martes, 6 de diciembre de 2016

FERAL


Y, qué tal, que fuese yo un inteligente perro feral
que fue hasta el castillo de la cultura
-no fue al palacio, Palas le había dado el palio a la casta-
esa casta-y–yo, no conjugábamos; más, Palas había dado lo suyo
y se hastió de sus manjares, hechos de exigencia y suplicio
y, supongamos, que el perro alcanzó a ir hasta la cocina
a fuego de resistencia pasaban ideas por el chino
cultura; pero las trufas siempre necesitaban un perro o un cerdo
de modo que solo eran digeribles con el vino
o con intensos retortijones del esto-mago ¡qué no entiendo!
Cuál pá-lacio si todo es re-torcido, lacedemonio
y sucedió, que de las muchas co-incidencias se pasó al culto
a ciertas escogencias del manto de la serenidad
que querían ahuyentar embates juguetones del espanto
y ahora que como vómito traigo a mi tribu las primicias
sabor mal digerido contra hambre de saber se luchan las náuseas:
deja que la-roca-fuerte, roquefort te presente sus larvas, cómelas
las águilas de Atenea necesitan alimentar a Muerte, su hijo.