miércoles, 28 de octubre de 2015

ÜLTIMA CENA


Estaría listo tu sancochito con morrillo
cuando lo pidieras -no te lo pierdas-
sazonado previamente en la lidia
con el hoyo de las agujas
el estoque penetrante, nuestras miradas
que ya un día inventaron la química
sólo que un miedo que no era escénico
ni el comprensible escozor de las orejas
¡ay! pero el albur de las faenas
siempre quiere matar primero al corazón
antes de dejarlo descansar en el regazo
[de la Macarena
o acaso, en la karm-a-rena
que es un lance más fantoche
por el que a manteles te podría invitar mi pena.

Quizás, algún mondongo de domingo a la manizaleña
si es que la libertad de tu agenda no la ha llenado
ya la luna atractiva de un buen amigo o amiga
y la ha copado alguna mentira no piadosa.

Podría ser algún dígaselo en la sala
o póngale las alas a un ron
con o sin las rocas
después de l hígado en salsa,
le aseguro, en-brujo-de-hora dama
que sabría disimular que me viene bien
contemplar su oleaje asentado en mi magma
mientras viene y va el maitre invisible
empeñado en avisarnos que la tetera está al punto
no tanto porque combine bien el aroma cercano
de marisco ofuscado con el incienso beato
como porque no importa la noticia de que el mundo se acaba
cuando los modos desanclamos.

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