martes, 10 de julio de 2018

ACA-DEMOS


ACA-DEMOS

Esos magos de adineradas lenguas

Y mágicas imaginaciones

Capaces de hacerse aparecer en los periódicos

Como santos de aureola,

Mientras pervierten a una docena de doncellas

Sentadas en sus piernas.

***

Me despierto,

y encuentro pegada a la oreja una dirección

un lienzo deletéreo insertado en el silencio

del tiempo como muecas del eco

en la pantalla interior de un murciélago

o de un loco;

ciento sesenta y cinco, y siento,

extiendo los brazos del corazón,

abrazo el paraninfo: esa fuente

junto a la que se sentaron un poeta y su hijo,

parejas de café instantáneo y delirio permanente,

cachorros apenas el niño y los adolescentes;

viendo boquear nuestras tristezas a las bailarinas

aspirando rescoldos de conocimiento que caían

desde las sombras ansiosas de antiguos teólogos

purgando en el espejo los tríviums y cuatriviums

y sus pecados todavía pegándose a las paredes

de los edificios de apartamentos donde muchachas

díscolas que han escalado el espectro técnico

cuando la voz y la mentira viajan en cedazos

de gasas que dormitan en cifras de magneto,

las palmas, seguramente recogen tus gritos

Rodin no usa color, por tanto no es él,

tampoco Manet; soy yo, el colorista que habrá

de ser admirado y venerado en el futuro

Entonces vas a ese parque, desde tu cama

haces el viaje con las voces de los heresiarcas

quizás por sentirse incomprendido

a descargarte de tu temblor

lo mismo que lugar común,

donde mean y escupen todos los intelectos

cuando ya no hay donde, es-pe-cula-ción

con la que deslumbran a la mezquidad

a esa piquiña que no te obliga a rascarte

la humilde admiración:

sólo después de la muerte se reconoce a los genios’

mientras, desde allá, desde ese sésamo

de interesantes bandidos,

de excelentes fijadores del miedo escénico,

se echan a fundir en el crisol

toneladas y toneladas de materia prima:

Papel moneda de apalancamiento

De las efigies de la sobremesa o de la cena

Del mañana es ahora, mientras yo, transmitiendo,

En vivo y en directo; sin cámaras y sin apuntador,

Sin ingeniero en los créditos –o agazapado-

Le echo una pizca de tu oreja al huevo

Que eclosionara en polilla de todos aquellos.




Explicaciones maricas para lectores desentendidos:



Una mañana me despertó una radio universitaria 

haciendo elogios de algún evento plástico, ciento 

sesenta y cinco años de una oreja condenada a que 

nadie sienta su dolor, entonces empezó el hilo de mi 

sensibilidad a desplastificar el resentimiento.



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