martes, 19 de diciembre de 2017

CUERDA LOCURA III

ELUCUBRACIONES LÚCIDAS DE UN LOCO
Escribió en su diario:
«El cuento no tenía hembra; o, al menos, no tenía esposa aunque existiera una que se llamara como él pero sus intereses eran más exactos y deleznables. La cuenta. Como ella, que tenía relaciones con uno más supuestamente poderoso y cuyo espejismo traía cosas a la mano, él “no se daba cuenta”. El número. Se miraba en las aguas de un lago abstruso hecho de instantes. Pero le hacía ojitos a otra que se desvivía por uno que era esquivo y complicado: Arte. Éste por su parte se ufanaba de su estirpe: El-que-trae, Arte, pero su traer era un agua que se escapaba entre los dedos, a menos que se pusiese a cocer al fuego de leños cuya llama se repartía por partes desiguales en un aire llamado mentes: La lengua. Por eso quizás la loca...
»¿Cómo se llamaba la loca? No se llamaba Novela. Novela era una dama muy bien puesta que sabía, o al menos lo aparentaba y así se promocionaba, de donde venía y para donde iba.
» El día se devoraba con fruición y desespero su noche. Cuando las nubes no le mostraban su reflejo era noche cerrada. La loca llegó hasta aquella sombra exigua y melancólica; Día se la comía aunque no quisiera; abusivo. Yo estaba obligándola a que me cobijase y me diese de beber de su boca reseca. Traía fardos repletos de girones de flores arrancadas a la fuerza de su casa, como si les hubiese dicho: “Tenéis que seguir hablándome de vuestros cuentos brujos, os invito a acompañaros de mi amiga la basura”. La dama diosa de aquel paraje –aunque no hada- al mirarse en el palimpsesto ilegible de sus arrugas tostadas la invitó a un refresco químico con nombre de ciudad: Tampico. Ella, agradecida, tomó aquellas lágrimas de doncellas prostituidas presas a imagen y semejanza de esos soles llamados naranjas en una cárcel plástica y se lavó las manos. ¡Uff, qué calor!...
»¿Acaso es por eso que la loca...? Aquel paraje era una de las puertas de entrada del infierno. Estás lejos Tampico. Una y al revés. Su imagen en espejo convexo, virtual e invertida. La lengua se miraba en uno de sus dibujos: Yo, un asta enhiesta. Conjunción. Un rastrillo. La hojalata de la moneda bajo la lengua de los muertos llevaba sus pasajeros. Subían creyendo entrar al cielo y descendían despavoridos.
»Anoche dormí sumergido en poéticas aguas. No sé si de mar, de lago o de río, pero eran aguas de poesía porque en cada emerger del desespero de no poder respirar aspiraba bocanadas de conciencia hecha palabra; eran versos que se hilvanaban cada uno sin poder tomar la mano del siguiente. Lágrima y gota; sal y piedra; llanura y abismo. Y, hete aquí que de pronto me veo arrojado en el varadero de una playa plácida: La primera casa familiar. En la habitación de mamá, que en las noches no estaba porque se iba de farra buscando el amor que le mintió cada uno de sus hijos, me encontré con una escultura acaballada en un rústico banco de madera; era un misil que no alcanzaba a delfín; una bomba de segunda guerra, y sobre ella, en forma de niño sodomita la seguridad de una rodilla que se flexiona codiciosa sobre su presa: Jacobo y el ángel. Pero el ángel es un caimán que se revuelca; mejor, una babilla cuya boca dentada se niega a mis besos. Ahora, luego de que digo a mi hermana Leo que me traiga la cadena de bolsillo que tengo en alguna parte, se convierte en una exuberante niña cuya estampa entre asustada y lasciva me dice: Para qué me vas a retener, mira, aquí tengo veintiocho mil años, que es lo que, según las especulaciones dura una era, y me dejas ir. Mientras la miro entre asombro y embeleso pienso en que la cadena, de no ser que la logre enredar entre los sobacos, no será suficiente, se escurrirá como una serpiente. Ahora es el típico corredor de finca cafetera; sé que debajo está el subterráneo donde se escurren monedas y al que me gusta meterme, reptando, con miedo y expectación de la gallina con pollitos de oro. En una de las columnas –es un pilar, pienso- giran, como partículas atómicas, tres pedazos de pan; y veo a la babilla caminando hacia un vértice. No quiere comer, me digo. Hasta que me veo, mientras veo, maravillado, abundantes manjares depositados por bultos en todas partes, entre los que destaca un racimo de dulces y saludables plátanos, en la pieza que era mi dormitorio en tanto la abuela, mi querida abuela, no llegase a pasar el fin de semana, como cuando, en sus estertores, me sacó, con unas ganas inmensas de ir al baño, para recoger su energía...
»Entonces...ese es el idioma de la loca. Otro verso. Mírenla, allá va/difusa y distante/la idea/ma’-de-ida/envuelta entre brumas/idioma... El inconsciente, ese bus, sub, con destino y sin aviso. Aquel día el calor de la loca ¿me habló? en el ordenador personal, el PC. Algo, o alguien tiene copia de la llave de mis habitaciones. Al no tener aire para respirar el procesador entró en shock; el conector de energía del ventilador estaba suelto; ¡¿no tiene acaso la ciencia mil metáforas para explicar el misterio, salvar los fenómenos?!! La gota y el gato, el que ahora, en el triángulo de ornamentación, fierro colado, da un banquete a un gallinazo, metido en el vértice de la Y, el infierno. Era yo, esa noche atravesando un paraje querido, y soborné a la hojalata Caronte diciéndole tengo lengua de perro, creo. Ahora, con su perfume, leo el mensaje: Los seres, en su muerte, se van a hablarle a las cosas queridas y a sus seres, aunque ellos no escuchan ni entienden su idioma, lo sienten.     

  

lunes, 11 de diciembre de 2017

HOJAS Y PAJAROS

Igual que las hojas cuando la engañosa primavera del otoño

Se lanzan como pájaros al vacío

Así los hombres se lanzan al abismo de la serenidad

Y la falta de sueño

Se sientan a la orilla de la vida a mirar el vértigo

De la vida barriendo el polvo caído, exhausto

Recogiendo escoria como recuerdos,

Souvenires de tiempos cuando el fuelle de las alas

Batía el fuego para forjar el hierro del acaso

Y volaban desde los imposibles hasta una tierra no prometida

Y el oro obscuro, bruto erigiendose monumento

Del memorable momento en que todos los antes

Se hacen ahora y el beso de la muerte

Es sólo el tiquete para el siguiente puerto

Una yegua indomable en celo una semilla

Horadando la roca gota a gota el misterio

Ay, pero hay hombres como hojas peremnes

Que esperan un poco más y baten la nieve

En copos con que las alondras jóvenes

Hacen muñecos para poner en el pico del canto

Del nuevo día en que los sauces empluman

El oriente de donde partió el vuelo


De nunca acabar los cielos 

DIETA Y GULA



Concedo, dieta de la barriga: “Desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo”. Pero digo, también, gula del espíritu: Amistarse como un rey, como un príncipe seducir y ser seducido, más, amar como un mendigo. 

COSECHA


Cosechar los frutos de la cólera
Triste es reconocerlo
El camino tantas veces recorrido
Sí lo conocías
Después de caer rendido
Esa cama cansada y sin sueño;
¡Pero, un momento,
pequeño señor saltamontes
Sabio saltarín de florecidos abismos
Sí, recogemos como esclavos el desparrame
Que siembra aquí y allá la circunstancia
Le servimos, reina tirana
Más, cuando le llovemos hacia arriba
Y hacia adentro
Ella no sabe que esa araña hambrienta
Va aporcando de espiga en espiga
Los hilos del deseo, ese sol ciego
Da agujas a la rueca y besos
Y picoteos de cuervo sobre la nuez
De la muerte argucias de simio
Cuando pone a hablar el piojo de la amada
Con el fuego de la silenciosa roca
-¡piojo a la plancha!-
Que quieta y ufana va huyendo de la gota
Hasta que un orgasmo da a luz
En un vientre que no estaba preñado
Ni en celo, sólo siendo igual que la nube
Que inspira amores y madrigales
Al loco aliento de un dios en desvarío.


SOBRE HISTORIA Y DESTINO DE LA LITERATURA

SOBRE HISTORIA Y DESTINO DE LA LITERATURA
(a propósito de una entrevista a Isaías Peña Gutiérrez)
Solamente escuché una parte de la primera hora de la entrevista a Isaías Peña Gutiérrez en el programa de la Radio Nacional de Colombia #Entrelíneas, pero fueron muchas las inquietudes que plantearon sus declaraciones. Para empezar he de decir que me sorprendió muchísimo la franqueza -no me decido aún a llamarla cinismo por la sencilla razón de que la contradicción entre el carácter inseguro de un personaje puede inducirle a decir cosas de las que después puede arrepentirse y, sin embargo, me hace dudar el hecho de que siendo un avezado profesor universitario e inveterado analista, acaso simplemente sabe perfectamente que la crítica ya no afecta el poder que detenta- con que se declaró un tipo tímido, nervioso y hasta “cobarde en la militancia política”.
Recordé entonces aquellos tiempos lejanos cuando, en la segunda promoción del taller de escritores de la universidad Central, me presenté con la ilusión, no sólo de “aprender” un poco más de lo que es ese raro prurito del poeta que “ve cosas” más allá de lo que la realidad muestra del mundo común y que no se estudia sino que se cultiva, sino también con el deseo enorme de conocer otros a quienes esa misma ilusión o fiebre que se pasa pronto cuando las mieles amargas del fracaso o las garras crueles de un gremio vanidoso y guerrero por antonomasia le dan su inmerecido. Presenté un texto de corte autobiográfico como creo que son todos los textos del escritor bisoño que hace sus primeros experimentos generalmente imitando a alguno de sus ídolos. Recuerdo perfectamente que el personaje que contaba sus afanes y afugias con la gran ciudad se llamaba Tontríz, en un juego inocente con la palabra tristón y el equívoco de sus aventuras; pero no era que quisiera presentar a un personaje tonto, más bien, creo, quería llamar a la ternura en lo que contaba y la forma acaso un poco barroca (acababa de leer Los pasos perdidos de Alejo Carpentier por consejo del escritor César Pérez Pinzón quien a la postre era cuñado de mi patrón en una imprenta) se encargaría, talvez de mostrar el talento en ciernes. No recuerdo bien el momento de la presentación, lo que si recuerdo como si fuera hoy es que, con el afán de intentar “influir” un poco o mostrar mi interés en ser aceptado me presenté una segunda vez y esta vez las ya acendradas barbas y el estilo desdeñoso del ayer entrevistado me intimidaron profundamente. Preguntó mi nombre y consultó un listado, luego me respondió secamente que debía esperar el proceso de selección ante lo cual sería llamado.
Nunca más volví a saber de Isaías ni de mi texto y ayer (claro que en medio de la cantidad de información que un diletante busca acerca de su afición algunas veces ese nombre apareció en alguna noticia pero nunca en reseña alguna, tal vez artículos periodísticos de la casa editorial El Tiempo, a la postre otra de mis decepciones) entre las anécdotas risueñas y de voz engolada del personaje, me enteré de que, entre otras actividades, había sido fundador de la Unión de escritores de Colombia y fue tan franco al declarar que no cree que el gremio de escritores llegue algún día a tener una solidez y fuerza tal que permita alcanzar realizaciones en bien propio de aquellos que no tienen ni el dinero ni las influencias necesarias para cultivar y promover su arte, como si lo han logrado otros países, que me hizo pensar en cuanta razón tiene, pero también me hizo caer en la idea de que el destino de los escritores de una nación tiene que ver directamente con el desarrolllo histórico de su pueblo y, realmente, nuestra historia, y la historia de la generalidad de los pueblos latinoamericanos, excepción hecha de México, que quizás por la cercanía al sueño americano y por esa estirpe guerrera que ya ha trascendido la historia, pero que, en contraste con el pueblo Inca, no se ha dejado sojuzgar por la tecnología, por el vértigo de la modernidad y por la debacle de las costumbres, antes bien, ha usado toda su mitología, toda su parafernalia alógica, mística, de misteriosa solidaridad de manada de lobos; y ahí es donde tal vez nuestra historia sólo tal vez esté empezando a despertar.
Me pregunté si ese hombre que hasta hoy me doy cuenta es tímido, nervioso, cobarde, vio también en mí sus características y entonces tuvo miedo de sus privilegios, los mismos que el sistema ha estado usando con los que son  impresionables y tienen algún talento y para mantener su status quo los adoctrinan en mansedumbre, y la vieja táctica de palo, pan y zanahoria. También me percaté de que los pueblos con tradición e historia todavía usan el mecenazgo, acaso de una manera muy diferente que incluye hoy las parafernalias del capitalismo salvaje y bandido, pero también recordé el relato de Robert Walser Los artistas en el que retrata la corte de un príncipe a donde llega una compañía de representantes de todas las bellas artes y los instala allí, poniendo a su disposición sus bodegas, sus cocinas y recomendando a sus aúlicos y cortesanos tratarlos como a seres dignos de admiración y respeto, y a tal punto llegó la fascinación en ese principado que la duquesa preferida del príncipe fue seducida por el poeta quien luego ferió su golosa realeza enamorándose de una de las sirvientas. Pero ese no es el punto: Fue tal la vida regalada y llena de placeres que la compañía degeneró en un hastío y una apatía terribles que los obligó a pedir al príncipe les otorgara el permiso de ir a seguir buscando la utopía, a seguir guerreando con el acaso, a buscar las musas en la necesidad y la carencia. Qué diferencia con la vida del artista moderno, ese parásito cabildeante de las mieles podridas de una cultura relamida, llena de remilgos y encima degenerada en canibalismo mutuo que disimula sus aromas putrefactos con el perfume del mutuo elogio. Al único nobel que este país ha tenido lo salvó de ese triste destino de lamesuelas el saber combinar la malicia mestiza con el riesgo constante de contar con gracia y sin miedo,  eso sí con la tontería del que sabe guardar el pan para la leche.        

   

jueves, 7 de diciembre de 2017

PAISAJE


Si eres el paisaje de mi deseo
Tienes razón
En resistirte
Tu crees que soy como la piedra
Le haces fracking
Y la deshaces
¡crees que realmente se ha entregado!
Te entregará tu porción de sangre
¡pero entregarte el río!
Te entregará la página
¡pero entregarte el libro!
Te entregará en verso
¡pero entregarte el alma!
De la poesía
Degustarás el poema
¡pero al poeta!
Mi poeta también es científico
Con su ensayo y error
Tendrás que probar que eres anomalía
Así el sistema te sacará del camino
Del amor, ese hallazgo
Reservado sólo a la inocencia codiciosa
De ese respiro del manantial
Cuando se resigna el sucio río
A regar patrañas y miedos
Porque si fueras sentimiento
Como el deseo, ese niño
Apenas boqueando
Entre Caribdis y Scila
El estrecho del fin de tu mundo
Sólo los dioses piadosos conceden deseos
A la chispa que salta
Para juntarse con la yesca
Y darle el hijo
Llanto de amor o desespero
Grito primero...
De modo que no juegues

A ser perfecto número.

SOY



Soy
Gracias a que otro escribe las argucias de mis células
Y su tejido
Ciego, con la razón absurda de un poeta
Teje el tapiz de la conveniencia
Que se confiesa con la esperanza
De que será benigna la penitencia
Al fin
Que vida y sudario ¡ese pañuelo!
De gusamenta
Que su lloro de no ser camino, en cambio
Nudo de larvas
Que los pájaros deshacen mientras sueñan
Con el nido
Que habrá de regalarles la primavera
En tanto la indigencia loca
Calma la sed
A las manos del K-loor
Con jugo de naranjas químicas
Somos, gracias
Dulce Dios que se vence a sí mismo
En el deseo colmado de razón insuficiente
Siempre terminas el silogismo
Aliviándote la enfermedad
A fuerza de-mente
Y las flores siguen sin su Salomón
Pero el pasado, ese camino sin principio
Vuelve siempre la vista atrás
Para degustar la sal

Que le aliñe el pan muerto de cada día.

ALCOHOL


Cuando el alcohol pobló el mundo
La humanidad supo
Que tenían razón los poetas
Pero ya era tarde
El plástico y la piedra
Eran lo mismo.


PISTOLITA

PISTOLITA
No, no era que la pistola estuviese amenzando. El caso es que la pistola ahí estaba.
-      Cómo es que nunca te había visto antes
-      Pues, no sé
-      Pero vives allí, a la vuelta
-      ¿A la vuelta de dónde?
-      De la esquina ésta
-      No, de muchas esquinas más allá de ésta... Por el parque Villa Diana
Acaso fue el inmenso abismo que se abría a los pìes de los dos y que los encontró mirándolo a través de la exigua valla de alambre, ella paseando las necesidades de los perros, tratando de manejar los chandosos suyos interiores, él. O acaso el lindo sol de invierno.
-      Ah, entonces es eso –se puso a pensar si acaso el perro asomado a la ventana que ladraba furioso le estaría ladrando a él, al ver como trataba de ajustar, por detrás, el elástico gastado a la precisa quietud del cinturón.
-      Debe ser que, siendo yo un asiduo mirón de este vecindario, porque no vienes mucho por acá, no te había registrado –lo miró sin pestañar y no supo bien qué fue primero, si el darse cuenta de que le gustaban esos vellos delgadísimos y negros cayendo como melenas de sus brazos o el subir el pómulo izquierdo para esbozar una sonrisa disimulada en guiño.
-      Y ¿estudias en la U. de Caldas?
-      Y también en la Universidad Nacional de Colombia –dijo con un énfasis que también parecía de pistola.
Sólo caminaron unos pocos metros, treinta como mucho, pero pasó media hora volando. Y esa media hora disparó más pistolas de las que alguien pudiera haber imaginado. Disparó, por ejemplo, en la esquina donde termina el barrio y empieza un camino terciario en el que alemanes de dudosa estirpe hacen turismo sexual y otros torcidos, que al bueno de Abel ya le había llegado la hora de meterse en el pellejo de su hermano (estudiaba física aplicada e ingeniería de alimentos), igual que cualquier enredadera que quiera florecer, le es preciso, primero, agenciarse un tronco, de lo contrario, deberá morir arrastrándose (así se le arrastraban a él adentro los perros de la rabia y la edad), en este caso el Estado, que lo era, providente, no porque tuviese sabia y equitativamente organizada la movida, sino porque sabía lo que es el estado de un cañón de pistola humeante en el pellejo. Se llamaba Isabel, IsA-bel, Andrea Isabel, mujera isa-Abel y había sido desplazada por la violencia.
-      ¿Usted tiene asegurada la sonrisa?
-      No –esta vez la sonrisa tuvo un destello de arrebato- cómo así?
-      Bueno, porque es que, en vista de que su sonrisa pareciera ser tan valiosa, yo podría asegurarsela de modo que nunca le falte
-      Asi las cosas, no cree usted que sería un mal negocio para mí, toda vez que si no me falta la sonrisa cualquiera podrá llevársela.

Entonces, cuando se fue oliéndose la mano que acababa de estrechar y que todo el tiempo había estado metida dentro del lado corazón del cinturón, se dio cuenta de que era una pistolita de la única idea legible en la cual aterrizan todas las inquietudes y empresas de los hombres –y mujeres-.     

lunes, 4 de diciembre de 2017

BAÑO SECULAR

BAÑO SECULAR

Darse dulces baños en el río de la vulgaridad
De la populosa avenida principal metropolitana
Baños de popularidad le llaman en navidad,
O en fines de semana cuando las luces de la comedia
Y su fanfarria no extraña pescar con la mirada
Los detestables peces nobles y exóticos
El porte de la elegancia, la faz de la bondad
No importa nada, feliz sería de ir a ser sarta
De tu anzuelo curioso: tan sastre y tan channel
En la hora laboriosa, ahora vulva desvergonzada
Llamando tu ojo avizor en esa verga ávida pero cansada
Acaso quieras calentar la carne yerta con el haz de luz libidinosa en una estética de palabras rebuscadas
que ya la mente puede lo que la muerte mercadeaba
a precio de medio miedo y un cuartillo de semántica trasnochada encima de plástica urdimbre ya no hay
ludibrium romana ahora la pintura en película de muerte
feliz está repintada y renacida la sombra en la toga
que tapa la púdica cara de la justicia malhadada
viaja segura en roca de hojalata aislando el rayo
Cronos es un payaso hecho mago
que venga mañana y le pago en ojeras y un té caliente
y me presente la letra de cambio el horror
ya está embriagado, felíz; Medea lo ha matado
y hurgando en sus entrañas encontró nada enfermedad
en-firme-edad  ya el pharmakos seguro la ha exiliado.

Ay, pero esos muertos vivos aun no saben con wikipedia
de Virgilio ni de Ovidio ni de Homero, todavía metamorfoseando la lengua en exquisitos exégetas
cuando el lenguaje todavía es Lar y Pares.
Tú, poeta, no te importe
Ya lo tuyo es tuyo a pesar de la fenestra
Que deja tus nobles huesos en el aire.   

TABACO

TABACO
Tocaba, el tabaco, a las puertas cerradas de la calma
Entonces tenía que salir todo el sistema a decir,
Desde adentro: No tiene que ver nada la historia
De tu pasado y sus mentiras con las invenciones
Del alma, ese fantasma deambulante que se hace pájaro
Y se caga en el símbolo como señal fehaciente
De que está en todas partes y en ninguna,
Ya como corazón, ora como brisa, otrora como grosura
de una llama desconocida que sube como plegaria
a dioses erigidos en fantasía del deseo, ese itsmo
metiéndose en el mar mismo de la negrura.


miércoles, 29 de noviembre de 2017

POEMAS DE CALLE Y TIEMPO







 DIGNIDAD

De ígnea edad pusieron una piedra en mi vida
Y los demás la llamaron dignidad
Esos que viven de nombres y no se preguntan
No se ensucian, y sin embargo
Encienden luces frente a los grandes espejos
Los reflejos de valores, y resulta
Que los olores ya no llaman a nada más bueno
Que la lejanía de la grosura, esa gorda droga
De dioses que sólo viven de la holgura del aroma
Y esas gentes que en las zalemas se tonsuran.

***

TERMINAL

Si te dijese que estoy en un borde
Donde la rosa de los vientos hace cabriolas
¿Qué pensarías?
Tal vez que un precipicio se abre frente
A los ojos de mi mente,
Que un vértigo hay pendiendo de mi conocer
Y de tu entendimiento,
Pero no, imagina que estoy en ese exacto punto
Donde algo termina pero no es el fin,
Es un nodo, donde se acumula, por un instante
Todo lo transitorio, todo lo fugaz,
Todo lo despechado de los ojos,
Todo lo que implica un más allá
De donde tú no pasas y esquivas el rumbo
Hacia rutas conocidas, hacia el foco,
esa mentira sofisticada que es toda lumbre;
ya, quizás, si piensas un poco,
llegarás a pensar que es un terminal
como cuando ese rectángulo en la pared
con un par de juegos de tres ojos
uno el polo a tierra, corriente alterna los otros
¿a dónde va lo que ahí llega si no se le conduce?
Puede suceder igual con el escarabajo de latón
Que ahora parquea allá, enfrente, con múltiples ojos
                                                           [transparentes
De donde desciende una visión, mucha gente
Que se apea tras una reina azul celeste
A juego con una estampa impresionante
Exhuberante es el pathos sobre el que camina
Tan azul como el cielo que la cobija
Y los que se bajan aún no saben que es una cifra
De todos sus anhelos que van buscando
de estación en estaciónpalos de ciego dando.

***

ENAMORA

Tan fácil que lo enamora a uno
Porque parece que uno mirara agua
cuando le mira,
porque corre uno a la par como si nada
por su rodada y en cada parada
quiere uno decir aquí es destino
más ay, ¡a la huída!
ojos monstruosos de mujer, ternura.

***
RELOJ
Ahora en modo digital camino
En dos más mi-tú-no-es, minutos
¿la corriente, el integrado disipador
qué es el desfase, del tiempo dividido, dime?
Ah, cuando comprendas qué es lo di-minuto
Habrás de saber entender el di-segundo?
Más pequeño que tú-mi-no, está bien
Pero dinos, tal suspiro ¿puede o no dar el salto
Vale por dos, pero y el turno [con tercio excluso?
No vas tú-a-Ur, túrbanos
De algo distante, de cielo o de abismo
Acaso de término medio, no el verbo, el símbolo
                                                      [hecho carne
La pequeñez la tesis, antigüedad la antítesis
Y en medio la ambiguedad de un ser no-ser,
Andrógino de pelo plástico, como en-amor-hado
Como con la indefinición del instante
En que todo sirve luego de que todo ha acabado.

***

PAREJA

Sentada en cualquier acera,
una pareja matriogenésica
Es decir, una matrix y su trascendencia
¿Qué miran, acaso,
entre la canícula petrolera;
de ese vientre de donde emergen efluvios
con mensajes lejanos, como de estrellas,
y que dan nuevos bríos al juego
de pistones, transmisiones y ruedas?
Pnéuma-de Ática, ese espíritu que pasa,
Piensa: “Es un alma ansiosa de amar,
Se le nota en la tristeza”
Ese espejo en el que se mira, ahí, postrada, fea
Pero es amor filial esa espera
Acaso, que el genio de Aladino haga manos la manguera
Y las mariposas amarillas y los cráteres de Garavito
Quizás volar puedam hasta bolsillos vacíos donde se dice:
Cuando se está en la lucha, el amor se queda
En el sótano, fermentando sus delicias.



domingo, 26 de noviembre de 2017

PARA ODIAR CON ANDREA SALGADO


  La hora del almuerzo se me vino encima odiando con nombre propio. Irónicamente, gajes intelectuales del deseo de pensar en comunidad. Los motivos eran harto complicados. Cómo resulta que los domingos tienen ahora ese raro aliciente de mezclar el ocio con cierta gimnasia mental a la que invita siempre todo aquello que se trate de intelectuales, de escritores, de trabajo del espíritu para mantener el arte en esa posición decorosa, no por virtuosa, sino por guerrera, que la parafernalia mercantil y financiera le quiere usurpar con sus oropeles aliados siempre con el demonio de la paradoja: Si brilla y se sopesa su valor en metálico, tiene que ser de lo mejor. Siempre el diablo del parangón y el nombre propio tiene una dignidad a la que ninguna máscara le puede quitar su simpleza: pertenece a alguien pero ese alguien es un mundo y el mundo es confuso y problemático. Pero existen las instituciones; y de un tiempo para acá la institución del domingo se llama la Radio Nacional de Colombia y el programa Entre líneas. Ay, pero como no comparar la inteligencia de alguien como Margarita Valencia quien cuando aquel mismo formato de llamaba Los libros ponía su agudo ingenio y conocimiento del mundo libresco al servicio de eso que la estética busca siempre: Sacar el mejor partido de la belleza de lo sofisticado, de lo terrible, de lo original, de la personalidad, de la idea y ese intento contrastado con el desafío: Si usted está aquí es porque es bueno, a ver, pruébenos; pero ese pruébenos mantenía en vilo, todo el tiempo, a lo que la máscara, la persona, va poniendo en ristra, no lo que la reputación, el rumor, la fama ha cultivado. Si el personaje se hacía muy díficil por obvio, por discreto, por intrincado, entonces lo dejaba a su aire y que él mismo pusiése la calificación de lo que su proyección dibujara en ese espacio de compartir, de pensar, de debatir. 

 Eduardo Otálora Marulanda tiene su propio estilo y eso nadie puede quitárselo, más ese respeto que se pierde en la ironía ramplona, mal planteada, que no deja el sabor de lo que las palabras no quieren decir, pero lo hacen, sino, ciertamente de lo que dicen y que deja más bien espacio para la imaginación atrevida, maliciosa, sesgada, hizo que en la entrevista de hoy, a Andrea Salgado, una jóven escritora cuya  reputación de contestataria, de intelectual de avanzada, cualquier cosa que eso quiera decir con respecto a los cánones, a las convenciones de lo excelente, de lo escogido, de lo que trasciende, y que quizás esa enfermedad tan moderna del afán de originalidad en un mundo en el que nada sorprende y que, contrastado por el hecho de que es una persona que se ha hecho a pulso, con su guerreo con lo que hay y el esfuerzo de reclamar lo que quiere, que no ha contado con una casta o con un delfinato -seguramente habrá contado con la ayuda de influencias, pero no de esas que piden favores como dando órdenes-, no casa con los ideales perpetuados en los establecimientos... El caso es que el hecho de que el programa comienza de una forma muy poco delicada, con la imagen  de un carnicero y la palabra perversidad con una ironía desafortunada de sangre, carne colgante, vísceras y todo aquello que provoca repulsión, para referirse a quien a la postre resulta ser el padre de la entrevistada y que, por más que el trasunto de la obra de la cual iban a tratar (La lesbiana, el oso y el ponqué, su ópera prima) tuviese que ver con esa puesta en escena autobiográfica, el tratamiento de interés se vio malogrado. Y es acaso el propio cogerle el tranquilo a la vida de esta interesante e inteligentísima persona, suyo palmarés académico y la propiedad con que puede hablar de lo suyo y de su quehacer docente, ese otro problemático hito de la socialización, no le permitió que acaso quisiera proponer otras formas de abordar la entrevista para que no dejase ese sabor tan contradictorio. Y es que nuestro ánimo ya estaba envenenado gracias que, otros dos muy interesantes, pero igualmente diletantes en los asuntos de la alta inteligencia: Alberto Salcedo Ramos y Mario Jursich Durán habían echo un comentario irónico anecdótico no aclarado acerca de su paciente, pero que mencionaba que alguna vez el laureado poeta Juan  Manuel Roca, al ver en una vitrina una obra de alguien cuya calidad estética supuestamente dejaba mucho que desear, dijo: Eso pasó directamente del anonimato al desprestigio. Lo cual, me puso a cavilar de modo muy grave y pesaroso.

Si nos ponemos a atender que, en teoría, los ideales de cualquier Estado están relacionados, influenciados y "direccionados" a lo excelso, a lo mejor, a lo escogido y que el tejemaneje político ha abierto un abismo desmesurado entre la aspiración a la igualdad democrática y la disparidad de manejo del conocimiento, las oportunidades y los presupuestos, que en este caso no son únicamente monetarios, sino también encubiertos; y si miramos la polarización entre la efectividad del Estado para generar bienestar, seguridad, equidad, nos podremos dar cuenta que todavía el sistema es un sistema cortesano de áulicos, ministerios, pajes y servidumbres y que la verdadera discusión se maneja entre bambalinas de modos, de malicias, de tendencias que si no se saben manejar profesional y discretamente, van a dar al traste con cualquier régimen estable. La república de las letras nunca ha estado más prostituida, pero eso no implica que haya un cierto tipo de prostitución que es saludable para la convivencia, para el entendimiento, para el mejoramiento de las aspiraciones, no, como parece ser ser en las más altas esferas, para degeneración del goce, que siempre incluye despilfarro y molicie. En cambio, el goce trabajado, el que quiere aprender de las aphrodisia para impulsar vitalidades vigorosas, el que, no importa cuál tendencia escoja, sólo que está atento a no perder el norte, o mejor, el rumbo, siempre rinde frutos.

No sé cual vaya a ser el dictámen de la crítica y de la historia para esta obra y para esta artista y eso no me interesa; lo que me interesaba resaltar aquí, es que realmente nos falta mucho para integrarnos fraternal y objetivamente como hermanos de una familia llamada país y que más parecemos lambones pedigüeños de una tiranía que luchadores por una causa común