LAS
RELACIONES INTERPERSONALES
(Editadas
de cuarta mano: La mágica que preparó el escenario, la que pergeñó
el papel, la que lo robó para el mundo y la del tonto que ahora
quiere estamparles su estúpida firma)
Abrir
un poco el di-que y dejar que Diké
haga
lo suyo
Para
que por exceso de cieno de olvido acumulado
En
tragedia el volcán no explote
Aunque
expolie el maldito.
El
gato observaba atento tras el poste de energía como exhibiendo la
certeza de lo concreto del hormigón. Al tiempo el perrito faldero
escapado por unos instantes del cuidado de la niña, le ladraba
coqueto. El gato parecía simpatizar de su color contrario al blanco,
pero su actitud se compaginaba con un aún no es tiempo. De pronto el
caminante que se acerca mientras juega con su sombra que imagina a su
espalda yéndose al anhelado sitio –no se percata de que la sombra
del poste se ha chupado por un instante la suya-, sorprendido pide
participar con un piar de travieso pollito. El perrito, que está en
su camino, le hace una cabriola que pasa a defender a su
interlocutor. El gato, atrapado por el desconcierto en su felina
tranquilidad, emite un bufido y salta veloz a la ventana de la choza
miserable; mira de hito en hito a través del vidrio de la canícula
y traspasando el velo de gasa de su ama que debuta en el trabajo de
los chats eróticos, mientras el perrito sigue escupiendo su monserga
que actualiza tiempos idos.
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