea a
otra mientras la tertulia avanzaba. Pero sentía que si seguía
resistiendo iba a suceder una explosión.
Ya
desde el inicio del diálogo había sentido los, pasos firmes y
decididos. Pero el tema ya lo había agarrado desde la primera frase.
Entonces empezó a hacer contrastes en su mente mientras se
arrebujaba en la, cama y se tapaba hasta la cabeza, no sin antes
subirle el volumen a la grabadora, lo cual era un síntoma de
desconfianza o quizás sólo de tremenda excitación, porque, siempre
le había sucedido lo mismo, después de que el anfitrión pasaba de
una idea a otra, el se cogía alimentando el caudal de su propia
versión y perdiéndose la última frase; pero era como ir manejando
automóvil, tomándose una cerveza y tratando de mantener el “manos
libres”
al alcance de la voz para poder ser escuchado. El tema del
nacionalismo; de si existía o no existía. De que lo argentino y sus
trasuntos era una ilusión, un no lugar: lo argentino como tal desde
el respetable y hasta venerable ridículo de Borges con sus gusto y
estilo anglo y europeo, hasta los “acercamientos”
a
lo popular de Cortázar , no existía. ¿cómo sería, entonces,
configurar un nacionalismo colombiano?, unas identidad que, bueno,
si, el realismo mágico, pero eso era demasiada literatura; demasiado
arte de orejas paradas de lo que dice el folklor para crear una
coreografía digna de ser puesta en escena de los grandes salones,
pero no para reunir a lo colombiano (Dios no tiene complejos, por eso
es argentino; y si los tiene son de orden exclusivo) ¿sería acaso
eso lo que no permitía, no había permitido, que Gustavo Petro
fuese a ser presidente, que Gaitán hubiese cuajado como caudillo?
¿qué tal imaginarse el “piangüar”
para descollar entre contertulios de estirpe de contracultura o, para
ser menos aparatoso, mostrar el ejemplo de creación mitológica con
el “festival
del cafuche”,
un elaborado literario que podría servir de ejemplo de que la
nacionalidad no necesita imitaciones sino una paciente persecución
de lo originario, sin tener que acudir al pobre lugar común, ni
hacerle concesiones a la historiografía, de que el carnaval de
Barranquilla, la feria de Manizales y el Hay Festival eran la
colombianidad junto al festival iberoamericano de teatro como máximo
sello de identidad? No, pero lo argentino es Maradona y mucho más;
es haber llegado sin ambages al travestismo de cambiar la
pronunciación de las enes en erres: ¡oh,
r-ios, qué ir-cer-dio! Y
el comerse las eses costeño o el arrastrar la dicción como pidiendo
perdón paisa, o el ¡no
joda, mano, cosa arrecha! No
tenía nada que ver con los, espejos de la historia, donde uno solo,
un sólo espejo: José de San Martín sirve para ilustrar lo
argentino. Un señor, qué digo, una personalidad tal, que con el
hecho de largarse a donde si estaba en verdad lo civilizado, a donde
sí lo entendían, a donde sí lo iban a dejar ser y dejar a los
otros peleándose para tener un acto final tan soberbio y tan
significativo de volver sólo hasta la puerta (el puerto) a ver lo
suyo sin aperase de su talante, eso sí que es sentar un precedente
que como cuadro de contraste sirviese para dar ejemplo de futuro:
Rosas, Sarmiento, Mitre, Etc. Etc., todos personalidades, todos con
su cuento, pero todos con el fondillo cagado y, San Martín montado
en su caballo desolado. Y, ¿nosotros qué? Don Simón de los Santos
Trinidad regio Cañamazo Bolívar solo junto a Don Francisco de Paula
De-Satán-er,
cagado finalmente en el espejo de su nobleza ideal, frente a un señor
adusto, templado en buenas maneras: «Granadinos,
las armas os han dado la libertad, las leyes os darán...» Las
nuevas servidumbres siempre renovadas que para nada se han preocupado
de poner en el asador la carne del Jacinto Benavente: “Cuando
suena la campana, hasta el banquito te lo quitan”
y si lo han hecho es solo como el taimado y no-la-di
=ladino,
que no latino...
No
habían pasado tres minutos y ahora no tenía ninguna idea de cómo
iba, más adelante, a pro=poner
su
propia idea del asado, pues el Martín Kohán era el típico ejemplo
del muchachito que ha hecho bien la tarea y, carajo, ¡cómo decir
con gallardía pero sin servilismo, y, mejor aún, con igual
elegancia, y no como argentino: ¡qué lúcida inteligencia y qué
personalidad agradable! Si estuviésemos en la playa de las
competencias –él ya está en la de los pares que según eso no es
la solitaria de las islas bienaventuradas -, aquí, en la Argentina,
en la Patagonia o en el Ática, el único modo de decirlo sería no
decirlo, o decirlo en forma invertida: no,
es muy inteligente, pero es muy presuntuoso(caso
Orlando Mejía Rivera a quien sus alumnos le brindaban una admiración
con reservas o una simple atención desdeñosa; Ah, pero es que
aquel se manifiesta orgulloso de ser alumno de Manuel Puig, de
Piglia) ay,
come de mí/come de mi carne...(¿Fito
Páez, Cerati?
),
o eso
no es literatura
o «Está
muy loco»
o un elocuente silencio frente a «¡Qué
graciosito el hijueputica!»...
Antes
de fijarse por la ventana cómo la L F
esperaba
en el sopor de las ocho y cinco de la mañana, mientras los perros
hacían el alboroto cotidiano de ladrarle a cuanta cosa no era
familiar que se cruzara: los borrachitos pasmados, los gallinazos que
trataban de escarbar entre las bolsas de basura las carroñas que
ahora se disputaban frigoríficos, fabricantes de concentrados y
funerarias los Jueves y Lunes, las putas decentes de otras cuadras
que hacían horas extras, a que su marido encendiese la moto para
llevarla al balneario, se quedó mirando con ironía la marca impresa
en el empaque plástico: “Élite”.
Había sucedido la explosión; ahora, sentado en la taza, mientras se
lamentaba de haber perdido la conversación en los sinuosos
entresijos de su piso, luchaba por acomodar el rollo de papel en el
soporte mientras todas esas imágenes pasaban por su mente. Entonces
don Andrés Bello, don José Manuel Marroquín, don José Rufino
Cuervo, don Miguel Antonio Caro, don Restrepo Maya se veían
dibujados en el trasfondo alta blancura y suave textura que tenía
ante sus ojos de fondillo afanado. Los afamados personajes que
alcanzaron a conocer el esplendor de los grandes salones
estadounidenses, antes de lo “políticamente
correcto”,
al coste del Canal de Panamá, de los llanos solitarios inundados de
sangre de dinosaurio y luego de sangre de hermanos, de playas
abandonadas a despecho de ningún paraíso terrenal; no tenían la
culpa de que una pérdida de la fe o acaso una creencia de
reclinatorio, hubiese hecho que los émulos de don Marco Fidel
Suárez hubiesen cambiado de estrategia para afiliarse a las
comuniones con el patrón Escobar, creando mitologías que era
preferible adaptar, al modo de los orilleros, pero sin compadritos,
más con Vallejos, Boteros, Vargas Vilas, López Michelsen que con
cierta nobleza dejaron que los caddy
Lucho
Garzón conocieran el sendero. La compulsión de estripar las
cucarachas por un atavismo no se justifica con una racionalización
de higiene porque fuimos nosotros los que inventamos la higiene y las
cucarachas no se inventaron el tiempo, aprendieron a adaptarse a él.
No era asunto de historia; o al menos no de tiempo de evolución ¿tal
vez de estancias?: el hecho de que hubiese mucho sincretismo de
herederos de la guerra: Alemanes, franceses, pero ante todo italianos
que fueron a compartir la angustia vital de nativos acostumbrados a
tener ente sí el vastísimo horizonte de las pampas, en la soledad
eterna de la contemplación, además de la inclemencia de las
estaciones (el sobrevivir a fríos de muerte para pasar a primaveras
efímeras seguidas de otoños ineluctables y llegar a caniculares
desesperos) en contraste con el bochorno caótico, constante y
confuso de la manigua pletórica de enredaderas, de la reunión de
todos los bollos que el río de la Magdalena acoge en todas su
variedades: negros, mulatos, cafés, amerindios sin esperanza ¿sin
ganas? De arribar a la vasta mar salada de la historia...
...que
lo argentino esté apenas percatándose de que empieza, en sus
intestinos, a metabolizar el joven vino de Mal-vinas
y que en delirium
tremens festeje
el alivio de la mala fuma de los Videla, no impide que nosotros
alucinemos con las excelentes perspectivas del enano montado en los
hombros del coloso: TLC, proceso de paz, globalización, Alianza del
Pacifico...
Pero
no le dejaba tener vida el hecho de que Jaime Andrés Monsalve que
resultó tan ilustrado (¡saber y explicar el significado del término
Zelig
en
clave Interior¨s
Hanna para
decir de las servidumbres no gratuitas, o al menos
disculpables!)frente
a Margarita (Vale-el-ansia)
que no por eso supo mantener y mostrar una carnadura de dura, pues la
idea paradójica de que todos tenemos un doble que cumple el papel de
ángel-demonio, lúcido-tinieblo, ya que el vecino de enfrente es
igualito a él hasta en el porte noble y el patronímico, menos en lo
ilustrado, le confirma la corazonada de que nada se puede hacer ante
los designios de la novela que se escribe sola: la historia, pues el
hecho de que parezca frondio,
irrealizable, el sueño de sentirse propio y orgulloso, quitándose
el banquito uno mismo, ya que managers
no
se dan gratis y no importa si hay o no, público; pese a que el salto
de la ruana al tele mercadeo haya dado en dejar que el barro-untar
en
los manglares de la convivencia s e deje picar por el in-sécto
de la indiferencia, de la molicie, de la dicha de la chicha, que haya
alguien que pueda hacer confluir pasillo, palenque, champeta, café,
petróleo, Carranzas, Bellos y Pambelé
en la sensata lucidez de que nadie cree, pero sucede, que la historia
árida, estéril, tosca, solitaria de Abraham y su descendencia nació
paralela de la historia tibia, generosa, pensante, aguerrida de
Homero y sus-c-esos.
Antanas
Mockus es el más fiel espejo de eso que viniendo del extrañamiento
tiene la humildad de lo auténtico. Lo decimos porque nosotros mismos
nos confesamos culpables involuntarios -o al menos no intencionados-
de incidir en el impedimento de las aspiraciones de adalid de un
hombre que por serio y razonable capituló en el reto de afirmarse
contra el mundo; se afirmó en el mundo, pero eso lo hacen todos los
que se conforman con la suerte, cuando con ocasión de su matrimonio
circense(creo que si hubiese coincidido más con ideología que con
puesta en escena hubiese sido más productivo, pero menos mal porque
eso confirma que también era un producto inacabado ¿lo es lo
argentino?) hicimos una interpretación desmañada por mostrar
nosotros nuestro propio número (es lo mismo que hacemos en las
urnas con la vergüenza del ladrillo). Ahora, es muy diferente montar
tu número sin cobrar la entrada, a que tengas la opresión y la
tristeza de saber que todos te miran con avidez a través de la
rendija, y cuando sales a ver hacen como si nada y, peor aún, niegan
que aquello por sonde entra la luz sean rendijas por donde te miran.
Y
hay otro espinoso asunto que nos trae de cabeza: el asunto de lo
judío
¿por
qué -5 x +5 da 0, es decir, vuelve y juega, en vez de decir abrazo y
viceversa? Todo lo judío, todo lo ritual, todo lo circuncidado (lo
bello de la ética es que tiene su prepucio) tiene un sabor amargo de
desprecio de la
=aleteía. ¿por qué positivo insinúa ti-veo-piso
y
menos sugiere
no-se-m ¿acaso
Melquisedec no es compatible con lo-que-de-mi-se
perdido
en la noche de las impostaciones? El hecho de que en estas breñas se
sienta como rimbombante decir en literatura arpillera porque el uso
es costal; que se tema intentar una corrección que indique un estado
de alma hacia el cual mirar como se mira el mono en la fuente, solo
dice que Dios por aquí es mejor dejárselo a los que lo importan y
agitar el agua de los que miran el mono.
¡Qué
las frases de cajón resuciten!: Si «Los
pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla»,
que no nos enseñen más, entonces, ¡el
carácter insólito de la rebelión comunera, el ser el primer
rechazo masivo a una dominación que lleva[ba] tres siglos” y
acabar, por fin, “el
populismo del estilo, el triunfo [soporífero]
de lo anecdótico” diciendo
“viva el
rey [eterno
retorno],
muera
el [buen]
gobierno.
Con eso, así Arci-niegas.
Cuando
por fin respiró tranquilo, se dio cuenta que había estado
escuchando el programa “Los
Libros”
*
En COBO BORDA, Juan Gustavo: Desocupado Lector. Ediciones Temas de
Hoy S. A. , Santa Fé de Bogotá, 1996. pp, 71, 72