jueves, 1 de agosto de 2013

ACTA DE NEGOCIACIÓN




ACTA DE NEGOCIACIÓN
 "A todos, tarde o temprano los ataca
la enfermedad que usted me pide.

No me fusile así, tan a mansalva"
No, miss Ilsa
((Como a veces la vida)
VICENTE QUIRARTE


Vi-ese-ente: ¡Qué-ira-el-arte!
VICENTE QUIRARTE
y yo que estoy
intoxicado de “zopenco que escribe
sin que haya dinero de por medio”,
heme aquí, rindiéndole tributo
y diezmándole
mientras negocio por debajo de la mesa
(estoy haciéndole huelga de hambre a la muerte)
en este rincón donde  sin quererlo
organizo señales cabalísticas:
todo el espacio para los fantasmas
y para mí, apenas un pequeño resquicio
de realidad donde me invado,
por ese salario miserable
que me paga un patrón en diferido,
escondido tras el parapeto de la indiferencia
(la muerte no acepta mi pliego de peticiones
«¡Qué risa!-me dice-, soy yo quien está muriéndose
de hambre con tus resignaciones»)
me envía un negociador,
un tal Aníbal Egea, ¡qué tipo!
debe ser un marica con pseudónimo
del gran conquistador del Mar Egeo
escribiendo en el muro de atrás
de mi Ítaca particular y perdida;
no, es el mismo Alcibíades
que se dejaba sodomizar del divino Platón
y se plantaba como un altivo efebo;
es Álvaro de Campos, es Caeiro.
Que si, que estoy más que bien remunerado
con mi paga diaria
de un cada vez más arrugado espejo
y que es culpa mía y mi cansancio
si asisto a los mítines de los subversivos
afiliados al Club de las alegrías;
que son esos deslices que ensucian
mi hoja de vida e impiden
el ascenso definitivo.
Que deponga los cuchillos
que afilo en esa lima de soledad con sal
para hundirlos en la verdadera herida;
 que deje de declararme  aristócrata irónico
por contra de esos aristócratas de la ironía
que dicen que soy un iluso  cuando digo
que los cuchillos en la carne son sólo besos
entre el barro de la nada y sus criaturas
que tarde o temprano mostraré el tiquete
de tren en el que creí montarme a hurtadillas;
que lo he pagado con moneda falsa
de un soberbio aire de dignidad
y es por eso que mi viaje no se hace en calma
y que verdaderamente soy un traidor cuando me callo
que el señor Bloom y su Canon Occidental
son pura mierda, pero mierda de la buena.
Estampo esta firma de negociaciones fallidas
con papel y tinta de factura antigua,
y aunque he de autorizar su traslación
a formato de sistema de fuego simulado,
lo hago como quien pide
que no cremen su cadáver
pues espera emerger un día del polvo de sus huesos
pese a que el fuelle del progreso irreversible
haya dispersado todas las partículas de la esperanza.