Otra vez, maldita sea, la grima
viene sola sin su séquito de sentimiento
no asegura que viene del cielo
pero no niega que viene del firmamento;
eso si, esta convencida de ser mensajera
no le importa si no acuso recibo.
Tocó primero el dorso de la mano
justo testigo el hito de pan recién horneado
bajo un azul de sol y verano
sin cielo y tormento se introdujo luego
bajo el lente ignorante del policía acostado
que je ne se pas te-usa y vende verduras
y niega que un clavo saca otro clavo.
Otra vez, bendita sea, la lágrima,
penetra la trinchera de la calma
con su ejercito desbordado en la locura
no lógica, no fuerza, no resistencia
sal fresca en la herida, semejanza niña
y mi jamón amonjado manoseado de monja
que avisa que linda lo tuyo en lo lindo:
maldita sea, le odio, sensación fea,
es de otro dominio, nadie llamó taxi
vete lágrima y deja la grima
que ahora voy montando en bicicleta.
II
Dado que la musa es un ser que toma por asalto
la pobre frontera entre el cielo y la tierra
que habita en los recovecos de alguna razón
con un corazón por conserje.
Pero dado un Dios regidor de todos los seres,
que permite y anuncia los dones de ciencia,
da ejemplo en la hormiga que llegada a vieja
deja de cortar las hojas y pasa a cargarlas,
una pregunta:
¿Cómo hará Dios para cambiar al poeta las musas
que le atormentan?
El duende asesor interior de la reina contesta:
“Quizás lo que quieras es la-timan-así, talismán
-la fortuna-, o una muñeca”
HAGAMOS EL AMOR
Compré el lote que me mostraste aún niña
en esos grandes ojos de libélula furtiva;
era luminoso como un mar de Junio
e incluso, como el más largo escandinavo día.
Por entonces yo, aún no entendía
que el elástico cuarto creciente que aparecía
en la curva atmosférica de tu cadera
era una rendija de plena luz obscura
que sólo se hace luna llena cuando
se han tenido tratos con las hadas de la ternura.
Compremos entonces las primeras maderas
resistentes a los fu-e-gos;
juguémosle al sol una lotería de as-v-e-sto
y montemos las estructuras
de los vanos y los falsos m-ere(s)cimiento-s.
Techémosle con álbumes de estrellas imposibles:
Yo, poeta vaca-muerta
tu, puta exclusiva;
pongámosle ventanas de futuros inciertos
con marcos de goces di-ver-ti-dos.
Armemos la cama con cubre-l-echo de embriaguez
[color vino;
y un hogar con ascuas traídas del centro de la tierra
y una mesa con mantel de cuentos chinos
donde limpiarnos los tedios y las palabras mal dichas
y una alfombra mágica y una lámpara de Aladino
donde frotemos el genio de nuestras frustraciones
para que no salga a hacer cumplidos de político;
luego si veamos si nuestras bocas-bocina
y nuestro sexo-instrumentos
encienden la música.
¡Ah!, lo olvidaba:
No tenemos aún la cuota inicial de la palabra.
AY
¡Ay!, el enorme lago vertical que en tu cara se aposenta
como si una lejana dimensión del asombro nos tomara
[por sorpresa
y una soledad antigua vestida de tristeza oficiase su oficio
de fantasmas rebullendo el fuego de dos ascuas negras.
¡Ay!, pero el apretujarse de la sangre en la niebla de tus labios
al que no se osa siquiera poner la cubierta de un pétalo
porque peligra: una reacción en cadena
y el enorme deseo de sumergir en ese geiser caliente
el frío de los tiempos.
¡Ay!, si se encontraran tu aliento y mi aliento
en el valle de la cordialidad,
que esculpiera el eco dos nombres en el abismo de las gargantas,
se formaría una nueva fórmula del aroma del amor,
que el mundo querría comprar por docenas
en la tienda de los sueños.
¡Ay!, y todas las rosas y todos los jazmines
y todos los inciensos nos rendirían tributo
en un único templo que no admite adeptos
pero al que peregrinarían los que añoran,
los que anhelan conocer el reino del temblor
sin derrumbar el esqueleto.
¡Ay!, arrasar el bosque de tu pelo con mis dedos
y dejarlo intacto luego reforestándolo de besos;
bajar al macizo volcánico de tu frente
y con mis uñas jugar los juegos pirotécnicos
de la lava que guardas para mi desde tiempos
[inmemoriales
y donde habría de sembrar la futura semilla
[de mis huesos.
¡Ay!, la bestia furiosa que se revuelca en nuestros pechos
[sólo porque nos vimos
y nos dejamos clavar al pasar el cuchillo del silencio.
EL POETA Y LA LAGARTIJA
Esta era una lagartija solitaria. Salía cada mañana a darse su paseo por un extenso desierto de piedras (cascajo puesto recién en un pequeño lote para parqueadero de una terminal de teleférico) desde su madriguera en la zona decorativa de césped contiguo. No sabía a ciencia cierta de su linaje primigenio y que su huella se hallaba alojada en lo más profundo del cerebro de los humanos como una especie de eslabón entreverado y confundido entre la espesa selva del olvido, pero se sentía de rancia estirpe quizás por aquellas habilidades de caminar por las paredes, de detentar un especial saber en su lengua bífida y de manejar las secretas diferencias entre lo húmedo, lo cálido y lo frío; nadie la veía, como a su primo rico y petulante: el camaleón, atrapar moscas con latigazos de su lengua pegajosa ni morder hierba o atrapar hormigas y sin embargo vivía como viven otros muchos seres de bajo perfil, no, de perfil desconocido en los bajos mundos y en los submundos y aun en los supramundos.
Aquel era un poeta también solitario que igual salía a hacer sus caminatas cotidianas para alimentar músculo y sinápsis, aquel con síntesis de proteínas, vitaminas y minerales; estas con interacción de alma y fuerza, es decir, impulso y pulso, dos nociones que apenas intentan describir dos fenómenos que se niegan a descubrir del todo sus misterios. Lagartija y poeta se cruzaron por el camino; a decir verdad la lagartija se apareció a los pies del poeta sobre la vereda, con la cabeza erguida oteando la alta pared de los intestinos sótanos de mantenimiento del cable que, construido por alemanes, montado por alemanes y mantenido por alemanes aparecía como un pasmoso obstáculo de los intereses de la lagartija; el poeta la ve, no es que acaso no pueda ascender con sus mágicas garras sobre los noventa grados; incluso podría mantenerse haciendo zig-zag sobre el brillante plasma de arena fundida que constituye el vidrio de la ventana donde sólo se ven moles de máquinas y se oyen sonidos de engranajes y poleas sin contar con las ordenes ocultas –y las fuerzas- de la sala de sistemas donde todo se tiene perfectamente controlado. ¿Acaso aquella actitud de desconcierto es una señal involuntaria, ordenada por un ente inteligente que, camuflado en la naturaleza, dice y hace más de lo que los hombres aciertan a entender? ¿Acaso el alma de la niña que ahora su alma persigue, ignorante de qué caminos toma su pensamiento está ahora columbrando sus desconciertos aunque no sea nada raro que los andares del poeta sean vistos y seguidos por más de un desocupado y por más de un necio? Que la lagartija cambie el color café con raya longitudinal por un color polvo mimético de piedra y cemento no tiene nada de raro; lo que si parece al menos peculiar es que se deje tomar del cuello con dos índices como quien acaricia y toma delicadamente un cuello de mujer con la sensualidad que ello implica, sin mostrar la agilidad nerviosa con que sólo una lagartija sabe escabullirse, como si el Dios que la hizo hubiese dicho: Lárgate-hija, lagartija.
Pero como la vida de los poetas como la de las lagartijas está llena de misterios –sólo que los poetas cuando lo son de verdad saben, a diferencia de los que apenas posan de tales, que la diferencia entre tristeza y melancolía es la misma que existe entre aquello que asume lo que es sin pretender imponer aquello que quiere; el pseudo poeta se cree que debe dejarse poseer de la melancolía y el poeta asume que la tristeza es inevitable sin que por ello tenga que anular la natural alegría-, más adelante, en una cerca, se da un nuevo suceso, ahora con dos lagartijas: la cerca está situada en lo alto de un morro; es una cerca de estacas de bambú que encierra una mezcla de jardín y huerta pobre; por entre los intersticios de las estacas salen puntas de lianas o gajos de tallos secos como una metáfora del adentro y el afuera; adentro bulle la vida, el misterio del caos que se organiza, la manigua antiquísima de donde ha surgido la civilización, la ciencia, la religión, la trascendencia, la magia, la brujería, la medicina que ya no se confunden en una masa amorfa; ha sobreaguado lo exacto, lo tangible, lo organizado; el bit y el impulso ahora gravitan sobre todas las formas de vida; la aldea tribal global es un organismo único que vibra y percibe al unísono –sólo que hay secciones y tejidos más sensibles y especializados-; el hallazgo del tecnólogo que descubre con sus investigaciones la aplicación de un nuevo algoritmo se contrasta con el resultado positivo del conjuro de un brujo, pero el nivel estadístico de probabilidad del tecnólogo es medible y controlable, el del brujo apenas anecdótico aunque se asegure depositario de saberes antiguos... Las dos lagartijas parecen entablar un diálogo de íes griegas, enfrentadas como rayos que se corresponden sin tocarse, en una pose tan singular como la idea de que el universo es plano como la línea de un monitor médico cuando el paciente está muerto. Como un relámpago una lagartija se escabulle por entre la hendidura entre dos cañas a la mitad de la cerca, la otra elige seguir verticalmente hasta la punta de la estaca.
El día siguiente es domingo y en las lecturas de la misa se habla del pacto que ha hecho Yavhé con todos los hombres y los animales después del diluvio: el arco irisado que se dibuja mágico y magnífico ya no como signo de su alianza sino como producto de la descomposición de la luz a través de las gotas de agua. Luego el apóstol Pablo dice que sólo ocho personas atravesaron las aguas. Finalmente Lucas cuenta que Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado (ten-toma-este-hado) durante cuarenta días hasta que tuvo hambre, pero siempre dijo “Escrito está: no tentarás al señor tu Dios...y los ángeles le servían”.
RUMORES DE RÍO
“No queráis dirigir el curso del amor,
si el amor os encuentra dignos
dirigirá vuestro curso”
Jalil Gibrán
Era cierto el rumor del río
más no era cierto
lo que del río se decía,
y aunque era parte el río
de lo que se decía
no era lo que se decía
el decir del río...
...decía de un juego del río el rumor
pero el río jugaba a una cierta furia
que en lujuria se decía espejo
pero en anhelo se decía misterio.
“Cuando ames, no digas:
Dios está en mi corazón;
Dí: estoy en el corazón de Dios”
Jalil Gibránl
Por ser de esencia pura
no se dejó levar el pan de la levadura
y aunque no vendió espejismo
de aire y harina
vendió firmeza de fuego y mentira
y fue en el juego de lágrima y espejo
que se ferió el misterio
del encanto de una niña
transformando en vino añejo
de solera vieja
y nueva vendimia.
¡Cenemos pues, éste ácimo ánimo!
y bailemos la embriaguez
de ésta volátil fortuna
que mientras haya uvas y ojos
habrá subterráneas manos y uñas
que arraiguen las cepas
sobre las ruinas.
“Pero a mi espalda escucho cerca siempre
del tiempo el carro alado que se me encima”
Eliseo Diego
Acunada tu cabeza en mi brazo
imagino derramar ternura en cada poro
de ese rostro
que apenas se despierta
a leerse letra
escrita en otras tintas
que le trae un espejo
apartado de mimos y risas
y entre asombros y desencantos
descubre que de lejos
mi luciérnaga luz apagada le avisa
que de un tiempo inmemorial
me había visto
reflejado en el ojo infinito
del que tiene toda vista.
¡Ah!, pero se aferran a tu figura todas las fuerzas
y no soltaremos las flores traídas del jardín obscuro y trémulo
donde las envidias y los tormentos crepitan
enviando una bendición en cada tiemblo.
ELISEO DIEGO
(Red-i-vivo)
Leí, si: Sí-le-sé-o
Si, leo, Eliseo
y ya a él le di el sí;
es decir, ya Di-ego.
CAIDA Y PARTIDA
“Y es de tu piel que tienen sed mis manos”
Eliseo Diego
De puro impulso y decisión abrupta
en una sala elegante e impoluta
me quedé sin saber cuando soplé
si era hollín o mosquito diminuto,
el negrito que fue a posarse al margen
de un último verso bonito:
“en lo más remoto de los cielos”
y resulta entonces que se trataba
de donde conversan las estrellas
en idioma de gatos y para gatos,
sólo que un poeta enamorado
metió baza contando
-para que no le cobraran precio de oráculo-
de una voz hablando al filo del alba:
«Pertenezco a otras orillas;
pertenezco a otras reticencias;
pertenezco a otros desarraigos;
pertenezco a otras ansiedades;
pertenezco a otros vasallajes»
y él con idioma de aullido:
¡Qué sabes orilla de orillas!
si el amor no conoce orilla del tiempo
acaso qué sabes si el que nos hizo
dijo: juntaos,
aunque se opongan los elementos
y de orilla en orilla en el siempre
del nunca se quedó el pensamiento
REPORTE
Me envías tu reporte de disfrute
sanamente haciendo uso
de tu condición de niña malcriada
la paloma mensajera de tu ángel
de la guarda me roza el ala
a la hora exacta
y mi pecho de maestro
de ocho semestres
se toca por un instante
con tu pecho de diecisiete adole-s-ansias
me tomo entonces el elixir para fiebres
mientras el locutor de la tele
me electrocuta el alma
diciendo en clave del gran enclave:
mientras Direc-tv no renuncie
tu anuncio d liberación
no tendrá alegato que valga
y me roba la lágrima ilusa que me trago
llevándola a un mar donde Dios
sabe cómo y cuando.
¡QUÉ BIEN Y QUÉ MAL!
¡Qué bonita quedó la fachada de tu casa cubierta en laja de piedra!
¡Qué bien que va tu cara de niña maquillada en fuerza de hembra!
¡Qué mal que va mi calma queriendo arrancarte la risa!
¡Ni qué decir la locura si llego a imaginarte un beso de cabra arisca!
Pero seguro que me muero si con una palabra amable me resucitas.
TATUAJE
Espejo de piel y sangre
reflejando luz difusa
te haz tatuado en mi corazón
con tinta de nervio y latido
Así, sobrepuesta en cada célula
retratada en cada sitio
mi tristeza y tu tristeza,
mi tedio y tu tedio,
mi soledad y tu soledad
-acompañadas de multitudes-
mi miedo y tu miedo
y en el medio las dos sangres
en una mixtura milagrosa:
cuando en un lado me estás matando
en el otro ya purifico tu veneno
y viceversa:
cuando en tu ventrículo me odias
ya de tu aurícula estoy saliendo
a habitar todo tu cuerpo
y entre dolor y latido
aunque no queramos
celebramos unas bodas
de deseo y misterio.
INFORMACIÓN Y NUBE
Soy el lado despejado de la nube
y aunque no lo creas
te escondo en mis transparencias
porque cuando el halo de tu ala
me roza en forma de anhelo
sube y lo acojo sin que lo sepas
como sueño o inocencia...
Después los grandes sacerdotes
del clic y el protocolo del bit
salen a decir que con su ayuda
el desorden se actualiza
y tu te salvas.
LADRÓN CON PERDÓN
Metió inicialmente un dedo. Sabía que era advertido y que en cualquier momento se le podría reclamar y poner en evidencia. Sentía el escozor y la oposición de las dos paredes de la rendija que desde atrás comunicaba al fondo; sin embargo cedían. Calculó que serían por lo menos veinticinco centímetros por vencer, contra los escasos ocho o diez de su dedo corazón. Dejó que el corazón verdadero fuera tomando el ritmo que quería. Metió el dedo siguiente y empezó a halar como el pescador avezado su sedal deslizando las yemas alternativamente. Por la tibieza que emanaba del fondo dudó un tanto de si sería su urgencia o acaso le esperaba alguna sorpresa. Empuñó con fuerza la mano que tenía libre para dejarla en su sitio mientras de soslayo un par de ojos se desafiaba de hito en hito con los suyos con un brillo cuasi-furioso. Al fin, la tijera de sus dedos agarró el billete del pezón de alta denominación de turgencia y tamaño mientras el combate de los ojos rendía códigos y decretos a los argumentos del deseo.
FILTRO DE AMOR
La Rosa íntima de sus horas niñas
se fue hermanando con sus ternezas más maduras
y marcando el teléfono de lejanas ansias
destiló la pócima más bruja;
ahora beben por igual
un demonio del medio día
y una rebeldía adolescente y ruda
de una rabiosa copa bruñida en tormentas
venidas de los más recónditos afueras.
Había una explicación,
aunque ustedes gustan de la escena hechicera
bien pueden quedarse con ella
que darle pienso a una lógica
que solicita al Dios de las desmesuras:
¿por qué se quiere aquella boca loca
que quiso comerse la luna?
es darle las perlas a los cerdos
sin fijarse en la bendición del colibrí
que no tiene el pico largo porque chupa
ni las alas cortas porque insulta a Eolo
de sus luchas con las musas.
RESACA DE REYES
MIRANDO DESDE LA VIDRIERA
La ternura de los gozques que caminan de la mano de un alma compasiva no es la misma que la ternura de los bosques inspirando un alma incomprendida; sencillamente porque la ternura de un alma compasiva se pasea por las calles de la extra-vagancia, en tanto que la vagancia de un alma incomprendida se pasea por los caminos extras de la ternura.
Uno podría llegar a ser el gozque esmirriado de un alma linda o podría simplemente ser el admini(s-trí)-culo extravagante de una vanidad femenina.
* * *
CORRIDA
Hay días en que uno siente
ya ir buscando las tablas
y torbellinos de espontáneos
que se ofrecen
para aplicarnos el verduguillo de gracia.
Sólo que como el circo no es redondo
como en las arenas feriadas,
sino como las faldas
de la rosa de los vientos:
arriba, abajo, a un lado, al otro
al cepo del amor, a la liber-ansia...
y nos amor-cillamos en el tedio
hasta que pasa un ángel liberador
que nos saca la espada...
y volvemos vivos a los corrales del absurdo
a rumiarnos el chicle seco de la esperanza.
* * *
La vio tan bella la noche
que por vez primera
la luna aceptó su derrota
y se puso en sus orejas
en forma de perla;
entonces se necesitó otra noche
y otra
para escuchar a su lengua
en su oído,
como una caracola
en otra caracola
que está celosa:
pongamos a nuestras lenguas
a jugar “la lleva”
y que corra el agua
de ola en ola
y que el mar de los saludos
se sale de sonrisas
o que el aire de los ceños
se hastíe de señoríos;
no te preocupes que yo
me dejaré coger
cuando te esté persiguiendo
en la cueva
en tanto nuestras decencias
vecinas comen helado
en cualquier cucurucho de barrio.
TIEMPOS MODERNOS
Parecía embrollado, pero en realidad estaba furioso:
— ¡Qué cosa!, ¿no? andar uno liado con tanto cacharro- Ella apenas sonreía complacida y no tenía empacho en dejar cierto aire autorizado de desprecio con sus ojos zarcos y sus zancudas patas de modelo con el buche pelado entre falda y blusa que ponía a la gallina piel de uno en evidencia.
— Disculpe usted; ya veo que no es usted muy comunicativa que digamos y, bueno, no quisiera molestarla, pero como salta a la vista que usted es una persona culta me veo obligado a intentar conseguir una opinión más para la encuesta que realizo...- acomodó sus paquetes de modo que ni siquiera la rozara, sin dejar de reparar en el entorno de la que era la novedad en el transporte de la metrópoli: un nuevo tranvía eco-eléctrico con comodidades insospechadas: puertos USB en cada puesto; terminales para toda clase de embelecos tecnológicos y hasta tapaojos virtuales que consistían en una luz reflexiva que suave e inocuamente cegaba para no ver ni ser visto a los ojos, además de una pequeña pizarra electrónica engastada.en el espaldar a modo de atril para escribir y transcribir datos. Como ya se había inventado la forma de seccionar electro- magnéticamente el espacio, podía accionarse el botón de música ambiente para escuchar en su íntimo espacio la música de sus dispositivos sin necesidad de auriculares, claro que eran lujos excepcionales que se pagaban como el impuesto de congestión –pagar por ingresar en zonas restringidas en ciertos días para determinados vehículos-. Era diciembre pero ya no se hablaba de navidad o algo parecido –excepto en las clases bajas que seguían pagando transporte masivo y contaminante- sino más bien de temporada de fin de año- ...es acerca de las preferencias literarias actuales- Ella acomodó sus manos de pianista sobre el bolso que reposaba sobre las piernas y que dos minutos antes ocupaba el sitio que penosamente él había logrado que ella le otorgara casi como un favor- apuesto a que usted todavía lee entre saga y saga historias románticas ¿pero, no gusta leer también acerca de brujas? (como vos; que ¿te crees que por bella tenés derecho a ocupar todos los asientos?) decía la voz silenciosa de aquel otro que los miraba desde el fondo de unos ojos indescifrables; bueno, digo porque todos seguimos siendo un poco niños y nos gusta sentir el pulso acelerado de vez en cuando –decía la voz cortés que no podía expresar su fastidio porque se daba a sí mismo ínfulas de gran político- y es que acaso ¿que tengo yo de niña? No me gusta leer frivolidades –Le retembló un poco la voz y se apagó el brillo sarcástico de los ojos tratando de disimular un repentino interés- Él retiró sus ojos intensos y los posó sobre su muñeca –vaya, ¡un reloj tan fino y no funciona!- evidentemente la intermitencia de los dos puntos digitales se había detenido calculablemente en diez segundos antes –o será que el tiempo está corriendo tan rápido que el reloj no alcanza a registrarlo- Esta vez era él quien tenía un brillo sarcástico pero severo en los ojos.
El desconcierto que en cinco segundos miró de hito en hito reloj, calle y salida con intermedio en pasajeros le permitió decir cuando se levanto pidiendo permiso: Confirmado, ¡tiene algo de niña!
TERNURA DE LEONES
Las gotas de lluvia de comenzaron a caer intempestivamente. La primera le cayó justo en la mejilla cuando se cruzó con aquella que le había plantado la noche anterior. El acto de secársela con el dorso de la mano vino a ser como el acuse de recibo, que acompañó con una rápida mirada lastimera, de una dura cachetada a su ingenuidad ilusa. Pero la tristeza duró lo que la fugaz caricia de la gota y su fría mirada porque media cuadra más adelante de ese día de diciembre dí-si-hembra, se topó de boca a jarro con aquellos ojos ardientes que le habían echado un día de su raro negocio de cabinas telefónicas y lencerías y como no escarmentaba de dar más gusto a sus impulsos que a los cálculos aunque las caídas eran duras y muchas le espetó: “¿cómo será que funciona la ternura de los leones?”
El ritmo de gotas haciendo de música para un corazón que no sabe bailar intempestivas siguió un buen trecho tanteando el aturdimiento; pero al cambio de compás de darse vuelta:
—De modo que así es como funciona- Le dijo con una franqueza que más parecía un acto de intimidación cuando era de miedo mientras la tomaba por la manga de la camisa.
— ¿De qué habla?- Le respondió con un mohín despectivo.
—La ternura de los leones funciona mojándonos la melena pero sin luz-. Ese había sido el resorte de impulso cuando al voltearse a ver ella respondía con llevarse a la rubia cabellera la bolsa azul que llevaba en la mano
— ¿Y que va a hacer?- Se repiló con un gesto entre coqueta y desafiante.
—Llevarla a donde la más negra luz le deslumbre el gusto.
No se dieron cuenta de que esa tarde el chaparrón fue un espantabobos y que un sol radiante iluminó toda la tarde.
INFLUENCIA E INFLUENZA
Estas líneas tienen el carácter de un exorcismo, de una conminación. Puesto que estoy en la fase primaria de una influenza (la influenza y la influencia no en vano tienen parentesco mágico de resistencia; la influenza muta cada vez su cepa, la influencia pretende mediante un artilugio –de palabra, de encantamiento, de ritual- estar blindada contra la resistencia que es una influencia inversa del mismo modo que la persuasión l o es de la disuasión) y siempre durante la fiebre y el delirio que esa enfermedad me produce, se abren mundos de los que, creo que por transitar aristas de fronteras inverosímiles, más que por las características en si de esos mundos, pues están constituidos de las mismas esencias (amor, dolor, moral, goce, en escenarios igualmente conocidos de tierra, aire, agua, fuego, que se proyectan en casas, cosas, situaciones y elementos) solo que el vértigo de su lógica, o al revés, los hace temidos o, ciertamente, proclives a evitarlos. Pero esta anticipación está motivada ciertamente por el afán del día: En la mañana me he encontrado, como todos mis hallazgos importantes, sin quererlo, con un libro de poesía al que degusté con fruición entres cuartos de hora. De él me quedó el encantamiento que produce una muchacha voluptuosa al pasar frente a un hombre en celo y desaparece a la vuelta de la esquina. Sin embargo le dediqué una invectiva. Luego las musas, o lo que siento son ellas, me llenaron de reproches por el consentir en mirar mi rostro anhelante en la bola de cristal retórico de los poetas actuales. Me dijeron que esos eran los ajedrecistas de la poesía, y el espíritu no juega al ajedrez, es la inteligencia y el cálculo los que juegan a vencer en una batalla virtual. La poesía en cambio es un bañarse en un río extraño, pero lleno de verdades intraducibles. Más, es tanto mi anhelo de caldo primordial como pez que soy, cuyo signo llevo que esas cabriolas de palabras me llevaron a parajes que hace mucho añoro y se materializaron en un simple instante de un pequeño pulpo imaginado entre salobres rocas.
Ahora me topo con “De parte de Dios”, un libro que ya de entrada me advierte de la búsqueda de un hombre que se vale de la artimaña de su imaginación, pero en ellas pone el corazón (de ahí que el orden y la investigación; la secuencia y la asonancia de la prosa, litiguen con el salto y la cabriola, con el instinto y el relámpago cuyo único hilo es el ritmo o una cierta música que en el poema se adueñan del encanto) ese que igual que los niños y los borrachos, nunca miente, porque no puede ya que él mismo es el sitio en el que se hace verdad al constituir en ese intervalo misterioso e inasible entre sístole y diástole la verdad incuestionable de la vida. Les decía a la musas esta mañana mientras les participaba del aroma a hierba seca envuelta en miasmas de exhosto que la verdadera ciencia debería ser la de la poesía, lo cual es una verdad de Perogrullo que simplemente desde hace mucho se quedó en los anales de lo maravilloso en aras de la civilización; en pro de la durabilidad del acero o del hormigón (“durable como la tierra en que se asienta”, decía el lema de la empresa productora de cemento que dio de comer a mi infancia) y de la co-herencia del sentido teñida de carencia de sentido; la poesía, en cambio, es in-co-herencia de sentido plena de dirección que se actualiza en cada nueva perspectiva. Pero no quiero ser injusto con el poeta. Porque una cosa es el oficio de vivir y otra el oficio de poeta y de variedades esta hecha la viña del Señor; como no reconocer que las carencias y las insalubridades del trópico forjan caracteres recios y precavidos; que ejemplos tomados del espejo de la embriaguez recuerdan que es bueno que se den hombres como Raúl Gómez Jattin, pero no es bueno que todos sus congéneres sigan sus caminos y que es necesario que vengan los Roberto Burgos, o los oscar Collazos, dispuestos a disputar a trompadas con quien quiera que sea que pretenda poner eso que el asno pone para defender su derecho natural a la lascivia: coces a las buenas maneras.
Nos alejamos del camino y lo retomamos. En el libro de Enrique Serrano se va a hablar de modo fabuloso con retratos verdaderos de esa otra faceta de la poesía que es la mística, y más exactamente de lo evanescente de Dios, o bajo el pretexto de su investigación, que no está en todas partes, al menos para quienes no lo buscan, o no lo extrañan. De su posibilidad (infinita) de mostrarse como un recurso de entretenimiento sobrio e inteligente, para lo cual hace falta amor; no en vano por falta de un verdadero amor el hombre vulgar se entretiene en los fáciles entresijos del licor o el lecho pre-pagado echa mano nuestro autor, entreteniéndose él mismo, mas con la prerrogativa del trabajo. Hace tiempo he tenido la iluminación de que ciertos hombres que buscamos en el arte, la filosofía, la religión de manera sincera para apaciguar nuestras búsquedas o nuestras carencias, que los libros que leemos los leemos previamente en el terreno del sueño; incluso visitamos las bibliotecas en una larga procesión de intercambios en el silencio de las noches y en sus fríos dominios para que lo que allí se trata no sea llevado o traído por vahos tibios a los terrenos de lo consciente, sólo lo que queda en nuestros cerebros almacenado como premoniciones, como vaguedades, como hallazgos, es lo que recuperamos cuando iniciamos nuestros trabajos en la vigilia. Espero que si esta noche la fiebre me asalta, el libro de Serrano me sirva de buena compañía.
VENGO A RECLAMAR RECUERDOS
(A propósito de “Vengo a ver las nubes” de Gustavo Tatis Guerra)
Me encontré un pequeño pulpo
debajo de unas piedras nuevas:
tienen cien mil años.
Mis ojos le regalaron su novedad
él despejó con sus ventosas
hojas caídas en el litoral
de mis olvidos
y los reunió amoroso
en sus tentáculos.
comí de nuevo el bollo
de la palaquera
y dejé estafar de su necesidad
a mi impotencia
Ahora le hago trampas
a mi inteligencia
para que arrope mi emoción
y no la deje manosear
del lenguaje
porque mi emoción es solo mía
mi palabra esclava
de los ojos de las máquinas
y quiero mantenerle sus primicias
para cuando pueda contar
de viva voz
que pude tomarme el cocktail
de los del-fines
montados en
cama-rones
y ofrecí pasajes a los pegasos
en sus muelles
leyendo a Tatis Guerra
en un instante entre nubes
y le rapé de entre sus temblores
sus islas-plegarias del rosario
y me guardé sus sales.
LOS ESCORZOS DE LA REALIDAD
I- ADENTRO
Cuando se dio cuenta de que la quería evitar ya era demasiado tarde. Ya había sucedido otras veces. Primero fue con un bonito lazo tallado de plata que resultó ser de esos que se ponen negros con la primera sal que les pongan; después con ese billete nuevecito, bien dobladito, tostadito que le llamaba desde el reclinatorio y resultó falso. Siempre llegaba a la misa de ocho a sentarse en una banca donde le aguardaba una sorpresa. Hoy fue que ya antes de entrar sintió que estaba teniendo actitudes de viejo; y ahora llegar a sentarse preciso junto a aquel octogenario a cuyos pies estaba boca-abajo, con su tallo desfallecido, aquella florecilla amarilla, y cuando fue a sentarse, un refulgir de escarcha azul celeste le hizo un guiño desde junto al zapato. Luego fue ella que se paró allí, recostada contra la pared, con una mochila de paseo al hombro y no se dignó mirar cuando todos estaban con la mirada encima de ella para que se sentara lo que constituiría una actitud extremadamente grosera de no ser porque la luna creciente que subía desde el hueco negro de su vientre hasta el otro hueco negro de su esófago le daba ese carisma que tienen todas las que están en su condición; ¿podría llamarse dignidad, respeto, autoridad, mimo? es difícil, decirlo pero el caso es que toda la atención que se ganó al quedarse allí parada, no tuvo ninguna repercusión en todas las beatas, las mojigatas y los viejos que madrugan al ritual porque, diferente a la misa de doce donde asiste toda la chismografía del barrio y el jet set del sector se muestra, y las muchachas y muchachos se fichan y se guiñan para ver cuando emprenden acciones con todo lo que se refiere a ichan (relinchan, trinchan, cinchan y, finalmente, se hinchan ellas y ellos se pinchan) y ella, con sus veinte años escasos y ese aire entre apático y triste que ponía estricta atención a la liturgia cuando Isaías por boca del lector de turno: ...he aquí que llamaré a mi siervo../ y le hincaré como clavo en lugar firme y él recordó aquellos clavos puestos en los muebles antiguos maderas que se encogen con el tiempo: para desclavarlos es preciso dañar todo lo que esté alrededor y ni ellos mismos quedan intactos y no pudo menos que estremecerse ante la potencia de la figura. En cambio, la florecilla allí tirada, vapuleada, mustia ¿cómo llegó allí? ¿y la chispa de escarcha del mismo color que la escotada camisa de aquella que a estas alturas ya un feligrés se había dignado pararse e indicarle que allí tenía su sitio? Imaginó una niña de aquellas que llevan las madres a las reuniones carismáticas donde además de oraciones y actos filantrópicos se realizan otros actos menos devotos aunque tan de-votos como para que los que los regentan puedan postularse a escaños públicos, pero tampoco tan ex-votos como para que quienes participan no puedan llevar inocentes niñas que cogen florecillas de cualquier prado y juegan con ellas hasta que los mayores terminan sus cosas.
Romanos 11, 33 siguió armando la figura: “¡Oh profundidad de las riquezas y la sabiduría de Dios! ¡Cuán insondables son su juicios e inescrutables sus caminos!...” y empezó a sentir esa inclinación filial que sienten los hombres maduros por el instinto paternal que procrea y prospera la especie.
Mientras el cura despachaba su homilía de corte reiterativo, no porque los asuntos religiosos siempre tuviesen los mismos temas, sino porque el talante del personaje daba poca variedad histriónica a la novedad de los días, recordó que sus detractores y contrincantes le regalaban con lisonjas del tipo: «Ah, el zopenco con poses de pastor. ¡Qué contradicción; un filósofo que sabe que ya las éticas y los pecados han dejado el terreno de los rituales para instalarse en la política y la farándula. Ja,¡qué rico, qué excitante, qué atractivo fumarnos un bareto, hacer fiesta, tener sexo en el templo; al fin, es un lugar más» pero no pensaban que seis meses más tarde, cuando estuviesen ostentando la digna personalidad de recién licenciados y nombrados profesores estarían algunos inclusive allí de rodillas dando gracias a esa fuerza extraña que pone sitio donde no hay lugar. ¿Quién es Jesús para tí? “Y vosotros ¿quien decís que soy yo?”
II- AFUERA
Se dio cuenta que no era descabellado el pensamiento. A-f[e-h]uera =afuera. Esa sensación de desamparo que nace del salir: de sí, del tibio crisol materno, de las seguridades con que amarramos nuestras vidas. Sin embargo otra vez se derrotó a sí mismo; igual que cuando se atrevió a cogerle la mano por primera vez a una muchacha. El a fe-huera que resulta empollando felicidades; o a veces tremendos dolores.
—Discúlpeme, ¿le podría hacer una pregunta? –trató de ser lo más humilde y ritual posible para evitar el rechazo.
— ¿Qué será? –su actitud perdió ese carisma de transparencia de la vida exterior y la interior y se tornó en una hostil mueca de persona extrañada y casi que asustada.
— ¿Quién es Jesús para ti?
—Esa es una pregunta muy personal y no veo porque tendría que responderla –y se echó a andar inundando su desconcierto con el perfume de una marca de jabón recién aparecida.
Él sin embargo tomó un nuevo brío que era como alzar la florecita que no evitó y ahora estaba por duplicado en medio de las piernas y la alcanzó
— Sabe, no sé por qué, pero tengo la impresión de que usted sufre por esa criatura que lleva en el vientre –le buscó los ojos para entregarle la ternura sincera que sentía. Ni respondió, ni recibió nada de lo que viniera de ese allá.
— Hasta he llegado a pensar que, bueno, podríamos ser amigos y nos podríamos ayudar mutuamente. Si, ya sé que usted es joven y linda y que yo ya estoy pasado de moda, pero...-volvió a buscar el papel de envolver reticencias y encontró un rasgado pedazo de viento que se movía tan rápido como su corazón ¿cómo era posible que corazón y pasos andaran al unísono si estos huían y aquel estaba de rodillas?- casos se han visto en que...
— ¡Me puede dejar en paz! –no sólo tronó, sino que ya llovía en ese cielo de tela descotada desde una nube de ojos confundidos que tuvieron la valentía de plantarse a esperar que el suave viento de la soledad amainara la tormenta.
Mientras estuvo allí parado viéndola alejarse, pasó el feligrés cortés y en su chaqueta negra que engalanaba su fea faz de indio taimado se leyó bajo el logotipo de Adidas::
UNIVERSAL
URBAN CULTURE
III – LA REALIDAD
En realidad la florecilla la había recogido el anciano octogenario cuando salió de casa con la alegría propia del solitario que ya no espera nada ni nada desea y en su abandono ya ni recordaba que domingos atrás ese mismo parroquiano que se sentaría junto a él le había robado unos segundos de felicidad de corazón ansioso cuando desde atrás y después de habérselo saboreado un buen rato, le arregló el cuello de la camisa que se había puesto sin mirarse al espejo. El guiño de escarcha había sido el mínimo aceptable de un barrido concienzudo que dejó el sacristán en el aseo matutino después que las muchachas del grupo juvenil realizaran sus pancartas de promoción del negocio.
Cuando sus detractores leyeron sus opiniones vertidas en un cuento publicado en el libro donde nadie está obligado a reconocer que le gusta leer a ese tipo de autores, tuvieron la inteligencia de diseminar la especie de que ya la ciencia del comportamiento tenía instrumentos para estafar a la poesía; así, el guión de la florecilla, nació de un guión previo; al fin, el párroco de la parroquia vecina, también compartía opiniones con su colega (vía celular, vía E-mail, vía cercanos al confesionario) acerca de los personajes del pueblo y podía decir con certeza que Jesús regaña cómo y cuando le da la gana.
Otros que gustaban opinar acerca de las cosas insólitas que suceden allá afuera de sus corazones, mientras la fe huera de sus interiores se confina de telarañas, decían que los mensajes subliminales de las criaturas extraterrestres estaban causando furor.
Nadie se dio cuenta de que cuando la luna creciente se encontró con su sol fue para recordar, en un hospital, a donde fue a parar luego de un accidente en una motocicleta, las palabras que él le había dicho: «Este mundo muñeca es de las abejas. El futuro del bebé es el que cuenta. Si ese tonto marica se dejó engañar y ahora que está solo y me están ofreciendo cincuenta millones para que lo deje en el paraíso, pues entonces va para esa».
LA PROBADA
Casi se dan un beso distinto del que por el ritual de socialización se da en las mejillas cuando por la avidez de buscarse en medio de la multitud que cruzaba y entraba en la cafetería donde se habían citado dieron de cara boca con boca y acaso fue la causa –descontado el hecho de la alineación de tiempos y ánimos- de la particular atmósfera que se vivió a continuación:
—Veo que entonces lo trajiste –le dijo después de mirar con un poco de disimulo bajo la mesa.
—Pero claro que lo traje, mujer ¿me lo quieres probar? –sus ojos chispearon al tiempo que hizo un movimiento de casi que de mago, igualmente bajo la mesa.
—Ahí lo tenemos con sus “javieradas”. Pero qué quieres que pruebe si se podría decir que ya lo conozco –le dijo casi con ternura.
El ambiente se caldeaba más al calor del intenso verano y los dos pensaron al mismo tiempo si no hubiese sido mejor pedir helados en lugar de cerveza, pues después de la primera quería otra y luego otra y después otra más, y él que ya estaba luchando con su cerebro vertiginoso «Quien iba a pensar que el amor, ese informal/se acordaría de ellos, tan formales...»; y ella que también empezaba a ponerse un tanto romántica con la música cross-over «¿cuánto hace que no te invitan a bailar?».
—Ah, y hablando de todo un poco, me contaron que también se lo probaste a Adalberto, y a Orlando, y a Juan Carlos –dijo ya en un tono serio.
—Uff –resopló hacía arriba y el mechón dorado jugó con sus ojos ávidos (los de él)- y ¿quién fue el chismoso?
—reserva del sumario.
—Sí, es cierto y no se puede dejar de mencionar en algunos un cierto desaseo.
— ¿Pero qué, es bueno o malo?
—A mi me parece bueno; es un cierto sabor a mar.
— ¿Por lo grande o por lo penetrante?
— Sobre todo por lo salado.
—Ah, la sal de la vida –suspiró.
Llegaron las cervezas rezumando espuma y al unísono se lanzaron sobre ellas con una cierta timidez mal disimulada. Ella fue más atrevida y se lamió el dedo después de limpiarle el bigote.
— ¿Y bien? –inquirió ella después de un rato.
—Me imagino que tú también lo trajiste –respondió con una cierta incomodidad teñida de modestia.
—Desde luego, pero sácalo tu primero. –dijo ella con cierto aire sumiso
—Que sea al tiempo.
Y los dos se dieron probaditas dialécticas del tremendo río que con orgullo se plasmó en la Opera Prima que los bien blindados editores oficiales contra fiascos de influencias se habían dignado otorgarles como premio a su disciplina solitaria aunque estuvieron de acuerdo en que los editores privados también se blindaban, pero ellos lo hacían contra fiascos económicos; sólo que de fiascos económicos también salían editadas obras que eran fiascos del espíritu.
EZRA POUND REDIVIVO
Sólo en la ficción, porque el resto es delirio, menos poesía, ha logrado el panteísmo cuajar en alguna comprensión y sólo como ficción literaria, es decir, como belleza disecada. Germán Espinosa , ese mal ponderado erudito que de diablos, hados y filósofos; de dioses, Dios, poetas y próceres, hizo grandes mixturas en recetas y platillos únicos con el inconfundible sabor de trópico que en sus frías barbas bogotanas debía reirse interiormente de ese mundo necesario como el agua para la sopa, pero tan hostigante como el dulce en la tarta, de lo pedantesco, me ha llevado a un cierto pequeño cielo disfrazado de infierno.
Pero es que Pound, maestro excéntrico, signatario de lo frenético de los hombres incomprendidos cuando, llenos de sentimiento se sumen en la música de lo incoherente para hacer poesía a costa de la convivencia, parece ser el autor tras bambalinas de lo que quieren contar estos pergeños:
Giacomo Turra, ya-como-tierra/ fue el primer recuerdo que me asaltó ya en las primeras líneas del ensayo del cartagenero en mientes “La Literatura y varias caras del Panteísmo” y la emoción de ir penetrando de su mano por variadas y abundantes estancias de la historia de lo todo-Dios, todo-uno, todo-yo, todo-trabado me persuade de irme olvidando de cierta propensión a ir hilando los acordes de cierta música perversa:
A-burro el troto, salto
de era en era
con-templándome Historia
película eterna...
La perversidad aquí es casi que santa, digamos mística, pues adviene al tenor de que la palabra perverso tiene su origen en la costumbre de la era de oro romana cuando en las faldas de las colinas sembraban los ciudadanos sus hortalizas y legumbres en ordenados surcos a los que llamaban versos y lo per-verso entonces era que para poder acceder más fácil a surcos distantes, dejaban espacios entre los sembradíos en formas caprichosas que diagonales, perpendiculares o elípticas, por asociación se convirtió en un concepto moral.
Pero es que ya desde el día anterior coincidencias plenas (lugar común de la cotidianidad que no se deja asimilar a rutina, precisamente para señalar su excepcionalidad) nos estaba jugetoneando en el cotarro de las poéticas: llegamos (Pound holgadamente acomodado en mi mochila por si alguna tensión del fluido de la natural vivencia ponerlo como escudo) dispuestos a continuar la lectura de “Todo lo Sólido se disuelve en el Aire” a la biblioteca, para ejercitar nuestras sinápsis atiborradas de inacción externa (que de acción interna antes ya había indigestión) desde el cierre de la biblioteca para un traslado, pero inopinadamente cedimos a un impulso y nos dirigimos al lado opuesto de la estantería donde encontraríamos el libro de Marshall Bergman y de sopetón, nos encontramos “El Mundo” de Juan José Millás: <
/curas pasados por alcohol de tedio
la mesa marañasanina
hervida de patas abiertas
“lo que está abajo es como lo que está arriba”
viceversa está servida
ciempiés gelatinosos
principio del mundo
negra, negrura, africana nubia
Ocahm, Cusa, Bruno en brumas
Mesmer, Lavimus, Trismosino, ocultistas
Resulta entonces que la lectura de Millás nos había dado cuenta del universo del frío (los libros se quejan del frío bárbaro que hace en el nuevo local de la biblioteca a expensas del aire acondicionado), de sus vivencias y del bisturí de su padre que al tiempo que abre heridas las cauteriza y se torna escritura. Hoy, la Iglesia Católica, apostólica y ratera romana dentro de nuestra contera maliciosa celebra la fiesta de santa María Magdalena, la puta de carácter y ensueño que pretexta el estilo de “Cuando Entonces”: Sopor, cerveza, deseo, suspense... y jesús tirado en una cesta que impresa en un afiche avisa lo que cuesta dañar los billetes con que dignificamos nuestra insana vida aviesa ($ 6.000 millones anuales, algo así como 3,3 millones de dólares. Tres-tres y seis con tres ceros ¡cifra cabalística! Sin interpretar la chorrera de dígitos-deditos que empujan la operación exacta 6.000/1780: Pan-pesismo).
El artista es el máximo intuitivo, según se deduce del panenteísmo que desfila en el análisis del maestro Espinosa, donde Fichte y Schelling participan del movimiento fundado por Krause, Karl Christian Friedrich: “Sin ser en el mundo ni estar exclusivamente fuera de este, lo contiene en sí y de él trasciende”: Dios “y si sólo la intuición intelectual puede develarnos la identidad del mundo con Dios, será entonces el artista el llamado a descorrer esa especie de velo de Tánit”
La fuerza que piensa en mí
tan grande como los sostenes
de planetas y estrellas
eterna como las ansias de tetas
fluida sólo por apretón de las purezas
don Herder, tienes editorial
Shelley, Frankestein poeta
La materia muerta, pues, nos la da cuenta Agripa, y si le da gripa al que lea a Espinosa , será porque la armonía numérica de su ser interior se altera y pierde el equilibrio de las correspondencias naturales; de modo que las “Zanahorias Voladoras” son sólo vivas y actuales representaciones de la más reciente panteibulimia que, no obstante vomitar bilis, tristeza, balas, taras, tarados, bosta y venéreas descansa en la levedad del bit y a ella se confía; además de que la maestra de ceremonias enfundada en el hábito de novicia rebelde del pixel confirma la continuidad de la mascarada.
Tales, Pitágoras, Empédocles
Los pedos del tal Agripa de Nettlesheim
Tierra, agua, fuego
El aire del nido en la marca
Nestlé
Rosacruz, Erígena, Avicena
La alquimia
Mercurio, azufre y sal
Volátil, quemante, enlazante,
Operación, purga, sublimación, calcinación,
Multiplicación, fermentación
Exuberación, fijación, solución
Putrefacción, separación, conjunción
Oración
Saint Antoinne, temptation
La sangre volvió, está presa
La vena, la gana
Brillar, reír, llorar
Volar, explotar
Dicha
Pero hay más: la edición* que hemos tenido a la mano contiene un ensayo contiguo al que referimos (podría decirse que esta edición está prestigiosamente autografiada); de la página 146 salta a la 169 que reza: “Las interrogaciones que del diálogo anterior se derivan han cimentado por siglos la perplejidad de los teólogos...” y pertenece al ensayo contiguo: “Bosquejo para un perfil Psicológico de Lucifer”
No te saco más Ezra Pound a pasear en mi mochila.
Biblioteca Banco de la República, Julio 22/2011
* Ensayos Completos, t. II, 1989-2002
ESPINOSA, Germán. Fondo Editorial EAFIT. 2002
COSAS DE FÚTBOL Sub-20
La regencia de la FIFA para los eventos denominados Copa del Mundo en sus diferentes modalidades y a cuyo tenor muchas personas, asociaciones y empresas manifiestan enorme descontento por lo que llaman “discriminación” obedece a una premisa que ha quedado muy clara cuando, con ocasión del partido Australia Vs. Ecuador hubo un suceso del cual creemos muy pocos se percataron. Esa premisa se puede anunciar, más o menos, como sigue. <
Sin embargo, la tendencia a la excelencia que por un lado no permite baches de dicción, de apreciación, de penetración que, en contraste con la variedad, amenidad de voces novedosas que no obstante pueden mostrar algún salto de corrección del “argot” o que puedan en el fragor de la operación propia de lo que se vive equivocar un concepto sin malograr la idea, no puede servir de objeción para aquellos que se quejaron (y se quejan) continuamente de que “siendo profesionales reconocidos y que han trabajado durante mucho tiempo dentro de la preparación de los evento, finalmente resultan siendo no acreditados incluso con derecho propio por pertenecer al sector anfitrión”. Quedó en el aire un interrogante ¿acaso si el portero no intenta detener el balón el gol de tan buena factura hubiera sido invalidado? Es ahí donde tal vez se sienta lo que significa la excelencia, como cuando a uno lo invitan a sentarse a manteles y no sabe que cubierto usar para desbrozar la langosta. Y si el comensal se “comió” un exabrupto por desconocimiento de la etiqueta, ¿quien lo disfruta?
ENTRESUEÑO Y VIGILIA
No nos engañemos,
generalmente me apoyo en mi garrocha
para dar el salto en el abismo
de entresueño y vigilia
y en su cresta lanzo una moneda de deseo
al pozo de la dicha
amarrada a hilos sutiles de ilusión
para arrastrarla cuando pique
alguna realidad
huesuda o carnuda
con tal que sea bella
u honesta, que es lo mismo.
DOMINGO Y TRADICIÓN
“Los frutos maduros caen por su propio peso,
pero no caen en nuestra boca”
Thoreau
Especialmente cuando somos niños el domingo es un día singular. ¿Qué niño no asociará el día domingo generalmente con días de sol, de comidas especiales, de alegría, de juego, de no ir a la escuela, de recibir los consejos y reprimendas de la abuela, de vestirse especialmente, bien que sea para estar elegante, ya para dejarse? El Dominu’s Day como día de los dominios (el Día del Señor) es el día en que se organizan las cargas de la semana y se preparan las de la semana que viene. En este día los vínculos y poderes más íntimos de la sociedad se ponen en efervescencia: Los esposos se reparten su mutua ración de descarga en el lecho, o recuperan el terreno perdido por las vicisitudes de la semana (generalmente las mujeres aprovechan para afianzar los hilos sutiles con que tejen la organización del hogar y los hombres para hacer fieros de oso gruñón); Los hermanos se proponen, inconscientemente, hacer uso del patrimonio que les corresponde de sus padres, al pelearse, competir e intercambiar información (están preparando el pequeño campo de batalla de la calle). Los conquistadores afinan sus instrumentos de seducción. Los poderosos negocian en ambientes de juego y camaradería sus posiciones y proyectos. Los solitarios rumian los piensos amargos de sus soledades o regurgitan los dulces jugos de la noche anterior y recombinan las formas de hacerle la trampa al tedio.
Pero la anterior lista de acciones del domingo es apenas una visión panorámica de lo que se considera apenas normal porque la tradición, ese entable en el que se coloca la escena de la realidad de un modo apenas reactivo para que esta no nos vaya a agobiar con su sensación de vértigo puesto que el hombre siendo la criatura más inteligente de la creación, dentro de su pecho y su alma no puede retener más que retazos medianamente armoniosos del suceder, cada vez está más muerta.
Con el advenimiento de la era tecnológica todo lo anterior, que es algo así como el coser con un mismo hilo los cuarenta y ocho cuadros que forman la colcha de un año, lo que podría ser en la vida de un individuo una exposición más o menos coherente del inventario de logros y frustraciones de acuerdo a un patrón común de, entre variadas alternativas (médico, ingeniero, militar), para llegar a un fin: la felicidad individual y el progreso de la sociedad, hoy es más bien la difusa nube de tormenta en la que el individuo y la sociedad se debaten sin más fin que el de mantenerse a flote y “esperar a donde va a caer el globo”, no dando papaya y aprovechando toda la que se presente.
Hoy, como cada domingo fuimos a misa (¡paradoja!: cosa cada vez más desprestigiada en el ambiente, pero en ascenso de los usos privados), hicimos nuestro ritual íntimo contrastado con las escrituras y nos disfrutamos nuestro acostumbrado desayuno que con una cierta tendencia de romántica nostalgia (romántica en el sentido más filosófico, a saber, la tendencia del espíritu a contrastar el yo con el no-yo) acompañamos desde hace unas semanas de la sintonía en la radio de: “Páginas del recuerdo” para degustar, adobado de música vieja y popular, todo lo que se menciona arriba; eso también es muy acostumbrado; pero ante la tendencia a la repetición, cambiamos el dial y nos encontramos con una sorpresa que nos estimuló esta reflexión: en la que es menos popular, pero ya tradicional emisora “Radio Cóndor” entrevistan a uno de esos personajes que en todas las sociedades juegan al tiempo el papel de los impulsores y pilares de los pueblos. Gabriel Arango Uribe, el personaje al que nos referimos, contando la historia de FUNDECA (Fundación para el Desarrollo Educativo de Caldas) de manera agradable y concisa que la universidad que esa fundación regenta se convirtió desde hace más de dos décadas en la universidad de los empresarios, de los emprendedores y cómo, en la actual crisis general y particular de Colombia como región de dificilísima posibilidad para crear empresa, bajo penosas condiciones de financiamiento, de cumplimiento de los protocolos exigidos por los organismos rectores de la educación superior para dar respaldo a una idea que, compartida por un grupo de hombres con sentido cívico, pretendía evitar el éxodo de la juventud a otras regiones a fin de buscar mejores condiciones de preparación, hoy han logrado germinar una vocación de institucionalidad e investigación, además de los adelantos que desde unas instalaciones mostrencas (la antigua estación del ferrocarril, bodegas de la licorera), dieron un nuevo auge a la civilización y el conocimiento de la región desde disciplinas como la odontología, la economía, la ingeniería civil y otras que para treinta años corridos desde su fundación, comparados con el sopor del pueblo (¡nueva paradoja!: el encanto de una ciudad que pujante conserva un estilo de vida más bien anodino), son una proeza.
Y es que ese mismo rasgo tan distintivo de una ciudad en la que por definición y tradición en cada familia de los estratos populares (que no se pueden negar son los que articulan cualquier sociedad) sólo dos o máximo tres miembros trabajan y se encargan de sostener e impulsar a los otros para mantener una estabilidad social y económica que se nutre de mucho de apariencia, de mucho de resignación, de mucho de desenfado, pero muy poco de eso que se llama militar en los grandes ideales de la humanidad, lo que podría servir para impulsar grandes artistas, novedosos creadores, más y mejores investigadores, más perspicaces y auténticos políticos puesto que amable y conversadora por antonomasia, esta ciudad podría enfocarse más en participar de los foros públicos, de los debates académicos (que se dan pero tienden a ser elitistas no por discriminación, sino por cortedad) y desvirtuar esa etimología tan odiosa de provincia = vencido de antemano.
Curiosamente, en medio de todos estos contrastes, el doctor Arango Uribe nos cuenta que de todas las lecturas interesantes que ha realizado en su vida, la actual es la que más le impacta; es la lectura de los evangelios; sin embargo, este hombre que ha contribuido al desarrollo de la comarca y a la institución de nuevas formas de mantener la identidad, ha sido desplazado por la avidez de la juventud y el empuje de los pocos que se atreven a crear novedades para el mundo, pero en medio de su ímpetu (dilema eterno) pretenden ignorar todo lo que hay detrás y esto no sería lo relevante, sino fuera porque aquellos sectores de la comunidad que podrían equilibrar los desfases entre modernidad y tradición, prefieren seguir instalados en la cómoda nostalgia de tiempos más apacibles y en el resignado disfrute de comodidades que no valen en su adelanto técnico lo que vale el desarrollo del alma y el espíritu; ¿para qué disfrutar del celular o el computador si hemos de morirnos sin haber probado que el aumento del léxico de un individuo aumenta directamente sus expectativas de vida?, por ejemplo.
HISTORIA DEL VINO
Estaba demasiado untado de tedio; estaba demasiado lleno de vacío. De modo que se propuso inventar el cambio, pero era un impulso demasiado confuso. Él, que era todo quietud y llenura, le hacía falta algo. ¿Pero cómo? ¿cómo es que lo pleno se sabe carente?: cuando descubre la terrible maldición del reflejo. El todo uno se ha visto; necesita otredad; el indivisible se hace cargo del múltiplo. Su descanso fue inventar la muerte; con ello inventó el paraíso. ¿Que le importa un brazo, para qué necesita un orgasmo, cuál hambre querrá saciar? Entonces el mal le dijo: “Soy tuyo. Sácame de mi nada infinita, otórgame un bautismo” Entonces el verbo comenzó a gravitar sobre la nada y ya fue imposible detener el paroxismo. La razón obtuvo su nombre, su carta de ciudadanía = nada-ana-da-ousía. Tiempo después el señor Newton le llamó manzana cayendo desde un lugar común; pero es que el olvido se alió con melancolía: Cuando Caín aceptó su veredicto y exilio, tuvo sed, entonces aparecieron los racimos: eran frescura adelantada al camino; era la orgullosa mano extendida, era la señal impresa sobre toda la i-no-ciencia circundante, pero él era el único beneficiario. Llenó todos sus orificios; y de hojas, restos de vejigas, troncos huecos, inventó las ánforas y los bolsillos; y un día olvidado en su desespero probó el fermento, entonces conoció la diferencia entre gravedad y estímulo: serpiente y razón comenzaron a deliberar quien fue primero, si esperanza o tristeza, si necesidad o camino. Desde allí empezaron a sucederse Noés y Jonáses; de allí nacieron Judas, María Magdalena, Jesús y los lúcidos; Judas y los últimos estaban pendientes del tacómetro; aquella y aquel disfrutaban del paisaje, lo que indica que cuidaban sus racimos y bebían sólo del lagar que ellos frecuentaban aunque dejasen que otros pisasen sus racimos. Por eso es diferente un vino joven de un licor con espíritu y por eso son abominables los conservantes y los preservativos.
HISTORIA DEL VINO
Estaba demasiado untado de tedio; estaba demasiado lleno de vacío. De modo que se propuso inventar el cambio, pero era un impulso demasiado confuso. Él, que era todo quietud y llenura, le hacía falta algo. ¿Pero cómo? ¿cómo es que lo pleno se sabe carente?: cuando descubre la terrible maldición del reflejo. El todo uno se ha visto; necesita otredad; el indivisible se hace cargo del múltiplo. Su descanso fue inventar la muerte; con ello inventó el paraíso. ¿Que le importa un brazo, para qué necesita un orgasmo, cuál hambre querrá saciar? Entonces el mal le dijo: “Soy tuyo. Sácame de mi nada infinita, otórgame un bautismo” Entonces el verbo comenzó a gravitar sobre la nada y ya fue imposible detener el paroxismo. La razón obtuvo su nombre, su carta de ciudadanía = nada-ana-da-ousía. Tiempo después el señor Newton le llamó manzana cayendo desde un lugar común; pero es que el olvido se alió con melancolía: Cuando Caín aceptó su veredicto y exilio, tuvo sed, entonces aparecieron los racimos: eran frescura adelantada al camino; era la orgullosa mano extendida, era la señal impresa sobre toda la i-no-ciencia circundante, pero él era el único beneficiario. Llenó todos sus orificios; y de hojas, restos de vejigas, troncos huecos, inventó las ánforas y los bolsillos; y un día olvidado en su desespero probó el fermento, entonces conoció la diferencia entre gravedad y estímulo: serpiente y razón comenzaron a deliberar quien fue primero, si esperanza o tristeza, si necesidad o camino. Desde allí empezaron a sucederse Noés y Jonáses; de allí nacieron Judas, María Magdalena, Jesús y los lúcidos; Judas y los últimos estaban pendientes del tacómetro; aquella y aquel disfrutaban del paisaje, lo que indica que cuidaban sus racimos y bebían sólo del lagar que ellos frecuentaban aunque dejasen que otros pisasen sus racimos. Por eso es diferente un vino joven de un licor con espíritu y por eso son abominables los conservantes y los preservativos.