lunes, 30 de noviembre de 2015

PEDRO BADRÀN EN LOS LIBROS



Escuchando su voz la transparencia del rasgo infantil que caracteriza nuestra personalidad sin perjuicio de las canas que contradicen -o se saltan por taras propias de lo moderno, què se sabe- la experiencia, nos hizo volver a los pasillos y aulas universitarias, en donde la admiraciòn, con tintes de veneraciòn por las personalidades e inteligencias que en medio de estrategias didascàlicas convertidas en rutina, ponìan sobre el camino de nuestros sueños càscaras en las que resbalàbamos casi a propòsito para demostrar que el cisco de la virtud y la humildad siempre seràn el sustrato sobre el que las fieras del circo dejan la impronta de su almizcle. Còmo olvidar el espejo retrovisor como metàfora de la posmodernidad, con Macluhan como piloto automàtico en la exposiciòn del raro aventajado y los demàs aplicando la estrategia del creativo senior: si la idea es genial di que no vale una mierda; si no vale una mierda muèstrate impresionado; pero ni lo uno ni lo otro; y la càtedra "De la abducciòn a la càbala" del mèdico Orlando Mejìa Rivera con sus ojos de niño asombrado y su fungir de mago pretencioso al que todos, menos el suscrito, criticaban sotto voce, mientras le hacìan la venia de la socialidad discreta. Còmo olvidar las columnas del antiguo seminario que convertidas en recostaderos de genialidades ignoradas entre sillas de cafeterìa que enmarcaban a Octavio Escobar Giraldo quien con gesto despectivo desechaba la pregunta inteligente de un discípulo de sexto semestre y hacìan que las niñas bien de derecho suspiraran por tener una entrevista... Còmo olvidar... Roberto Vèlez Correa, Bertulfo Salazar, Martha cecilia Betancur...¡oigan a mi papà!; que dizque los filòsofos o se vuelven muy vivos o se vuelven muy bobos. La filosofìa es como el matrimonio: al que no mata lo desfigura; pues, mètale literatura a ver si lo vuelve figura.

Jaime Andrès Monsalve hace su propia venia al maestro y el maestro responde con una sencillez de camarada. Ah, tiempos aquellos. Margarita Valencia, terrible, otra vez aguda y sutil como la epidemia de influenza mutando a chikunguña: Despuès de la lectura de los primeros pàrrafos de El hombre de la càmara màgica "una prosa musical, con buen agarre de llantas nuevas sobre asfalto no recorrido" A ver, Pedro; sin perjuicio de lo bailado; es para que los oyentes se antojen: quisiera que leyese algunas pàginas del final. Ha puesto a pensar que el dardo contenìa veneno del tipo: La literatura actual colombiana adolece de una falta de narraciòn y se engolosina en la descripciòn; narrar implica acciòn, acontecimientos, causa y efecto consecuencias, absurdo y poesìa de la vida;al menos que se cree un mito tipo: Las palmeras salvajes traducida por la mamà de Borges; la descripciòn, ah... Vienen ràfagas de conclusiones: Las ritualidades del poder, el manejo de la cosa pùblica, pùblica al fin y al cabo en el àmbito privado; Los Andes, Javeriana, Cartagena, pese a que no es de publicar. Finalmente es el histriòn quien gana por nock-out. Ritualidad del artista. Nada que ver con el sacrificio de la egolatrìa.