miércoles, 29 de noviembre de 2017

POEMAS DE CALLE Y TIEMPO







 DIGNIDAD

De ígnea edad pusieron una piedra en mi vida
Y los demás la llamaron dignidad
Esos que viven de nombres y no se preguntan
No se ensucian, y sin embargo
Encienden luces frente a los grandes espejos
Los reflejos de valores, y resulta
Que los olores ya no llaman a nada más bueno
Que la lejanía de la grosura, esa gorda droga
De dioses que sólo viven de la holgura del aroma
Y esas gentes que en las zalemas se tonsuran.

***

TERMINAL

Si te dijese que estoy en un borde
Donde la rosa de los vientos hace cabriolas
¿Qué pensarías?
Tal vez que un precipicio se abre frente
A los ojos de mi mente,
Que un vértigo hay pendiendo de mi conocer
Y de tu entendimiento,
Pero no, imagina que estoy en ese exacto punto
Donde algo termina pero no es el fin,
Es un nodo, donde se acumula, por un instante
Todo lo transitorio, todo lo fugaz,
Todo lo despechado de los ojos,
Todo lo que implica un más allá
De donde tú no pasas y esquivas el rumbo
Hacia rutas conocidas, hacia el foco,
esa mentira sofisticada que es toda lumbre;
ya, quizás, si piensas un poco,
llegarás a pensar que es un terminal
como cuando ese rectángulo en la pared
con un par de juegos de tres ojos
uno el polo a tierra, corriente alterna los otros
¿a dónde va lo que ahí llega si no se le conduce?
Puede suceder igual con el escarabajo de latón
Que ahora parquea allá, enfrente, con múltiples ojos
                                                           [transparentes
De donde desciende una visión, mucha gente
Que se apea tras una reina azul celeste
A juego con una estampa impresionante
Exhuberante es el pathos sobre el que camina
Tan azul como el cielo que la cobija
Y los que se bajan aún no saben que es una cifra
De todos sus anhelos que van buscando
de estación en estaciónpalos de ciego dando.

***

ENAMORA

Tan fácil que lo enamora a uno
Porque parece que uno mirara agua
cuando le mira,
porque corre uno a la par como si nada
por su rodada y en cada parada
quiere uno decir aquí es destino
más ay, ¡a la huída!
ojos monstruosos de mujer, ternura.

***
RELOJ
Ahora en modo digital camino
En dos más mi-tú-no-es, minutos
¿la corriente, el integrado disipador
qué es el desfase, del tiempo dividido, dime?
Ah, cuando comprendas qué es lo di-minuto
Habrás de saber entender el di-segundo?
Más pequeño que tú-mi-no, está bien
Pero dinos, tal suspiro ¿puede o no dar el salto
Vale por dos, pero y el turno [con tercio excluso?
No vas tú-a-Ur, túrbanos
De algo distante, de cielo o de abismo
Acaso de término medio, no el verbo, el símbolo
                                                      [hecho carne
La pequeñez la tesis, antigüedad la antítesis
Y en medio la ambiguedad de un ser no-ser,
Andrógino de pelo plástico, como en-amor-hado
Como con la indefinición del instante
En que todo sirve luego de que todo ha acabado.

***

PAREJA

Sentada en cualquier acera,
una pareja matriogenésica
Es decir, una matrix y su trascendencia
¿Qué miran, acaso,
entre la canícula petrolera;
de ese vientre de donde emergen efluvios
con mensajes lejanos, como de estrellas,
y que dan nuevos bríos al juego
de pistones, transmisiones y ruedas?
Pnéuma-de Ática, ese espíritu que pasa,
Piensa: “Es un alma ansiosa de amar,
Se le nota en la tristeza”
Ese espejo en el que se mira, ahí, postrada, fea
Pero es amor filial esa espera
Acaso, que el genio de Aladino haga manos la manguera
Y las mariposas amarillas y los cráteres de Garavito
Quizás volar puedam hasta bolsillos vacíos donde se dice:
Cuando se está en la lucha, el amor se queda
En el sótano, fermentando sus delicias.



domingo, 26 de noviembre de 2017

PARA ODIAR CON ANDREA SALGADO


  La hora del almuerzo se me vino encima odiando con nombre propio. Irónicamente, gajes intelectuales del deseo de pensar en comunidad. Los motivos eran harto complicados. Cómo resulta que los domingos tienen ahora ese raro aliciente de mezclar el ocio con cierta gimnasia mental a la que invita siempre todo aquello que se trate de intelectuales, de escritores, de trabajo del espíritu para mantener el arte en esa posición decorosa, no por virtuosa, sino por guerrera, que la parafernalia mercantil y financiera le quiere usurpar con sus oropeles aliados siempre con el demonio de la paradoja: Si brilla y se sopesa su valor en metálico, tiene que ser de lo mejor. Siempre el diablo del parangón y el nombre propio tiene una dignidad a la que ninguna máscara le puede quitar su simpleza: pertenece a alguien pero ese alguien es un mundo y el mundo es confuso y problemático. Pero existen las instituciones; y de un tiempo para acá la institución del domingo se llama la Radio Nacional de Colombia y el programa Entre líneas. Ay, pero como no comparar la inteligencia de alguien como Margarita Valencia quien cuando aquel mismo formato de llamaba Los libros ponía su agudo ingenio y conocimiento del mundo libresco al servicio de eso que la estética busca siempre: Sacar el mejor partido de la belleza de lo sofisticado, de lo terrible, de lo original, de la personalidad, de la idea y ese intento contrastado con el desafío: Si usted está aquí es porque es bueno, a ver, pruébenos; pero ese pruébenos mantenía en vilo, todo el tiempo, a lo que la máscara, la persona, va poniendo en ristra, no lo que la reputación, el rumor, la fama ha cultivado. Si el personaje se hacía muy díficil por obvio, por discreto, por intrincado, entonces lo dejaba a su aire y que él mismo pusiése la calificación de lo que su proyección dibujara en ese espacio de compartir, de pensar, de debatir. 

 Eduardo Otálora Marulanda tiene su propio estilo y eso nadie puede quitárselo, más ese respeto que se pierde en la ironía ramplona, mal planteada, que no deja el sabor de lo que las palabras no quieren decir, pero lo hacen, sino, ciertamente de lo que dicen y que deja más bien espacio para la imaginación atrevida, maliciosa, sesgada, hizo que en la entrevista de hoy, a Andrea Salgado, una jóven escritora cuya  reputación de contestataria, de intelectual de avanzada, cualquier cosa que eso quiera decir con respecto a los cánones, a las convenciones de lo excelente, de lo escogido, de lo que trasciende, y que quizás esa enfermedad tan moderna del afán de originalidad en un mundo en el que nada sorprende y que, contrastado por el hecho de que es una persona que se ha hecho a pulso, con su guerreo con lo que hay y el esfuerzo de reclamar lo que quiere, que no ha contado con una casta o con un delfinato -seguramente habrá contado con la ayuda de influencias, pero no de esas que piden favores como dando órdenes-, no casa con los ideales perpetuados en los establecimientos... El caso es que el hecho de que el programa comienza de una forma muy poco delicada, con la imagen  de un carnicero y la palabra perversidad con una ironía desafortunada de sangre, carne colgante, vísceras y todo aquello que provoca repulsión, para referirse a quien a la postre resulta ser el padre de la entrevistada y que, por más que el trasunto de la obra de la cual iban a tratar (La lesbiana, el oso y el ponqué, su ópera prima) tuviese que ver con esa puesta en escena autobiográfica, el tratamiento de interés se vio malogrado. Y es acaso el propio cogerle el tranquilo a la vida de esta interesante e inteligentísima persona, suyo palmarés académico y la propiedad con que puede hablar de lo suyo y de su quehacer docente, ese otro problemático hito de la socialización, no le permitió que acaso quisiera proponer otras formas de abordar la entrevista para que no dejase ese sabor tan contradictorio. Y es que nuestro ánimo ya estaba envenenado gracias que, otros dos muy interesantes, pero igualmente diletantes en los asuntos de la alta inteligencia: Alberto Salcedo Ramos y Mario Jursich Durán habían echo un comentario irónico anecdótico no aclarado acerca de su paciente, pero que mencionaba que alguna vez el laureado poeta Juan  Manuel Roca, al ver en una vitrina una obra de alguien cuya calidad estética supuestamente dejaba mucho que desear, dijo: Eso pasó directamente del anonimato al desprestigio. Lo cual, me puso a cavilar de modo muy grave y pesaroso.

Si nos ponemos a atender que, en teoría, los ideales de cualquier Estado están relacionados, influenciados y "direccionados" a lo excelso, a lo mejor, a lo escogido y que el tejemaneje político ha abierto un abismo desmesurado entre la aspiración a la igualdad democrática y la disparidad de manejo del conocimiento, las oportunidades y los presupuestos, que en este caso no son únicamente monetarios, sino también encubiertos; y si miramos la polarización entre la efectividad del Estado para generar bienestar, seguridad, equidad, nos podremos dar cuenta que todavía el sistema es un sistema cortesano de áulicos, ministerios, pajes y servidumbres y que la verdadera discusión se maneja entre bambalinas de modos, de malicias, de tendencias que si no se saben manejar profesional y discretamente, van a dar al traste con cualquier régimen estable. La república de las letras nunca ha estado más prostituida, pero eso no implica que haya un cierto tipo de prostitución que es saludable para la convivencia, para el entendimiento, para el mejoramiento de las aspiraciones, no, como parece ser ser en las más altas esferas, para degeneración del goce, que siempre incluye despilfarro y molicie. En cambio, el goce trabajado, el que quiere aprender de las aphrodisia para impulsar vitalidades vigorosas, el que, no importa cuál tendencia escoja, sólo que está atento a no perder el norte, o mejor, el rumbo, siempre rinde frutos.

No sé cual vaya a ser el dictámen de la crítica y de la historia para esta obra y para esta artista y eso no me interesa; lo que me interesaba resaltar aquí, es que realmente nos falta mucho para integrarnos fraternal y objetivamente como hermanos de una familia llamada país y que más parecemos lambones pedigüeños de una tiranía que luchadores por una causa común

sábado, 25 de noviembre de 2017

AGUACATE


La palta, el aguacate: ese barro hecho fruta

Ya no sabe en su versión clásica, necesita

Un nombre, alemán, hass, para dar gusto

El pasado sabe a rutina y el estudio

Esa pobre florescencia desagradecida

De la raíz que la llevó tan alto: ¡Acate-agua!

Esta orden de saber rico, papelón

Con nuevos ritos, sólo grande, hinchado

Pobre tonto sin sabor,

Ay, no sabes que contengo los principios

La fe de que tengo una ruta, f-ruta

La pala de tu dar pa-la-dar fue

La que perdió el rumbo, lengua ávida

Pobre aguja de deshacer el nudo del mundo.

LAS LÁGRIMAS

LAS LÁGRIMAS


Las lágrimas del camino son lluvia que el cielo no afirma
El deseo pone sol y playa cada que la nube camina
Y con quién y por qué la nube camina?
Se preguntan los poetas de otro tiempo
Los que perviven al amparo del árbol de la sombra
Ese que crece a la orilla de la mentira
Que no desmintió ninguna biblia y que ningún algoritmo
Diseminó en su catálogo como otro milagro
De la reproducción técnica, no, el sí
Saltó por encima de la pared ética, tu ethos, esa otra cosa
Es apenas el reflejo con que atrapaste la luz en el espejo
El fuego y la sal conversan de política turística
Si descansas en la playa de la muerte ¡qué te importa!
El salto que te va a oponer otra pared
No para que seas atleta, para que le dés  trabajo al guardagujas
De todos  los trenes con que adivinas la no-meta
La vía única del agua que liberó su carga aunque va sucia.

CUERDA LOCURA (SECOND PART)

I
EL LOCO

El tipo no estaba loco, antes bien, si tenemos en cuenta que la cordura de la época en que vivía era toda una embriaguez de lo moderno -porque la moda no era lo que todo el mundo pensaba, un modo: se me dio el modo, la gana, de ponerme el traje de juez, de payaso, para contrastarme con el de brujo o el chamán de indios o el de sacerdote de la multiplicidad y la multitud y que esta me siga, más no al modo antiguo- no, la moda va-en-guardia, vanguardia, de todo lo que me llega y lo asumo: ¿se me enredo la cuerda por un exceso de alcohol mezclado con ansiedad reprimida; se me enredó en un retén de ideología; se me enredó en el modo como digo que siento? Pues a la mierda la crítica, era demasiado lúcido. Cuando el dedo elucubrante deshace el nudo el viaje continúa. Eso era la cordura; y todos los productos de la razón, eran simplemente hallazgos; el huevo que la gallina pone para alimentar la ilusión, y hoy, si no, pues pone la moneda con que comprarla, el asunto es que el nido donde anida la vida permanezca, no importa si el polluelo que ha de nacer es hijo de la verdad o la mentira, eso ya lo resolverá el juez del vínculo: si veo un culo que va siguiendo mi huella y manda saludos con sus raicillas a la raíz principal, es porque el que-hijote, Quijote, del hombre sabe por donde va aunque no sepa hacia donde; si no,  es porque el maldito estornino del azar cambió el huevo y empollamos un híbrido (si es hijo de la hybris a quién le importa?, todos somos mestizos)...

En ese orden de ideas, el tipo no estaba loco, el loco era otro: "Dios no ha muerto, estaba loco y como loco se inventó la forma de superar la muerte y vender la razón como moneda de tránsito; asegurar que esa moneda es la misma que, por piedad, se ponía bajo la lengua de los muertos para atravesar el te-leo, Leteo, quizás sea cuestión de pre-stigio, que no es lo mismo que decir que todos estábamos muertos en la misma dicha, que muertos estamos, pero aún viven los griegos antiguos a fuer de su brujería". El pobre Nietszche  sólo había formulado su idea más lúcida y, ahí estaba el asunto: La luz... ( https://www.youtube.com/watch?v=FtlVmE-VIGM&list=RDGMEMJQXQAmqrnmK1SEjY_rKBGAVMiLe0cqT9GC0&index=12 )

II
LA LUZ

La luz. La luz era el pobre prisma al través del cual se miraba la vida. El ver, esa aberración del ser; esa inseguridad; ese camino inducido por la luz, por la necesidad de saber a dónde y por dónde se va, no cómo se es. Entonces estaba ahora allí, mirando esos juegos de luz, en ese vórtice de energía, como cuando pasa una muchacha y con la lengua te hace un guiño de geometría en la bicectríz de la boca. El secreto está en descubrir si es siniestro o diestro el guiño. Para él es un guiño diestro del cielo, valga decir, bendito, de las noticias que traen las aves migratorias como si fueran almas. Son gavilanes americanos, piensa. El número empieza a hablarle; primero son tres los pares de alas que observa como planean en una turbulencia de aire caliente. Hay un par independiente que parece dar indicaciones a los otros tres. Es la puerta de una tienda el marco, con una vaga que se abre a sus pies; se toma una cerveza. De pronto escucha a sus espaldas un lamento que habla a través del teléfono celular: Amor, de pronto he sentido una corazonada, como si me clavaran un puñal en el corazón. Ahora son dos pares de alas que se lanzan sobre el aire cercano; no son gavilanes, son gallinazos, buitres que parecen querer hundir sus picos en algún aroma que asciende como una plegaria cansada. La muerte extendiendo sus fauces por doquier. Pero el hombre que se toma la cerveza, como el hombre que protegido por una extraña seguridad o por un ventajoso e incógnito ángulo de mirada observa  impasible como se incendia un teatro, cómo actores y espectadores cambian las muecas de sus máscaras por la expresión pánica, aterrorizada y se convierten en un caos; discierne que él todo sabe de su soledad y se cierne amenazante sobre su figura, pero él sabe que el todo lo necesita; no importa si el todo le increpa: O eres mi parte o eres nada, pero no eres único y me debes dirección y brújula; pero él se burla; ha descubierto a la tendera mirándole de soslayo. Me quieres despojar de mi tesoro. Pues págalo caro. Otro viento confluye: La W Radio habla por intermedio de su interlocutor más perspicaz, pero el menos serio, el más irónico: El teatro municipal de Cúcuta, el teatro fronterizo, necesita ser re-financiado, no importa que los actores venezolanos no nos den el acento que queremos, pero lo importante es la reintegración. Vamos a  hablar con ___ , dice el director "Julito" por qué razón están acusándolo a usted como coordinador de la agencia para la integración de colombo-venezolana de malversación? Entonces aparece en trasescena William Shakespeare, desesperado, arreglando los últimos parlamentos de la función siguiente, de acuerdo a lo que sucede en el condado; necesita que sus queridas no se desdigan, que no vayan a caer en la horca y, acaso también sus queridos. Todavía no hay Internet; el Big brother no ha nacido . Llama a gritos a sus segundos, qué actualización tienen, es que no quieren ser los futuros Best sellers factory's workers; es que la puta excelencia que tienen en la puta mollera no les quita las telarañas de las pensaderas, no les abre el camino, no pone puentes en los abismos? Y eso que tampoco había nacido el cine, esa orgía de ideas y puesta en escena. Todavía no se ha descubierto la ruta de Indias: EL ESPAÑOL.   



III

QUÉ TAN MAL VAMOS
Si hablasemos en modo griego, diríamos que me fuí ésta mañana al periplo cotidiano, por-lo-peri ; pero como tenemos que atenernos a los modos modernos, hemos de decir que fuí a dar la vuelta, tu-vela. Pero la vela nunca tiene dirección; si el viento no es favorable no te puedes aventurar, a menos que estés de aventura. Entonces la vuelta era ir por esa orilla conocida: Un camino, unas estaciones, alguna cafetería, un banco de parque, las raudas naves seguras sin vela, con motor motu propio. El café estaba sabroso, como siempre, en aquella estación obligada; sólo que hoy el telos, el telón de fondo de enfrente, estaba vestido de un peculiar modo, un modo festivo. Era un centro cultural de barriada, uno de esos centros que las administraciones ponen al servicio de los ciudadanos para promover la cultura; si la cultura al uso, como siempre, es un galimatías que cada cual prefiere ignorar, allá cada uno, más grande será la tajada para los que se atrevan a por ella –para hablar en términos europeos-. El caso es que los banderines de feria, los carteles invitando a sumarse a la fiesta donando un regalo para un niño que todavía espera el niño Dios, la estridente música de rapeo, no anunciaba nada elegante, nada edificante; los colores de aquellos banderines ya no contenían ni el blanco inmaculado, ni el negro sofisticado, ni el gris interesante, ni el color vino tinto, el color de lo purpurado. “quiero caminar por tu pelo y llegar al ombligo de tu oído/y un bienvenido darme con la lengua que tal vez sea correspondido/con esa sonrisa sin rumbo que sabe que quiero cambiar este puto mundo/así no le guste al alcalde ni a tu madre ni a tu abuelo y menos/a tu vientre fecundo/por que quiero hacertelo con el don que no da el condón en tu ser profundo...” Sólo estaba el verde de luciérnaga informática, el naranja de bebidas con mil ingredientes de aniones y cationes, todas las gamas de añil para las que los esquimales y los lapones y los siberianos tienen un nombre para cada uno: el azul petróleo, el morado crespón, el violeta de cielo de verano; los rojos que no se parecen a la sangre, todos colores ácidos a tono con el malestar estomacal, con el desorden de alcalinidad en equilibrio de la sociedad. Ja, y pensar que había un desplegarse de plomo al que el cielo, si, el cielo, esa idea todavía demandante de los sentimientos, oponía heridas de un azul límpido. Ja, y mirar cómo, mientras el café se deja acariciar entre el cuenco de las manos, se asoman por entre la malla que da a la calle, tres funcionarias que primero se quedan mirando fijamente al personaje, luego dan un pequeño rodeo como si algún ritual de respeto al aire el cómodo les estuviese exigiendo. El techo bajo el que el café se resaguarda es un tejado en triángulo que ha sido robado al aire libre que circula por una avenida hecha de meandros. Una de las funcionarias está al punto de parir; se sienta con la compañera mientras la tercera va a comprar cigarrillos, con las greñas de cuatro colores entre los oro viejo y el azul metálico, pasando por el fique de arpillera o costal y el color mierda o caoba oscuro, como si estuviese anunciando las estadísticas, las mentiras redomadas del sistema: la región del eje cafetero es una de las regiones con más incidencia en cáncer estomacal, de colon, que se denota en deposiciones obscuras, tirando a negras, producto de sangrados internos. Y sí, sangra algo en el ambiente. Sangra la nostalgia de los viejos tiempos cuando todo era más delicado, más sutil. No hace mucho, por aquella mente, la huella de una mente febril pero lúcida, la de Dylan Thomas, había pasado en unos escritos de prensa que denotaban la elegancia del decir, esa sutileza y ese respeto que exigen a las mientes y la vez las hacen sentirse impulsadas hacia un algo extraño que sin embargo es muy bueno. Pero es el tiempo, es todo ese camino que ha recorrido el espíritu, en cuerpos fatigados, esforzados pero sobrepuestos, para llegar a ser lo que es el alma europea, la flema inglesa. Nosotros apenas podemos lidiar con la ansiedad en la que las palabras se apretujan y salen a borbotones coherentes pero sin esa armonía que da la seguridad de un entorno organizado, establecido, con historia trascendente. La otra funcionaria tiene unos bonitos ojos de “sapo en tomatera” lo que significa que la luz, la fuerza, el fuego que brota de esos ojos es superior a cualquier hechura del sol sobre frutos sin recoger. El rojo vivo que hay que meter en el agua. Obscuramente se alcanza a entender que habla de las pretensiones del jefe, siempre el tira y afloja de los sexos, la obscura pulsión dando el punto de trama. Pasan los vecinos, se intercambian miradas o saludos; hay un sórdido alegato de seguridades y reproches: la chica adolescente que muestra marcas de una liberación emocional, estilistica, sexual, en su gesto desenfadado que se levanta la bermuda para exhibir un  tatuaje barato, en el corte de cabello que deja el largo de la femineidad alegando con la rudeza de la cuchilla que se rapa las sienes como diciendo: pienso a lo macho, y qué, soy lesbiana, no tiene nada que envidiarle a la que sentada, casi con su cría saliéndole por entre las piernas, exhibe también un corte excéntrico en unos modales esforzadamente mesurados y que la mira de reojo con un gesto sutil que nadie advierte, sólo el poeta que también se siente tentado por las piernas de su compañera que ahora se descruzan para recibir el cigarrillo de la que llega y cuyo compás cobijado por una falda atrevida deja anunciarse un claroscuro fugaz. La elegancia del pasado, esa nostalgia.
Pero el periplo debe continuar; la manecila del reloj debe continuar su vuelta. ¿Es la paz de los relojes su retorno al punto de partida? ¿qué saben ya las manecillas de engranajes y el pelo, el volante que va y viene, que oscila para dar impulso, si ahora es un obscuro pulso de sí y no mezclados? Y ¿qué sabe el número inserto en un código binario del cerrar y abrir del ojo digital para que el ojo humano sepa, se oriente, en qué tiempo vive? La rutina sólo sabe mirar el resplandor conocido. Ese poeta, ese pobre diablo.
La siguiente estación es una pequeña tienda que se abre a otro meandro; mejor, una vena de la sangre circulante que se precipita a una arteria; allá circula sangre oxigenada bombeada por el corazón civilizado. Pero ¡qué tenemos ahora ante la vista! El poeta ha pedido una cerveza a la tendera perifolla que tras una severa reja previsiva atiende solícita. Un hombre con los cueros pegados a los huesos, un maletín andante en una espalda que intenta mantenerse erguida, sube de vuelta ¡cómo es eso! Sangre venosa volviendose por el mismo camino. Todavía el intercambio celular de oxigeno y nutrientes, de vida contra muerte, de saturación contra flujo, es un mecanismo muy obscuro. Amigo, acabo de bajarme de un camión de carga que una alma caritativa tuvo a bien compartir conmigo para traerme desde la tierra de la “pola”; sabe quien fue la pola, Policarpa Salavarrieta, esa dama sin trabas pero de triquitraques. Ocho años por rebelión, desaparición forzada, pillaje y cuatro cargos más. Fuí indultado anoche, no he dormido nada, escasamente he comido. Aquí tengo el documento donde consta que se ha iniciado el proceso de reinserción y clasificación como combatiente –saca de un ajado admíniculo que se pretende billetera una copia de dos páginas que tiene el renglón donde debería aparecer una firma vacío- el poeta se lo hace saber. Bueno, no, es que es una fotocopia de la reclamación que yo entablo, la verdad es que yo vengo por estas tierras con la cabeza así de grande, tratando de evitar un mal entendido... –la expresión es cansada, de ojos hundidos pero aún hay ese brillo impactante de los pillos, del hombre acostumbrado a lidiar con situaciones al límite- ...aquí tengo el otro documento –se envara sacando sucias tarjetas de presentación y papeles ajados; se advierte el logo de “Programa de la presidencia para la prosperidad social”, uno de tantos entes que lidia con los menesterosos del Estado, este ya tiene firma pero no hay que profundizar- que dice de mi situación. A estas alturas ya el interlocutor está incurso en una red dialéctica cuya fuerza de intensión es el desespero de lo desconocido transitando por todas las vías y el sentimiento de humanidad que aún palpita dentro. El asunto es discernir si es un vicioso, un pedigüeño, un trastocado. En un instante transitan por la mente todas las ideas hechas que el sistema nos ha inoculado. La seguridad de la civitas , la seguridad de las fórmulas, los rituales de socialización que ya sólo son intercambios de qué tienes tú y que tengo yo y cómo lo uso. Oiga, se atreve el poeta, pero cómo es que usted sale de una cárcel con una mano adelante y otra atrás; entonces los camaradas qué pasó, qué sociedad tan injusta esta que ya ni la “familia” sirve para darle la mano a uno...
Hace ya unos instantes que una motocicleta con dos policías se ha estacionado a pocos metros, los policías se han apeado y no están en ángulo visible, el personaje no se da por enterado. Mire usted, que ellos desde la cúpula han dicho que nos apoyan pero a mi me detuvieron con otros de la cuadrilla y a cada cual lo llevaron para diferentes lugares; yo en estos ocho años ya he estado en tres centros diferentes y, ¿a  quién recurre uno?  Bueno, porfía el interlocutor, pero usted podría haber llegado a una de las zonas veredales y reinsertarse desde ahí. No, señor, los que están en las zonas veredales son personas que estaban activas y con ellos el proceso es diferente; a nosotros simplemente nos han amnistiado y ahora es un proceso el que hay que emprender para capacitación, reparación y reinserción. Los policías aparecen de nuevo, por un instante se cruzan miradas con el poeta el personaje está de espaldas y, no se sabe si es porque el alcohol ya empieza a hacer sus efectos o realmente, como a todo poeta, ese toque extraoficial le dice que en ese cruce de miradas hay un traspaso de pensamientos en los que sobreviene un “no sabemos cómo deshacernos de este tipo” y su gesto ufano, el de los hombres que estan amparados por un símbolo institucional, por un chaleco antibalas, por una serie de palabras que memorabilia de niños que recitan sirven para esgrimir armas de desprecio, de superioridad moral, palabras que en medio de tantas vueltas que dan dentro de una sóla lógica de la cual los sencillos no tienen noción ni ánimo, sólo pretenden hacerte pensar en el silencio o en el miedo o en la confusión, se les estrella en el esfuerzo que hacen para encimar sus orquetas en la silla del motociclo y que hace pensar en que sus pobres gónadas si no están ya fritas por estrechez sí lo deben estar por aleccionamiento a ideas y directrices; entonces ellos y el personaje están en un sentido iguales, presos de la maldición de seguir líderes.   
Hermanito, pues yo le regalo un pesito –es una pesada y ostentosa moneda que se pretende la mayor pero vale nada en comparación con los billetes que le adelantan cién veces o el dinero plástico que les pierde cuantas veces quiera- El personaje agradece. La tendera ha estado revoloteando tras de su segura reja informándose. Cuando el personaje la va a increpar llegan clientes; debe quedarse expectante a una oportunidad de expresar su necesidad, cuando por fin puede hacerlo es recibido con un frío a-la-orden; ah, no, yo no. Y el hombre que mientras los policías encienden su moto ha exhibido una herida que no sana en su pierna derecha y ha sacado de su morral la última dosis de insulina, se despide, con un que Dios los bendiga.
Ahora la pregunta es ¿desde donde la paz que grandilocuentes titulares predican, que pedagogías que gastan millonarias sumas para desarrollarse y  transmitirse, que elegantes oradores en instituciones públicas usan para inducir a otros a donar parte de sus sueldos para “la causa”, se hace? Las gentes corrientes, los ciudadanos como las funcionarias, como la tendera, como los conductores de los autos que circulan por la sangre social, raudos, con las ventanillas arriba, que se dirigen a sus búnker de paredes plagadas de cámaras que vigilan, que leen el libro del vivir desde una teoría perversa que supone que la sociedad, no sólo la nuestra, o la latinoamericana, es una sociedad mafiosa y que en realidad es el trasunto de una mentalidad de mafia, en-lo-que-ma-fía , del mundo, lo que la obscura y maliciosa noche del vientre de la tierra, de la naturaleza que lucha por la vida, usa la fuerza bruta de esa pobre herramienta de los hombres, el lenguaje, para someterla en modo silencio cuando ya la razonabilidad no es posible y la fuerza del hambre, de la indignación reacciona como un animal herido    

DE BIBLIÓFILOS Y RETÓRICAS


(Un texto a propósito de homenajes póstumos a Fernando Calle)
¡Qué duro es el pan cuando no es de uno! Es la primera frase que se me ocurrió con ocasión de escribir estas líneas. Su leit motiv es el homenaje póstumo a un hombre de letras, José Fernando Calle, que hace la separata lietraria de un pequeño pasquín que recrea la movida intelectual de Manizales: Quehacer cultural. Y lo de pasquín no es necesariamente despectivo, es porque se corresponde con esa idea comunistoide y por eso odiosa, de la tutela del Estado para el actuar de los artistas. Entonces viene el problema de quienes son los que se afilian y participan de la tribuna, ni siquiera de las dádivas; las dádivas se las lleva el director del pasquín por su trabajo. Y viene la idea de que los que utilizan esa figura comunistoide son burgueses de alto coturno. Pero la digresión no es culpa del muerto, es culpa del equívoco que le provoca la marginalidad: confundía a Andrés Calle y su obra, “Palabras de pan duro” con el avatar del tuitero exitoso –hasta eso- Fernando Calle, hasta que vio su fotografía en uno de los obituarios: Era ese señor respetable y de figura carismática que se atravesaba a veces en los pasillos de la facultad de derecho de la universidad de Caldas y nos miraba con un interés especial; pero nunca nadie nos dijo nada.
Pero el equívoco también tenía su razón de ser: la separata literaria del pasquín reproducía las palabras de cuatro personajes, dos de alto reconocimiento gremial e intelectual y otros dos de menos figuración; dos peones, dos engranajes, por decirlo así, del sistema de tamizado de aspirantes a la palestra pública. Más lo que descolló en nuestra mente fue el escrito de Tomás David Rubio, un librero de la ciudad que seguramente tiene su fanaticada pero que no descolla en los mentideros y escarceos de salón. Y el asunto era el de la importancia y profundidad del mundo de los bibliófilos; ese mundo tan interesante y enmarañado. Comenzó con una minucia retórica: A primera vista no resultaba correcto el “A la sombra de las hojas son la evidencia de cómo lo que lee un hombre termina siendo su vida misma”. Si es una serie de columnas o de reseñas reunidas en un libro, lo correcto sería que “ A la sombra de las hojas es...”, pero resulta que A la sombra de las hojas  es el título del apartado que el boletín de una librería tiene, para sus lectores y clientes, destinado para las reseñas encargadas a ese personaje particular. Y entonces el asunto se hace más interesante aún: Hay una sesuda reflexión de cómo, desde la inquietud de un músico como Jhon Cage, quien crea una obra a partir del I Ching , que como bien se sabe, es una serie determinada de exagramas que inducen, según el momento actual de quien los convoca por un procedimiento azaroso, a que el convocante cree lo que puede ser su linea de acción, de reflexión para ese momento determinado; según lo que uno entiende a partir de las palabras de Tomás, el homenajeado en ciernes tenía una especie de don creativo en su escogencias bibliófilas y el tratamiento creativo en las que creaba “...por encima de todo, un lugar  artificial, abstracto en el que se mueven copos de exclamaciones, clichés exquisitos, monólogos dispersos y fragmentarios”, citas de citas, un palimpsesto infinito (las palabras anteriores entre comillas son de Giorgio Manganelli) y a continuación el autor, Tomás Rubio, cita “¿pero es que alguien vive, imagina o sueña en orden?” (Pierre Jacomet) y acaso para alguien pueda aparecer claro que la intención del autor es oportunista: meter a su auditorio en los meandros de lo que administra, pero a nosotros nos viene a mientes ese mundo intrincado del editor, que también tiene que ser un bibliófilo, y piensa en ese titán Jorge Herralde, y en como la capacidad del editor de descubrir las miserias del escritor y a partir de esas miserias, añadidas a la feroz lucha del capital por mantener su autonomía sobre ideologías, credos. filosofías, egos, contruir un imperio, no sólo económico, sino también intelectual, en el que confluyen intereses, políticas, miserias, juegos sucios, mentes lúcidas, mentes maquiavélicas y, a veces, la ingenuidad del artista, que es, siempre, el bagaje del artista autentico, lo otro son calculos de ajedrecista.          



domingo, 19 de noviembre de 2017

MODOS DE INOCENCIA


Tres niñas divididas en dos
superación y unidad
lo uno definido, seco
la dualidad sabiendo del juego
la edad, cuando la ley dicta
y la inteligencia sabe derrochar
en la frontera significancia y polisemia
pregunta y respuesta, lo uno
lo dúo, camino y divergencia
dos idiomas, estrategia de bribones
que ya saben cuando la ventanilla
alta gama puede ostentar,
viejas mañas y fruto prohibido
dioses y labios tan sabios que agostados
un arroyo tan fuerte que acerado
y la pregunta flotando en un aire imposible
¿sólo porque tiene modales es inteligente;
intrigan, luego saben manejar el río y su desborde?
un dios eco-nomicus busca las puertas del hogar
y la malicia juguetea entre la maleza
sólo otea, sin garras, una ansiedad

REINADO DEL AMOR


Esa idea de que el amor es reinar sobre una tumba
No la vas a poder coronar sobre mi
Podrás haber destilado la grosura de mil piras
Y podrás haber satisfecho las narices de mil dioses
Borrachos y renacidos de sus propias cenizas
Pero no podrás superar la nueva brujería
Que es conocer las volutas de humo
Con que has emborrachado a los significados
Me podrás decir que tus piernas no se abrieron
De emoción al saber que amar es vibrar sobre las sobras
Que amor es morar en la otra orilla             [de sí mismo
Con teléfono a la corriente, con estetoscopio
A la enfermedad para corregir el rumbo
Es a forme edad de la piedra, podrás decir
Que se olvidó de lo que es humo,
Lo que queda después de arder y que se llevan las sombras
                                                                      [a otro mundo. 
Emerge la nueva forma, el hijo, la hoja
El ojo mudo de la semilla abriéndose paso
Y la herida de la herencia afianzando.                                                          
                                                      


HACER SONROJAR A UN GATO


Veamos lo que es hacer sonrojar a un gato:
Un cartel de la suerte, sus nombres y direcciones
Encima una taquilla de enigmas y un gato
Cuidando las sombras y atrapando las luces.
Como hacía un rato revoloteaba el pájaro del espíritu
Allá, en el centro del abismo
Donde lo malo y lo bueno se bifurca
Donde se da cita el sí con el sí mismo
Y los seres circulan como si nada
Acechaba eso otro que sí, pero no es tuyo
Y d’ánima se asoma, de pronto
Con su sonrisa de arabesco: tu-eres, suerte,
El elegido ¿para qué premio?, no te lo digo
Acaso para dirigir la flecha de ese cielo
 Adonde el pájaro suspira
Es decir, sus-trae
Para poder mirarte sin que me obligues
A besarte la poesía
Pero resulta que el pez no cae
En ese anzuelo que fija misterio
Porque penetrante te quedas en la gota
Sin dejarla abandonarse a su caída
Entonces me hago gato y te caigo en la pregunta
Y te enfrento de hito en hito
De eso otro que vemos sin el ojo lógico
Pero el de carne trémula me obliga a que te eluda
No hay nada, allá en ese centro,
Sólo tú y yo y un rosa de cayena de sardinel que cae

Y el ego previo como una plegaria que unta, pregunta

jueves, 2 de noviembre de 2017

POÉTICA POLÍTICA COLOMBIANA ACTUAL

POÉTICA POLÍTICA COLOMBIANA ACTUAL
(con espejo universal)

El país se despierta con una funcionaria declarada insubsistente. El asunto: ha denunciado un foco de corrupción de alto nivel. El ente: SENA, una entidad del pueblo para el pueblo (educación técnica formal para la población que no puede acceder al conocimiento profesional). El trasunto: La coyuntura político-social cuya configuración es un proceso de paz.
La trama del insuceso se parece a una puesta en escena tragicómica a la que sólo asisten algunos adelantados de un reino increíble e infausto. La directora de la entidad denuncia un desgreño de tamaño descomunal en el uso de los recursos y una ineptitud garrafal del anterior director quien es ahora secretario de la presidencia de la república. Los medios de comunicación hacen el despliegue y la alaharaca propia de una corte de urracas parlanchinas. En curso de lectura cotidiana de algún desprevenido ciudadano se mueve la trama de una novela que resulta metáfora perfecta para la situación: Don de Lillo, uno de los más importantes norteamericanos de la narartiva actual. “Ruido de fondo”. Una nube tóxica se encarga de perturbar la aparentemente tranquila vida de una típica familia burguesa, provinciana, acádemica cuya cotidianidad de seres civilizados inmersos en la fatuidad del gasto suntuario en las grandes superficies, la ostentación lingüística de una ironía de circunstancias que denota egos sin afugias espírituales, ni culturales se ve de pronto hacinada en una mixtura de seres de todas las clases que huyen de la sombra del caos, de la muerte. Un “orientador” le dice al protagonista, mientras consigna de modo estadístico toda su historia de profesor universitario, de estudioso de Hitler, de hombre sano, para relacionarla con la nube de Niodeno-D y sus expectativas de vida, que, “Esto no es un cirro normal y corriente. Nos hallamos ante un elemento dce alta definición cargada con una elevada concentración de productos secundarios. Casi se podría enganchar con un anzuelo y arrastrarlo hacia el mar. Considerelo como una exageración que hago para explicarme” pero para la estadística dentro de treinta años es muy probable que usted esté muerto por efectos de la nube.

Mientras, en el mundo real, el Reino Unido se debate, nuevamente y casi sin escandalizar a nadie, en un sexual gate; un importante funcionario del gobierno renuncia por conductas inapropiadas (tocarle la rodilla en varias ocasiones a una periodista) y la gente corriente se hace a la idea de que el pillaje, el maltrato, el acuchillamiento, son el signo de convivencia en las calles y que, si acaso, se salvan las relaciones familiares y corporativas: La gente que conserva y defiende su reputación de ganarse la vida honesta y sacrificadamente. Las distancias de modales y lenguajes es un abismo casi insalvable aunque no parece. Que alguien vaya con los pantalones raídos a un importante sector de sociabilidad no significa que sea necesariamente un desadaptado; del mismo modo que alguien que se expresa en un foro o en una conferencia de modo elocuente y cautivador no significa que pertenece a una clase social excelente. Pero existen matices y códigos mudos que el grueso del mundo persigue y se deja afanar por ellos. La premisa parece decir ya el misterio del encanto está desentrañado, ahora verás cómo manejas el desencanto. Es una premisa aérea, vacua, muda. El principal representante de lo que hasta hace unos pocos días era para la institucionalidad una banda de asesinos, ahora obtiene carta de esa misma institucionalidad para postularse a la presidencia de la república. La fuerza lingüística y el modo de expresión de éste nuevo candidato a líder y los otros que se lanzan para representar al pueblo escasamente imitan el modo de hablar y la fuerza de convicción que tienen los avezados del establecimiento. Es la misma distancia abismal que existe entre el pueblo raso para intercambiar con sus patrones, maestros, gremios. La nube tóxica de Diodeno parece ser la circunstancia; todo el mundo pretende asumirse a las instituciones y a su cobijo, pero si quiere que el alecccionamiento apocalíptico de Testigos de Jehova que hace el sistema de salud con sus necesidades: Se veía venir; es el fin; pero hay un reino esperando, no se parezca al que hace un carismático afro místico con nuestro personaje, debe exhibir sus credenciales de intelectual seductor, dueño de Visa y Master Card y una gran capacidad de negociación.
Por otra parte, que la experiencia del ciudadano con el SENA diga que es bien conocido que es un ente burocrático que funciona con cuotas electorales, con influencias de base en las que el pueblo participa, ya como contratista (terceriza sus aspiraciones socio-económicas y por ende sus posibles proyecciones políticas), ya como aprendíz (suscribe un “contrato social” con el sistema perverso en el que la protesta y la negociación son apenas adornos funcionales como mantener el decoro democrático) y que el ejemplo de esta funcionaria proba, que no denuncia como sube la oleada corrupta desde los abismos miserables hasta las esferas pletóricas de beatitud y ecuanimidad, sino como es imposible que un pueblo llegue a tener un desarrollo privilegiado, no significa que alcance a elucubrar que sea una cruel y trapacera semiosis del stablishment para configurar una generalización de la confusión, de la desconfianza, de la disgregación de toda esa serie de gentes que se reune en plazas y conciertos, que se saluda en buses y centros comerciales, que debate en aulas y parques, que quiere pensar en alto nivel de conciencia y civilización, que sabe considerar a su prójimo, que intenta no despreciar a su vecino y que hace verdadero tejido social. No, esos son pensamientos inauditos producto de mentes psicóticas y peligrosas. Y como de un reino estamos hablando, pues tiene que existir un rey; un rey que por acuerdo cede el trono a otro rey cada cuatro años, según la proclamación del pueblo.

La poética política actual se parece a la eterna paradoja de la ciencia: El aspirante a científico tiene que pasar por un proceso lento y sacrificado donde, créase o no, libérese o no de ese reino ideal de virtud platónica y cristiana en el que todavía el trasfondo de la especie parece plasmarse por medio de sus instituciones que ya no son ollas de conocimientos, fuentes de saber, sino depósito de podredumbre por instinto y animalidad natural, sino que son silenciosos y vacíos sagrarios en los que cada cual sabrá si guarda o no su ser más íntimo y no su vocación de ser con otros; donde a fuerza de ensayo y errror, de conjeturas y refutaciones, de improvisaciones y descalabros, hace por fín algún hallazago que lo catapulte a la cima del respeto y la pedagogía; el resto son relaciones públicas de quienes se reparten las migajas del entendimiento de la realidad como poder. La masa apenas se reparte afecto y conmiseración de su brutalidad afeada por esos bellos dibujos abstractos. La ciencia ya no se diferencia de la técnica y la técnica es una simple brida de piedra para guiar un corcel que sabe más del camino que su guía.