lunes, 9 de febrero de 2015

¿Quién le da sentido a la Historia?


Se enteró el Funámbulo de Camelot que en el reino cercano de Salezimán hay un grupo de intelectuales interesados en rescatar las tradiciones; como quién dice, dos especies en vía de extinción buscan hacerse, sin aspavientos, nuevos héroes de de la verdad aunque no de la justicia. Uno de estos héroes se llama Carlo Enrico Nevados. Dice nuestro nuevo objeto de información y cariño, grosso modo y como intérprete que hace uso de su derecho a la libertad de expresión, que la Educación a través de la historia parecería ser el policía de la esquina queriendo dar al flujo de la sociedad la mayor movilidad; pero, al parecer, los atajos éticos y morales que por vías donde los semáforos de las normas y sus colores -el rojo de la acción prohibida, el amarillo de la prevención y el verde de la acción políticamente correcta, que se activan por impulsos para los cuales el poder es su dynamo- forman unos atascos de armonía y convivencia la mar de fastidiosos y hacen que la historia parezca ser una dama loca e histérica que da pan al que no tiene dientes y pone partes de infracción a los que tienen papeles en regla.
Nuestra luminaria en cuestión pone como ejemplo a una gran personalidad cuyo culto está más bien extinguido o desueto -recuerda nuestro funámbulo juguetón y siempre resbalando de la cuerda que Sthendal, el Diablo y Nietzche fueron alguna vez divertidos e instructivos contertulios al tenor de su cuerda-, pero siempre el fantasma de la guerra gravita ominosa y aterrorizadora. Infortunadamente las pistas que nos da con su titilar: por un lado un destello mortecino - mentalidad bélica, constantes de la humanidad de todos los tiempos y otra fulguración de bengala lanzada en noche obscura -las iniciativas de otrora que en manos de un Agustín Nieto, Jaime Jaramillo Uribe, Marco Palacios y los atisbos de Alvaro Tirado Mejía,Salomón Kalmanovich, Margarita González para una "Nueva historia" nos deja como patinando en un barrial y el policía acosando con su pito.
El funámbulo, también memorioso, aunque nunca tan atrevido de querer llamarse Funes,recuerda que de la mano de autores amigos suyos y también de él,la idea del zorro y el erizo como emblemas de la piel que se protege y embellece con los espejismos y la no-piel opiel que se sustenta del aire y sus apabullamientos para los cuales utiliza estrategias como el arte, la filosofía, el deporte, la religión, etc. etc., la historia también ha dicho, en tono kistch que no se imaginen que yo estoy tan loca/que porque hago más de cuatro cosas. Así mismo, ha dado en la manía de querer decirle, con el debido respeto y el mejor humor, que quizás educar hoy no se trate de dar pistas de como los espejismos se pueden obviar o como las diferencias de opinión se pueden eludir o ritualizar pagando el importe -mordida- de manejar el coche a tronchas y a mochas pero tampoco -mucho menos- montado con más de una copa de suficiencia; puesto que, si lo miramos bien, el tortuoso camino de la moral, las buenas costumbres, las acciones transparentes siempre terminan haciendo un pacto con el diablo de la necesidad. También los intelectuales tienen líbido, gustos exóticos y pecadillos exorcisados. Quien realmente cumple la ley es aquel que sacrifica todo su ser para meterse de lleno en el río del poder y nadar como pez en el agua sin necesidad de herir a las rémoras que le hacen la limpieza. Otra cosa es como nacen estrellas y se someten a la clasificación: Blancas, enanas y supernovas, ninguna de estas conoce la virtud de los mentecatos: la modestia.