sábado, 15 de septiembre de 2012

in-sistema paradiso

IN-SISTEMA PARADISO
A: Esther Tusquets (In Memoriam)
“La actitud de la vida diaria depende, en cambio, de las similitudes
entre el flujo de experiencias del individuo y el de otros actores de su mundo.
El momento «de ocurrencia» no es importante para los datos científicos, pero
es de la máxima importancia en la coordinación de las acciones
o los recuerdos de dos o más personas” 
Garfinkel. En: Crítica de la Información
   
Como si un ignoto y tirano productor de cámaras le diese la orden, el desquiciado cambió la lente de enfoque interior a enfoque exterior con un violento levantar las persianas de los párpados. En lugar de que el estremecimiento le tocase a él, fue el parque en todo su esplendor matutino el que se estremeció: La suave brisa que danzaba entre las copas de los árboles y las corolas de las flores comenzó a arremolinarse sobre ciertas cosas y sectores con una densidad de torbellino; las carpas doradas que jugueteaban en la superficie del estanque circundante a un kiosco central al que los enamorados ingresaban por un puente para exhibir la vanidad de su amor, nadaron veloces a esconderse bajo su sombra; los pájaros dejaron de gorjear y dejaron en escena a dos grajos enormes que luego de hacer una pirueta guerrera en el aire empezaron a vigilarse desde dos árboles diferentes, deleitándose de una procesión de hormigas; los ojos del vagabundo de la banca de enfrente, que con mirada ensoñada y plácida parecía hacer poesía del ambiente, se encontraron con la equívoca  y desmesurada mueca que entre risa y dolor pasaba revista vertiginosa a todo el entorno. El vagabundo, ese traficante de ga-c-tualidades, al notar que el desquiciado, ese agente de simultaneidades, hacía un primer plano sobre su humanidad indolente,  se escabulló en un gesto despectivo para dejar que su alternante expandiera el mosaico de sus vértigos: en concurrencia de imágenes abigarradas y caóticas de espacio y tiempo entre las que destacaba un letrero de aviso de Neón
BAR
                         CELONA
El sitio de los mejores
 se entrelazaban con imágenes acústicas como de música diabólica: Una frase primicia de novel escritor en boca de radio-transistor: “…la elegancia, esa forma menor pero imprescindible del respeto por uno mismo”…Bar-Celina donde le quitamos el sueño a los mejores — EL SITIO DE LOS INMORTALES… “El mundo es un banquete y los malditos tontos se mueren de hambre”… Tengo que ir mañana a la posada a cambiarme el vestido… con dos bananas me desayuno…yuno yuno…ayuno ayuno…ay uno uno uno uno uno…
***
Que se le parara con sólo verla erguir su cola redonda y carnosa desde su banca estrecha y sin fijarse ni en la estatua del Señor de la Divina Misericordia le hiciera un gesto mimoso al niño de escasos tres años para que escogiera la lamparilla que quisiera y encendérsela sin pagar, delante de todos, le dio una nueva sucesión de ideas de lo que era la impotencia:   «Es aquella disfunción de relación del entorno con el tiem-po interno de la simpatía»; pero también era «La relación desventajosa entre poder y querer en un momento determinado» o «El mal negocio que se hace entre política y juego cuando quien juega por necesidad pierde por obligación» y « Es la parca mirándose con nostalgia en el espejo del amor» pero todas esas definiciones que entremezclan categorías, roles, intereses y tiempos se diluyeron ante la simple sentencia de que “la carne o se puede comer o no se puede comer”; que el tigre cace o no cace ya es tragedia de todos los días. Pero no se le aflojó pensando en esos brazos regordetes y esa carita angelical que duras o no-duraz, en ambas acepciones de piel como si hubiesen puesto destellantes hilos de oro en un postre de leche recién ordeñada se engalanaba entre madre, hija, abuela y mocosos mientras el cura ya empezaba a hacerse el interesante (o estaría protestando) con esa frase: “quitarle la oveja a las lanas”, puesto que aquellos hijos adolescentes que prácticamente son los que mandan en la casa y sólo están pidiendo dinero y libertad se acomodaba, para luego rectificarla (o confirmarla) con aquellas esposas que no se encargaban de ser profetas en su casa y evangelizar como cada uno de nosotros debemos , también,  (¿quitarle la lana a las ovejas?)… Bueno, lo cierto es que a estas alturas ya el modosito mocoso de cinco también quiso encender su lamparilla y los ¿dieciséis, diecisiete? se volvieron a levantar llevándose la mano al mechón de la frente y el Señor de la Misericordia con esa mano extendida parecía decirle: hágale; adelante, que todo esto es suyo, indiferente a la estatua que en frente y como en media bisné del Caminante de Emaus, con el puño en el pecho, parecía decirles: “y no me reconocéis al partir el pan”  y ella diciéndole al muchachito: “esa no, porque esa se gasta más rápido”.
Extrañamente, si tenemos en cuenta los ocho minutos que ya habían transcurrido cuando se encendió la primera lamparilla y que ambas se apagaron exactamente en el momento en que todos decíamos: “No soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme” –eso si, ella no fue a reclamar la encima-, que son siete minutos antes de la bendición final, mientras el padre termina de devorar las migajas y de limpiar los trastos, podríamos decir que una potencia sólo dura media misa, o acaso que todo atrevimiento sólo dura media vida.
***
No podemos asegurar si un día podríamos auscultar, para el crecimiento de la ciencia, todo el disco duro del desquiciado y culturizar (léase masificar) el estilo del vagabundo; acaso sólo podamos especular que la ciencia  neuronal en asocio de la informática, podrá derrocar el imperio de las psicoanalíticas en beneficio de las naturalidades. Lo que si tenemos que dejar para otro final, acaso imposible, es la acción comparativa de que justamente, al terminar la misa del pueblo, que en todo pueblo es justo al medio día, en este lado del mundo es a las 10:30 a.m., mientras que en Barcelona, una mujer que se llamaba, al igual que la chica de la misa, Esther, muere de una pulmonía a las 17:38 y que el hormiguero humano que acreció el público al salir de la iglesia sirvió de marco al nacimiento de un nuevo mito, contiguo y complementario de aquel que dice que cuando un hado propicio quiere impedir que un humano muera, muere un pájaro: El de que cuando un personaje importante muere se lleva consigo el alma de un desgraciado.

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