POLÍTICAS DE ESTADO DIVINO
“En la iglesia de Pedro no hay ni
verdad ni fe/
ni justicia en parte alguna, en
corte o en palacio.
que sigamos alerta en la muralla
no es cosa del cura. Un sedoso
dragón boquiabierto
hinchado por el viento, nos basta
como Dios.
Nosotros, no la ciudad, somos el
alma del Imperio:
Un árbol podrido sólo vive en su
corteza”
ROBERT GRAVES
Lo que el
Vaticano ha pretendido ganar, media
mediating, en humildad, lo ha perdido, de
facto, en agudeza mental. Y lo que digo, que corrobora por vía de abducción
inocua que en verdad la piedra es Pedro y las puertas del infierno no se abrirán
para ella, me autoriza para que en nombre de la Iglesia ponga a los hombres en
tela de juicio. El papa Francisco acaba de decir que el celibato sacerdotal no
es dogma de la santa madre iglesia y, error, si nos ponemos un poquito
analíticos, sabremos que el dogma está hecho por el seso de los hombres y no
por la inteligencia de las escrituras, pues si el dogma de la virgen María vino
a ser concebido y declarado en fecha muy reciente, aligerado del hecho de que
la Escritura no menciona nunca específica y fundadamente que María es teotocos –madre de Dios- o que la Santísima
Trinidad fue explicitada por el Bautista
en el momento en que la paloma respaldó la frase que se escuchó en la voz “este
es mi hijo bienamado” y sin embargo
son dogmas de fe que una justa anuencia del entendimiento nunca encuentra
razonable desechar; sin embargo, sí por
el hecho de que la tradición no sólo judía o cristiana, sino de muchas
culturas en las que la abstención de
unirse y procrear se justificaba en la reserva de fuerzas para el crecimiento
de las facultades extraordinarias del espíritu, del entendimiento, del
pensamiento, del conocimiento y que no obstante ni Jesús, ni la Escritura,
respaldaran con alguna voz autorizada como no fuese la sentencia aquella de que
es de adentro que salen las fornicaciones, etc. etc. hubiese servido para que la
costumbre y la necesidad y no la reticencia doctrinaria de la institución, hubiesen
derogado tan exigente premisa hace ya
mucho tiempo, como lo hicieron algunos disidentes. Las costumbres irracionales humanas –aquellas aceptadas
o aquellas mantenidas bajo velos- siempre terminan encontrando una
justificación adecuada que les permita liberarse de la carga emocional que representan,
excepto aquellas que repugnan por si solas al espíritu comunitario, es lo que
sucede, por ejemplo con la bomba atómica o la clonación. Así, pues, decir que
la pederastia es como una misa satánica, en apelación a los más primitivos
sentimientos de la especie sobre lo bondadoso y lo funesto en contraste con los
instintos y las pasiones que –quizás por fortuna todavía le hacen percatarse de
su naturaleza- sería como decir que clonando las mejores y más excelsas inteligencias se
podrían construir todas las bombas atómicas del mundo para mantener el
equilibrio. Los hombres son siempre un movimiento discontinuo en sus mentes,
pero el espíritu fluye siempre, por los cauces más insospechados, pero siempre
en la misma dirección, aunque los apocalípticos llenen los zapatos con piedra
de escándalo.