domingo, 1 de septiembre de 2013

LA EDITORA



Huevo es, gallina lo pone y a vul-gata lo explica. Me inspiré en "Los Libros", escúchelo mañana en la Radio Nacional de Colombia  a las 10 p.m.

LA EDITORA  DE LOS LIBROS

   — Si señor, concedo que éste es un negocio, pero no es un vulgar negocio de empanadas y ni siquiera uno de esos en los que la seducción es el principal ingrediente y aun su ganancia.
   — ¡Bah!, qué me dices a mi de seducción. Ni siquiera te haz alcanzado a imaginar que seducción en lenguaje fuzzy es sed-de-tu-acción y con el acto que acabas de cometer la seducción podría ser una bonita imagen para vender ¡tú imagen! y sin embargo es la más ingenua y políticamente incorrecta acción que he visto por no decir otra cosa.
   — Sí, dilo, la más estúpida.
   — Bueno, pues ya que lo dices. El hecho de que no te hayas puesto a pensar que este negocio es un negocio brutal –por sofisticado y sutil que sea- y que, además, por más belleza que involucres, también la belleza es brutal ¿cuántos humanos se han comido los leones a lo largo de la historia? y el león es hermoso, además de majestuoso, para que tu pretendas terminar este acto editorial con un colofón ridículo. ¿Acaso quieres que vengan los leones de la crítica a destrozarte por querer mostrar una imagen de vulgar manipulación de emoción y bondad; que digan que no te ha quedado nada bien haber querido aparecer como un cordero en medio de lobos?
   — Y ¿es que acaso no te diste cuenta de que mostré las bellas obras que hemos editado y toda la monstruosa lucha llevada a cabo para que cada elemento case a la perfección. Que incluso las obras imposibles las llevábamos a cabo. Buscar la dirección de la fibra apropiada para que la imagen cuajara y no se desdibujara ni se despegase de su misión. que cada hoja, cada carácter, cada detalle insignificante causara el impacto apropiado? ¿No viste como se mostraron maravillados con las puntas redondeadas, con los paisajes ilustrados, con los textos exquisitos y aun las puntas agudas que también tenían su flor? A propósito; apuesto que ni siquiera te fijaste un poco en mi relato corto.
    — Ay, Pilar, Pilar; Pilar natural de mi ser y mi obra; antes de decirte que sí, que me fijé y cómo, quiero decirte que estaba pensando en que es una pena, ahora que hemos llamado a David Frost a trabajar con nosotros, que se vaya a sentir defraudado. Sí, no niego que tu invención de la negra de nalga respingada, que ama el mar y los cangrejos ¿no podría ser que tenga cáncer, ahora que estaba vieja y cansada de gozar?, que alaba a la blanca sin envidia ni veneración, que también le toca el seno y el vientre y otras partes sin que necesariamente tenga que ser una insinuación sáfica, antes bien la canta y la cura, por contra de esos otros cantos que ahora van tan al día de las cosas, que maldicen y auguran daño, es lindo –lo lindo linda en lo bello te dije algún día- pero no es nada genial. Tenías razón, no ibas a ser Virginia Woolf y menos mal que no lo fuiste; estabas para más grandes cosas. Es más, también capté el argumento de la marihuanera -aunque no leíste el relato- ¡podría ser que también tuviese un alma bella!,  incluso más que tú, que a veces me pareces monstruosa.  Y no me jodas con tus lloriqueos; ya sabes que cuando te hice; porque te hice, dejé en tus manos mostrar lo digno de mostrar y, si te daba la gana, lo que no; yo no tengo tiempo que perder con minucias; ya sabes que aquí editamos libros, libres y ganamos libras y libertad; así que no me mames con tus eco-lógicas, en un rato me estarás asolando con tu ardor endemoniado.

    — Bueno, ya me sermoneaste; me hiciste quedar como un soberano rábano y tu sabes bien que por más que estemos emitiendo de viva voz, en diferido o en vivo y en directo, estamos también editorializando, y si quieres, podemos rebobinar y editar; porque si a tus lenguajes fuzzy vamos, editar es  a-ir-de-ti. Sólo quiero decirte, para finalizar, Señor, que si dices que es vulgar y desatinado terminar con una loa del servir, en un autor que podría, al pertenecer a Suiza, ese Walsser,  ser tan frío como tú, que ese Hijo que nos mandaste tenía como lema ese: Servir.