domingo, 1 de junio de 2014

CICLISMO Y POESÍA

CICLISMO, LA PERFECTA METÁFORA DEL ESPÍRITU GREGARIO

No he tenido el dulce placer de leer lo que ha dicho el señor Murakami en su obra De lo que hablo cuando digo correr. Imagino que será una artística y emocionante descripción de las  solitarias emociones que se conjugan con el interior hirviente del hombre que esencialmente es pensamiento, interioridad, confusa búsqueda, mientras se las ve con la física en su mayor desesperación: Músculos, pulmones, ojos, corazón buscando el vértigo de la armonía pero dudo mucho de que en esos momentos el cerebro, el espíritu tenga mucho trabajo; antes bien, el trabajo se da cuando bien oxigenadas las neuronas, en el descanso de los músculos pueden dedicarse con toda su fuerza a la difícil búsqueda creativa sin que la aprehensión del espacio en blanco ponga el corazón, la respiración, el estómago a pelearse con la dulce cosquilla que emerge desde el fondo de la barriga y va subiendo hasta situarse en la frontera del adentro y el afuera que es el guargüero mientras va plasmándose en el ladrillo seco y aplastado del papel o el intrincado mundo de impulsos, circuitos y resistencias del computador. Pero si recuerdo que pensando alguna vez, montado en una bicicleta y estimulado por el título de Murakami, escribí en algún recoveco de mis sinapsis no olvidéis nunca preguntar de qué hablo cuando hablo de pelad y seguidamente,  con la uña de la palabra pedal  escarneciéndome el deseo reprimido de llevar alguna vez a una obra de largo aliento mis reflexiones, descubrí una secreta física de la armonía en el desespero que comenzaba con una sentencia: pelad por el afrecho. Porque cuando, contrario a lo que siempre había escuchado de que cuando se agacha la cabeza se corta el viento y entonces la velocidad de la serpiente inicial se puede configurar todavía en una burda y enrevesada imitación del arrastrarse en contra de la tierra, descubrí que cuando se sube una cuesta, entre más parada esté la cabeza, aunque el impulso que desespera del culebrear de piernas, rabo y torso se ve hostigado por el aire que quiere ocupar nuestro espacio y abatir la testa, quizás no se alcance a batir el record o a dar cacería al que lleva un mejor instrumento que el nuestro, pero se escucha mejor lo que el aire trae de lejanos secretos que gravitan y nadie cree que puedan existir. Pelad por el afrecho; suena como a una airada conminación del algún dios indígena de cuando el maíz que en sus secretos soles escondidos bajo el capacho, entregaba escasamente la fuerza para seguir buscando el camino y en la chicha, la embriaguez de todo conocimiento verdadero.

Pero el mundo fue abriendo el foco de sus ojos interiores y sofisticó su forma de conocer y de trabajar. ¿Quien creería que unos pequeñitos y cobrizos gladiadores de ojos huidizos podrían vencer a los encumbrados gigantes, dueños de teorías técnicas encriptados en las frías nieves? El carbono –no el carbono 14 que todavía no puede medir el tiempo de que hablan las esmeraldas y las gemas preciosas precisamente porque no necesitan que se les pregunte-, el titanio, el EPOC , son aleaciones  que permiten ir más livianos en la apariencia y en la experiencia: vaya usted y métale fuego de mil grados a un bulto de carbón a ver  qué le resulta, pues un liviano puñadito de cenizas, o meta todos los químicos necesarios para hacer uno de esos cocteles que aligeran la sangre en un corazón corriente y cotidiano; pero creer que subir una empinada cuesta en equipo sea una auténtica y misteriosa acción de intercambio de fuerzas en la que el descanso momentáneo de uno es la reinyección de las fuerzas del otro que va halando en contra de la resistencia muda y pétrea en la que incluso la pelea de los colores del arco iris cuenta, esa si que es una historia de no creer. Por eso la poesía es un verdadero desprestigio. Que las fuerzas primigenias fueron constituyendo la nobleza en medio del silencio de las eras, y que fueron uniendo partículas para constituir, una encima de la otra; una menos especializada debajo, otra con una nueva destreza encima, hasta conformar un organismo en el que la Ω que hacen cierto tipo de larvas para moverse puede llegar a convertirse en la calumniada y especializada serpiente, para luego llegar a inventarse nombres como homo sapiens y homo demens y que de allí puedan construirse naciones o barbaries, y que tanto en lo uno como en lo otro está la gestión, eso si que es extraño; incluso, para llegar al paroxismo, decir que en todo eso está involucrada la historia de la rosa pero que esa es otra historia. Pero ahí están Nairo Quintana, Rigoberto Urán y el Arredondo Julián. Por ahora los escritores nos quedamos dando largas caminatas y rodeos, a ver si entendemos de qué va la cosa entre lo que habla Orates  Loca Era Joyce y Carol Joyce Oates.