A MI PADRE
Pequeño
Falstaff nacido para probar que tu existencia es real y perfecta
y
que este pobre poeta dé testimonio siendo tu hijo y estrella;
engañaste
a tu madre ya antes de nacer y a la mía
le
diste tus ganas sinceras de que fuera la flor de tu único cielo
pero
ella también, sólo niño deseo de hacer
ver que gustas vos
en
todos los Gustavos y en todos los Lears y en todos los Eduardos
y
en todos los Estuardos y en todos los Edmundos que aún ralean
en
este mundo dichoso en lo rancio pero sólo de aromas.
Aún
con los ojos bisoños de anciano miras con la gracia y malicia
de
los niños y timas la razón con la fuerza del acto
ah,
diablo que calló a Hamlet hablando hasta
por los codos
con
los triunfos silenciosos de tus fracasos –no tuviste padre-
y
tampoco quisiste moralizar sobre el devenir natural de los amores
y
los ascos, a todos diste razón y los sigues desconcertando
pues
intuyen pero no atinan que la gallina es la madre de todos los
[in-tactos
porque
ríe y nadie malicia que está llorando el
paso de nada
pero
le ha golpeado y el león del honor –tu Leonor-
en
tí no hizo honor a las narices chatas
más
madrugó diligente a honrar el gusto y la dignidad
de
ser hijo único de la inteligencia que en un poeta único
nadie
ha podido re-encarnar, ni siquiera el ilustre suplantador
de
Oxford y alguno de Viena que se fornicó todos los miedos
y
los publicó como ciencia, con Gloria y New York de estafetas.