miércoles, 21 de febrero de 2018

SIN TÍTULO


Por virtud de ese tiempo llamado historia

una tribu grande hace guerra en pro de la memoria

de un libro gordo que escribió -supuesto- un flaco vocablo

con ínfulas de enorme concepto

de lo que no se puede abarcar con la mirada

puro sentimiento, la fuerza de la palabra

cuando el verbo flotaba sobre las aguas

y se hizo adorar y perseguir el misterio

le llaman Dios a ese condominio paradisíaco

con dulces cabañas en el reino de cucaña

y, de corazón extravían la yunta en una piedra

me espera en la puerta como un milagro

dividido en muchas faldas largas y apetitosas

la fuerza de la palabra en su Atalaya

poesía de la paradoja para estultos

ay, el ojo del dios que es capaz de mirarme el ojo del culo

sin que yo sienta su satelital monóculo 

que sabe a acabo de poner separador en Ian McEwan

¡qué perdición! ese libro menor que intenta hablar 

de la fuerza de la humanidad

no de la humanidad de la fuerza

que no obstante comercia con la punta del arado

y sabe manejar la semilla de la culpa

tampoco sabe McEwan pero conecta

que el labriego debe cultivar

no la fuerza de la palabra sino la palabra de la fuerza

¡Ay, fruto tan duro!

pero progresa

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