lunes, 9 de abril de 2018

MIEDO




La soledad de su miedo...”
esa tautología en boca de un periodista
para otro.
Sólo en medio de la soledad
el miedo puede crecer
y sólo en el paraje de espinas erizadas
puede sentarse a cenar.
El miedo,
odia la reunión de las risas;
no puede pasar por entre las piernas
de las compañías;
otra cosa es cuando el oso sale de su bosque
para meterse en el patio a hurgar las basuras
dio-se-me, el miedo
o encontró en mi tierra cómo eyacular la semilla?
Medió.
Hay juegos de niños de miedo para grandes
llamados juegos de guerra
con balas de verdad que se pierden en la intrincada selva
de las posibilidades;
y en ella, hay tantas malezas con su flor de cada color
que no hay forma de discernir que luz atraviesa el prisma
y si caen las gotas de lluvia desde nubes sembradas
o son agujas del costurero de la Historia haciendo su rima

¡Ay, miedo!
Que mi pecho te encuentre cuando ya estás encima,
en el preciso instante en que le muestres al vértice
de mis piernas
que hay camino para escalar la cima
que no ha de tener lugar
ya en tu cabeza o en la mía, da igual el instante
y el punto exacto al que no apuntas,
sólo apuestas, por si acaso...

Invisible sentado sobre las piedras transeúntes
de la urbe se toma fotos con las chispas del magnesio
de las miradas en su encuentro
y cuando no se velan en su corrimiento
aparecen fachadas de almas que espían por las rendijas
dónde el miedo abre sus servicios de cafetería.

II

Ah, pero a los solitarios graduados en administrar el hambre
de echar-del-lar de vez en cuando, charlando
se les tiende a los pies como un perro flaco
y entonces lo alimentan con sobras de tristezas y buenos huesos
de añoranza también les dan babas de los éxtasis de los traicioneros
que después van cagar mierda mal digerida de disculpas
en jardines bien cultivados de amapola
que luego serán el auténtico opio de los pueblos:
Decencia, sacrificio, confort de gran superficie
siempre en la antesala de sus mentes bien adiestradas
como manager, el miedo; su gran cuadro
pintado por todos los Picasso y los Rodin o los Renoir
que denostaron que los Van Gogh naciesen en todo lugar
y en todo tiempo...

Pero también, cuando el flaco perro se duerme, recogen
las cosechas que da el árbol del cosmos y sus silencios
que traen secretos narrados de oído a oído
cuando las letras han enamorado a los arpegios.

El miedo,
envía cartas secretas a los atrevidos y a los que tienen deudas
que la estafeta almohada entrega cuando todos los cerrojos están firmes,
cuando muestran las caras de muchacha inalcanzable a los fantasmas
las puertas
abren sus sobres de sábanas que se revuelcan
tratando de retomar las cuentas perdidas de las ovejas mansas
y pese a que pueden colegir de tanta cháchara
que la escribieron malos novelistas
se estremecen con la posdata:
¿Con qué cara se me mostrará aquel monstruo ineluctable
que con su temblor atravesará todas las barricadas?