II
Ya nunca antes
como ahora
estará el trono
tan vacío
del Espíritu de
la época
que se ha ido
errante, vagabundo
perro tras su
hueso primero
y la Trinidad a
sus pies, enferma
no sólo de mal
de atleta
de marismas,
viejos sedimentos
que se
autocubrieron de olvido
para esconderse
de la Voz
que pone siempre
de nuevo
en camino.
Creedlo no
juegan
la cola y el
hocico a solipsismo
ni a cambio de
piel y plumas
el reptil primerísimo
el vértigo
quiere, por fin
quitarle al
remolino el punto
el eje primitivo
que le dejó
vacío y solo rellenarlo
del espejismo
que pescó
la noche única
en que la luna
se copuló al
eterno signo
concha, cuenco,
oreja
¿donde,
onde...nde...?
¡Vivo!
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