miércoles, 12 de junio de 2013

MI LUNA ROÑOSA




MI LUNA ROÑOSA
Una roñosa de color guarumo
Se encontró el viejo-niño
Exclusiva para él
Puesta como al descuido
En una cuneta limpia
Por algún ángel de pantalón corto
Que la perdió en la caída
Del cielo donde jugaba
En gallada con el niño-mayor
Con otras canicas y niños de marca mejor:
Venus, la lúcida, de olor a sirena,
Mercurio, espejeante, huidiza
De azogue en el corazón
Marte, fragorosa, inventora
Del billar de las guerras
Neptuno, lejana, celestina
De Urano, estratega
De conquistas de saturninas lunas
En estancias secretas
De quásares sin par
Y la tibia tierra, codiciada por todos
Los que no sabían que una sola,
Fría, fea y callada tenía la verdad
Se acordó entonces el viejo-niño
de los tiempos idos
cuando todos ostentaban
con alguna pródiga de mágicos efectos
y, por alguna razón,
de la misma calaña por la cual
el lobo entierra su hueso
las roñosas tenían
un especial afecto de sabor
que degustaban en inesperadas canciones
que todos querían publicar en su corazón
sin que el canto del sinsonte o el ruiseñor
tradujesen algo
de los cinco huecos y las cifras pedidas
y sólo logradas en los sueños
mientras el azar de cada mañana vaciaba
los bolsillos de la ilusión.
 Pero era mentira
Los empresarios administradores de la nube
Ponían sus cebos al viejo-niño
Para estafarle su secreto mejor;
Más el niño-viejo-zorro
Nacido a un dolor de vieja data, decía:
No, mi luna roñosa
de cráteres abundantes en el lado visible
que espejea la luz de un sol ignoto
en su lado obscuro
contiguo a un cierto reflejo azul petróleo
que es un abismo
para no autorizados intrusos
con un especial sitio
que transparenta todos los adentros,
eso no lo negocio,
por somníferos soles ilusos
ni por consoladores temblores
de osas mayores
No, mi luna roñosa mamona
que no chupa pero aun
proporciona mayores placeres
venidos del cielo del:
¡nada qué hacer, te quiero!
¡y no sé por qué!
La cambio
Por un amor verdadero.

FLOR DE SAL
Intrépido niño
Que estremeces la dama
Con tu aliento tibio
Descendiendo del frío del tiempo
La encuentras a la salida bulliciosa
De la escuela del silencio
La tomas del talle del tallo
Y en su rostro de pezón turgente
Estampas un beso, y entonces
Un estallido se abre, de rubores,
De noches, de anhelos
Canto rodado, guijarro de niño
Lanzado con maestría a la faz
De un lago tenso
Desciende hasta el fondo
Y se hace pálpito súbito:
Me llamo tremor de poeta
Atisbando a una musa, le dices
¡y tú!, ¿cómo te nombran
Sombra exótica de sol negro?
Acaso me llamo orilla de sueño
O claroscuro del miedo
Más, sólo llámame flor de sal
En desolado lecho.

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