¿Ya leíste el periódico subterráneo
que te trae las noticias como un vaho
y te cuenta que anoche estuve en desvelo
y te escribí un poema o que me eché una mano?
Sí, en páginas interiores, párrafo apartado
para excelsas mentes, el anuncio, estudio
“Los
poetas mienten demasiado,
pero
es que, mienten tan bello,
incluso
cuando se topan con una verdad de a puño
la
trastocan en mágica realidad con arte de engaño
y
nos regalan tanta ilusión bañada de emoción
que
uno termina preguntándose si no será, también,
un
poema extraño, único y lejano de un poeta
que
hace camino, supremo, excelso, en la nada
hasta
que se dice: Hey, ojo, pues, que te vas a coser las
manos
y
la aguja del ahora se hace araña llamando.
¡Mira,
amigo lector, ahora, por ejemplo,
ese
poeta que ve una muchacha cualquiera
-a
decir verdad tiene porte de clase altivo y noble
pero
como todo el mundo va de prisa buscando su otro,
nadie
se da por enterado- con ojos vampiros, inyectados
en
sangre de porro que recién ha elevado, no motores, plegarias,
a
los dioses pispirispis del aire y no es más que una bruja
de
rasgos armónicos, robados de la cómoda de la antigua belleza
con
rostro de turista sonriente y plácido,
en
realidad lleva una pistola camuflada en la mente
y
se dirige a la cama de un maestro de las artes amatorias,
con
finas sábanas protectoras académicas,
que
van a compartir además de un buen polvo,
el
producto del último atraco:
van
a maquillar las cuartillas recién salidas del horno
de
un genio entre sombras declarado lunático
ligeramente
de modo que la paranoia no denuncie
a
dignos doctores en saco prestigiado ¿habrá de matarlo?”
Lo que no dice tal
pasquín de barro es que no pude
Pagar el destacado
aviso, en negrita e idioma de prepucio
Medianamente aseado
de modo que no bastardee aromas
Y que dice con un
grito: ¡Eu te amo!