jueves, 2 de julio de 2015
HABLANDO CON VEJEZ
Como si se tratase de un niño curioso
la vejez pregunta de pronto
¿qué significa morir?
y el señor, su dueño
que la lleva del cuello
con su collar
-como a una perra bastarda-
la regaña:
"deja ya de husmear, es un sin sentido
no tiene importancia"
entonces Vejez como un niño perdido
que no encuentra padres acuciosos
-nadie le dijo que ciertos libros lo eran-
para sus confusas circunstancias
se toma su dosis de Alzheimer
o de sistémicas
discrepancias -de la armonía-
y se sienta tranquila en la puerta del vértigo
a descansar unos músculos
que siempre vivieron de afán
por comprar: Nada de nervios, nada de ansias
¡Vaya con doña Vejez!
hay que castigarla, también
a la muy meona
que se levante temprano a aporcar
la esperanza
de que hay un mañana muy lejano
como un cielo límpido
¿qué si importa que el abono sea el desengaño?
¡pero claro! Entre más podrido mejor
desengaño fresco se vuelve pretencioso
buscando nuevas conquistas como placebo
de esa enfermedad que huele a carroña:
ilusión a la cual buscarle el ano
entonces la plantita que no es tonta
le hace con el dedo
pistola:
Te pillaré dormida,bandida,
si es que no te puedo disparar ahora
y volverás a creer en los fantasmas
y me pedirás
que no vuelva a dejarte sola
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