SEMANA
MUNDIAL DE LA POESIA EN MANIZALES
En
sus corazones ellos eran todo poesía aunque ya les importara un
bledo lo que significase El
Velo de Maia.
Tampoco les importaba que alguien reconociese que se llamaran Carlos
y Juana u hojarasca,
como no fuese del mismo modo que alguien dijese García Márquez y
Mercedes Barcha, cosa poco probable, lo que les confortaba. Quizás
por eso fue que les fue fácil, cuando se toparon en las escaleras,
él de subida, ellos de bajada, esquivar el golpe de su infantil
sonrisa franca que los saludaba y se fueron sin mencionar el asunto,
pero un gusanillo de inquietud se enroscó en sus pechos y con un
guiño mutuo le dieron buena entrada. Ellos no lo sabían ni les
importaba, eran hojarasca.
Cuando
terminó de subir las escaleras se sorprendió de estarse diciendo
ante la estampa de la funcionaria: Tocaría
la melodía frenética de cualquier piano de Rock and Roll en esas
tetas, menos la de
My Woman From Tokio con
Ian Gillan a la cabeza,
pero al momento, luego de concertar la cita, se vio en la calle
explicándose que el desplante era porque eran como dos niños
estrenando juguete; pero qué triste juguete el hacer mendicidad con
lo que nos corresponde por derecho y, peor aún el uso que se daba al
juguete; él, en cambio, siempre quería compartir sus juguetes y, a
fuerza de desprecio había aprendido a gozárselos en su fuero
interno y se los imaginaba leyéndole el pensamiento (bah, la
hojarasca
no lee pensamientos, ni palpita como los corazones) y diciéndole
¡pero qué,
pendejo, así funciona el mundo!, así es el poder y
él respondiéndoles claro,
lo que ustedes no saben aplicar es la fórmula del poder que reza:
engaño + miedo= poder; pero tampoco entienden que cuando no se tiene
poder entonces el sucedáneo es el Don,
por eso
replican la idea moderna de que hay que ir
con-don por
todas partes para contribuir a la zombilaxis
de los
embarazos.
Al
día siguiente al hacer el contraste del sostén de levante entre
chaleco protector de encajes y el carcelero opresor que hoy, no
obstante, intentaba reflejar la ilusión de un cielo azul turquesa,
se sintió decepcionado
y no por
el desengaño de la distancia entre percepción y realidad, sino por
un asunto más tremendo: La
Hojarasca.
Había que aplicar a la formalización de la informatización, es
decir, había que ser un adelantado ciudadano digital avalando la
precisión de los conceptos hechos palabra: ¿qué es software,
qué es
hardware;
qué es un motor
de búsqueda, qué
es una red?
Y subrepticiamente La
Hojarasca iba
realizando su labor y le importaba cinco que todo fuese cuestión de
lenguajes; tampoco influía que algunos –especialmente los que
tenían menos medios de defenderse de La Hojarasca y por tanto eran
hojarasca-
tuvieran intuición y noción y que un poco más adelante tuviesen
convicción. El
Velo de Maya podía
muy bien ser el velo que una bailarina imitadora de una con logos
(léase
fama) llamada
Shakira descorriera en noches polvorientas y psicodélicas; o acaso
fuese el velo con que cubriesen una niña recién bautizada como
Maya. O fuese acaso una nueva teoría de un imperio reaparecido bajo
la égida de la cuántica.
Por eso era mejor que cada
loco con su tema y
cada tema
con sus locos.
Atrás quedaban, y en generoso olvido de las masas, los tiempos en
que las poéticas tomaban de la mano a los borrachos como Faulkner y
los ponía a plantar entes zigzagueantes entre las hojas muertas,
generalmente perros de los que no se sabía bien si olisqueaban un
fiambre o un contrabando destilado; o como García Márquez que,
como todos los poetas iluminados, que plantan hitos de futuro sin
proponérselo, plantó el hito de su obra maestra en ochenta páginas
bajo el pre-texto de un hombre odiado por no corresponder a los
llamados de humanidad.
Pero
era de nuevo -¿desde hace cuánto en forma de mercadería intangible
que transporta fin-ansias
de
poderosos a si-sos-egos
de
algunos humildes; realmente muy poco? – la Semana Mundial de la
Poesía y mientras ellos dejaban desenrollarse en sus pechos, como un
lastre del sino, el gusanillo aquel, y se solazaban de que muy pocos
pudiesen darse cuenda de sus corazones generosos que para esa semana
sacaban de la calle a la pobre Mercedes Valencia y le pagaban una
pieza y la vestían y la llevaban a sus recitales para que recitara
sus viejas glorias para después dejarla por puertas de la ilusión
del No. 36-15 de la avenida al nevado, y se justificaban unos a otros
el desprecio al que todavía no se dejaba abrogar la cordura mediante
el ritual de invitar a cualquier sobrino
de Rameau a
que leyese en su nombre como un justo reconocimiento que acallaba la
sorda voz que en sus oídos gritaba que: realmente
sois hijos de desvergonzada,
Borges desde los antros magnetofónicos de ondas hertzianas gritaba
una vez más en la madrugada sus quejas: De
todo esto sólo me queda humillación y desesperanza y
su etérea mano que ahora se presenta como m-a-raña
que acaso
lamente no haber tenido la banal iluminación de decir pelo
lindo a precio chévere
en el momento justo, le lleva de anaquel en anaquel para mostrarle
hitos difusos: Entropía
mal entendida por los niños; Premios deleznables de literatura como
juegos de niños; Una ironía de un pretendiente de Paracelso
suicidando un maldito que no quería querer por la envidia de un
Chivas
Regal edición especial , y la
ironía suprema de Borges suicidando a Borges desde la orilla del
sueño en Agosto
25 de 1983 para que en Marzo 20 de 2013 entienda que puede seguir
protestando de no dejarle leer en paz la verdadera fiesta: las letras
haciendo mundo en manos de un dios que ya no cree en las fieras
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