Ese cordón de símbolos
a la muesca de la cruz amarrado
como cierta goma de los gatos y los perros
cuando al fin liberados de su hechizo
hace huir despavoridos
podrido, más, por tanto, más embriagador
ese trazo, ese túnel, preso entre papeles vivos
del trébol que un día le hizo honores al nombre
W I S L A W A
En cierto paraje de la tragedia y el canto
dijo: aquí me bajo
del romance con tu idea, aquí descanso
y aunque en vano busqué su cadaver
para de nuevo besarlo
se disipó como el polvo
en las alas de un viento ignorado...
y un pelo, sin intención,
se dignó posarse como en unos labios
¿quién, qué nos recoge
después de la poesía,
después de ese trabajo
dijeron los ojos de las hojas
que no le escriben cartas
al apartado solo de lo innombrable
ese pobre viejo llamado Miedo sin miedo
y sin medios de demostrarlo?
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