lunes, 16 de octubre de 2017

PADRE


Padre tiempo, tu que eres el verdadero Dios
el que sabe del grano de arena y de cuando fue el primer momento
cuando se hizo la primera rendija y el anillo, la voluta de humo,
de la primera boda, el Señor y el prepucio de Abram, sello de alianza,
protéjeme de querer seguir yendo a esa nada, a ese centro: la luz
pobre egoísmo de mil estallidos, déjame volver al principio
con el botín en los bolsillos, todas las estrellas de todos los tiempos
que quisieron fijarse, dibujarse en tu espejo, esa promesa tonta,
que pasen por encima, y por debajo y por todos los puntos
imaginados e inimaginables.
Deja que el cortejo fúnebre te lo haga yo, en cada instante,
allí donde el mundo pone la llaga, el nudo, el silencio,
porque no com-prende, no agarra la raíz vital;
Deja que me mantenga en la cuerda floja, que sea la frontera,
el pulso, el intervalo ciego, tu casa, tu cielo,
Padre Tiempo.


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