(Porque
los reconocimientos se hacen en vida)
Resulta
que una vez se me apareció la vida con cara de Ortega y Gasset.
Tenía una remera estampada muy a la moda (muy mona, había dicho
cuando la compró) con un aplique que rezaba “yo soy yo y mi
circunstancia” pero en inglés.
Se plantó delante de mi con esa arrogancia ¿diría apostura?, de
los que tienen la cuenta bancaria bien definida pero tenía un no sé
qué de humilde que se supone tienen los sabios (yo, hasta ahora, no
me he encontrado ninguno; sólo pedantes con máscara como mi
profesor de griego, quien en el primer semestre me reprobó por que
“lo sencillo de en el bosque hay abejas no
se permite licencias poéticas de “en la dulzura está el
secreto” como había sido mi
traducción de la frase; lógico que por entonces yo no conocía el
truco del contexto y me tocó habilitar. Me espetó con la misma
lengua larga del profesor de griego que parecía relamerse los
bigotes en torno a una vulva imberbe y gorda cuando hablaba: y
tú, qué ¿vas a seguir intentando meterte en mi mundo de la
inmortalidad sólo con la cédula? Vete
a la mierda, le dije. De pronto, con esa habilidad que tienen los
fantasmas que saben decir que no son sueños, el muy influyente
mentor de los Cuadernos hispanoamericanos se convirtió en Álvaro
Uribe con un AK-47 apoyado en el hombro, diciéndome: qué,
pues sigue metiéndote en la boca todos esos humos, como si fueran
cigarrillos de letras que te metes, cuán supositorios, por el culo,
para que den mierda y nadie pueda leer el rastro. Yo puedo, y te voy
a dar por el culo de verdad. Entonces,
bajo una nube de humo fake se
apareció Donald Trump con un poco de cara de Vargas Lleras (quizás
por la cabeza rapada que indicaba que había sido sometido a una
operación de cerebro). Déjelo, no vale la pena, nosotros nos
encargamos. No quiso hacer caso, quitó el seguro y se desgañitó:
¿Qué clase de piedad hay que tener con esa muñeca
descolocada quitándole la sacralidad a la libido? Y, cállese usted,
Sir Resort, you can not say anything because now i'm will going to
shot and would be you. These its a matter ab-origen.
Mientras, tomé a mi
circunstancia por los cojones, que para entonces se había escondido
en la maraña del culo, y grité como pude: El humo de mi
miedo se mueve según los dictados de mi mente; yo tengo el control.
No como usted que sólo tiene el control de las masas que soba en su
pa'nadería democrática. Si dejo que la tirana libido me prescriba
entonces voy a escoger la peor opción. Quien juega por necesidad,
pierde por obligación.
La
situación era terriblemente tensa pero la conversación parecía
interesante. Be quiet, be quiet,. Mr. Ubermenshésimo;
usted sabe lo que debe saber pero debe pensar lo que tiene
que pensar. No debe tirar del cordel antes de que el pez haya picado.
Para entonces el Dr. ya me había
dado mi medicina. Había gritado: No ve que este facineroso
terrorista ya infectó todos los ships
y toda la fibra óptica mira en sus modos”.
Entonces vi a doña Lina Moreno a mi lado acariciándome la mejilla.
Al otro lado unos señores de bata blanca vestían una camisa al Dr.
Pulquérrimo: Lo sentimos, Dr., pero su competencia mental
debe ser revaluada. No se
preocupe, yo me encargaré de demostrar que el loco es usted.
Cuando
me di cuenta, o sea, cuando me di por esposa el cuento, en el asilo a
dónde mis hermanos me llevaban los cigarrillos, los enfermeros me
decían: Sí, duelen los quemonazos pero ese chaleco tan
bonito estampado con el letrero “Cruzada
por la decencia” lo salvó. Ahí
si me confundí.