sábado, 9 de junio de 2018

SEÑORA LÓGICA



Para qué, señora Lógica, para qué
voy a preguntarle de lo que acontece
en sus ámbitos particulares
por más que sean mutuos, nada allá,
del significante y sus trampas
en este cuenco de aire
al que le hemos puesto sótano y tarima.

Para qué, si usted diría ¡sucesos!
que nada tienen que ver con su malicia
privados a-cae-cimientos.

Para qué voy a preguntarle si es por la música
que surge de entre mis sueños.

Para qué, si para mí es su ángel travieso, pequeño
más no inocente; que se planta de cuclillas y se orina
sobre mi tumba iluminada y con camastro,
con chicas de Internet que hacen cochinadas,
con rabias de duendes incluidas.

Para qué, si esta tristeza es rehén de un asaltante de bancos
emberracado con mi talante vigilante [en la web profunda
pues aún no le abre el arca triclave, para qué.

Para qué, señora Lógica, le voy a mostrar la carta
que amaneció ahí ahogada entre el reguero;
para qué si usted es tan inteligente
que podríamos entre los dos persuadirnos
de que eso no es poesía, es un artificio
y usted no consentiría que es una flor
nacida en un meadero del mismo modo
como yo tampoco aceptaría
que usted, comprándola, se ganó la lotería
pero fue Jehová que le premió su oficio.