jueves, 11 de junio de 2015

COPA AMÈRICA (IN VITACIÒN A LA INAUGURACIÒN)



Hay una escalera al cielo de la terraza de cinco estrellas; la Elite Internet dirá que ninguna -es un virus de diseño de la arquitectura- pues es virtual que una rosa raquítica emerja tan sonrosada y carcomida por el hambre de luz, como ninguna. Le ha dado el azar màs espacio entre los desniveles del suelo, a un frondoso sortilegio; su aroma no se le pega, la resalta entre la hierba triste -no es pienso de ninguna res, ni funcionaria humilde de nigùn pie-, pero un rico ojo transeúnte la toma sin tocarle un pètalo y se la lleva; la envuelve en papel bits para enviarla sin mensajero, a cierto sitio, a cierta hora, para cierta niña con el siguiente libelo:

"Màs tarde cuando mis multitudes solitarias vayan a tu despacho a pagarte, barato, el precio de tu sudor y tu trabajo, mientras la Copa Amèrica se muestra coqueta a una fila de pretendientes àvidos y mientras, celebren mi ausencia y brinden por el futuro James coronado, piensa y analiza y falla -juez investido del sagrado respeto del silencio-: Yo tomo tus fatigas y tus dolores y tus coyundas rotas pues de tì estoy tatuado, para que mi alegría y mi fuerza y mi lucidez y mi espada de viento se gocen de verse en el espejo de tu mano. Creo que tengo derecho ganado"