sábado, 22 de diciembre de 2012

canción de diciembre


CANCIÓN DE DICIEMBRE

Diciembre en su apogeo embarazado
La rosa presa ante la verja del jardín de la casa de la joven
Abandonada a su desesperanza
Más, un sueño
Trémulo botón enclenque
Camino al logro del barrote:
Alguna mano enamorada que la roba
Para llevarla  a darle a un corazón
Un nuevo golpe
Hay dolor, pero aún no es tiempo
Todo ducto es un paso a una luz más fuerte.
II
Le mira intensamente
Armada hasta los dientes
Con las luces del árbol de Diciembre
Ella sana niños en un hospicio de caridad
Y en el mostrador –que podría ser de un bar-
Acaso haga un contraste entre sus barbas canas
Y sus ojos ingenuos y sonrientes
Es flaca como él
Pero el ignora todo acerca de cómo
Se arman y se desarman vidas
De como se ponen y se quitan parches
Y se suturan heridas
Aunque él sepa que los dos saben
Lo que nunca dirán como fórmula de salida:
Simplemente: ¡Me gustas!
III
Con la sonrisa de la gente corriente
Voy recogiendo ilusiones de diciembre:
Acompaño a papá y mamá
Por el estrene de la adolescente
Por el carro de baterías de tres pesos
Por el pollo, la natilla y los buñuelos
Me meto al vestidor y le mido el pantalón
Me meto en su corazón y canto su canción
Colecciono sus sonrisas y los ritos, la alegría
Ahorro todo el año para que me sirvas
Yo te trato como una reina
Tu me pagas con billetes y sonrisas
¡qué bien te queda! ¡qué no te gusta!
Te tenemos de todo precio y tamaño
Y hasta invitación a cantar las albricias
¡Ah, es que soy de pueblo y la ciudad
Me sobra con sus mentiras
Aún no pienso que Twittrino me va a quedar
El pantalón ni que ocho chats ni facebook
Y me embriago con canciones de otro tiempo
Y creo que aún queda gente buena.

jueves, 15 de noviembre de 2012

EL PRODUCTOR




EL PRODUCTOR

Nunca pensé que llegaría a odiarla tanto (pero no puedo amarla menos). Aquel día que apareció en mi vida, tirado en una avenida de la vida y casi que de la calle, cuando después de dejar mi linda tierra por los arrebatos que provocaba el hecho de que su horizonte interminable que me ofrecía la paz y la armonía de la mamona jugosa, de la cachama gorda y ágil, de la nutritiva hormiga culona a cuya hartura me regodeaba en sus ardidos atardeceres, me dejaba el malestar de no ir más allá de donde los ojos alcanzaban a atreverse y entonces decidí aventurarme a estas marismas hediondas acaso creyendo que iba poder inventarme la forma de sacar los tesoros de galeones hundidos en la mar soberbia y traicionera, me pareció que la misma Virgen santa se me había aparecido.
Luego de tirarme la pequeña herencia que mi padre me otorgó a regañadientes en negocios tontos…no, mejor negocios de tonto: Abrir una granja camaronera en sociedad con un mentiroso de pacotilla que hizo humo mi pequeño porcentaje  de capital y después que me sacó del negocio se llenó los bolsillos con subsidios del gobierno;  Fundar una revista de poesía sin antes hacer relaciones públicas y al fin, harto de hacer el ridículo y de amar zorras sin destino, me tocó con los últimos cartuchos disparar al aire mis –por ventura- recursividades, vender exquisitos quesos de cabra, que yo mismo producía, en supermercados –aún no nos imponían el embeleco del código de barras-, tiendas, andenes, puerta a puerta; y ¡ah! que empezaba a hacer buenas jornadas y existencias, solito, disfrutando de mis pequeños triunfos y ganándome la honrada admiración de los clientes. Pero es que la maldita perdición de mis ojos se impuso sobre el portentoso tantear de mi inteligencia.
Parecía que dejaba en el aire un campo eléctrico de esos que en las inacabables tierras de mi llanura se sienten cuando alguien penetra un terreno no hollado por pie humano; ustedes que son de la ciudad no deben conocer esa sensación: es como si una horda de seres purísimos se retirara a prisa rozándonos con sus largas e invisibles cabelleras y el reverberar de la canícula reflejara los últimos vestigios de su huida vertiginosa; aunque, ahora que lo pienso, creo que aquellos que son adictos a navegar en Internet sienten lo mismo cuando después de horas y horas de infundirse de rostros desconocidos, de personalidades extrañas, de ideas bizarras, al emerger al mundo de la vida, una estática extraña les hace repulsa.
Estaba precisamente en un supermercado organizando una estantería de refrigeración en posición de ángulo recto cuando de reojo me topé con el vaivén de sus inteligentes caderas, puesto que en el contraste de la levedad de su cintura con el romo cuchillo de su pubis, esa amplia circunferencia tenía que tener una sinuosidad de saberes inmemoriales. No sé si fue por instinto o acaso por ladino cálculo que no levanté la mirada, o por que los hados protectores que me acompañan me avisaban porque seguí indiferente con mi labor; me dirigí sin volver a pensar en aquello a los trámites de remisión y validación de pedido y en la sonriente y jocosa transacción con la supervisora me topé con sus ojos color lila que pasaban por mi lado con un aire de desprecio (después me di cuenta de que Liz Taylor debía su embrujo a ese tipo de ojos y que no eran producto de los adelantos cosméticos en lentes). También lo dejé pasar así y me dirigí a buscar algunos pocos artículos de uso personal; en el puesto de pago que vi desocupado ella se me adelantó como una aparición y ahora fue como si hubiese dado un chasquido de látigo de domador:
    ¿Va a pagar sólo eso?, adelante.
    No, no. Bien puede usted usar su derecho –No tenía por qué dejarme intimidar; esta vez sonrió con una sonrisa entre burlona y coqueta mirando su carro repleto de viandas, caprichos y delicatesen. Furioso conmigo mismo por haberme puesto a silbar al aire como un idiota me pesó no haberle tomado la palabra, entonces me decidí-
    Voy a hacerle una apuesta –tiré mis cosas al mostrador y me le encaré-; si después de darme un par de cachetadas por atreverme a decir que sus ojos son postizos usted se atreve a dejarme invitarla a un café, le apuesto que no podrá deshacerse de mí. -Me miró como a un bicho raro y, de hito en hito entre la sorprendida cajera y mis labios que se mordían el corazón, sacó su billetera y le dijo a la cajera:
    Por favor señorita, lea donde dice ojos. ¿Tiene ahora algo interesante que decir?
    Bueno, ahora me va poder cachetear el triple, pero creo que a usted le va la hechicería.
    ¿Me ve cara de hechicera?, ¡qué ordinario!
    No, el hechicero soy yo; digo que estoy dispuesto a probarle que toda su felicidad está en todos esos artículos que compra, porque todo su potencial no ha podido hacer lo que yo que compro cuatro pendejadas.
    ¡Qué especímenes, Dios mío! –y se alejó meneando esa cabellera y ese cuello y esas ropas de hippie rica y ese aire que venía por uno y se iba corriendo tras ella-.

Ya llevo diez años desde aquel día en que aceptó con ruegos que conversáramos y que la hice reír con mis infantilismos inteligentes y me di cuenta de que era apenas una especie de hija de ángel de la carretera y que era tan bien educada como instruida (lo que significa que sabía bien la diferencia entre ser y hacer cuando no le servimos a la tecnología y lo educado acude a hacer lo que queremos), de igual modo que yo era arrojado, aguerrido y desprendido y por tanto: desvalido; ¡ah!, pero romántico y anacrónico como un cervatillo en un zoológico.
    Es increíble que seas infeliz por tu propio gusto –me dice Georgina su amiga, cómplice y creo que hasta regente  y no me refiero a la naturalidad con que se toman el hecho de acostarse juntas sin que logren convencerme de sumarme a sus juegos, sino a la cantidad de tiempo que pasan juntas y emprenden empresas y se hacen prosélitos y suenan –especialmente ella, Jackelyn-  en todas las pasarelas de vanidad de esta ciudad hermosa pero hedionda no solo por sus miasmas y deshechos, sino porque tanto estómago lombriciento e inane que se ha adaptado a despreciar toda lucha con tal de que haya con que disfrutar de una vida que mañana ¿quién sabe? podría al menos llenarse de otras banalidades: el culto a la dignidad, por ejemplo- ¿a qué tanto escrúpulo?
    ¡Humm, -le respondo con una sonrisa irónica- ¿acaso crees que no noto la diferencia cuando todos sus triunfos y boatos se tornan en hartera y vaciedad? ¿Qué no sufro cuando toda esa fuerza que emana de ese cuerpo hirviente y de esa alma entubada a la nada para recibir oxigeno irrespirable de infinito me vacía de todos mis anhelos? ¿Que me muero de envidia de no poder meterme en la onda de la IRA –Infección Rockera Aguda- cuando esa vieja que canta arma sus tertulias delirantes en nuestra propia casa y yo prefiero meterme a mi estudio a producir?
La gran escritora Jackelyn Caribdis emergió de la nada literaria hace ocho años cuando, después del regular recibo, tres años atrás, del poemario “Aquella Noche con el Puto Wind”, presentó en sociedad la novela experimental “Suicidios sin Reflexión” de la que todavía se habla y se sacan reediciones y reediciones y sigue presentando cada año nuevas y sorprendentes creaciones.   

jueves, 8 de noviembre de 2012

LOS PREMIOS GRANADA DE CULTURA

Ahí están perfectamente dibujadas las políticas culturales del Departamento de Caldas: Se ha lanzado una nueva forma de canalizar y dilapidar los recursos del Estado y dejar mirando un polvero (¡qué va, ya ni eso, el humero de las cortinas de humo!): Los Premios Granada de Cultura: claro están dirigidos a la serie de parias que hace rato ladrán por que la teta del Estado estaba seca, pero no tanto por eso, sino porque esos ya tienen una trayectoria en el nuevo sistema de marketing de la cultura y siguen los lineamientos de las nuevas formas de mafiosificación; las multitudes de shandas que vivimos y producimos a la sombra pasamos a ladrar pero pasito porque ni eso sabemos, mientras, las vacas cagonas como están en un estéril período sabático de estupor  callan -y sufren también- a la sombra.Entre la academia sigue haciendo la fiesta del emprenditismo -más de lo mismo con otro nombre-. Da grima ver como el flamante hermano economista del rector de la U. de Caldas hace poco loaba las virtudes del EMPRENDER sin ningún empacho ni verguenza habla de cómo en los Estados Unidos los académicos impulsan a sus alumnos a que tengan ideas brillantes de negocios nuevos con sólo $ US100 de capital semilla inicial, pues piensa que nadie se da cuenta que aquí ni siquiera permiten pensar en innovaciones sin un solo peso, pues los estímulos ya tienen nombre cifrado en un procedimiento llamado tráfico de influencias.

viernes, 2 de noviembre de 2012

***
Mi sobrino continua enfermo de esa epidemia del siglo xxi, pero en su más grave acepción; él sufre del Síndrome de Deodiodeficiencia Adquirida (SIDA), inoculado por el medio ambiente de esta vida moderna, pese a que se le ha rogado que asista a terapia que los servicios estatales prestan.
Si alguien quiere conocer algo novedoso, aunque no mediático, que se acerque a la oficina de Servicio Social y comunitario de la Alcaldía de Villamaría. Allí, sus funcionarios padecen de un extraño virus: El  "SIMA" (SINDROME  MAGNIFICADO DEL AMOR). Esa honda SIMA donde los que realmente sostienen este mundo cada vez muestra más y mejor su cara por la cual aún convivimos. Allí atienden a los que  se acercan con aquello que sólo se otroga a los que ostentan clase y chequera y eso es mucho para los que regularmente son sus beneficiarios: los más rusticos y desamparados de la sociedad. Desde allí, se impulsa una campaña que lidera el Alcalde en pro de los discapacitados urgidos de ayuda (sillas de ruedas, prótesis, atenciçon especializada, etc.). Mi otro sobrino que padece de una minusvalía cognitiva menor, no parece tener necesidades urgentes que solventar, pero hace más de un año que el cuidado odontológico que su mamá, madre cabeza de familia que tiene que invertir sus días en un trabajo irrisorio -no por lo fácil de su oficio, sino por su salario-, sin embargo se desvela en mantener y CAPRECOM, por culpa de la terrible crisis de la salud colombiana se niega a actualizar la posibilidad de atender a sus usuarios; esperemos que desde allí, se pueda irradiar ese sol de luz oscura en gestiones para que el amor siga sus cauces.

miércoles, 17 de octubre de 2012

consideraciones eticas



UNA CONSIDERACIÓN ÉTICA Y PRAGMÁTICA
SOBRE LA PROLIFERACIÓN DE LAS COMUNICACIONES
Y LA INVASIÓN DE LA PRIVACIDAD

La máxima volteriana de “No estoy de acuerdo con tus opiniones, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarlo” ya parece que no es tan válida. La universalidad democrática y fraterna que la sostiene se debilita no por culpa de su falta de rotundidad y profundidad, sino por la labilidad de quienes serían susceptibles de sostenerla y reclamarla. Las consideraciones que voy a consignar aquí, podrían caer en el mismo error, puesto que estando seguro de que lo que escribo no es del absoluto fuero de mi intimidad y que parte de lo que diré podría estar amenazando lo que quiero defender, no pertenece a mi responsabilidad, sino a la jerarquía irresponsable de quien detenta esa privación de intimidad.
Miércoles 9 de octubre: Una voz cascada de una emisora para las clases más bajas de la ciudad suelta una andanada de frases sin el menor decoro estilístico y sin la menor expresión de respeto por las instituciones. Dice que la Policía Nacional en cabeza de esos coroneles o mayores que mandan en los cuarteles como el de Manizales no saben nada de seguridad ni saben nada de estrategias; que no basta el hecho de que la seguridad y la vigilancia de las calles de Manizales sea descuidada por falta de más unidades, sino que se las manda en grupos “patotas” de ocho uniformados, como si les diera miedo y sin tener en cuenta que así vigilaran una calle o una cuadra pero que las demás quedan libres para que los delincuentes hagan de las suyas; que hay que repartirse, que hay que tener sentido común, que es una vergüenza gente ganándose el sueldo sentados, mandando  y haciendo las cosas mal. Esa es una noticia cariñosa de un noticiero radial del medio día.
Viernes 11 de octubre: El canal regional de televisión, cuyos logros son tan visibles que hace sólo unos pocos días una comisión del canal Telepacífico vino a enterarse de primera mano de los procesos de tecnificación y digitalización con el objeto de atender a una directiva del Ministerio de las TIC’s en la que se impulas a unir esfuerzos y compartir estartegias para ahondar en la estructuración de identidad y competitividad, de modo que podamos seguir siendo un país a la vanguardia latinoamericana, en el noticiero TvA Noticias anuncia  desde su sede en el Quindío que para las próximas festividades en Armenia se va a incrementar el pié de fuerza con doscientos hombres que arribaran desde la ciudad de Manizales para garantizar la seguridad y buen desempeño.
No tenemos preparación en Comunicación Social y ni siquiera somos periodistas empíricos, pero desde mi curiosidad y análisis, además de la educación que la televisión me ha dado por medio de series (Paper Chasse) como alguna de los 70 en la que se recreaba el ambiente de un períodico gringo y cuyo interés radicaba en los dilemas éticos y de acción que se les planteaban a reporteros y editores en la cabeza de un jefe de redacción (un tipo que tenía que pelear con todo el mundo, que casi ni podía tener una relación sentimental porque sus nervios mantenían al tope y que finalmente podía sacar a relucir una calidad humana y una sensibilidad  que lo hacía objeto de apasionados amores callados), es absolutamente irresponsable que se diga sin necesidad, desde donde una fuerza de control social va ir a reforzar una zona y eso no se piensa porque las organizaciones comunicativas actuales sólo están mirando los aspectos más deleznables e idiotas de una comunicación (como cuando uno se planta al espejo a ensayar lo que le va a decir a la próxima cita y a mirar como queda mejor lucido el accesorio o el pañuelo) y porque no hay una cabeza que esté tratando de mantener eso que hoy se desdeña tanto: La excelencia.
Más adelante el mismo noticiero le hace una nota elogiosísima a la nueva proyección de la empresa destilera de la región, lo cual no está mal, pero como contraste podemos colegir lo livianas que son ciertas empresas de comunicación, cuando, por una parte, un locutor cuyo máximo interés no es servir a la comunidad, sino ganar notoriedad en el medio ni siquiera tanto para cobrar réditos de sintonía y acaso mejores oportunidades, sino, simplemente para después salir a los mentideros provincianos a sentir su ego liviano frente a tanto atropello de esos que son inalcanzables por que tienen a todo el mundo engañado y disfrutan de las mieles de un poder inmerecido; por otra parte, la necesidad de mantener la posibilidad de seguir en el negocio, en épocas de crisis, empresas que apenas quieren posicionarse en el inestable y vertiginoso mundo de las telecomunicaciones, no es suficiente argumento (hasta donde sabemos, el consorcio que regenta ese noticiero no es, propiamente, de la misma naturaleza que la emisora donde el locutor de voz cascada emite sus protestas), es el profundo abismo entre conocimiento y distribución de ese mismo conocimiento, amén de las estrategias sociológicas para solapar las formas del mejor hacer y vivir. En la ciudad existe una excelente facultad de Comunicación Social, pero existe una pésima estructura de intercambio social (valga hacer notar la diferencia entre las convocatorias de la ciudad de Pereira para hacer una distribución democrática de los recursos para cultura y las acciones que realiza el Fondo Mixto para la cultura en Caldas). Por otra parte, la falta de disposición de personas que echando mano del sagrado derecho a la libertad de expresión, no consideran el deber de ciudadano al influir en el mantenimiento del orden y la armonía para el cual no se requiere de educación profesional, sólo un poco de sentido de bondad, que no es mostrarse como agüevado sino como apropiado. Una cosa es colaborar con las autoridades para que la gobernabilidad sea un hecho y otra ganarse el aprecio de los dirigentes haciendo el idiota útil¸ pero también una cosa muy distinta es volverse un criticón en lugar de un espíritu crítico, para eso sí se necesita mucha preparación.
Aquellos que quieren hacerse del lado de la gran vanguardia vanidosa de sino figuras  no existes, deberían sopesar un poco más el hecho de que finalmente vendrás a ser el pobre jugo gástrico regurgitado de un monstruo que te deglutió suavemente.  ¿Qué es mejor, ser un exitoso protagonista de novela con bastantes palmaditas y sonrisas o ser un excelente espectador de panorámicas con binoculares críticos?

lunes, 8 de octubre de 2012

HISTORIAS DE OPIOCRONOS Y MAFAS


HISTORIAS DE OPIOCRONOS
La resurrección es un hecho. Sólo que su adalid y precursor se quedó por puertas de actualización; a menos que  algún Crisjustoso aparezca por ahí para contradecirnos, su nuevo promotor,  que multiplicado como sombrillitas de verano después de las lluvias y que no está interesado en anunciar su reino, ni buscar adeptos y sólo quiere pasarse una nueva temporada por nuestro infierno, se llaman Opiocronos. Tienen siempre sus apariciones en alternancia con sus antagonistas y detractores los Mafas y las Perezansas. Las Mafas se encargan de encubrir  su empeño, por ejemplo cuando un Opiocrono está tratando de desprestigiar su  naturaleza ocupándose en algo (tentar, por botón de muestra,  el penas-miento de alguna muchacha para que su cebo de corazonsuelo muerda la tragada lo que en palabras francas y livianas es un verdadero fumársele el servicio al tiempo), y entonces se encargan de llenar de dudas a su paciente, le hacen cosquillas en los talones del remordimiento y le hacen ir a consultar adivinos y ripios de café, en lugar de irse a un cyber y ponerse a buscar enmascarados sin plata y santos consoladores con cara de Chespeneincipito. Les fascina asumir disfraces de mapa y si por ellas fuera, gustosas se quitarían esa fea apariencia de letra con cabeza gacha y manos piadosas y mirarse al espejo como Maas. Las Perezansas por su parte son felices perdiendo direcciones de diligentes comerciantes que madrugan seguros de saber a donde ir. Se instalan en tibios ronroneos que a los ansiosos les hace gracia y entonces se ponen a jugar con los “como sería” “podría ser” “cómo no se me había ocurrido, hasta que una lejana luz de Gregorio Samsa les hace reconocer que son las nueve y media de la mañana y que será mejor ponerse a trabajar después del medio día.
Para mejor ilustración, vamos a ver como un Opiocrono tiene su mínimo chispazo frustrado diario: Una muchacha de esas que ya está harta de recibir piropos trillados y que se va por la vereda meneando su tibia indiferencia, empieza a sentir a sus espaldas un delicioso cosquilleo (el Opiocrono ya la tiene fichada, le ha seguido los pasos por varios días); pero una Mafa va por delante haciéndole resistirse a mirar; la Perezansa por su parte va por delante abanicándole al oído canciones de sirena. El opiocrono silba una canción de moda y lanza fuerte una bocanada de su Opiopucho:  “Te voy a entablar una demanda en la superintendencia de los encajes para que por exceso de publicidad engañosa te condenen a sacar del mercado toda la mercancía del almacén de tu pecho y te obliguen a indemnizarme con la visita gratuita todos los días a tu despacho; sólo que para no echarse encima al gremio  el alto tribunal de los deseos secretos exige no tocar ni hacer ninguna clase de negociaciones”. No estará demás contar que la muchacha  ha cogido de la mano a dos pequeñas ráfagas de aire tibio y se ha marchado dando un latigazo de cabellos rubios.   
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INVIERNOS DE OPIOCRONOS
El invierno era implacable. Este opiocrono salía a comprar sus pequeñas viandas para el desayuno y en su cara simplemente se reflejaba el aspecto del cielo: Plana, gris e inexpresiva; tenía cara de mimo; pero que le iba a hacer, del fondo de sus ojos brotaban dos lucecitas con las que combatía la niebla. Su vecina que era más práctica: al mal tiempo, mala cara, le dice para vengar el frio de la noche anterior: ¡uy, vecino, no tuvo agüita para lavarse las legañas!. El opiocrono, que es muy decente hace la oreja mocha, pero por dentro le dice: ¡púdrete!; sin embargo, al volver de la tienda, no puede contenerse las ganas de intentar algún contraste menos rígido, de modo que aprovecha que la vecina seguramente está tratando de encender el hogar de la Tv., aprovecha los vidrios empañados de su ventana para ponerle un mensaje: ¡Madúrate! Cuando llega a casa va directo al baño a mirarse la cara de emoción en el espejo y se encuentra escrito con labial carmesí: ¡Tu-madrate!

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DISFRAZ DE MAFA
Esta mafa no quiere seguir acomplejada por estampa de cordero degollado; de modo que trabaja un mes entero en la tienda de los símbolos para procurarse una cirugía plástica; Su trabajo consiste en dejarse estrujar, enredar, volver de revés; ponerse de cabeza con una pata recogida de modo que su estampa diga: AFÁN. Incluso hasta se deja manosear por debajo de las estanterías para que el vigilante le deje sacar algunos materiales. Finalmente se para en una esquina toda vanidosa: Se ha puesto un sombrero malevo, un saco de compadrito, unas gafas oscuras y una corbata delgada que le hace parecer como si la cabeza flotara en el aire; está feliz porque van a leer: MAFIA, pero cual no será su decepción al ver que todos al pasar se ríen y le preguntan por qué se ha vestido de clown.
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CURA DE OPIOCRONOS
A este opiocrono le ha llegado la peste del insomnio. Como es un opiocrono ilustardo invoca a San Zaratustra para que le inspire su conocida máxima al respecto: Cuando el dios del sueño no me llega, no me desespero, dejo que él llegue cuando le parezca. Pero parece que además le han enviado las pulgas de la inquietud. Entonces decide una técnica más antigua: se pone a contar ovejitas a las que va azuzando pacientemente con susurros para que vayan subiendo las escaleras donde vive la señorita del segundo y las va acomodando en el rellano rogándoles que no hagan ruido, esperando que la propia atmósfera  le haga salir por si acaso y de pronto sentarse a conversar de lo tontos que son los insomnes de no formar un club de insomnes de las esquinas para ponerse a jugar, digamos: mi-donó ya que el juego-danza de los opiocronos tragua-bajela no se ha inventado. Pero resulta que de lo puro fumón  de su opiopucho se encuentra rezagado en el primer escalón acicalando una de sus ovejitas, expurgándole una de sus olvidadas aventuras y todas salen rodando por las escaleras del desconcierto, orden por favor y le toca volver a acomodar las ovejitas, encerrarlas hasta otra oportunidad y, ya que atribuye su inquietud a demasiado poca compenetración con el entorno de sus fuerzas, decide ponerse alerta, con unos binoculares internos para indagar su propio paisaje y resulta mirándose a sí mismo; siente que en el aire flota el verso de Benedetti:”…ya hasta mi sombra empieza a mirarme con respeto”; así que ya puede visualizar a la señorita del segundo que también ha cogido la peste; se levanta, da tres vueltas por la casa y de pronto sale al rellano; hay un silencio expectante, incluso el grillo que estaba dando una pequeña tonada gratis, se queda callado; alcanza a sentir como va bajando las escaleras por el estruendo eléctrico del roce de su pijama de satén en los vellos de sus piernas; ahora está parada frente a la puerta, hay unos segundos tan infernalmente silenciosos que se hacen eternos; al fin siente que las uñas de secretaria sin oficio empiezan a tocar una disonante batería en su puerta; piensa que va a decir aunque sólo fuera por que así es la vida/ aunque sólo fuera por capricho como en uno de sus tímidos versos, y bueno, vecino -con una sonrisa apenada mirando al suelo-, aquí estamos y en poco más de lo que duran dos suspiros y un estertor,  se percata de que una tropilla tibia de animalitos peludos ahítos no de trébol sino efluvios de imán le ha cortado unas inmensas orejas que le han nacido y que con ellas haciéndole cosquillas en la espalda se dormirá la próxima noche, soñando que visita a una señorita en Paris. 

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OPIOCRONOS MAFAS Y PEREZANSAS 2062
Hay ciertas mafas a quienes no les importa mostrar lo que son. Esta, por ejemplo, se para a la entrada de las cabinas de teléfonos dispuestas especialmente para andariegos, desocupados, tribu-ferales que quieran establecer comunicaciones fraternas en las esquinas de los suburbios. No es que las mafas sean chismosas, no, aunque sean un tanto traviesas y se propongan hacerle pilatunas a ciertos especímenes “chapados a la antigua” que siguen pensando en promover el arte, la cultura y los negocios del espíritu y que, dada la escasez del mercado de las últimas décadas, deben conformarse con utilizar de vez en cuando, cuando ya la maleza del tedio va cogiendo ventaja, los servicios de autocreación virtual, emprendimiento metavacuoso  e intercambios en red-il, las mafas son una mezcla curiosa de aventura y filantropía. De suerte que esta mafa espera que alguien de esos que vienen a utilizar la caridad del Estado quiera verla como una realidad al alcance de la mano, aunque al principio vaya a mostrarse un tanto hosca o acaso desinteresada; que si le preguntan entonces qué hace ahí ella conteste que haciendo uso de su libertad de pararse donde se le venga la real gana y que después de que su interlocutor le diga tu si eres chistosa; todavía usas la palabra real; di tri-vial; es cierto que ella tiene en casa un fijo en forma de falo con el cual entretenerse llamando a hacer pegas y citas a ciegas, pero lo que ella espera es que de pronto la moderna forma tri-vial de des-aparecer, a-par-en-tal y en-troncarse alguna vez se le de a la usanza antigua de: piedra, tijera, papel. Ella sabe que después de cada coincidencia alguien se irá pensando que todavía existe algo de bondad en el mundo.
Las perezansas por su parte en esta época de la vida, que digamos no es más de dos o tres meses en tanto los negocios y las novedades se actualizan, viven ostentando sus conexiones directas: Tri-vial-Berry, Banda ancha 3D (las aplicaciones 5D ParalelD y otras son muy costosas) y se la pasan revendiendo  efimes-tremecimientos, ricachándalos y otras baratijas, pero sufren tratando de encontrar quien les libere del chulo que las exprime.
Pero el humilde opiocronos es odiado como ninguno; él dice tener las redes neuronales más sofisticadas del mundo y que todas sus comunicaciones son vía tele-pa-prima, por contra del costosísimo dispositivo intra-brain al que todos se quedan alelados por las calles mirando como lucen sus pintas de no ser de acá.

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OPIOCRONOGENÉSICA
Por aquel tiempo las risas eran escasas; se repartían abrazos gratis en las esquinas y en los parques, pero siempre era como parte de una campaña en la que alguna cámara servía de garante, lo cual era sólo un gancho, pero sólo un gancho al hígado de las confianzas. Era como cuando el presidente Chaves, experto en risas, después de unos lustros en el poder (la referencia es incierta pues en el archivo no se puede leer si lustros era una referencia cronóptica o simplemente ópticovariable), aceptaba como garantes a las misiones de la ONU, pero esperaba que la Alba sacara sus propias conclusiones, lo que no era decir poco, puesto que siempre amanecía más tarde; quizás la Alba tenía alientos cada vez mejor aceitados o las próstatas de los futuros se fuesen volviendo menos dependientes de las raíces negras, pero nunca se sabe. El caso es que los opiocronos empezaron a sentirse inquietos por su origen. Sentían una envidia indecible de ver tantos mafas y perezansas felices acompañando a sus abuelas al mercado, armándoles el porro de las juventudes y adaptándole los audífonos a sus orejas arrugadas y gachas y convirtiéndolos en sus ñañas de hijos únicos, soltándole una mesada semanal modesta pero que superaba con creces todo lo que se veía en la escuela. Un opiocrono adelantado empezó a repartir la especie de que había habido un tal Cort-a-zar  que había patentado (la palabra es inexacta, pues en honor a la dignidad deberíamos decir bautizado, pero para evitarnos digresiones y conflictos preferimos un término más jurídico; que tampoco es adecuado, puesto que su autor era enemigo acérrimo de los litigios de corte; por algo alguna vez se le llamó ingenuo) a los Cronopios. Estos eran seres de una sola pieza; es decir, uno no les pedía que sentaran con nosotros a tomarnos una Coca-cola para ver que capacidad tenían para convencernos de que eran compatibles con nuestros prejuicios; uno se enamoraba de ellos de una, y se los levaba a la cama, aunque solo fuera para hacerlo sufrir a punta de risas y barruntos, porque nunca se le ocurría a uno pensar si tendrían algo que se pudiera homologar a un semáforo (alerta, pare, siga), o una disco donde el portero te revisa la identidad y te dice: entre; y el éxtasis no era por popper u otras porquerías. Así que este opiocrono se atrevió a meterse en un antro de las antropologías y se consiguió un médium.
La sesión que se dio después de algunos intentos, hay que decirlo, fue tenebrosa. Se convocaba y se convocaba al tal Cort-a-zar  pero no había señal alguna. La/el médium (no se sabía en la semi-oscuridad de Drag-queens, maricones penitentes, maricones eminentes y tanta gama de elecciones libres) había dicho que como era un ser juguetón, tolerante y aún indiferente a fuerza de rechazos, timideces y también cierta frivolidad resentida, había que convocarlo con la danza; de modo que empezaron ambientando la sala con reaggeton, pero sólo se sentían unos vientos gélidos que nos daban como cachetadas, hasta que al opiocronos se le ocurrió, por un atavismo que le había llevado a gustar de Teloniuos Monk y Louis Armstrong, sugirió poner Jazz, pero solo se empezaron a sentir como una especie de gemidos en el viento. Alguna corazonada tenía el opiocronos que se dejaba transportar con la música; por esos días estaba investigando las relaciones de los nombres, las religiones y los desvíos místicos y se había encontrado con una banda llamada Nazareth; pidió que se pusiera la canción Shapes of things; se sintió un erstremecimiento general en las manos unidas en torno a una fogata en un cielo de luna creciente; médium quiñó el ojo en medio del estupor y éxtasis general, siguió loved and lost y entonces una llama crepitó y surgió una cara barbada, sonriente como un enfermo de down, unos ojos como de vaca y una voz cascada pero dulce arrastrando erres decía entre interferencias y pérdida de señal  jet lag, jet lag; rápidamente dimos la orden al lector de Cd’s y entonces aquel rostro venerable, en medio de una beatitud infinita y un contento inenarrable empezó a soltar vocablos al ritmo de la música,; pero la resolución era mala; no podíamos discernir entre Lorca, lorca o Carol, Carol; abuela y vuela,vuela; raro-ver-na ardes; au,au,au, rora, rora. Por último se escuchó gritar Rocamadour y una espada de fuego estalló en el aire.  

jueves, 4 de octubre de 2012



Villamaría, octubre 3 de 2012
Dña.
MARGARITA VALENCIA
Programa “Los Libros”
Radio Nacional de Colombia

Muy Apreciada Margarita: Pensé enviarle una foto de mi vecino para mostrarle su asombroso parecido con Jaime Andrés Monsalve pero me pareció cursi para una sincera declaración de amistad y admiración –es que el poeta siempre busca las señas que le indican los hados le hacen compañía, el loco las ve por todas partes-. Quizás en medio de su tenaz labor de escritora, traductora, editora, gestora, y bueno, en medio de su lúcido arraigo en la realidad más irónica: estar al tanto del fantástico mundo de los que tratan de agarrar la realidad para darlo a los que escasamente la avizoran, no tenga tiempo para llevar al reino de los sueños esas aventuras suyas -de Cartagena por ejemplo- (¡mas, qué sabe nadie, si entre más inquieta y activa es una psiquis, más fértil es el suelo onírico!) subiéndose a la barca siempre impredecible de personalidades, de talantes, de sensibilidades, de in-sensibilidades, pero debe ser, a su modo, muy feliz. Yo, en cambio, a fuerza de encarcelar los verdaderos sueños (esos que nos abordan felices por las noches en venganza de los diurnos tropiezos), me monto, muy a mi gusto, pero para más sufrimiento, en lanchas veloces que como la Ceiba de la Memoria, Rencor y, para colmo con Selección de historias de Cronopios como co-piloto, me obligan a decidirme a hacerle mi propia confesión de arrepentimiento; y es que dejar que le transite a uno por lo más hondo de la piel un ambiente añorado –por sortilegio de desengaños y desesperos-, de esa tierra que un día me recibió como mediocre aventurero, saludando hallazgos de belleza, peleándose con facilismos de comercio, rumiando posibilidades improbables (que no se pueden probar que lo sean), sopesando contrastes de nuestra abigarrada variedad (lo que hay de Naranjo-Reyes editores a Banfi, por ejemplo, con lo que le corresponde de Nena Cantillo a Miguel Ángel Bastenier en el medio) y finalmente, atreviéndose a decir que una coincidencia: La re-emisión de un programa de Señal Colombia donde Manuel Carreño la entrevista y me la presenta, la ha hecho una de mis mejores amigas. Todo por ver si los afectos negados se pueden equilibrar con el intercambio de pares que se conduelan de que estoy incomunicado.
Posdata: Como ilustración le envío copia del borrador de correo electrónico, pese a que el vértigo de mis días me impidió intentar una serie de cavilaciones que, a propósito de sus palabras desencadenadas, me hace sentir ruborizado.
Atte.
Carlos Eduardo Pérez Mejía (http://elburdeldelapoesia.blogspot.com)