martes, 3 de noviembre de 2015

¿DESHOJAR MARGARITAS?



Como el punto aquì es no hacer daño, y cualquiera que sea la reacciòn que el "peso de la cobarde envidia" cause entre los muchos o los pocos que lean estas lìneas, vamos a comenzar diciendo que no es gratuito que el asunto de deshojar margaritas en el contexto que queremos enfocarnos, nos haya hecho pensar que puede parecer romàntico y cursi y hasta inapropiado, la idea de que la poesìa y el arte en general -pero màs el arte de tapa dura como el pasado domingo se presentò como el ùnico acierto de "los libros"- es un deshojar margaritas con el iluso pensamiento de que el ego de los muchos se conforma con el me quiere, no me quiere que se excusa en el hecho irrefutable de que siempre se acaban los pètalos y hay que dejar que el azar se confabule con la fortuna para que el me quiere caiga en el punto esperado; mientras tanto el genio -que aunque sea generalmente un muerto de hambre que se da la pela de darse el lujo de usar la elegancia, la sutileza y la idea genial e insòlita como respaldo irrisorio de sus pareceres, con lo que los otros se sacan la espina y dan el adecuado trato de desprecio al tunante, sin saber que al hacerlo dan el pensùm necesario para que el tiempo, ademàs de genios les gradue de bufones para disfrutar asì no sòlo de su infortunio sino de su vida- puede darse cuenta de que tambièn habrìa que encontrar un mètodo para que sol plagado de diminutos sèpalos alredededor de los pètalos diga si el me quiere es cierto; asì, pues, creemos que la inteligancia de la Margarita a la que aquì aludimos, lo mismo que la del Jamòn_Salve y sus reputaciones seguiran intactas.

Pero el asunto es que invitar a un personaje como Valentin Ortìz, todo un gerente innegablemente y seguramente una prueba irrefutable de la idea que transmitiò el penoso trasegar del programa por un ir y venir de venias mutuas pretendidamente interesantes y cultas, en donde la ostentaciòn mangualosa de que en la coyuntura que atraviesa el Paìs, la verdadera intelectualidad, la de tapa dura està perfectamente afianzada en el ajo de lo que significa y su seguridad de que es otra jugada màs para que el paìs siga en su ascenso vertiginoso de la periferia hacia el centro del mundo civilizado, es un verdadero fiasco para ellos mismos. Ha sido una salida demasiado en falso que lo ùnico que desnuda es el ridìculo mayùsculo que, ni siquiera en el comprensible hecho de que cuando se està jugando en el lado de la oficialidad, hay que mantener la lìnea, se justifica, porque, creemos que un Larry King, un Norman Mailer o un Truman Capote, cualquiera que sea la contradicciòn que de paìs y circunstancia signifique, hubiese preferido abstenerse -porque no hay modo de pensar siquiera que ha sido una orientaciòn de arriba, sino, màs bien, un sentirse de brazos cruzados o, ¿acaso un sentirse de meses alcanzados? como si Hay festival y todo el chupe de los eventos constantes no fuese un aliciente suficiente; es como si, en palabras de Pedro Medellìn ayer en Canal Capital, el acto de arribismo de Colombia de enviar cascos azules al Àfrica se hubiese replicado en lo que se supone es el pensamiento independiente y real de la naciòn.

Deberìa tomarse nota, finalmente, de que Canal Capital, lo mismo que muchas otras organizaciones en las que, no sòlo la preparaciòn, la lucidez, la capacidad de trabajo de equipo y el mantenimiento de una disciplina, muestra que los rumbos no son tan confusos y, a todos aquellos que se saben capacitados y concientes, que rinden honor a la Escritura Sagrada que hoy en la humildad de San Martìn de Porres, el santo de turno de esa instituciòn caòtica, neuròtica y todavìa di-abùlica, y que sin embargo se sienten asfixiados por la masificaciòn, el anonimato y la competencia de las oportunidades, les dice que la santidad, la humildad y el trabajo, hoy, como siempre, no son esa idea boba, del cielo prometido, sino una verdadera idea y realizaciòn de la poesìa de la vida: El abandonarse -sin dejar de luchar- a la Buenaventura que favorece siempre a los que la creen y la esperan, por contra de los que poniendo la soberbia, la astucia, la voluntad de poderìo del Yo primero, siempre terminan extraviando el rumbo o sufriendo màs de la cuenta.

!Y que Aristòteles no le dè el divorcio a su Pithyas y siga disfrutando de sus muchachos!