martes, 1 de mayo de 2018
TRABAJO
Puto espíritu comerciante del inconsciente colectivo
para destronarme de mi profesión de vagabundo
me has partido una pata en lugar de darme un oficio
y estafarme de la vocación del maldito: Escritor
ese afeite de fatuos, ese látigo de malvados disfrazados
de sabios que me dejara arrastrar la cadena
cinco pesos, puto espíritu traicionero
esquilador de poetas
en el bolsillo por la fe-del-sí-y-del-no, profesión
para vestir el rey desnudo de los silencios,
de los desconciertos de ese peso efímero
de Atlas todos los días harto del mundo
tres para mantener la casa, perro
dos para administrar el hueco de la costilla, lobo
nostálgico metiéndole de vez en cuando tu sonrisa
de mujer una embriaguez danzante el aullido
en corros de amigos hasta que el hambre
del hueco propio nos enviara hasta la fosa
del próximo paroxismo orgasmos con y sin razón
bien plegada la camisa de los números en tu cama
vieja bruja de los afectos, doña Economía
un buen obrero inocente del accidente de la ambición
tres pesos para no perder en la gestión de los excrementos
dos para seguir intentando derrocar los sacramentos
y ponerlos en su sitio: la cómoda de la culpa
hecha con cuatro palos de la fantasía de los dioses,
esa confusión de lo pequeño ayuntada con lo intempestivo
¡Puto espíritu de los profundos abajos, no era mi trabajo!
soplar tu maldito vidrio.
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